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Opinión

Desde 12 de Octubre para la zona

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La sede de la Sociedad de Fomento “12 de Octubre”, en Calle 13 e Hipólito Yrigoyen, se nutrió de vecinos y recibió incluso a gente de otros sectores aledaños y, por supuesto, a las autoridades del Ejecutivo local, encabezadas por el abogado Ezequiel Galli. Por Mario Delgado.

Entre las 19:22 y las 20:43 horas, las palabras se dieron cita espontáneas y en forma ardua y constante, virando alternativamente de explicaciones del Municipio a reclamos puntuales de los presentes, tanto de referentes barriales como de los propios vecinos.

“Petty” Mapis, presidente de la entidad anfitriona, le dio la bienvenida al equipo gallicista e inmediatamente, el Jefe Comunal tranquilizó a los inquietos que tenían cierto temor por la continuidad del asfalto en el “12 de Octubre”.

Con el libreto estudiado, mencionó necesidades que aquejan al lugar en cuestión: iluminación, plaza, canchita de fútbol, cordón cuneta y arreglo de arterias. Principales esbozos de peticiones ya hechas durante la campaña electiva.

Pero no se quedó allí el líder político de la ciudad, puesto que también citó otras cosas a concretar a su tiempo: reductores de velocidad, zanjón de Avenidas Alberdi y Trabajadores y refugios de colectivos.

Tomó en sus manos, a su vez, lectores míos, el peliagudo ítem de la inseguridad y subrayó algo importante: la existencia de droga en Olavarría, cosa que es real y que aún no se ha combatido a pleno. Las muestras sobran al respecto.

Dejó el turno a la concurrencia y abrió el círculo don Fabio Pais, uno de los pretendientes a comandar la futura Junta Vecinal del “Lourdes”. Su frase inicial, pesó fuerte: “Estamos esperando el asfalto desde el ‘99”, sentenció, aunque coincidió con la tesitura oficial de que es mejor construir las cloacas, antes que el asfalto.

Habló del dilema de los pozos sépticos, de la Sala, que por un problema de inseguridad, casi fue cerrada, y de la ausencia de diálogo con la Federación que no lo ha visitado.

Apenas se había abierto la puerta a la inmensa cantidad de consideraciones de los asambleístas. Alguien preguntó por la medida de las calles, intuyendo una disminución en el ancho de las últimas asfaltadas, cuando sin pausa, otra vecina, disparó su idea de trabajar en pos de la inclusión con los niños.

Una señora solicitó cloacas en “Lourdes” y ahí se desató un murmullo, sobre todo cuando Galli mencionó la cifra de tal obra: 500 millones de pesos para cubrir la ciudad.

También el barrio “El Progreso” tuvo su vocero. Se tocó el delicado asunto de la salud y la doctora Gatella fue tajante, al resaltar que no se ha hecho nada en prevención en los anteriores años. Centró justamente, su labor en tal circunstancia, en prevenir los males.

Surgieron reclamos de direcciones específicas y obviamente, al charlar sobre la actividad deportiva, un vecino reivindicó el proyectado Polideportivo eseverrista, A lo que el alcalde minimizó y el área de Deportes, tomó la voz para explicar acciones de política deportiva social.

Por momentos, el aire se tensaba, prometiendo polémicas que se abortaban, no obstante. La batería de pedidos fue notable y extendida por la franja de los varios barrios que se dieron cita en el lugar de la tercera reunión del “Gabinete Itinerante”.

La próxima sería en la localidad de Sierras Bayas. Como en las dos ediciones previas, hubo aplausos por la actitud de la Administración nueva, de ir a los lugares y oír a los pobladores. ¿Cosa casi inédita, tal vez?

Por Mario Delgado.-

Opinión

Lo bueno de tener prioridades

Tener prioridades es realmente óptimo: sugiere, entre otras cosas, que el individuo o los gobiernos de los tres niveles, poseen un criterio juicioso, y cuentan, además, con un proyecto de vida de largo alcance.

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Marcar las cuestiones a realizar o resolver con premura, habla bien y nos habilita a creer que hay una contemplación completa de la realidad, y, en base a tal visión, se planea un estricto núcleo de objetivos a cumplimentar. 

Marchar por la senda sin rumbo, sin norte ni guía, es mala o necia, al menos, señal. Por tal motivo se interpela siempre a cada quien, contar con una agenda al alcance de la diestra. Y activar los hilos en consecuencia, desde luego. 

A propósito, este pequeño marco introductorio pretende depositarnos, mis amigos, en un ítem crucial para la concreción individual y colectiva como ciudadanos plenos. Y, conviene por cierto mencionar, la imposibilidad de seguir guitarreando en esta temática que ofreceremos, y desprenderla lo antes posible, de fanatismos partidistas. Me refiero en concreto a la Educación nuestra, en esta nación gloriosa. 

Se ha difundido hace horas atrás un informe contundente por parte de la señora Ministra de Educación de CABA que sentencia con supina espontaneidad, los vericuetos de la niñez y adolescencia que no transitan por un camino elogiable en materia de aprendizaje, llegando a terminar la Primaria o estar en Tercer Año de la Secundaria y no saber leer y escribir sin yerros y tampoco poder comprender y explicar con palabras propias, un texto cualquiera. 

Tamaña deficiencia se ata, en cierta manera, al tiempo de parálisis escolar impreso por la pandemia y la sucesión de cuarentenas. Podríamos asimilar tal contingencia en mayor o menor talante; sin embargo las deducciones del informe van más allá del proceso frontal del Covid 19 y sus medidas aleatorias. El problema a aceptar sin disimulos ni excusas mantiene firme la idea de que, en rigor de verdad, hay un drama previo, un dilema estructural que se agudizó con el virus chino, pero no es solamente esta reciente etapa dispar, entre la virtualidad y la ausencia en las aulas. 

Aún se agrega otro condimento no menor: se ha hecho un relevamiento entre una determinada cantidad de chicos, de entre 12 y 16 años, para averiguar si logran captar los subtítulos de las películas habladas en inglés u otro idioma, en cines o dispositivos hogareños. El análisis resulta desalentador, puesto que la gran mayoría, expresa no alcanzar a leer en tiempo real los zócalos correspondientes, no por interferencias en la visión, sino por no saber leer de corrido. 

El temido abandono del noble hábito de la cotidiana lectura, es una incómoda piedra puntiaguda en el calzado. Y no se notan visos de mejoría. 

Como daño colateral, por otra parte, del virus coronado, se ha comprobado que alrededor de 600.000 alumnos en el territorio nacional y 200.000 en la Provincia de Buenos Aires, no retornaron a sus establecimientos educativos al abrirse la famosa y tardía presencialidad. 

Un escándalo, sin objeciones de ninguna naturaleza. ¿Y ahora, quién carga con semejante cruz social? Porque, ¿alguien puede aseverarnos que tales pibas y pibes, volverán raudos a sus obligaciones escolares, al ser visitados por un docente o asistente social?

Una auténtica lástima que redobla la apuesta a constatar en qué sitio hemos colocado a la educación. Obvio, que ha descendido varios peldaños de cómo supo hallarse situada otrora. 

Por Mario Delgado.-  

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Opinión

Te acostumbrás 

Un amigo, un poco mayor que yo, me graficaba ayer que, en rigor de verdad, los argentinos nos vamos acomodando, nos adaptamos, con suma ductilidad, aunque refunfuñemos, a ciertas cuestiones demenciales que debieran sacarnos de quicio y movilizarnos de otra manera. 

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“Te acostumbrás”, me pontificó, despejando incluso con tal frase, cualquier sombra de duda que pudiera subsistir aún. No hay pena ni atropello que no se nos haya puesto de manifiesto, y, sin embargo, continuamos erguidos como sociedad y metidos cada quien en lo suyo. 

La escasa atención que le brindamos a los sucesos del entorno, tal vez tenga mucho que ver con las instancias personales de cada sujeto. Las ocupaciones son cada vez más en base a que el dinero rinde menos. 

Se naturaliza la opción del mayor esfuerzo y la gente dispuesta, sale en pos de ganarse el cada día más caro, pan vital. Una pequeña gran gragea, un botoncito de muestra que nos revuelve la panza, pero, reitero, no todavía como la contingencia requiere de un pueblo auténticamente agobiado y harto. 

Los niveles de corrupción piramidal se elevan a la enésima potencia, revolean bolsos con dinero mal habido en conventos o cuentan plata afanada en sendos videos virales, y todo gira sin más que algún comentario atrevido, desafiando a la ya incorporada manía de soportar y sobrellevar el drama, las culpas de otros. 

No se hace ni siquiera un necesario gasoducto y luego llegan los “verseros” de siempre, con excusas y mensajes altisonantes. Y los robadores de vacunas contra el Covid se pasean orondos, dando cátedras seguro, de cómo fomentar el buen turismo ahora que todo mundo acató órdenes salvadoras. Hipócritas impíos, exonerados por el poder, como un tal Firmenich o un viscoso Verbitsky. Falsedades convertidas en relatos presumiblemente verídicos, para entretener a la platea boquiabierta, que no despierta.

En tal contexto de locura y terror, no escasean los heridores del campo, los que nada saben del trabajo aguerrido de los productores chicos o medianos, y demonizan al sector, olvidando que de ahí emana el 65 % de lo que consume el argentino. 

Y nos quedaría chico el espacio para ir citando con mayúsculas, si lo desean, los yerros y las tropelías de los poderosos que se apoltronan en sus sillones, bebiendo en copas de oro, el sudor de los humildes. 

Ya probaron el sabor de dominar a una población encerrada y muerta de miedo e incertidumbre y van a ir por más perversidades. Porque no les importa subsanar las necesidades básicas, ni mejorar la calidad de vida del ser humano; sólo ansían llenar sus propias arcas, permanecer y ampliar la red de mantenidos por el Estado, que son los votantes cautivos, los temerosos que no se irán del redil por no perder sus planes sociales. 

Mientras la inflación consume las billeteras y separa a familias enteras, ahorcadas y sin solución, al tiempo que la inseguridad y la droga incrementa su paso fuerte y mortal, se encienden los doble discursos, las linternitas de los jetones de ocasión, charlatanes de bar, sin programas efectivos para mutar tanta mugre. 

Te acostumbrás, es cierto y penoso, a convivir con la putrefacción y contemplar sin esperanzas el panorama difuso del país que amás. 

Por Mario Delgado.-   

  

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 Farmacias de turno en Olavarría Facultad de Derecho