Opinión
Una esperanza…controvertida
I.- Estamos a horas nada más del lanzamiento por Canal 13 de la comedia romántica “Esperanza mía”, la nueva apuesta televisiva de Pol-Ka Producciones, con los protagónicos de Lali Espósito y Mariano Martínez, encarnando un amor prohibido en un convento, entre una novicia y un sacerdote de la grey católica. Un poco original argumento, remozado y “aggiornado” al horario en que se irá emitiendo. El debut será este lunes 6 a las 21 horas.
Las historias de este tenor, insistimos, amigos, no empezaron ahora; ya poseen su caudal de libros, envíos a través de la pantalla chica y películas también. Pero, cabe consignar, es un tema álgido que vende, que atrapa, que se supone, a priori, cautivará a la tele platea con cada capítulo, envolviéndola en la trama.
Antes que nada destaquemos que acompañarán a “las estrellas” ya mencionadas: Gabriela Toscano, Ana María Picchio, Carola Reyna, Rita Cortese y Ángela Torres, entre otros actores y actrices.
La cuestión es que la joven de 21 años Julia Albarracín, o sea Lali Espósito, se dirige a la gran ciudad, con la firme intención de denunciar a quienes mataron a su progenitora. De trayecto, se anoticia que un par de matones a sueldo la vigilan. Ante este hecho decide con rapidez la chica, asilarse en el Convento de Santa Rosa, puesto que la Madre Superiora de ese lugar es muy allegada a su familia.
Pero su destino se cruzará allí mismo con el cura Tomás Ortiz (Mariano Martínez), el cual ha regresado al monasterio luego de una ausencia de cuatro años. La atracción es inmediata y no podrán despegarse de los sentimientos que los unirán, pese claro a la prohibición eclesial.
Los productores y realizadores de la obra, han esbozado su complacencia con la novela y han admitido que podrá ser vista “por todas las edades”. La música, el romance y la intriga, debieran completar el banquete.
II.- Mientras arriba el “minuto cero”, ya son varios los clérigos que han impulsado campañas por las redes sociales con un objetivo directo: el levantamiento de la serie. Aducen motivaciones de falta de respeto y ubicación de los artistas frente a la sacralidad de la comunidad cristiana.
“Es una ofensa y un acto de provocación”, exclamó enojado Christian Viña, sacerdote y secretario del Arzobispado de La Plata. El yunque de la discordia golpea porque grabaron un musical para la tira, en las propias narices de la Catedral platense.
Diez mil almas se congregaron como extras, a tal fin. En el inicio de la secuencia novelada, se verá dicho musical. Viña lanzó al aire una “perlita” candente: “No todo es rating, negocio empresarial y ganar dinero
Conceptos cargados de una pretendida “ira santa”, pero que ponen una vez más sobre la mesa del debate, las instancias que se anhelan al momento de imaginar un producto masivo para consumo hogareño.
La cabeza del impulsor de este trabajo, no se quemó, de eso, estamos seguros. Jugar con lo no permitido es cruzar un límite, hacer equilibrio en una cuerda demasiado endeble. Con la rigurosidad de la audiencia garantizada, obviamente. Al menos, eso se cree. Por eso, de tanto en tanto, se vuelve al estímulo de mover los hilos de esos noviazgos “fuera de la ley”.
III.- Cierto que cabría preguntarnos ¿la ley de quién? Puestos a interiorizarnos en la profundidad religiosa católica, divisaremos dos corrientes de negación del casamiento para los hombres que se “entregan a Cristo en cuerpo y espíritu” y toman los hábitos.
En la Iglesia Romana los sacerdotes están obligados pues, al celibato. Lo que comprende no tener relaciones íntimas y, desde luego, no contraer matrimonio nunca. Se lo ve como “una continencia perfecta y perpetua”.
Para más datos, mis amigos, se lo valora cual auténtico y especial “don peculiar de Dios”. La soledad del sujeto, es fundamental para dedicarse a pleno a la obra de pastorear ovejas, en sentido espiritual.
Un religioso con mujer e hijos, no tendría la libertad y el tiempo predispuesto en cada segundo a servir al prójimo; debería apartar esfuerzo y horas para su hogar, como cualquier padre que se precie. En realidad, tal consigna ha sido bajada de una frase atribuida a San Pablo en su Primera Epístola a los Corintios, donde alude a la conveniencia de quedarse solo aquél que se va a dedicar a la predicación del Evangelio.
Al parecer, Pablo, que dicho sea de paso, era viudo, entendía por ese entonces que una relación estable consistía más bien en una pesada carga. El servicio voluntario a la Divinidad, precisaba de la “liviandad del ser”, sin esposa y descendientes que exigiesen algún tipo de atención, por moderada que ésta fuere.
No obstante, quien lea de “pe a pa” la Biblia, no encontrará en ningún versículo la expresa prohibición del matrimonio. Jesús mismo bendijo una boda, donde convirtió incluso agua en vino.
En otro orden, mas en perfecta sintonía con la tónica prohibitiva, nos toparemos con una “Bula Papal” de la Edad Media, en la que se opta por apartar a los curas de la posibilidad de crear y mantener una familia. En este caso, la propuesta es por un condimento más materialista que de devoción al Supremo Hacedor.
El tópico era evitar que las pertenencias y posesiones del hombre de la Iglesia, quedasen para su prole. La solución más indicada fue la de ponerle freno a la función biológica y común del ser humano. De modo tal que los servidores del Papa y de la cruz, resignaron hasta hoy, la formación de un hogar.
La cristiandad ortodoxa y la evangélica en cambio, no cuentan con esta imposición.
Por Mario Delgado.-

