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Opinión

Impulsos

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Los hilos conductores nos llevan esta vez, mis amigos, al barrio “Provincias Argentinas”, cuyo eje de acción está delimitado por las arterias siguientes: Colón, Circunvalación o Eva Perón, Sarmiento y Pellegrini. Una nueva Sociedad de Fomento y una reunión de vecinos con el Alcalde Municipal, ameritan, a mi modesto entender, una recorrida por esa zona olavarriense.

Los vientos parecen soplar por varias barriadas diversas con impulsos renovados, con proyectos y programas que piensan y ponen a la vecindad en un recuadro, con ciudadanos que se desprender un tanto de sí mismos, para contribuir al servicio del prójimo.

La juventud se conjuga con los adultos en tal contexto, y dan lugar a una novel entidad barrial en este caso particular, lectores del alma: la Sociedad de Fomento “Todos Por el Barrio” en Provincias Argentinas justamente.

La Presidente, María Luján Riquelme, tiene un carisma especial. Y contagia entusiasmo y garra. Ímpetu de locomotora que la asiste y gente dispuesta que acompaña para sacar a flote un hábitat de 37 manzanas.

La visión del hombre o mujer que vive por tales lares, puede representar distintos efectos. Todo dependerá por cierto, de la óptica del observador. O, por qué no, de su estado de ánimo. Es factible poseer una sonrisa de optimismo viendo los baldíos cubiertos de pasto y planificar lo que vendrá en un futuro no muy distante. O se puede por el contrario, ceder a la presión insana del desgano y el descontento, por mencionar apenitas un clarificador ejemplo.

Con pocas horas de vida, la institución “fomenteril” recibió en el domicilio de la calle Corrientes al 3560, familia Gómez, al señor Intendente Ezequiel Galli y a gran parte de su equipo de colaboradores. La idea basal del encuentro era que la vecindad, que se nucleó en interesante número, expusiese sus anhelos y pesares del devenir diario.

Primer examen de los dirigentes fomentistas, de cara a las autoridades del Palacio San Martín y de frente a sus propios vecinos. El clima se fue haciendo, se armó como un rompecabezas. En un periquete, las caras adustas y de desconfianza, dejaron espacio a gestos más distendidos y las voces empezaron a oírse en la amplitud de la vereda. El sol, astro rey, iba escondiéndose perezoso, en el horizonte.

Entonces las biromes oficiales tuvieron que iniciar su periplo por el papel, anotando peticiones y reclamos de los concurrentes. De una señora con 44 años por allí, o de una pareja más de esta época, pero en ambos lados de la franja etaria, idéntica necesidad.

Rápida la palabra se introdujo en la charla: “Gas”, “queremos el gas natural”, dijo alguien y se lo aclamó a coro. Alguien sacó cuentas del gasto de leña. Otro, profundizó en las cifras de las garrafas.

Inmediata promesa Municipal de gestionar ante la empresa gasífera que opera en Olavarría. Sería una obra fundamental, de largo alcance. Sin embargo no hubo ocasión de detener la máquina; se saltó a otra cuestión de injerencia: un molesto y mal oliente zanjón sito sobre La Rioja, donde se materializan bolsas de basura, animales muertos y roedores.

La carencia de agua corriente en un tramo del complejo habitacional, fue distinguida, fue subrayada a su turno. La tarea quedó por la mitad en su instante y habría que sellar el cuadrilátero con la preciosa masa hídrica.

La calamidad de las calles no pudo sentirse a salvo, puesto que de ella también se ocuparon los concurrentes al encuentro. La tierra incesante en verano y los pozos con agua en invierno (película ya vista en otros barrios, ¿o no?).

Vendrá un regador en breve y se pondrán operarios a mantenerla en condiciones. Al menos, eso quedó escrito en la mente y en el corazón de los auditores.

Otro ítem esbozado fue la velocidad de “Turismo de Carretera” con la que inconscientes manejan en Colón y La Rioja. Por supuesto, mis amigos, que se tiró al aire veraniego de la jornada, la ridícula iluminación del barrio. Una dama lo describió al problema como una inspirada poetisa del ocaso: “Algunos, de noche, van con linternas a hacer los mandados”. Si alguien no entendió, que tome lecciones de apoyo.

Y no se logró ahuyentar tampoco de la agenda a la pérfida inseguridad, citada varias veces por los vecinos. De ruidos extraños a tiros, cuentan que se perciben por las obscuras nocturnidades de ese punto cardinal.

Salieron a la palestra. Se hicieron frases, ademanes y gesticulaciones concretas, las aristas intricadas o no, de almas por lo general comunes, que durante una hora, se sintieron protagonistas de un universo que les compete.

Por Mario Delgado.-

Opinión

Lo bueno de tener prioridades

Tener prioridades es realmente óptimo: sugiere, entre otras cosas, que el individuo o los gobiernos de los tres niveles, poseen un criterio juicioso, y cuentan, además, con un proyecto de vida de largo alcance.

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Marcar las cuestiones a realizar o resolver con premura, habla bien y nos habilita a creer que hay una contemplación completa de la realidad, y, en base a tal visión, se planea un estricto núcleo de objetivos a cumplimentar. 

Marchar por la senda sin rumbo, sin norte ni guía, es mala o necia, al menos, señal. Por tal motivo se interpela siempre a cada quien, contar con una agenda al alcance de la diestra. Y activar los hilos en consecuencia, desde luego. 

A propósito, este pequeño marco introductorio pretende depositarnos, mis amigos, en un ítem crucial para la concreción individual y colectiva como ciudadanos plenos. Y, conviene por cierto mencionar, la imposibilidad de seguir guitarreando en esta temática que ofreceremos, y desprenderla lo antes posible, de fanatismos partidistas. Me refiero en concreto a la Educación nuestra, en esta nación gloriosa. 

Se ha difundido hace horas atrás un informe contundente por parte de la señora Ministra de Educación de CABA que sentencia con supina espontaneidad, los vericuetos de la niñez y adolescencia que no transitan por un camino elogiable en materia de aprendizaje, llegando a terminar la Primaria o estar en Tercer Año de la Secundaria y no saber leer y escribir sin yerros y tampoco poder comprender y explicar con palabras propias, un texto cualquiera. 

Tamaña deficiencia se ata, en cierta manera, al tiempo de parálisis escolar impreso por la pandemia y la sucesión de cuarentenas. Podríamos asimilar tal contingencia en mayor o menor talante; sin embargo las deducciones del informe van más allá del proceso frontal del Covid 19 y sus medidas aleatorias. El problema a aceptar sin disimulos ni excusas mantiene firme la idea de que, en rigor de verdad, hay un drama previo, un dilema estructural que se agudizó con el virus chino, pero no es solamente esta reciente etapa dispar, entre la virtualidad y la ausencia en las aulas. 

Aún se agrega otro condimento no menor: se ha hecho un relevamiento entre una determinada cantidad de chicos, de entre 12 y 16 años, para averiguar si logran captar los subtítulos de las películas habladas en inglés u otro idioma, en cines o dispositivos hogareños. El análisis resulta desalentador, puesto que la gran mayoría, expresa no alcanzar a leer en tiempo real los zócalos correspondientes, no por interferencias en la visión, sino por no saber leer de corrido. 

El temido abandono del noble hábito de la cotidiana lectura, es una incómoda piedra puntiaguda en el calzado. Y no se notan visos de mejoría. 

Como daño colateral, por otra parte, del virus coronado, se ha comprobado que alrededor de 600.000 alumnos en el territorio nacional y 200.000 en la Provincia de Buenos Aires, no retornaron a sus establecimientos educativos al abrirse la famosa y tardía presencialidad. 

Un escándalo, sin objeciones de ninguna naturaleza. ¿Y ahora, quién carga con semejante cruz social? Porque, ¿alguien puede aseverarnos que tales pibas y pibes, volverán raudos a sus obligaciones escolares, al ser visitados por un docente o asistente social?

Una auténtica lástima que redobla la apuesta a constatar en qué sitio hemos colocado a la educación. Obvio, que ha descendido varios peldaños de cómo supo hallarse situada otrora. 

Por Mario Delgado.-  

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Opinión

Te acostumbrás 

Un amigo, un poco mayor que yo, me graficaba ayer que, en rigor de verdad, los argentinos nos vamos acomodando, nos adaptamos, con suma ductilidad, aunque refunfuñemos, a ciertas cuestiones demenciales que debieran sacarnos de quicio y movilizarnos de otra manera. 

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“Te acostumbrás”, me pontificó, despejando incluso con tal frase, cualquier sombra de duda que pudiera subsistir aún. No hay pena ni atropello que no se nos haya puesto de manifiesto, y, sin embargo, continuamos erguidos como sociedad y metidos cada quien en lo suyo. 

La escasa atención que le brindamos a los sucesos del entorno, tal vez tenga mucho que ver con las instancias personales de cada sujeto. Las ocupaciones son cada vez más en base a que el dinero rinde menos. 

Se naturaliza la opción del mayor esfuerzo y la gente dispuesta, sale en pos de ganarse el cada día más caro, pan vital. Una pequeña gran gragea, un botoncito de muestra que nos revuelve la panza, pero, reitero, no todavía como la contingencia requiere de un pueblo auténticamente agobiado y harto. 

Los niveles de corrupción piramidal se elevan a la enésima potencia, revolean bolsos con dinero mal habido en conventos o cuentan plata afanada en sendos videos virales, y todo gira sin más que algún comentario atrevido, desafiando a la ya incorporada manía de soportar y sobrellevar el drama, las culpas de otros. 

No se hace ni siquiera un necesario gasoducto y luego llegan los “verseros” de siempre, con excusas y mensajes altisonantes. Y los robadores de vacunas contra el Covid se pasean orondos, dando cátedras seguro, de cómo fomentar el buen turismo ahora que todo mundo acató órdenes salvadoras. Hipócritas impíos, exonerados por el poder, como un tal Firmenich o un viscoso Verbitsky. Falsedades convertidas en relatos presumiblemente verídicos, para entretener a la platea boquiabierta, que no despierta.

En tal contexto de locura y terror, no escasean los heridores del campo, los que nada saben del trabajo aguerrido de los productores chicos o medianos, y demonizan al sector, olvidando que de ahí emana el 65 % de lo que consume el argentino. 

Y nos quedaría chico el espacio para ir citando con mayúsculas, si lo desean, los yerros y las tropelías de los poderosos que se apoltronan en sus sillones, bebiendo en copas de oro, el sudor de los humildes. 

Ya probaron el sabor de dominar a una población encerrada y muerta de miedo e incertidumbre y van a ir por más perversidades. Porque no les importa subsanar las necesidades básicas, ni mejorar la calidad de vida del ser humano; sólo ansían llenar sus propias arcas, permanecer y ampliar la red de mantenidos por el Estado, que son los votantes cautivos, los temerosos que no se irán del redil por no perder sus planes sociales. 

Mientras la inflación consume las billeteras y separa a familias enteras, ahorcadas y sin solución, al tiempo que la inseguridad y la droga incrementa su paso fuerte y mortal, se encienden los doble discursos, las linternitas de los jetones de ocasión, charlatanes de bar, sin programas efectivos para mutar tanta mugre. 

Te acostumbrás, es cierto y penoso, a convivir con la putrefacción y contemplar sin esperanzas el panorama difuso del país que amás. 

Por Mario Delgado.-   

  

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 Farmacias de turno en Olavarría Facultad de Derecho