Opinión
Unanimidad cuestionada
1.- Los corrillos políticos venían apostando fuerte por este tratamiento presupuestario, que tenía sobre sus espaldas dos ítems fundamentales a nuestro entender: por un lado el cambio de Gobierno local, generador por cierto de expectativas distintas a lo que ya se estaba acostumbrado, y, por otro andarivel marchaba la disposición oficialista actual de tomar en gran parte, incluso respetando la cifra global, la presentación ya expuesta por la anterior gestión el 31 de octubre.
Tal consideración abrió, mis amigos, un canal de intrigas y de polémicas declaraciones en tanto y en cuanto a tal “apego” a los numeritos ya explicitados por el eseverrismo, aunque con modificaciones de diversa índole en varias áreas municipales.
Bien vale explicitar que el Palacio San Martín ha sostenido la tesitura de que no han tenido tiempo al alcance de las manos como para concebir un proyecto auténticamente propio. Siguiendo tal tesis de trabajo, también los nuevos gobernantes han señalo por estas calurosas horas que, en rigor de verdad, no está tan mal, después de todo, proseguir con las obras y con gran parte del andamiaje de recursos del ex intendente.
2.- La puesta en escena del debate, inscripto desde las 8:37, hasta las 10:34 horas, con un solo cuarto intermedio, dejo un sabor ambivalente. Se aprobó por unanimidad la primordial herramienta del Ejecutivo, pero con cuestionamientos que se oyeron por doquier a lo largo de un plantel de expositores que, a nuestro criterio, extendió innecesariamente un asunto ya consumado.
Te bajo la caña, te desnudo en tus puntos flacos, te exprimo, te pongo en evidencia, mas al final del coloquio, opto por la mamo levantada en evidente señal de apoyo y con una consigna excusadora válida para todos los ediles de la vereda de enfrente: no dejar inválido, no dejar rengo desde el vamos al mandatario novel.
Aunque los eseverristas fueron los más críticos y trajeron a los pupitres varias asignaturas pendientes del recién llegado líder de Rivadavia 2801, a quien poco menos acusaron de improvisar lisa y llanamente con relación al tema de análisis y de no cumplir con ciertas promesas hechas en la arena de la campaña, se vieron por supuesto en la obligación moral y práctica, mis amigos, de dar el rotundo “sí” de rigor por una razón elemental: el Presupuesto que tenían ante sí, era el de su adalid José María.
3.- Vaivenes de la traslación producida en Olavarría. Se abre una puerta a un porvenir jugoso y atrayente. Con una oposición repartida en diversos bloques, pero con una aguda visión en el preciso instante de observar las acciones o inacciones del Ejecutivo.
Todos los concejales comprendieron esta vez, que era un puntapié de inmenso valor. Una estrategia imperdible. Quizá por tal motivo, trataron de hablar los más posibles, para no dejar huir la hermosa ocasión de pintar el cuadro y rubricarlo con sus firmas.
Sin embargo hay que subrayar el ambiente de respeto que, pese a los misiles cargados de sentencias, propendió siempre. Esperemos que tal línea sea la que visualicemos de hoy en adelante.
4.- Este eslabón de la cadena fue favorable por unanimidad al poder de turno. No obstante, las espinas conviven con las rosas y da la impresión que esa actitud será plausible por los ámbitos legislativos.
“Cambiemos” deberá edificar un edificio con material suyo. Y es probable que ya en un corto lapso, se le demande mayor consistencia, mayor “agarre” en la ruta del dominio de la ciudad y, también, un costadito menos palpitante de improvisación.
Por Mario Delgado.-
Opinión
Lo bueno de tener prioridades
Tener prioridades es realmente óptimo: sugiere, entre otras cosas, que el individuo o los gobiernos de los tres niveles, poseen un criterio juicioso, y cuentan, además, con un proyecto de vida de largo alcance.
Marcar las cuestiones a realizar o resolver con premura, habla bien y nos habilita a creer que hay una contemplación completa de la realidad, y, en base a tal visión, se planea un estricto núcleo de objetivos a cumplimentar.
Marchar por la senda sin rumbo, sin norte ni guía, es mala o necia, al menos, señal. Por tal motivo se interpela siempre a cada quien, contar con una agenda al alcance de la diestra. Y activar los hilos en consecuencia, desde luego.
A propósito, este pequeño marco introductorio pretende depositarnos, mis amigos, en un ítem crucial para la concreción individual y colectiva como ciudadanos plenos. Y, conviene por cierto mencionar, la imposibilidad de seguir guitarreando en esta temática que ofreceremos, y desprenderla lo antes posible, de fanatismos partidistas. Me refiero en concreto a la Educación nuestra, en esta nación gloriosa.
Se ha difundido hace horas atrás un informe contundente por parte de la señora Ministra de Educación de CABA que sentencia con supina espontaneidad, los vericuetos de la niñez y adolescencia que no transitan por un camino elogiable en materia de aprendizaje, llegando a terminar la Primaria o estar en Tercer Año de la Secundaria y no saber leer y escribir sin yerros y tampoco poder comprender y explicar con palabras propias, un texto cualquiera.
Tamaña deficiencia se ata, en cierta manera, al tiempo de parálisis escolar impreso por la pandemia y la sucesión de cuarentenas. Podríamos asimilar tal contingencia en mayor o menor talante; sin embargo las deducciones del informe van más allá del proceso frontal del Covid 19 y sus medidas aleatorias. El problema a aceptar sin disimulos ni excusas mantiene firme la idea de que, en rigor de verdad, hay un drama previo, un dilema estructural que se agudizó con el virus chino, pero no es solamente esta reciente etapa dispar, entre la virtualidad y la ausencia en las aulas.
Aún se agrega otro condimento no menor: se ha hecho un relevamiento entre una determinada cantidad de chicos, de entre 12 y 16 años, para averiguar si logran captar los subtítulos de las películas habladas en inglés u otro idioma, en cines o dispositivos hogareños. El análisis resulta desalentador, puesto que la gran mayoría, expresa no alcanzar a leer en tiempo real los zócalos correspondientes, no por interferencias en la visión, sino por no saber leer de corrido.
El temido abandono del noble hábito de la cotidiana lectura, es una incómoda piedra puntiaguda en el calzado. Y no se notan visos de mejoría.
Como daño colateral, por otra parte, del virus coronado, se ha comprobado que alrededor de 600.000 alumnos en el territorio nacional y 200.000 en la Provincia de Buenos Aires, no retornaron a sus establecimientos educativos al abrirse la famosa y tardía presencialidad.
Un escándalo, sin objeciones de ninguna naturaleza. ¿Y ahora, quién carga con semejante cruz social? Porque, ¿alguien puede aseverarnos que tales pibas y pibes, volverán raudos a sus obligaciones escolares, al ser visitados por un docente o asistente social?
Una auténtica lástima que redobla la apuesta a constatar en qué sitio hemos colocado a la educación. Obvio, que ha descendido varios peldaños de cómo supo hallarse situada otrora.
Por Mario Delgado.-
Opinión
Te acostumbrás
Un amigo, un poco mayor que yo, me graficaba ayer que, en rigor de verdad, los argentinos nos vamos acomodando, nos adaptamos, con suma ductilidad, aunque refunfuñemos, a ciertas cuestiones demenciales que debieran sacarnos de quicio y movilizarnos de otra manera.
“Te acostumbrás”, me pontificó, despejando incluso con tal frase, cualquier sombra de duda que pudiera subsistir aún. No hay pena ni atropello que no se nos haya puesto de manifiesto, y, sin embargo, continuamos erguidos como sociedad y metidos cada quien en lo suyo.
La escasa atención que le brindamos a los sucesos del entorno, tal vez tenga mucho que ver con las instancias personales de cada sujeto. Las ocupaciones son cada vez más en base a que el dinero rinde menos.
Se naturaliza la opción del mayor esfuerzo y la gente dispuesta, sale en pos de ganarse el cada día más caro, pan vital. Una pequeña gran gragea, un botoncito de muestra que nos revuelve la panza, pero, reitero, no todavía como la contingencia requiere de un pueblo auténticamente agobiado y harto.
Los niveles de corrupción piramidal se elevan a la enésima potencia, revolean bolsos con dinero mal habido en conventos o cuentan plata afanada en sendos videos virales, y todo gira sin más que algún comentario atrevido, desafiando a la ya incorporada manía de soportar y sobrellevar el drama, las culpas de otros.
No se hace ni siquiera un necesario gasoducto y luego llegan los “verseros” de siempre, con excusas y mensajes altisonantes. Y los robadores de vacunas contra el Covid se pasean orondos, dando cátedras seguro, de cómo fomentar el buen turismo ahora que todo mundo acató órdenes salvadoras. Hipócritas impíos, exonerados por el poder, como un tal Firmenich o un viscoso Verbitsky. Falsedades convertidas en relatos presumiblemente verídicos, para entretener a la platea boquiabierta, que no despierta.
En tal contexto de locura y terror, no escasean los heridores del campo, los que nada saben del trabajo aguerrido de los productores chicos o medianos, y demonizan al sector, olvidando que de ahí emana el 65 % de lo que consume el argentino.
Y nos quedaría chico el espacio para ir citando con mayúsculas, si lo desean, los yerros y las tropelías de los poderosos que se apoltronan en sus sillones, bebiendo en copas de oro, el sudor de los humildes.
Ya probaron el sabor de dominar a una población encerrada y muerta de miedo e incertidumbre y van a ir por más perversidades. Porque no les importa subsanar las necesidades básicas, ni mejorar la calidad de vida del ser humano; sólo ansían llenar sus propias arcas, permanecer y ampliar la red de mantenidos por el Estado, que son los votantes cautivos, los temerosos que no se irán del redil por no perder sus planes sociales.
Mientras la inflación consume las billeteras y separa a familias enteras, ahorcadas y sin solución, al tiempo que la inseguridad y la droga incrementa su paso fuerte y mortal, se encienden los doble discursos, las linternitas de los jetones de ocasión, charlatanes de bar, sin programas efectivos para mutar tanta mugre.
Te acostumbrás, es cierto y penoso, a convivir con la putrefacción y contemplar sin esperanzas el panorama difuso del país que amás.
Por Mario Delgado.-