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Opinión

Opinión: Charla de café con un militante eseverrista

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Mi amigo militante eseverrista de pura cepa, se rasca la barbilla. Busca explicaciones. Algunas las halla, allí nomás al alcance de su diestra. Otras, no están tan cerca. Pero están. Coincidimos con él a través de nuestra charla amena, en señalar que lo que arrojó el domingo 9 de agosto, electoralmente hablando, no puede ser calificado cual “misterio paranormal”. Es más bien un fenómeno humano, enraizado por supuesto con este hábito ya incorporado de sufragar cada dos años.

Que se aguardaba otra situación, otro escenario, es muy probable. La campaña de don José María primó, en esencia, por mantener un ominoso silencio, solo interrumpido con un par de entrevistas. Y promocionar las obras cristalizadas.

“Ganamos con el silencio”, justamente pareció ser la impronta oficialista. El mundo eseverriano venía, recordemos, de dos instancias interesantes: 1) el operativo retorno al redil del “FpV”, luego de un paso aclamado por el massismo. Y, 2) por otro andarivel, se había conquistado un golpe de efecto previo: por arte de magia, desaparecieron las otras dos listas del mismo tenor frentista.

Lo de Gonzalo Bagú quedó por ahí más explicitado. Al desaparecer de la escena su líder, Randazzo, poco “pie de apoyo” le quedó construido para continuar. Tenían la excusa precisa. Pero ¿y don González Hueso?

¿A nadie le resultó sospechoso que el hombre que mejor medía en la interna, fue bajado con una orden de “arriba”? No obstante, el asuntillo quedó atrás y llegamos a las PASO con la suposición de un triunfo oficialista de altos ribetes.

Entre las dos boletas del “FpV”, captaron 41,12 %. 24,05 para el alcalde y 17,05 para Guillermo Santellán. Hasta aquí, se podría expresar: “Todo bien”, puesto que la tendencia eseverrista positiva entraría en danza el 25 del décimo mes del corriente 2015, en las generales.

El problema que advierte el militante en cuestión, mi amigo, tiene que ver con un detalle no menor: el ascenso como por un tubo del abogado Ezequiel Galli que derrotó (por no decir aplastó) al experimentado arquitecto Ernesto Cladera, en la puja intestina en este caso de “Cambiemos”.

Galli venía trabajando desde hacía dos años y fracción. Era la voz vernácula del “PRO”. La aparición de una interna dentro de su Frente, no lo debilitó; al contrario, lo sustentó aún más. Quedó demostrado con creces: 22,32 para él; 12,44 % para don Ernesto.

Y detrás, con 18,27 la Diputada Liliana Scwindt del “Frente UNA”, o “Renovador”, quien catapultó también una excelsa jornada electiva. “¡Epa!”, exclama mi interlocutor eseverriano de la primera hora. El revoleo se pone lindo. O feo, depende el cristal de observación. Y del estado de ánimo del captador de la imagen.

Todo un tema. Las proyecciones son variopintas, desde luego. Pero el hombre común o el dirigente de base, o el fiscal de mesa, o el defensor a ultranza de los movimientos del tablero oficial nativo, sienten un escozor un tanto desconocido.

Un viento recio sopla. Y no es producto de los dioses tal acción. Los entendidos comprenden, si no le dan espacio a la estupidez y a la sordina que impulsa la soberbia, que algo trajo aparejada la última elección. Una sensación que hace cosquillar el estómago de propios y extraños.

El militante que dialoga conmigo es hombre cabal. Por ende está de acuerdo conmigo en algo. Lo principal que nos ofrece esta PASO local es significativo y una enormidad teórica, sin dudas. Nos puso ante la contingencia increíble otrora de que el castillo, el Palacio San Martín, no es inexpugnable, idea que muchos sostuvieron por años.

Quedó flotando en el aire de la ciudad del cemento, que al oficialismo se le puede ganar. Lógicamente, la lucha será ardua y las defensas palaciegas se irán reforzando como es debido. Y surgirán aprestos para no ceder al ímpetu de los adversarios envalentonados.

Yo, ávido de emociones fuertes, le sugiero a mi amigo militante, cuando éste se aleja, que no se distraiga y que mire un poquitín hacia las calles de tierra.

Por Mario Delgado.-

Opinión

Lo bueno de tener prioridades

Tener prioridades es realmente óptimo: sugiere, entre otras cosas, que el individuo o los gobiernos de los tres niveles, poseen un criterio juicioso, y cuentan, además, con un proyecto de vida de largo alcance.

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Marcar las cuestiones a realizar o resolver con premura, habla bien y nos habilita a creer que hay una contemplación completa de la realidad, y, en base a tal visión, se planea un estricto núcleo de objetivos a cumplimentar. 

Marchar por la senda sin rumbo, sin norte ni guía, es mala o necia, al menos, señal. Por tal motivo se interpela siempre a cada quien, contar con una agenda al alcance de la diestra. Y activar los hilos en consecuencia, desde luego. 

A propósito, este pequeño marco introductorio pretende depositarnos, mis amigos, en un ítem crucial para la concreción individual y colectiva como ciudadanos plenos. Y, conviene por cierto mencionar, la imposibilidad de seguir guitarreando en esta temática que ofreceremos, y desprenderla lo antes posible, de fanatismos partidistas. Me refiero en concreto a la Educación nuestra, en esta nación gloriosa. 

Se ha difundido hace horas atrás un informe contundente por parte de la señora Ministra de Educación de CABA que sentencia con supina espontaneidad, los vericuetos de la niñez y adolescencia que no transitan por un camino elogiable en materia de aprendizaje, llegando a terminar la Primaria o estar en Tercer Año de la Secundaria y no saber leer y escribir sin yerros y tampoco poder comprender y explicar con palabras propias, un texto cualquiera. 

Tamaña deficiencia se ata, en cierta manera, al tiempo de parálisis escolar impreso por la pandemia y la sucesión de cuarentenas. Podríamos asimilar tal contingencia en mayor o menor talante; sin embargo las deducciones del informe van más allá del proceso frontal del Covid 19 y sus medidas aleatorias. El problema a aceptar sin disimulos ni excusas mantiene firme la idea de que, en rigor de verdad, hay un drama previo, un dilema estructural que se agudizó con el virus chino, pero no es solamente esta reciente etapa dispar, entre la virtualidad y la ausencia en las aulas. 

Aún se agrega otro condimento no menor: se ha hecho un relevamiento entre una determinada cantidad de chicos, de entre 12 y 16 años, para averiguar si logran captar los subtítulos de las películas habladas en inglés u otro idioma, en cines o dispositivos hogareños. El análisis resulta desalentador, puesto que la gran mayoría, expresa no alcanzar a leer en tiempo real los zócalos correspondientes, no por interferencias en la visión, sino por no saber leer de corrido. 

El temido abandono del noble hábito de la cotidiana lectura, es una incómoda piedra puntiaguda en el calzado. Y no se notan visos de mejoría. 

Como daño colateral, por otra parte, del virus coronado, se ha comprobado que alrededor de 600.000 alumnos en el territorio nacional y 200.000 en la Provincia de Buenos Aires, no retornaron a sus establecimientos educativos al abrirse la famosa y tardía presencialidad. 

Un escándalo, sin objeciones de ninguna naturaleza. ¿Y ahora, quién carga con semejante cruz social? Porque, ¿alguien puede aseverarnos que tales pibas y pibes, volverán raudos a sus obligaciones escolares, al ser visitados por un docente o asistente social?

Una auténtica lástima que redobla la apuesta a constatar en qué sitio hemos colocado a la educación. Obvio, que ha descendido varios peldaños de cómo supo hallarse situada otrora. 

Por Mario Delgado.-  

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Opinión

Te acostumbrás 

Un amigo, un poco mayor que yo, me graficaba ayer que, en rigor de verdad, los argentinos nos vamos acomodando, nos adaptamos, con suma ductilidad, aunque refunfuñemos, a ciertas cuestiones demenciales que debieran sacarnos de quicio y movilizarnos de otra manera. 

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“Te acostumbrás”, me pontificó, despejando incluso con tal frase, cualquier sombra de duda que pudiera subsistir aún. No hay pena ni atropello que no se nos haya puesto de manifiesto, y, sin embargo, continuamos erguidos como sociedad y metidos cada quien en lo suyo. 

La escasa atención que le brindamos a los sucesos del entorno, tal vez tenga mucho que ver con las instancias personales de cada sujeto. Las ocupaciones son cada vez más en base a que el dinero rinde menos. 

Se naturaliza la opción del mayor esfuerzo y la gente dispuesta, sale en pos de ganarse el cada día más caro, pan vital. Una pequeña gran gragea, un botoncito de muestra que nos revuelve la panza, pero, reitero, no todavía como la contingencia requiere de un pueblo auténticamente agobiado y harto. 

Los niveles de corrupción piramidal se elevan a la enésima potencia, revolean bolsos con dinero mal habido en conventos o cuentan plata afanada en sendos videos virales, y todo gira sin más que algún comentario atrevido, desafiando a la ya incorporada manía de soportar y sobrellevar el drama, las culpas de otros. 

No se hace ni siquiera un necesario gasoducto y luego llegan los “verseros” de siempre, con excusas y mensajes altisonantes. Y los robadores de vacunas contra el Covid se pasean orondos, dando cátedras seguro, de cómo fomentar el buen turismo ahora que todo mundo acató órdenes salvadoras. Hipócritas impíos, exonerados por el poder, como un tal Firmenich o un viscoso Verbitsky. Falsedades convertidas en relatos presumiblemente verídicos, para entretener a la platea boquiabierta, que no despierta.

En tal contexto de locura y terror, no escasean los heridores del campo, los que nada saben del trabajo aguerrido de los productores chicos o medianos, y demonizan al sector, olvidando que de ahí emana el 65 % de lo que consume el argentino. 

Y nos quedaría chico el espacio para ir citando con mayúsculas, si lo desean, los yerros y las tropelías de los poderosos que se apoltronan en sus sillones, bebiendo en copas de oro, el sudor de los humildes. 

Ya probaron el sabor de dominar a una población encerrada y muerta de miedo e incertidumbre y van a ir por más perversidades. Porque no les importa subsanar las necesidades básicas, ni mejorar la calidad de vida del ser humano; sólo ansían llenar sus propias arcas, permanecer y ampliar la red de mantenidos por el Estado, que son los votantes cautivos, los temerosos que no se irán del redil por no perder sus planes sociales. 

Mientras la inflación consume las billeteras y separa a familias enteras, ahorcadas y sin solución, al tiempo que la inseguridad y la droga incrementa su paso fuerte y mortal, se encienden los doble discursos, las linternitas de los jetones de ocasión, charlatanes de bar, sin programas efectivos para mutar tanta mugre. 

Te acostumbrás, es cierto y penoso, a convivir con la putrefacción y contemplar sin esperanzas el panorama difuso del país que amás. 

Por Mario Delgado.-   

  

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 Farmacias de turno en Olavarría Facultad de Derecho