Opinión
Sobre las elecciones en la Federación de Sociedades de Fomento
En busca del eslabón perdido
En los amarillentos pergaminos del recorrido institucional olavarriense, los memoriosos recuerdan momentos de intensa labor de la “casa” madre de los señores fomentistas, a saber la “Federación de Sociedades de Fomento y Juntas Vecinales” de nuestro distrito.
Los tiempos eran otros, es evidente y casi ingenuo incluso, recalar en tal aseveración a la hora de hacer paralelismos con la etapa contemporánea.
La dinámica ciudadana fue mutando en varios ápices y, por ende, la problemática barrial, se tiñó también de diversidad de colores. No obstante, la contemplación del ayer nos puede introducir en cantos nostálgicos difíciles de ignorar así nomás.
La indiferencia es un gesto imposible de tener frente al cuadro de situación que simboliza la voluntariosa impronta de quienes han dedicado y dedican espacio en sus vidas para compatibilizar con las necesidades y anhelos vecinales.
Pero, y siempre hay un pero, La rueda giró, amigos, y nos depositó en un pliegue de la realidad en que hay que pulir aristas aún filosas y controversiales. Un breve vistazo nos devolverá una imagen un tanto triste de la Federación de hoy.
Luego del recambio, generacional por qué no, que encarnó el señor Juan Carlos Castelli, reemplazo del profe Lizardía, las expectativas danzaban alegres por los ámbitos “fomenteriles”.
Mas la pared no cedió. Los primeros pasos apuntaron a una apertura de mente y conducta, con ideas y proyectos capaces de entronizar otra vez a la organización en un óptimo pedestal. Una visión de agilizar los senderos trabados que se desprendieran del letargo antecedente.
Sin embargo, lectores míos, el asado se enfrío en la parrilla y nadie lo digirió en definitiva y Eugenio Fernández, allá por mediados de este 2015, se tuvo que quedar interinamente con la conducción, tras una solicitud de licencia de Juan Carlos que dejó el sillón de mando sin catapultar los planes previos.
Hete aquí ahora que el 26 de este mes, en la Sociedad de Fomento “Juan Martín de Pueyrredón, se elegirá entre 15 entidades y 5 candidatos, al nuevo Presidente. Da la impresión que se va en busca del eslabón perdido, de ese trofeo brillante.
Si ustedes piensan un instante, expresarán en voz alta una sublime consulta: ¿por qué si son más de 30 las instituciones adheridas, tan solo 15 se ubican en condiciones de balance y legales como para emitir sufragio y/o, anotar postulante?
La deuda sigue latente, cual herida sin cicatrizar. Habrá que estudiar los motivos esenciales, las causas individualmente, en algún momento y atraer al marco regulatorio a todas las Sociedades y Juntas o las más posibles. Es un deber de la maternal protección de la Federación.
Decíamos que son 5 los oferentes para presidir: Élida Saizar o “Pety” Mapis, veterana dirigente del “12 de Octubre”; Jurge Salías del “UOCRA”; Domingo Soraiz, “Fomento Pueblo Nuevo”; Daniel Seguel, “Los Robles” y Mirta Rossi del “Dámaso Arce”.
De todos ellos, el único que no es líder de su propio barrio es Soraiz, que ocupa un cargo dentro de la Comisión en la entidad de la calle Maipú, pero no es Presidente.
Ardua postura y charlas de convencimiento de sus pares, los han de signar de aquí al 26, sin dudas. Se requerirá de consenso y didáctica para imponer voluntad y nombre en la noche eleccionaria.
Cómo encarar el “laburo” hoy en día, observando los detalles de cada ángulo olavarriense; qué vida darle a la Federación, por fuera también de lo estrictamente formal, acomodándola a eventos sociales y culturales; el dilema de una oficina única, una base donde atender a los socios y vecinos en general; la relación entre sí y con las Territoriales y otras asignaturas más, son las analizadas y meditadas de cara al porvenir.
La existencia del fomentismo puede revitalizarse o derrumbarse peligrosamente un escalón más. La decisión va de mano en mano y de boca en boca de los especialistas. Porque a todo lo ya versado, hay que anexarle un condimento extra: el cambio de Gobierno Municipal. La “puerta marrón” de Rivadavia 2801, cobijará en breve lapso a otro político, a otro alcalde y eso es un plus que no se debe obviar.
Las cartas bailan sobre el tapete. Atreverse a sacar la conveniente, ya es un ítem personal y de buen tino y tacto. ¿O no, mis amigos fomentistas?
Por Mario Delgado.-
Opinión
Lo bueno de tener prioridades
Tener prioridades es realmente óptimo: sugiere, entre otras cosas, que el individuo o los gobiernos de los tres niveles, poseen un criterio juicioso, y cuentan, además, con un proyecto de vida de largo alcance.
Marcar las cuestiones a realizar o resolver con premura, habla bien y nos habilita a creer que hay una contemplación completa de la realidad, y, en base a tal visión, se planea un estricto núcleo de objetivos a cumplimentar.
Marchar por la senda sin rumbo, sin norte ni guía, es mala o necia, al menos, señal. Por tal motivo se interpela siempre a cada quien, contar con una agenda al alcance de la diestra. Y activar los hilos en consecuencia, desde luego.
A propósito, este pequeño marco introductorio pretende depositarnos, mis amigos, en un ítem crucial para la concreción individual y colectiva como ciudadanos plenos. Y, conviene por cierto mencionar, la imposibilidad de seguir guitarreando en esta temática que ofreceremos, y desprenderla lo antes posible, de fanatismos partidistas. Me refiero en concreto a la Educación nuestra, en esta nación gloriosa.
Se ha difundido hace horas atrás un informe contundente por parte de la señora Ministra de Educación de CABA que sentencia con supina espontaneidad, los vericuetos de la niñez y adolescencia que no transitan por un camino elogiable en materia de aprendizaje, llegando a terminar la Primaria o estar en Tercer Año de la Secundaria y no saber leer y escribir sin yerros y tampoco poder comprender y explicar con palabras propias, un texto cualquiera.
Tamaña deficiencia se ata, en cierta manera, al tiempo de parálisis escolar impreso por la pandemia y la sucesión de cuarentenas. Podríamos asimilar tal contingencia en mayor o menor talante; sin embargo las deducciones del informe van más allá del proceso frontal del Covid 19 y sus medidas aleatorias. El problema a aceptar sin disimulos ni excusas mantiene firme la idea de que, en rigor de verdad, hay un drama previo, un dilema estructural que se agudizó con el virus chino, pero no es solamente esta reciente etapa dispar, entre la virtualidad y la ausencia en las aulas.
Aún se agrega otro condimento no menor: se ha hecho un relevamiento entre una determinada cantidad de chicos, de entre 12 y 16 años, para averiguar si logran captar los subtítulos de las películas habladas en inglés u otro idioma, en cines o dispositivos hogareños. El análisis resulta desalentador, puesto que la gran mayoría, expresa no alcanzar a leer en tiempo real los zócalos correspondientes, no por interferencias en la visión, sino por no saber leer de corrido.
El temido abandono del noble hábito de la cotidiana lectura, es una incómoda piedra puntiaguda en el calzado. Y no se notan visos de mejoría.
Como daño colateral, por otra parte, del virus coronado, se ha comprobado que alrededor de 600.000 alumnos en el territorio nacional y 200.000 en la Provincia de Buenos Aires, no retornaron a sus establecimientos educativos al abrirse la famosa y tardía presencialidad.
Un escándalo, sin objeciones de ninguna naturaleza. ¿Y ahora, quién carga con semejante cruz social? Porque, ¿alguien puede aseverarnos que tales pibas y pibes, volverán raudos a sus obligaciones escolares, al ser visitados por un docente o asistente social?
Una auténtica lástima que redobla la apuesta a constatar en qué sitio hemos colocado a la educación. Obvio, que ha descendido varios peldaños de cómo supo hallarse situada otrora.
Por Mario Delgado.-
Opinión
Te acostumbrás
Un amigo, un poco mayor que yo, me graficaba ayer que, en rigor de verdad, los argentinos nos vamos acomodando, nos adaptamos, con suma ductilidad, aunque refunfuñemos, a ciertas cuestiones demenciales que debieran sacarnos de quicio y movilizarnos de otra manera.
“Te acostumbrás”, me pontificó, despejando incluso con tal frase, cualquier sombra de duda que pudiera subsistir aún. No hay pena ni atropello que no se nos haya puesto de manifiesto, y, sin embargo, continuamos erguidos como sociedad y metidos cada quien en lo suyo.
La escasa atención que le brindamos a los sucesos del entorno, tal vez tenga mucho que ver con las instancias personales de cada sujeto. Las ocupaciones son cada vez más en base a que el dinero rinde menos.
Se naturaliza la opción del mayor esfuerzo y la gente dispuesta, sale en pos de ganarse el cada día más caro, pan vital. Una pequeña gran gragea, un botoncito de muestra que nos revuelve la panza, pero, reitero, no todavía como la contingencia requiere de un pueblo auténticamente agobiado y harto.
Los niveles de corrupción piramidal se elevan a la enésima potencia, revolean bolsos con dinero mal habido en conventos o cuentan plata afanada en sendos videos virales, y todo gira sin más que algún comentario atrevido, desafiando a la ya incorporada manía de soportar y sobrellevar el drama, las culpas de otros.
No se hace ni siquiera un necesario gasoducto y luego llegan los “verseros” de siempre, con excusas y mensajes altisonantes. Y los robadores de vacunas contra el Covid se pasean orondos, dando cátedras seguro, de cómo fomentar el buen turismo ahora que todo mundo acató órdenes salvadoras. Hipócritas impíos, exonerados por el poder, como un tal Firmenich o un viscoso Verbitsky. Falsedades convertidas en relatos presumiblemente verídicos, para entretener a la platea boquiabierta, que no despierta.
En tal contexto de locura y terror, no escasean los heridores del campo, los que nada saben del trabajo aguerrido de los productores chicos o medianos, y demonizan al sector, olvidando que de ahí emana el 65 % de lo que consume el argentino.
Y nos quedaría chico el espacio para ir citando con mayúsculas, si lo desean, los yerros y las tropelías de los poderosos que se apoltronan en sus sillones, bebiendo en copas de oro, el sudor de los humildes.
Ya probaron el sabor de dominar a una población encerrada y muerta de miedo e incertidumbre y van a ir por más perversidades. Porque no les importa subsanar las necesidades básicas, ni mejorar la calidad de vida del ser humano; sólo ansían llenar sus propias arcas, permanecer y ampliar la red de mantenidos por el Estado, que son los votantes cautivos, los temerosos que no se irán del redil por no perder sus planes sociales.
Mientras la inflación consume las billeteras y separa a familias enteras, ahorcadas y sin solución, al tiempo que la inseguridad y la droga incrementa su paso fuerte y mortal, se encienden los doble discursos, las linternitas de los jetones de ocasión, charlatanes de bar, sin programas efectivos para mutar tanta mugre.
Te acostumbrás, es cierto y penoso, a convivir con la putrefacción y contemplar sin esperanzas el panorama difuso del país que amás.
Por Mario Delgado.-