Opinión
Opinión: Cine para los barrios
La presencia de dirigentes barriales de varios sectores de la ciudad, de representantes del Grupo “Sumando Sonrisas”, del señor José Grandi, y de componentes del “Sindicato de Trabajadores Municipales”, liderado por José Stuppia, ha sido el cuadro reiterado y multiplicado en estas vacaciones de invierno en la sede sindical de Rivadavia 1943. El motivo: ofrecer cine para los chicos de la comunidad. Más de mil pibes han pasado por las cómodas instalaciones ambientadas para la respectiva proyección. Una aplaudible apuesta de tinte solidaria, aunque al unísono, se evidencia una iniciativa colateral, no menos significativa por cierto, mis amigos, un sesgo de ir recorriendo los ángulos del partido de Olavarría y ¿armar un programa político a futuro..?
Para conocer mayores detalles de éste y otros temas, InfoOlavarría dialogó con el sindicalista dueño de casa.
“La apuesta ha sido fuerte, como en el año anterior. Quisimos ir trayendo a los niños de los barrios periféricos y a los hijos de los trabajadores municipales. Y la verdad que el proceso se ha revestido de un éxito tremendo, puesto que hemos superado con creces la cantidad de chicos que esperábamos. Además la película que se les ha ofrecido cada día, es un estreno y sabemos que en muchos casos, los papás no tienen la posibilidad de pagarles a sus hijos una entrada al cine, así que para ellos es importante y para nosotros, poderles dibujar una sonrisa a los niños, no tiene precio”, comenta “El Tano”.
Además de la película, que es el atractivo central, ¿se les obsequian golosinas y jugos? “Sí, nosotros cuando hacemos este tipo de actividades, los atendemos como si fueran nuestros hijos con pochoclos, facturas, chocolates y jugos”, refiere Stuppia.
¿Esto se realiza también a través de contactos con distintos fomentistas? “En efecto, mantenemos una línea directa con los barrios y sus dirigentes. Yo mismo fui fomentista y por ende, valoramos el laburo barrial. Y queremos hacer un buen equipo con los fomentistas, para mejorar la calidad de vida de la gente””
¿Cuáles son los principales reclamos que te van llegando en tales charlas y encuentros con los líderes barriales? “Existen pedidos de todo tenor, desde iluminación, calles, cloacas y cosas por el estilo. Pero se le anexa a esta batería de cuestiones, necesidades de índole social, cultural y deportivas también. Hay barrios que han permanecido estancados por largos períodos. Tenemos que llegar con infraestructura a los barrios. Pero con eventos sociales, deportes y cultura también. Ha habido políticos que sólo han llegado en época de campaña electoral. Nosotros tenemos un ida y vuelta con los barrios; no es ir solamente una vez, a las perdidas”.
¿Quiénes están en este proyecto? “Hay muchos compañeros. Pero son gente que está en diversos sitios y todas las semanas. Nombrar a algunos sería por ahí, olvidar a otros”.
José, ¿vos te sentís cerca del bloque de concejales de “Renovación Peronista”, dado que tu marco de contención se denomina idénticamente? “Nosotros somos “Renovación Peronista” desde antes que Marisel Cides y Germán Aramburu, formasen ese tándem. No trabajamos juntos. No tenemos contacto asiduo. Somos la Agrupación, ellos son el bloque y son conducidos por Gustavo Rodríguez. Por nuestro lado, somos muchos los gestores, es una tarea más horizontal”.
Por último, ¿cómo está hoy el diálogo con el Palacio San Martín, luego de las negociaciones salariales y del “chisporroteo” por las ambulancias? “A ver. Son dos cosas distintas. Por un lado, la relación con el Ejecutivo del doctor Ezequiel Galli, el doctor Jorge Larreche, el contador Gastón Acosta y el doctor Diego Robbiani, las personas de prensa y otros funcionarios, es fenomenal, estamos trabajando juntos sin dramas”.
“En otro andarivel marchan el señor Hilario Galli y el doctor Guillermo Maroni que se han equivocado, han cometido errores muy groseros, han judicializado una protesta gremial; algo propio de la dictadura. No obstante, es un sector minúsculo del oficialismo y no van a empañar la excelente disposición que observamos con el resto, como te mencionaba recién”, concluye el sindicalista municipal.
Por Mario Delgado.-
Opinión
Lo bueno de tener prioridades
Tener prioridades es realmente óptimo: sugiere, entre otras cosas, que el individuo o los gobiernos de los tres niveles, poseen un criterio juicioso, y cuentan, además, con un proyecto de vida de largo alcance.
Marcar las cuestiones a realizar o resolver con premura, habla bien y nos habilita a creer que hay una contemplación completa de la realidad, y, en base a tal visión, se planea un estricto núcleo de objetivos a cumplimentar.
Marchar por la senda sin rumbo, sin norte ni guía, es mala o necia, al menos, señal. Por tal motivo se interpela siempre a cada quien, contar con una agenda al alcance de la diestra. Y activar los hilos en consecuencia, desde luego.
A propósito, este pequeño marco introductorio pretende depositarnos, mis amigos, en un ítem crucial para la concreción individual y colectiva como ciudadanos plenos. Y, conviene por cierto mencionar, la imposibilidad de seguir guitarreando en esta temática que ofreceremos, y desprenderla lo antes posible, de fanatismos partidistas. Me refiero en concreto a la Educación nuestra, en esta nación gloriosa.
Se ha difundido hace horas atrás un informe contundente por parte de la señora Ministra de Educación de CABA que sentencia con supina espontaneidad, los vericuetos de la niñez y adolescencia que no transitan por un camino elogiable en materia de aprendizaje, llegando a terminar la Primaria o estar en Tercer Año de la Secundaria y no saber leer y escribir sin yerros y tampoco poder comprender y explicar con palabras propias, un texto cualquiera.
Tamaña deficiencia se ata, en cierta manera, al tiempo de parálisis escolar impreso por la pandemia y la sucesión de cuarentenas. Podríamos asimilar tal contingencia en mayor o menor talante; sin embargo las deducciones del informe van más allá del proceso frontal del Covid 19 y sus medidas aleatorias. El problema a aceptar sin disimulos ni excusas mantiene firme la idea de que, en rigor de verdad, hay un drama previo, un dilema estructural que se agudizó con el virus chino, pero no es solamente esta reciente etapa dispar, entre la virtualidad y la ausencia en las aulas.
Aún se agrega otro condimento no menor: se ha hecho un relevamiento entre una determinada cantidad de chicos, de entre 12 y 16 años, para averiguar si logran captar los subtítulos de las películas habladas en inglés u otro idioma, en cines o dispositivos hogareños. El análisis resulta desalentador, puesto que la gran mayoría, expresa no alcanzar a leer en tiempo real los zócalos correspondientes, no por interferencias en la visión, sino por no saber leer de corrido.
El temido abandono del noble hábito de la cotidiana lectura, es una incómoda piedra puntiaguda en el calzado. Y no se notan visos de mejoría.
Como daño colateral, por otra parte, del virus coronado, se ha comprobado que alrededor de 600.000 alumnos en el territorio nacional y 200.000 en la Provincia de Buenos Aires, no retornaron a sus establecimientos educativos al abrirse la famosa y tardía presencialidad.
Un escándalo, sin objeciones de ninguna naturaleza. ¿Y ahora, quién carga con semejante cruz social? Porque, ¿alguien puede aseverarnos que tales pibas y pibes, volverán raudos a sus obligaciones escolares, al ser visitados por un docente o asistente social?
Una auténtica lástima que redobla la apuesta a constatar en qué sitio hemos colocado a la educación. Obvio, que ha descendido varios peldaños de cómo supo hallarse situada otrora.
Por Mario Delgado.-
Opinión
Te acostumbrás
Un amigo, un poco mayor que yo, me graficaba ayer que, en rigor de verdad, los argentinos nos vamos acomodando, nos adaptamos, con suma ductilidad, aunque refunfuñemos, a ciertas cuestiones demenciales que debieran sacarnos de quicio y movilizarnos de otra manera.
“Te acostumbrás”, me pontificó, despejando incluso con tal frase, cualquier sombra de duda que pudiera subsistir aún. No hay pena ni atropello que no se nos haya puesto de manifiesto, y, sin embargo, continuamos erguidos como sociedad y metidos cada quien en lo suyo.
La escasa atención que le brindamos a los sucesos del entorno, tal vez tenga mucho que ver con las instancias personales de cada sujeto. Las ocupaciones son cada vez más en base a que el dinero rinde menos.
Se naturaliza la opción del mayor esfuerzo y la gente dispuesta, sale en pos de ganarse el cada día más caro, pan vital. Una pequeña gran gragea, un botoncito de muestra que nos revuelve la panza, pero, reitero, no todavía como la contingencia requiere de un pueblo auténticamente agobiado y harto.
Los niveles de corrupción piramidal se elevan a la enésima potencia, revolean bolsos con dinero mal habido en conventos o cuentan plata afanada en sendos videos virales, y todo gira sin más que algún comentario atrevido, desafiando a la ya incorporada manía de soportar y sobrellevar el drama, las culpas de otros.
No se hace ni siquiera un necesario gasoducto y luego llegan los “verseros” de siempre, con excusas y mensajes altisonantes. Y los robadores de vacunas contra el Covid se pasean orondos, dando cátedras seguro, de cómo fomentar el buen turismo ahora que todo mundo acató órdenes salvadoras. Hipócritas impíos, exonerados por el poder, como un tal Firmenich o un viscoso Verbitsky. Falsedades convertidas en relatos presumiblemente verídicos, para entretener a la platea boquiabierta, que no despierta.
En tal contexto de locura y terror, no escasean los heridores del campo, los que nada saben del trabajo aguerrido de los productores chicos o medianos, y demonizan al sector, olvidando que de ahí emana el 65 % de lo que consume el argentino.
Y nos quedaría chico el espacio para ir citando con mayúsculas, si lo desean, los yerros y las tropelías de los poderosos que se apoltronan en sus sillones, bebiendo en copas de oro, el sudor de los humildes.
Ya probaron el sabor de dominar a una población encerrada y muerta de miedo e incertidumbre y van a ir por más perversidades. Porque no les importa subsanar las necesidades básicas, ni mejorar la calidad de vida del ser humano; sólo ansían llenar sus propias arcas, permanecer y ampliar la red de mantenidos por el Estado, que son los votantes cautivos, los temerosos que no se irán del redil por no perder sus planes sociales.
Mientras la inflación consume las billeteras y separa a familias enteras, ahorcadas y sin solución, al tiempo que la inseguridad y la droga incrementa su paso fuerte y mortal, se encienden los doble discursos, las linternitas de los jetones de ocasión, charlatanes de bar, sin programas efectivos para mutar tanta mugre.
Te acostumbrás, es cierto y penoso, a convivir con la putrefacción y contemplar sin esperanzas el panorama difuso del país que amás.
Por Mario Delgado.-