Opinión
¿Qué esperabas?
Los zumbidos del anuncio del cisma en el supuesto compacto bloque de Diputados del Frente para la Victoria, se pueden escuchar taladrando los sensibles oídos precisamente de los muchachos peronistas de todas las facciones habidas y aún, de las por haber.
Resulta ser que una docena de legisladores nacionales, entre ellos, tipos de peso específico como los señores Diego Bossio y Oscar Romero, se apartaron del redil, salieron del amparo camporista y se reubicaron en la grilla, ahorita con un tándem propio.
Los gritos desaforados de los leales, por el momento y todavía, a Cristina Fernández, a su hijo Máximo y al rincón obscuro de los vencidos “K”, no se dieron cita con la demora. Los “cascotazos” partieron raudos y precisos. El tema es que ya no poseen en sí, la potencia que hubiesen tenido tiempo atrás. Por una Ley de la Física del peronismo que reza con letras rojas: “Si perdiste, fuiste, compañero”.
El razonamiento debiera ser, sin embargo, mis amigos, escueto y clarísimo cual gota de cristalina agua de manantial. El ideario señala, pues, un pequeño e ilustrativo cuestionamiento: ¿Qué esperabas?
Es una especie aplicada de “Eterno Retorno”. ¿Por qué no? Si es que tal historia de héroes y traidores, la tendríamos que contar por reiteradas, desde la génesis del Movimiento que emula a don Perón y a Evita.
Simples ejemplos demos, amigos, para despejar dudas y mostrar con autoridad que no hay buenos y malos, santos y pecadores, nobles y plebeyos. La bolsa es grandota y cobija a variantes muy disímiles, desde siempre.
Pero vayamos a los concretos y prometidos espejos por mirar: 1) Cuando Antonio Cafiero fue derrotado en la interna por Carlos Menem, no sorprendió ver el éxodo de “cafieristas puros” hacia el búnquer del entonces patilludo riojano.
2) Caído en desgracia Menem, Duhalde se apropió de cientos de “menemistas” y los instaló en su campamento. 3) Y cerremos lo que pudiera advertirse cual larga lista, con un último y relevante “pase”: Los “duhaldistas” que se le animaron al “cambio” que propuso Néstor Kirchner y dejaron solito al hombre de Lomas de Zamora.
O sea, los vaivenes y las presuposiciones de lealtades, son muy endebles y no podemos tildar con facilidad a alguien de tal pertenencia, porque la “papeleta” de posesión muta en cuestión de segundos.
Lo llamativo es que la línea divisoria es constante, es indefectiblemente, la derrota electoral. A raíz de tal secuencia negativa, salen a relucir sistemáticamente “los trapitos al sol” y entonces, sin más preámbulos, lo que hasta ayer era dignificado, se torna una auténtica “bazofia”.
Y es lógico, lectores míos. Es bien lógico. Es el efecto crucial del “pragmatismo” y de la supervivencia. Es el reinado de lo “post”. Es el minuto de reacondicionar el negocio a los designios de los noveles “mayoristas” distribuidores del poder.
Cristina no solamente es la cara visible del fracaso. Es la personita que tuvo el enorme tupé de redactar todas y cada una de las listas de cada pueblito recóndito o de las grandes ciudades del conurbano. Todo pasó por su lapicera y le fue para la… miércoles.
Y eso se paga caro. Y más en la esfera del justicialismo. Todos lo saben pero no todos se irán al unísono. Pero que se irán más dirigentes y militantes, es un hecho cantado. Y muy prontito nomás. Porque hay que continuar en la brecha y buscar otros horizontes plagados hoy de expectativas que no ofrece para nada, el ex universo tentador de los “K”.
Los escindidos dieron auge a un documento de seis primordiales ítems que han de ser faros potentes para otros “traidores” que tienen la valija a medio armar.
Hablan de: convertirse en una oposición responsable, desde el carril del PJ, con una nueva conducción que está en ciernes; Quieren ser instrumentos útiles de la garantía de gobernabilidad; Reconocen faltas y anhelan que sus “cumpas” también lo hagan sin demoras absurdas; Expresan que la oposición de cada uno es igual de importante que la del otro; Se anotan para la menester obra de reconstruir el alicaído PJ; Y entienden que es un óptimo día, trascendente, como para abrir el arcón y sacar los lineamientos válidos de lo que vendrá, dentro de las fronteras del paraguas pejotista y peronista en sentido amplio también.
Quedan dos interpretaciones por adscribir, dadas las circunstancias tan álgidas: A.- No es, por ende, una traición a lo viejo, es un paso primario hacia lo crepuscular. Y B.- Es un retroceso para la cosmovisión de los nostálgicos que observan el mapa al revés y creen de verdad que la cultura “K” puede llegar a retornar desde las cenizas.
Por Mario Delgado.-
Opinión
Lo bueno de tener prioridades
Tener prioridades es realmente óptimo: sugiere, entre otras cosas, que el individuo o los gobiernos de los tres niveles, poseen un criterio juicioso, y cuentan, además, con un proyecto de vida de largo alcance.
Marcar las cuestiones a realizar o resolver con premura, habla bien y nos habilita a creer que hay una contemplación completa de la realidad, y, en base a tal visión, se planea un estricto núcleo de objetivos a cumplimentar.
Marchar por la senda sin rumbo, sin norte ni guía, es mala o necia, al menos, señal. Por tal motivo se interpela siempre a cada quien, contar con una agenda al alcance de la diestra. Y activar los hilos en consecuencia, desde luego.
A propósito, este pequeño marco introductorio pretende depositarnos, mis amigos, en un ítem crucial para la concreción individual y colectiva como ciudadanos plenos. Y, conviene por cierto mencionar, la imposibilidad de seguir guitarreando en esta temática que ofreceremos, y desprenderla lo antes posible, de fanatismos partidistas. Me refiero en concreto a la Educación nuestra, en esta nación gloriosa.
Se ha difundido hace horas atrás un informe contundente por parte de la señora Ministra de Educación de CABA que sentencia con supina espontaneidad, los vericuetos de la niñez y adolescencia que no transitan por un camino elogiable en materia de aprendizaje, llegando a terminar la Primaria o estar en Tercer Año de la Secundaria y no saber leer y escribir sin yerros y tampoco poder comprender y explicar con palabras propias, un texto cualquiera.
Tamaña deficiencia se ata, en cierta manera, al tiempo de parálisis escolar impreso por la pandemia y la sucesión de cuarentenas. Podríamos asimilar tal contingencia en mayor o menor talante; sin embargo las deducciones del informe van más allá del proceso frontal del Covid 19 y sus medidas aleatorias. El problema a aceptar sin disimulos ni excusas mantiene firme la idea de que, en rigor de verdad, hay un drama previo, un dilema estructural que se agudizó con el virus chino, pero no es solamente esta reciente etapa dispar, entre la virtualidad y la ausencia en las aulas.
Aún se agrega otro condimento no menor: se ha hecho un relevamiento entre una determinada cantidad de chicos, de entre 12 y 16 años, para averiguar si logran captar los subtítulos de las películas habladas en inglés u otro idioma, en cines o dispositivos hogareños. El análisis resulta desalentador, puesto que la gran mayoría, expresa no alcanzar a leer en tiempo real los zócalos correspondientes, no por interferencias en la visión, sino por no saber leer de corrido.
El temido abandono del noble hábito de la cotidiana lectura, es una incómoda piedra puntiaguda en el calzado. Y no se notan visos de mejoría.
Como daño colateral, por otra parte, del virus coronado, se ha comprobado que alrededor de 600.000 alumnos en el territorio nacional y 200.000 en la Provincia de Buenos Aires, no retornaron a sus establecimientos educativos al abrirse la famosa y tardía presencialidad.
Un escándalo, sin objeciones de ninguna naturaleza. ¿Y ahora, quién carga con semejante cruz social? Porque, ¿alguien puede aseverarnos que tales pibas y pibes, volverán raudos a sus obligaciones escolares, al ser visitados por un docente o asistente social?
Una auténtica lástima que redobla la apuesta a constatar en qué sitio hemos colocado a la educación. Obvio, que ha descendido varios peldaños de cómo supo hallarse situada otrora.
Por Mario Delgado.-
Opinión
Te acostumbrás
Un amigo, un poco mayor que yo, me graficaba ayer que, en rigor de verdad, los argentinos nos vamos acomodando, nos adaptamos, con suma ductilidad, aunque refunfuñemos, a ciertas cuestiones demenciales que debieran sacarnos de quicio y movilizarnos de otra manera.
“Te acostumbrás”, me pontificó, despejando incluso con tal frase, cualquier sombra de duda que pudiera subsistir aún. No hay pena ni atropello que no se nos haya puesto de manifiesto, y, sin embargo, continuamos erguidos como sociedad y metidos cada quien en lo suyo.
La escasa atención que le brindamos a los sucesos del entorno, tal vez tenga mucho que ver con las instancias personales de cada sujeto. Las ocupaciones son cada vez más en base a que el dinero rinde menos.
Se naturaliza la opción del mayor esfuerzo y la gente dispuesta, sale en pos de ganarse el cada día más caro, pan vital. Una pequeña gran gragea, un botoncito de muestra que nos revuelve la panza, pero, reitero, no todavía como la contingencia requiere de un pueblo auténticamente agobiado y harto.
Los niveles de corrupción piramidal se elevan a la enésima potencia, revolean bolsos con dinero mal habido en conventos o cuentan plata afanada en sendos videos virales, y todo gira sin más que algún comentario atrevido, desafiando a la ya incorporada manía de soportar y sobrellevar el drama, las culpas de otros.
No se hace ni siquiera un necesario gasoducto y luego llegan los “verseros” de siempre, con excusas y mensajes altisonantes. Y los robadores de vacunas contra el Covid se pasean orondos, dando cátedras seguro, de cómo fomentar el buen turismo ahora que todo mundo acató órdenes salvadoras. Hipócritas impíos, exonerados por el poder, como un tal Firmenich o un viscoso Verbitsky. Falsedades convertidas en relatos presumiblemente verídicos, para entretener a la platea boquiabierta, que no despierta.
En tal contexto de locura y terror, no escasean los heridores del campo, los que nada saben del trabajo aguerrido de los productores chicos o medianos, y demonizan al sector, olvidando que de ahí emana el 65 % de lo que consume el argentino.
Y nos quedaría chico el espacio para ir citando con mayúsculas, si lo desean, los yerros y las tropelías de los poderosos que se apoltronan en sus sillones, bebiendo en copas de oro, el sudor de los humildes.
Ya probaron el sabor de dominar a una población encerrada y muerta de miedo e incertidumbre y van a ir por más perversidades. Porque no les importa subsanar las necesidades básicas, ni mejorar la calidad de vida del ser humano; sólo ansían llenar sus propias arcas, permanecer y ampliar la red de mantenidos por el Estado, que son los votantes cautivos, los temerosos que no se irán del redil por no perder sus planes sociales.
Mientras la inflación consume las billeteras y separa a familias enteras, ahorcadas y sin solución, al tiempo que la inseguridad y la droga incrementa su paso fuerte y mortal, se encienden los doble discursos, las linternitas de los jetones de ocasión, charlatanes de bar, sin programas efectivos para mutar tanta mugre.
Te acostumbrás, es cierto y penoso, a convivir con la putrefacción y contemplar sin esperanzas el panorama difuso del país que amás.
Por Mario Delgado.-