Opinión
Opinión: ¿Se fortalece la Izquierda?
1.- Bien podemos plantearnos un interrogante de apertura de un jugoso debate ulterior: ¿Se fortalece la Izquierda en nuestro país y, especialmente aquí en Olavarría, luego de las lluviosas PASO del 9 de agosto y de cara a las generales del 25 del décimo mes?
Tal cuestión se canaliza a través de distintas opiniones y posturas, militantes y filosóficas incluso, sobre todo mirando que el Frente de Izquierda y de los Trabajadores (FIT), asistió a su primera compulsa intestina, desde su formación allí por 2.011. El FIT está compuesto por tres partidos: el Obrero (PO), Izquierda Socialista (IS) y el Partido de los Trabajadores Socialistas (PTS).
Y caemos, casi sin proponérnoslo en un punto común, el FIT, debido a que se ha convertido en el mayor motor de impulso de las voces de la “zurda” argentina, aunque existen también otros canales de expresión como Nuevo MAS, y MST por ejemplo.
La cuestión formal y representativa expone que Nicolás Del Caño ganó en el orden nacional sobre Jorge Altamira y es ya en consecuencia, el candidato presidencial del Frente. Néstor Pitrola copó a su vez la parada provincial, le “birló” la candidatura a Christian Castillo y Carlos Gil venció en nuestro distrito a su novel contendiente.
2.- Miremos unos instantes su obrar, el “modus operandi” del hombre o de la mujer que milita en un espacio “zurdo”. Cualquiera comprende, más allá de compartir idearios o no, cómo labura denodadamente el componente de izquierda. En los sitios de trabajo, como fábricas, en los colegios, en las plazas y en dónde halle cabida, allá estará participando, metiendo su nariz el amante del “paño rojo”.
Fundamental es reconocer que la campaña proselitista de los amigos marxistas se hace con poquita plata en mano para publicidad, por citar un ítem crucial a la hora de promocionar propuestas o nombres de postulantes. Sacrificio sobra en los “búnquers” de los “rojos”. El dinero en cambio, mis lectores, escasea de lo lindo.
3.- La situación ahora es la siguiente: solamente el FIT cruzó la frontera restrictiva de las Primarias. Por ende, la consulta que hemos de presentar es ésta, mis amigos: ¿Votarán por esta fuerza aquellos que quedaron en el camino?
Y aún dentro del Frente se agitan las aguas. Porque en Olavarría la Lista opositora a Gil, encabezada por Clara Andrés, una señora desconocida en el ámbito político, con domicilio en ésta ciudad pero que no vive aparentemente aquí, trepó el 9 del 8, al 0,80 % de los votos. Su adversario del PO, alcanzó el cenit del 2,65 %. En total entonces da 3,45 %.
¿Qué acaecerá con ese porcentual? ¿Amarán de ahora en adelante a don Gil, en detrimento de extraños? ¿Cuál será el discurso locuaz del dirigente experimentado para concentrarlos en su redil? Y un agregadito como al descuido: ¿Estas personas son realmente del PTS vernáculo en su totalidad o son descontentos de la conducción de Carlos?
El Partido Socialista de los Trabajadores armó de apuro su lista en la Séptima Sección y les fue mal. Acá, a nivel país ganó Altamira, lo que simboliza un dato más que claro de lo impuesto que ya se halla el PO por estas praderas.
Y Nuevo MAS arrimó la bocha con un 0,98 %, faltándole un gramo para el kilo. ¿Esta gente, apoyará en octubre a Carlos Gil? Un dirigente del partido citado me confió que todavía no se decidió de manera orgánica tal dilema.
4.- El desvelo de Gil y su tropa debiera ser, de aquí en más, captar la atención de propios y extraños e intentar seducir a todo el arco de izquierda, troskistas y no troskistas. Los conflictos obreros, los movimientos de vecinos autoconvocados, los planes de ajuste que se vienen, los casos de corrupción e inseguridad jurídica, todo es caldo de cultivo fértil para la rama izquierdista.
El problema, el enorme desafío conceptual y práctico, es ver si logran atrapar al indeciso. O torcer el “voto cantado” ya por otro referente. Se juega fuerte, seguramente. Y en todos los Frentes. El premio es el sillón de don Amparo Castro. O bien, una banca en el Concejo. Y, en el costado “zurdo”, sería hermoso obtenerla por vez primigenia en su historia.
Sería cual copa en una vitrina. En gran parte dependerá de la aguerrida militancia. Y en la otra mitad, de un líder que le roba tiempo a su labor personal y a su familia para hacer política, el señor Carlos Gil.
Por Mario Delgado.-
Opinión
Lo bueno de tener prioridades
Tener prioridades es realmente óptimo: sugiere, entre otras cosas, que el individuo o los gobiernos de los tres niveles, poseen un criterio juicioso, y cuentan, además, con un proyecto de vida de largo alcance.
Marcar las cuestiones a realizar o resolver con premura, habla bien y nos habilita a creer que hay una contemplación completa de la realidad, y, en base a tal visión, se planea un estricto núcleo de objetivos a cumplimentar.
Marchar por la senda sin rumbo, sin norte ni guía, es mala o necia, al menos, señal. Por tal motivo se interpela siempre a cada quien, contar con una agenda al alcance de la diestra. Y activar los hilos en consecuencia, desde luego.
A propósito, este pequeño marco introductorio pretende depositarnos, mis amigos, en un ítem crucial para la concreción individual y colectiva como ciudadanos plenos. Y, conviene por cierto mencionar, la imposibilidad de seguir guitarreando en esta temática que ofreceremos, y desprenderla lo antes posible, de fanatismos partidistas. Me refiero en concreto a la Educación nuestra, en esta nación gloriosa.
Se ha difundido hace horas atrás un informe contundente por parte de la señora Ministra de Educación de CABA que sentencia con supina espontaneidad, los vericuetos de la niñez y adolescencia que no transitan por un camino elogiable en materia de aprendizaje, llegando a terminar la Primaria o estar en Tercer Año de la Secundaria y no saber leer y escribir sin yerros y tampoco poder comprender y explicar con palabras propias, un texto cualquiera.
Tamaña deficiencia se ata, en cierta manera, al tiempo de parálisis escolar impreso por la pandemia y la sucesión de cuarentenas. Podríamos asimilar tal contingencia en mayor o menor talante; sin embargo las deducciones del informe van más allá del proceso frontal del Covid 19 y sus medidas aleatorias. El problema a aceptar sin disimulos ni excusas mantiene firme la idea de que, en rigor de verdad, hay un drama previo, un dilema estructural que se agudizó con el virus chino, pero no es solamente esta reciente etapa dispar, entre la virtualidad y la ausencia en las aulas.
Aún se agrega otro condimento no menor: se ha hecho un relevamiento entre una determinada cantidad de chicos, de entre 12 y 16 años, para averiguar si logran captar los subtítulos de las películas habladas en inglés u otro idioma, en cines o dispositivos hogareños. El análisis resulta desalentador, puesto que la gran mayoría, expresa no alcanzar a leer en tiempo real los zócalos correspondientes, no por interferencias en la visión, sino por no saber leer de corrido.
El temido abandono del noble hábito de la cotidiana lectura, es una incómoda piedra puntiaguda en el calzado. Y no se notan visos de mejoría.
Como daño colateral, por otra parte, del virus coronado, se ha comprobado que alrededor de 600.000 alumnos en el territorio nacional y 200.000 en la Provincia de Buenos Aires, no retornaron a sus establecimientos educativos al abrirse la famosa y tardía presencialidad.
Un escándalo, sin objeciones de ninguna naturaleza. ¿Y ahora, quién carga con semejante cruz social? Porque, ¿alguien puede aseverarnos que tales pibas y pibes, volverán raudos a sus obligaciones escolares, al ser visitados por un docente o asistente social?
Una auténtica lástima que redobla la apuesta a constatar en qué sitio hemos colocado a la educación. Obvio, que ha descendido varios peldaños de cómo supo hallarse situada otrora.
Por Mario Delgado.-
Opinión
Te acostumbrás
Un amigo, un poco mayor que yo, me graficaba ayer que, en rigor de verdad, los argentinos nos vamos acomodando, nos adaptamos, con suma ductilidad, aunque refunfuñemos, a ciertas cuestiones demenciales que debieran sacarnos de quicio y movilizarnos de otra manera.
“Te acostumbrás”, me pontificó, despejando incluso con tal frase, cualquier sombra de duda que pudiera subsistir aún. No hay pena ni atropello que no se nos haya puesto de manifiesto, y, sin embargo, continuamos erguidos como sociedad y metidos cada quien en lo suyo.
La escasa atención que le brindamos a los sucesos del entorno, tal vez tenga mucho que ver con las instancias personales de cada sujeto. Las ocupaciones son cada vez más en base a que el dinero rinde menos.
Se naturaliza la opción del mayor esfuerzo y la gente dispuesta, sale en pos de ganarse el cada día más caro, pan vital. Una pequeña gran gragea, un botoncito de muestra que nos revuelve la panza, pero, reitero, no todavía como la contingencia requiere de un pueblo auténticamente agobiado y harto.
Los niveles de corrupción piramidal se elevan a la enésima potencia, revolean bolsos con dinero mal habido en conventos o cuentan plata afanada en sendos videos virales, y todo gira sin más que algún comentario atrevido, desafiando a la ya incorporada manía de soportar y sobrellevar el drama, las culpas de otros.
No se hace ni siquiera un necesario gasoducto y luego llegan los “verseros” de siempre, con excusas y mensajes altisonantes. Y los robadores de vacunas contra el Covid se pasean orondos, dando cátedras seguro, de cómo fomentar el buen turismo ahora que todo mundo acató órdenes salvadoras. Hipócritas impíos, exonerados por el poder, como un tal Firmenich o un viscoso Verbitsky. Falsedades convertidas en relatos presumiblemente verídicos, para entretener a la platea boquiabierta, que no despierta.
En tal contexto de locura y terror, no escasean los heridores del campo, los que nada saben del trabajo aguerrido de los productores chicos o medianos, y demonizan al sector, olvidando que de ahí emana el 65 % de lo que consume el argentino.
Y nos quedaría chico el espacio para ir citando con mayúsculas, si lo desean, los yerros y las tropelías de los poderosos que se apoltronan en sus sillones, bebiendo en copas de oro, el sudor de los humildes.
Ya probaron el sabor de dominar a una población encerrada y muerta de miedo e incertidumbre y van a ir por más perversidades. Porque no les importa subsanar las necesidades básicas, ni mejorar la calidad de vida del ser humano; sólo ansían llenar sus propias arcas, permanecer y ampliar la red de mantenidos por el Estado, que son los votantes cautivos, los temerosos que no se irán del redil por no perder sus planes sociales.
Mientras la inflación consume las billeteras y separa a familias enteras, ahorcadas y sin solución, al tiempo que la inseguridad y la droga incrementa su paso fuerte y mortal, se encienden los doble discursos, las linternitas de los jetones de ocasión, charlatanes de bar, sin programas efectivos para mutar tanta mugre.
Te acostumbrás, es cierto y penoso, a convivir con la putrefacción y contemplar sin esperanzas el panorama difuso del país que amás.
Por Mario Delgado.-