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Opinión

Renovación peronista

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El punto de mira es harto interesante. Y discordante, según la visión de quien observa. Y tal actitud será así en cada ocasión. Y, en este caso particular que estudiaremos en esta columna de opinión, se potencia esta cuestión de alto contenido.

No habrá, desde luego, mis lectores del alma, una sola interpretación. Por otra parte, ¿por qué habría de haberla? La situación es llamativa, cuando menos, por tal motivo, amerita diversidad de posturas.

Habrá quienes coincidan y un porcentaje que no. Habrá algunos que expresarán que tienen razón por la decisión tomada y otras voces afirmarán rotundamente que se trata de un error, de un juego político del oficialismo de “Cambiemos” para ganar tiempo y puntos en su haber.

Lo concreto, lo innegable es el alejamiento de las huestes del eseverrismo de los abogados Germán Aramburu y Marisel Cides, concejales como ustedes bien saben, hasta apenas horas atrás, del bloque “Olavarría para la Victoria”, bastión de la oposición local desde el 10 de diciembre del año pasado.

Cabe deducir que no habrá sido una salida fácil, por el contrario, ha redundado, es de intuir, en análisis profundos, meditaciones en soledad y en conjunto. Nadie se aleja de un día para el otro, como si nada; siempre existen motivaciones, indicios, razones confidenciales o públicas, pero nada es producto del azar.

De sorpresas ya debiéramos no obstante, estar curados. Aunque causa cierto estupor la novedad y exclamaciones variopintas, insistimos.

Ambos, da la impresión, amigos, se consideraron, antes que nada, (antes incluso que émulos de don José María Eseverri), peronistas de base, leales a la causa de Evita y Perón, y en un momento dado, es obvio, se han sentido representados, cobijados, a gusto dentro de las filas del ex alcalde.

El fin del mandato del intendente saliente, comenzó a dibujar nuevas parábolas en las personas que lo han seguido en su trayectoria al frente de la ciudad. Se abrió, es probable, una novel puerta donde se oyen otras propuestas, otras ideas y se compatibiliza o no con los nuevos actores del continuismo eseverriano.

Eseverri representaba en su hora la filosofía política de Cides y de Araamburu. Los que hoy forman el anclaje de José María, ¿lo hacen de idéntica manera? Los rumores de las hojas de los árboles al caer, nos transmiten que no.

Despertar entonces a una etapa, a una era de eseverrismo post Eseverri, no resulta una tarea demasiado digerible para varios. Los rostros, los humores, las consideraciones ante cada ítem a desglosar, lo van indicando. Habrá quienes sepan leer entre líneas y habrá quienes no.

No es un dilema de resolver en un duelo de honor. No se basa el distanciamiento en un problema de mejores o peores, de verdad o equívocos constantes. Sin perjuicio de ello, está palpable la partida del rebaño de dos figuras, de dos ediles nada más y nada menos, con lo que implica tal función.

Abrazan en su traslado de bancada, la bandera del peronismo. Todo un símbolo. Y utilizan encima el concepto de “renovación”, frase elocuente si se quiere. Con una electricidad imponente que conlleva expectativas de toda índole.

Hablarán desde los atriles de traiciones unos. O de descuidar el redil de una fuerza que ansía retornar a tener las riendas del distrito. Y de dejarla un tanto dolida o averiada. Mencionarán desde otro ángulo del estadio que fue una excelsa o perversa maniobra de las cercanías del Jefe Comunal, para distraer, para acaparar voluntades a su antojo.

Dentro de poco se llenarán las bocas de propios y extraños con un tópico de color obscuro: aumento de tasas para los vecinos olavarrienses. En esa sintonía, habrían laburado desde el Palacio San Martín, con un fin único y genial: conseguir adeptos sin titubeos.

Si nos tomamos unos minutos para sondear el clima, y si nos adherimos al razonamiento último citado, cederemos a la tentación de creer que Rivadavia 2801 anduvo y anda todavía a la pesca de voluntades precisas que le den consenso a su proposición.

Nos zambullimos en una compleja misión de espionaje casi: bucear arriesgadamente por las mentes subjetivas de los protagonistas. Pero claro, entra todo como en botica, incluido en ese paquete inicial de hipótesis que dimos a conocer, cual introito del éxodo de dos concejales.

Cada uno sabrá discernir con argumentos probados o imaginarios, los pro y los contra del viaje equidistante a otro bloque de Cides y Aramburu. El universo eseverrista, a su turno y mientras suena inquieto el río turbulento, ¿presentará un espejo de renovación interna o aún no?

Por Mario Delgado.-

Opinión

Lo bueno de tener prioridades

Tener prioridades es realmente óptimo: sugiere, entre otras cosas, que el individuo o los gobiernos de los tres niveles, poseen un criterio juicioso, y cuentan, además, con un proyecto de vida de largo alcance.

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Marcar las cuestiones a realizar o resolver con premura, habla bien y nos habilita a creer que hay una contemplación completa de la realidad, y, en base a tal visión, se planea un estricto núcleo de objetivos a cumplimentar. 

Marchar por la senda sin rumbo, sin norte ni guía, es mala o necia, al menos, señal. Por tal motivo se interpela siempre a cada quien, contar con una agenda al alcance de la diestra. Y activar los hilos en consecuencia, desde luego. 

A propósito, este pequeño marco introductorio pretende depositarnos, mis amigos, en un ítem crucial para la concreción individual y colectiva como ciudadanos plenos. Y, conviene por cierto mencionar, la imposibilidad de seguir guitarreando en esta temática que ofreceremos, y desprenderla lo antes posible, de fanatismos partidistas. Me refiero en concreto a la Educación nuestra, en esta nación gloriosa. 

Se ha difundido hace horas atrás un informe contundente por parte de la señora Ministra de Educación de CABA que sentencia con supina espontaneidad, los vericuetos de la niñez y adolescencia que no transitan por un camino elogiable en materia de aprendizaje, llegando a terminar la Primaria o estar en Tercer Año de la Secundaria y no saber leer y escribir sin yerros y tampoco poder comprender y explicar con palabras propias, un texto cualquiera. 

Tamaña deficiencia se ata, en cierta manera, al tiempo de parálisis escolar impreso por la pandemia y la sucesión de cuarentenas. Podríamos asimilar tal contingencia en mayor o menor talante; sin embargo las deducciones del informe van más allá del proceso frontal del Covid 19 y sus medidas aleatorias. El problema a aceptar sin disimulos ni excusas mantiene firme la idea de que, en rigor de verdad, hay un drama previo, un dilema estructural que se agudizó con el virus chino, pero no es solamente esta reciente etapa dispar, entre la virtualidad y la ausencia en las aulas. 

Aún se agrega otro condimento no menor: se ha hecho un relevamiento entre una determinada cantidad de chicos, de entre 12 y 16 años, para averiguar si logran captar los subtítulos de las películas habladas en inglés u otro idioma, en cines o dispositivos hogareños. El análisis resulta desalentador, puesto que la gran mayoría, expresa no alcanzar a leer en tiempo real los zócalos correspondientes, no por interferencias en la visión, sino por no saber leer de corrido. 

El temido abandono del noble hábito de la cotidiana lectura, es una incómoda piedra puntiaguda en el calzado. Y no se notan visos de mejoría. 

Como daño colateral, por otra parte, del virus coronado, se ha comprobado que alrededor de 600.000 alumnos en el territorio nacional y 200.000 en la Provincia de Buenos Aires, no retornaron a sus establecimientos educativos al abrirse la famosa y tardía presencialidad. 

Un escándalo, sin objeciones de ninguna naturaleza. ¿Y ahora, quién carga con semejante cruz social? Porque, ¿alguien puede aseverarnos que tales pibas y pibes, volverán raudos a sus obligaciones escolares, al ser visitados por un docente o asistente social?

Una auténtica lástima que redobla la apuesta a constatar en qué sitio hemos colocado a la educación. Obvio, que ha descendido varios peldaños de cómo supo hallarse situada otrora. 

Por Mario Delgado.-  

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Opinión

Te acostumbrás 

Un amigo, un poco mayor que yo, me graficaba ayer que, en rigor de verdad, los argentinos nos vamos acomodando, nos adaptamos, con suma ductilidad, aunque refunfuñemos, a ciertas cuestiones demenciales que debieran sacarnos de quicio y movilizarnos de otra manera. 

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“Te acostumbrás”, me pontificó, despejando incluso con tal frase, cualquier sombra de duda que pudiera subsistir aún. No hay pena ni atropello que no se nos haya puesto de manifiesto, y, sin embargo, continuamos erguidos como sociedad y metidos cada quien en lo suyo. 

La escasa atención que le brindamos a los sucesos del entorno, tal vez tenga mucho que ver con las instancias personales de cada sujeto. Las ocupaciones son cada vez más en base a que el dinero rinde menos. 

Se naturaliza la opción del mayor esfuerzo y la gente dispuesta, sale en pos de ganarse el cada día más caro, pan vital. Una pequeña gran gragea, un botoncito de muestra que nos revuelve la panza, pero, reitero, no todavía como la contingencia requiere de un pueblo auténticamente agobiado y harto. 

Los niveles de corrupción piramidal se elevan a la enésima potencia, revolean bolsos con dinero mal habido en conventos o cuentan plata afanada en sendos videos virales, y todo gira sin más que algún comentario atrevido, desafiando a la ya incorporada manía de soportar y sobrellevar el drama, las culpas de otros. 

No se hace ni siquiera un necesario gasoducto y luego llegan los “verseros” de siempre, con excusas y mensajes altisonantes. Y los robadores de vacunas contra el Covid se pasean orondos, dando cátedras seguro, de cómo fomentar el buen turismo ahora que todo mundo acató órdenes salvadoras. Hipócritas impíos, exonerados por el poder, como un tal Firmenich o un viscoso Verbitsky. Falsedades convertidas en relatos presumiblemente verídicos, para entretener a la platea boquiabierta, que no despierta.

En tal contexto de locura y terror, no escasean los heridores del campo, los que nada saben del trabajo aguerrido de los productores chicos o medianos, y demonizan al sector, olvidando que de ahí emana el 65 % de lo que consume el argentino. 

Y nos quedaría chico el espacio para ir citando con mayúsculas, si lo desean, los yerros y las tropelías de los poderosos que se apoltronan en sus sillones, bebiendo en copas de oro, el sudor de los humildes. 

Ya probaron el sabor de dominar a una población encerrada y muerta de miedo e incertidumbre y van a ir por más perversidades. Porque no les importa subsanar las necesidades básicas, ni mejorar la calidad de vida del ser humano; sólo ansían llenar sus propias arcas, permanecer y ampliar la red de mantenidos por el Estado, que son los votantes cautivos, los temerosos que no se irán del redil por no perder sus planes sociales. 

Mientras la inflación consume las billeteras y separa a familias enteras, ahorcadas y sin solución, al tiempo que la inseguridad y la droga incrementa su paso fuerte y mortal, se encienden los doble discursos, las linternitas de los jetones de ocasión, charlatanes de bar, sin programas efectivos para mutar tanta mugre. 

Te acostumbrás, es cierto y penoso, a convivir con la putrefacción y contemplar sin esperanzas el panorama difuso del país que amás. 

Por Mario Delgado.-   

  

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 Farmacias de turno en Olavarría Facultad de Derecho