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Opinión

Opinión: Fraternizar

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El hito de la bisagra electoral que impone la “Segunda Vuelta” o “Balotaje”, en la República Argentina, es de alto caudal ya que por primera vez en la historia, los ciudadanos recurriremos una nueva oportunidad a los cuartos obscuros en procura de la boleta sustancial, en vistas de un novel Jefe de Estado.

Ha despertado entonces, un marcado bullicio todo lo inherente a las actividades de los oferentes en los escasos días de campaña que restan. Claro que la mayoría de los electores reconocen, algunos más, otros un poquito menos, lo que cada quien propone.

Hete aquí un modelo de captación a seguir, no obstante, por ambos postulantes se observa, mirando desde el llano: tanto don Daniel Scioli, Frente para la Victoria, como su oponente Mauricio Macri, Frente Cambiemos, anhelan con su alma, mente y corazón FRATERNIZAR lo más posible con los vecinos de cada rincón patrio.

Han salido con los tanques llenos de combustible a conseguir varias cosas. Conscientes los señores que la partida no es fácil y que se juegan muchos intereses y que, dependerá de ellos y el entorno también, para cruzar la línea triunfantes.

Al parecer existe un tesoro codiciado y escondido que espera a su héroe rescatador. Se trata, mis lectores amigos, de aquellas 7 millones de personas que el 25 de octubre no los votaron a ninguno de ellos.

O sea, seducir a ese imponente numerito de sufragantes es una tarea sigilosa, titánica por qué no, aunque efectiva desde todo ángulo de análisis.

Otro ítem consistente, radica en desprenderse de lastres inadecuados. Un sondeo de opinión reciente, indica (pese al descrédito de las encuestas, ¿quién acaso no las repasa cada rato?) que se ubica en la pizarra un porcentaje de gente que no votaría a cada uno, y el tablero ostenta estos guarismos: el 48 % no apuntalaría al ex motonauta y un 39 % no le daría el “sí” de rigor al ingeniero el venidero 22 del 11.

Tal situación amerita un cambio en la óptica de éstos encuestados y de otros que van en idéntica dirección. Es un deber de los dos políticos, romper esa invisible pero real barrera formada por quienes no los “tragan”, obviamente por distintos motivos.

Un pensamiento especial recae también, amigos, en el caso del actual Gobernador bonaerense, sobre su relación con Cristina Fernández y su postura frente a “La Cámpora”.

Dicen los que dicen saber de estos “entuertos” que Daniel debiera sentar de una bendita vez las bases de su identidad, por sí solo y desprenderse del yugo cristinista puro y del peso específico de los camporistas que, todo el orbe comprende, no se lo bancan al conciliador candidato.

Scioli expone ser él mismo. Mas muchos todavía no lo asimilan así y prefieren interpretarlo cual apéndice de la Señora líder de Casa Rosada. Y, convengamos que ciertos chispazos hay con tales contactos. Si Daniel se abre, suma puntos, si continúa sujeto a órdenes de “arriba”, la plenitud se demorará un tiempito más. Y siembra dudas, para colmo.

A su turno, el hombre de Boca y Jefe de la Capital, se multiplica, acaramelando con su discurso a quienes no lo querían otrora. Ha ido entrando en círculos que lo resistieron por varios años.

Tercia en esta discusión ponderosa el tigrense Sergio Massa. ¿Qué harán en definitiva sus adeptos? Él ha exclamado no querer que salga airoso el ex Vicepresidente. Un datito tirado como quien disimula lo indisimulable. Ahora bien, ¿toda la tropa responderá por Macri o habrá individuos renovadores, que se aferrarán al toque peronista y le pondrán su aval al referente del FpV?

Sobre llovido mojado. El Frente de Izquierda ha esbozado su decidida acción de llamar al sufragio en blanco. La inquietud es captar qué harán los demás émulos de Marx y de la centroizquierda. Porque cada votito vale y define. Y marcará tendencia, desde luego.

Por Mario Delgado.-

Opinión

Lo bueno de tener prioridades

Tener prioridades es realmente óptimo: sugiere, entre otras cosas, que el individuo o los gobiernos de los tres niveles, poseen un criterio juicioso, y cuentan, además, con un proyecto de vida de largo alcance.

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Marcar las cuestiones a realizar o resolver con premura, habla bien y nos habilita a creer que hay una contemplación completa de la realidad, y, en base a tal visión, se planea un estricto núcleo de objetivos a cumplimentar. 

Marchar por la senda sin rumbo, sin norte ni guía, es mala o necia, al menos, señal. Por tal motivo se interpela siempre a cada quien, contar con una agenda al alcance de la diestra. Y activar los hilos en consecuencia, desde luego. 

A propósito, este pequeño marco introductorio pretende depositarnos, mis amigos, en un ítem crucial para la concreción individual y colectiva como ciudadanos plenos. Y, conviene por cierto mencionar, la imposibilidad de seguir guitarreando en esta temática que ofreceremos, y desprenderla lo antes posible, de fanatismos partidistas. Me refiero en concreto a la Educación nuestra, en esta nación gloriosa. 

Se ha difundido hace horas atrás un informe contundente por parte de la señora Ministra de Educación de CABA que sentencia con supina espontaneidad, los vericuetos de la niñez y adolescencia que no transitan por un camino elogiable en materia de aprendizaje, llegando a terminar la Primaria o estar en Tercer Año de la Secundaria y no saber leer y escribir sin yerros y tampoco poder comprender y explicar con palabras propias, un texto cualquiera. 

Tamaña deficiencia se ata, en cierta manera, al tiempo de parálisis escolar impreso por la pandemia y la sucesión de cuarentenas. Podríamos asimilar tal contingencia en mayor o menor talante; sin embargo las deducciones del informe van más allá del proceso frontal del Covid 19 y sus medidas aleatorias. El problema a aceptar sin disimulos ni excusas mantiene firme la idea de que, en rigor de verdad, hay un drama previo, un dilema estructural que se agudizó con el virus chino, pero no es solamente esta reciente etapa dispar, entre la virtualidad y la ausencia en las aulas. 

Aún se agrega otro condimento no menor: se ha hecho un relevamiento entre una determinada cantidad de chicos, de entre 12 y 16 años, para averiguar si logran captar los subtítulos de las películas habladas en inglés u otro idioma, en cines o dispositivos hogareños. El análisis resulta desalentador, puesto que la gran mayoría, expresa no alcanzar a leer en tiempo real los zócalos correspondientes, no por interferencias en la visión, sino por no saber leer de corrido. 

El temido abandono del noble hábito de la cotidiana lectura, es una incómoda piedra puntiaguda en el calzado. Y no se notan visos de mejoría. 

Como daño colateral, por otra parte, del virus coronado, se ha comprobado que alrededor de 600.000 alumnos en el territorio nacional y 200.000 en la Provincia de Buenos Aires, no retornaron a sus establecimientos educativos al abrirse la famosa y tardía presencialidad. 

Un escándalo, sin objeciones de ninguna naturaleza. ¿Y ahora, quién carga con semejante cruz social? Porque, ¿alguien puede aseverarnos que tales pibas y pibes, volverán raudos a sus obligaciones escolares, al ser visitados por un docente o asistente social?

Una auténtica lástima que redobla la apuesta a constatar en qué sitio hemos colocado a la educación. Obvio, que ha descendido varios peldaños de cómo supo hallarse situada otrora. 

Por Mario Delgado.-  

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Opinión

Te acostumbrás 

Un amigo, un poco mayor que yo, me graficaba ayer que, en rigor de verdad, los argentinos nos vamos acomodando, nos adaptamos, con suma ductilidad, aunque refunfuñemos, a ciertas cuestiones demenciales que debieran sacarnos de quicio y movilizarnos de otra manera. 

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“Te acostumbrás”, me pontificó, despejando incluso con tal frase, cualquier sombra de duda que pudiera subsistir aún. No hay pena ni atropello que no se nos haya puesto de manifiesto, y, sin embargo, continuamos erguidos como sociedad y metidos cada quien en lo suyo. 

La escasa atención que le brindamos a los sucesos del entorno, tal vez tenga mucho que ver con las instancias personales de cada sujeto. Las ocupaciones son cada vez más en base a que el dinero rinde menos. 

Se naturaliza la opción del mayor esfuerzo y la gente dispuesta, sale en pos de ganarse el cada día más caro, pan vital. Una pequeña gran gragea, un botoncito de muestra que nos revuelve la panza, pero, reitero, no todavía como la contingencia requiere de un pueblo auténticamente agobiado y harto. 

Los niveles de corrupción piramidal se elevan a la enésima potencia, revolean bolsos con dinero mal habido en conventos o cuentan plata afanada en sendos videos virales, y todo gira sin más que algún comentario atrevido, desafiando a la ya incorporada manía de soportar y sobrellevar el drama, las culpas de otros. 

No se hace ni siquiera un necesario gasoducto y luego llegan los “verseros” de siempre, con excusas y mensajes altisonantes. Y los robadores de vacunas contra el Covid se pasean orondos, dando cátedras seguro, de cómo fomentar el buen turismo ahora que todo mundo acató órdenes salvadoras. Hipócritas impíos, exonerados por el poder, como un tal Firmenich o un viscoso Verbitsky. Falsedades convertidas en relatos presumiblemente verídicos, para entretener a la platea boquiabierta, que no despierta.

En tal contexto de locura y terror, no escasean los heridores del campo, los que nada saben del trabajo aguerrido de los productores chicos o medianos, y demonizan al sector, olvidando que de ahí emana el 65 % de lo que consume el argentino. 

Y nos quedaría chico el espacio para ir citando con mayúsculas, si lo desean, los yerros y las tropelías de los poderosos que se apoltronan en sus sillones, bebiendo en copas de oro, el sudor de los humildes. 

Ya probaron el sabor de dominar a una población encerrada y muerta de miedo e incertidumbre y van a ir por más perversidades. Porque no les importa subsanar las necesidades básicas, ni mejorar la calidad de vida del ser humano; sólo ansían llenar sus propias arcas, permanecer y ampliar la red de mantenidos por el Estado, que son los votantes cautivos, los temerosos que no se irán del redil por no perder sus planes sociales. 

Mientras la inflación consume las billeteras y separa a familias enteras, ahorcadas y sin solución, al tiempo que la inseguridad y la droga incrementa su paso fuerte y mortal, se encienden los doble discursos, las linternitas de los jetones de ocasión, charlatanes de bar, sin programas efectivos para mutar tanta mugre. 

Te acostumbrás, es cierto y penoso, a convivir con la putrefacción y contemplar sin esperanzas el panorama difuso del país que amás. 

Por Mario Delgado.-   

  

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 Farmacias de turno en Olavarría Facultad de Derecho