Opinión
Opinión: Yo, Delegado
Se abre una instancia histórica en el distrito Olavarría: la posibilidad cierta, concreta, irreductible de sufragar por un Delegado en, por ahora, siete localidades.
Se abre una instancia histórica en el distrito Olavarría: la posibilidad cierta, concreta, irreductible de sufragar por un Delegado en, por ahora, siete localidades.
La cuestión está barnizada de entusiasmo y gran anhelo por partes iguales: Municipalidad y vecinos.
El desfile justamente de personas, en busca del respectivo instructivo, en la oficina de Coordinación de Localidades, es auténticamente, incesante.
En pocos días, casi medio centenar de pre candidatos han iniciado las labores inherentes a tal fin. La citada cifra es por demás auspiciosa, si se toma en cuenta el rol a desempeñar por los elegidos, una vez realizado el acto comicial.
Claro que, como toda medida innovadora y, en este caso, inédita, posee también gruesas cadenas de opiniones y comentarios adversos a la forma en que se ha decidido conducir el barco hacia el puerto de la elección no vinculante.
Los requisitos y el entorno previo al día electivo, desgranan distintas visiones, aunque, no obstante, es válido señalar que cada quien, suscribe la idea esencial de que los olavarrienses de las localidades serranas y rurales, cuenten con un Delegado representativo del voto popular.
Quizá el punto más álgido de controversia pase hoy por la cantidad de avales solicitados a cada oferente en particular, a saber 8 % del total de personas empadronadas, según la versión del Padrón de 2.015.
Había, con anterioridad, una propuesta para que fuese 4 % el número necesario. No cuajó; la Comuna selló el libro en 8 %. Es, sin dudas, un término de choque y a la vez de restricción, consciente o no, de postulaciones, sobre todo si se subraya que los avales han de ser únicos e irrepetibles.
Se ha mencionado a su vez, queridos lectores, que el Palacio San Martín no tendrá injerencia, aunque en alguna localidad, los vecinos, han advertido a personal municipal, en la camioneta con inscripciones, para que no queden titubeos, juntando firmas para un determinado oferente. Y en horario de trabajo, claro. Lo cual despierta ciertas suspicacias que no debieran hacerse presentes para empañar semejante acto cívico.
Se ha conjeturado además, sobre la independencia del interesado en erigirse. No representará a ningún partido ni entidad, aunque son partidos los que han puesto la mira en varios nombres en danza, ofreciéndole por ejemplo, la postulación a una persona que cobró protagonismo recientemente en una localidad.
Nada es tan simple o inocente tampoco, convengamos. Otros se han manifestado por la construcción de la Junta Electoral que cuenta con tres miembros efectivos: dos de Rivadavia 2.801, y el restante del Colegio de Abogados. No hay un alma del Honorable Concejo Deliberante. “Tendría que haber uno de nosotros”, me refirió, triste, un edil.
La cuestión, entonces, está dibujada sobre el tapiz. Es una ocasión loable, consistente. Donde cada vecino podrá caminar las cuadras pertinentes hasta su Delegación y apuntalar a quien crea es más potable. Cientos, miles de ciudadanos lo ansiaron así y jamás Intendente alguno les dio el “Sí”.
Más allá y más acá de tamaño evento que tendría que desarrollarse dentro de los cánones de la masividad, no hay que digerir cualquier pastilla, amigos; hay que estar a la altura del momento y reconocer que lo que se sufraga es un señor o señora DELEGADO/A DEL INTENDENTE EN LAS LOCALIDADES. No un Delegado de las localidades ante el Alcalde. Pequeña – gran diferencia para estudiar con lupa. Y a no confundirnos, porque si no la materia no será aprobada.
Por Mario Delgado.-

