Opinión
Poco margen
Algunos lo saben. Otros lo intuyen. Un tercer grupo, diríamos que no la quiere ni mirar de reojo. Pero la realidad está ahí, omnipresente, servida en bandeja de plata. El señor intendente doctor José María Eseverri, se mantiene, a prácticamente ocho años de mandato, en la cresta de la ola, timoneando una ciudad con caracteres especiales, con sus particularidades únicas e irrepetibles. Por Mario Delgado.
No hay vuelta de hoja que pueda hacerse, mis lectores fieles. Por más que se traslade uno de encuesta en encuesta, todas coincidirán en situar al actual alcalde, en un cómodo lugar, con vistas obviamente a una re reelección 2015 – 2019.
Las páginas del libro establecen hoy por hoy, una alta intencionalidad de votos, los cuales recaerían en la boleta oficialista, amparando con vehemencia un ciclo que arrancó con diversas dudas. La consolidación del eseverrismo, entonces, da la impresión, se ubica por fuera de esta compulsa venidera. Es algo que ya se sobreentiende.
Más allá por supuesto de las opiniones contrapuestas. Pero a la intención impactante de personas que lo votarían, al menos claro hasta estos momentos, hay que anexarle un condimento extra: la denominada “imagen positiva”, un elemento atractivo que bien sirve para exhibir en la vidriera del producto en sí. Y esa premisa le es favorable.
El hombre fuerte del Palacio San Martín tiene, a su vez, un grupo de colaboradores que, hemos de señalar, está también muy bien observado por la lupa del vecino. Llegando incluso en ciertas áreas de su administración, a puntos de estimación popular sinceramente potables.
Y, todo el combo de Rivadavia 2801, se fortalece, como quien no quiere la cosa, con algunos nombres de leales que se han empezado a instalar, adrede desde ya, desde la vitrina oficial, para ir barajando las cartas con displicencia.
Lo concreto resulta, de esta manera, digno de análisis, amigos míos. Y lo tangible es que, para una parte promisoria de la sociedad olavarriense, Eduardo Rodríguez, Margarita Arregui y por ahí hasta otra figura más del clan oficialista, podría ahora mismo inscribirse en las listas y participar.
Con asombro quizá en la cara de los desprevenidos, el recambio se percibe en marcha. Un recambio teórico, tentativo, eso sí. Mas está. Y no es poquita cosa en tales circunstancias. Los optimistas de la primera línea, ríen alborozados, sosteniendo la enfática e intrépida idea de que se gana la Ejecutiva próxima igual, vaya el “Jefe” o alguno de sus más cercanos allegados en las especulaciones.
Y esos cercanos se muestran, se pasean en búsqueda de un mayor consenso aún dentro de una comarca conservadora y proclive a reclamar a gritos y culminar luego rendida a los pies del que ya gobierna.
Eseverri les da cuerda y deja hacer. Después de todo es positivo, a su modo de ver, enrostrarle a sus adversarios que él no es un autoritario, que no permite el crecimiento de su tropa de élite. Lanzar al aire dos o tres apellidos “candidateables” desde el seno mismo del eseverrismo, es un golpe seco en la humanidad de sus opositores. O, en tal caso, debiera serlo.
Atrás, unos pasos atrás, el inefable e inquebrantable arquitecto y concejal don Ernesto Cladera. El tal representa sin dudas, un político de trayectoria que combina experiencia y bonhomía. Ávido siempre de charlar y recordar buenos tiempos, Ernesto es uno de los supervivientes de aquella gloriosa década del retorno a las urnas.
Su capacidad de oratoria es indubitable. Su conocimiento de las situaciones ciudadanas, también. Sin embargo no despega su avión de una especie de techo que lo frena y lo catapulta a mantenerse estático en su banca edilicia.
Ha sido ya oferente a presidir Olavarría y ha quedado en el loable intento. La decisión de sus vecinos, ha terminado pasando por otro lado. ¿Cuenta el radicalismo con alguien más, este año? Todavía han de definir su posicionamiento con respecto a este acuerdo instituido con el PRO y con CC. Por eso es de aguardar los movimientos del tablero de la UCR.
O adhieren al doctor Ezequiel Galli o van a las PASO de agosto con un postulante propio. ¿Y don Franco Cominotto, entonces? ¿Se lo podría impulsar a la Provincia en una apuesta legislativa? Se divisa, mientras el bolillero resuena, la presencia de otro señor de la arquitectura: Juan Carlos Arguiñena, quien se cuela con premura entre los futuros dirigentes a incorporar a la mesa local.
El radicalismo ha de apostar se cree, muy fuerte pues posee tres concejales y no querrá prescindir fácilmente de ellos. Lo cual deviene en un intrincado círculo concéntrico: o se juegan por la intendencia a full o se conforman con meter ediles; encima eclipsados por su alianza con macristas y carriosistas.
Los peronistas de Perón y Evita, se sacan chispas. El problema esencial aquí radica en que todavía no existe bendición presidencial para ninguno de los “pre” nacionales. De modo tal que se pasean en una delicada cornisa, donde todo se torna relativo.
La medición de Valicenti, Santellán, Bagú y González Hueso, contiene un termómetro atrayente: el grado de conocimiento que, de ellos tiene el futuro elector. Mal puede pesarle a cualquiera de estos nombres, no ser conocido o no saberse demasiado de sus pasos políticos.
Por Mario Delgado.-
Opinión
Lo bueno de tener prioridades
Tener prioridades es realmente óptimo: sugiere, entre otras cosas, que el individuo o los gobiernos de los tres niveles, poseen un criterio juicioso, y cuentan, además, con un proyecto de vida de largo alcance.
Marcar las cuestiones a realizar o resolver con premura, habla bien y nos habilita a creer que hay una contemplación completa de la realidad, y, en base a tal visión, se planea un estricto núcleo de objetivos a cumplimentar.
Marchar por la senda sin rumbo, sin norte ni guía, es mala o necia, al menos, señal. Por tal motivo se interpela siempre a cada quien, contar con una agenda al alcance de la diestra. Y activar los hilos en consecuencia, desde luego.
A propósito, este pequeño marco introductorio pretende depositarnos, mis amigos, en un ítem crucial para la concreción individual y colectiva como ciudadanos plenos. Y, conviene por cierto mencionar, la imposibilidad de seguir guitarreando en esta temática que ofreceremos, y desprenderla lo antes posible, de fanatismos partidistas. Me refiero en concreto a la Educación nuestra, en esta nación gloriosa.
Se ha difundido hace horas atrás un informe contundente por parte de la señora Ministra de Educación de CABA que sentencia con supina espontaneidad, los vericuetos de la niñez y adolescencia que no transitan por un camino elogiable en materia de aprendizaje, llegando a terminar la Primaria o estar en Tercer Año de la Secundaria y no saber leer y escribir sin yerros y tampoco poder comprender y explicar con palabras propias, un texto cualquiera.
Tamaña deficiencia se ata, en cierta manera, al tiempo de parálisis escolar impreso por la pandemia y la sucesión de cuarentenas. Podríamos asimilar tal contingencia en mayor o menor talante; sin embargo las deducciones del informe van más allá del proceso frontal del Covid 19 y sus medidas aleatorias. El problema a aceptar sin disimulos ni excusas mantiene firme la idea de que, en rigor de verdad, hay un drama previo, un dilema estructural que se agudizó con el virus chino, pero no es solamente esta reciente etapa dispar, entre la virtualidad y la ausencia en las aulas.
Aún se agrega otro condimento no menor: se ha hecho un relevamiento entre una determinada cantidad de chicos, de entre 12 y 16 años, para averiguar si logran captar los subtítulos de las películas habladas en inglés u otro idioma, en cines o dispositivos hogareños. El análisis resulta desalentador, puesto que la gran mayoría, expresa no alcanzar a leer en tiempo real los zócalos correspondientes, no por interferencias en la visión, sino por no saber leer de corrido.
El temido abandono del noble hábito de la cotidiana lectura, es una incómoda piedra puntiaguda en el calzado. Y no se notan visos de mejoría.
Como daño colateral, por otra parte, del virus coronado, se ha comprobado que alrededor de 600.000 alumnos en el territorio nacional y 200.000 en la Provincia de Buenos Aires, no retornaron a sus establecimientos educativos al abrirse la famosa y tardía presencialidad.
Un escándalo, sin objeciones de ninguna naturaleza. ¿Y ahora, quién carga con semejante cruz social? Porque, ¿alguien puede aseverarnos que tales pibas y pibes, volverán raudos a sus obligaciones escolares, al ser visitados por un docente o asistente social?
Una auténtica lástima que redobla la apuesta a constatar en qué sitio hemos colocado a la educación. Obvio, que ha descendido varios peldaños de cómo supo hallarse situada otrora.
Por Mario Delgado.-
Opinión
Te acostumbrás
Un amigo, un poco mayor que yo, me graficaba ayer que, en rigor de verdad, los argentinos nos vamos acomodando, nos adaptamos, con suma ductilidad, aunque refunfuñemos, a ciertas cuestiones demenciales que debieran sacarnos de quicio y movilizarnos de otra manera.
“Te acostumbrás”, me pontificó, despejando incluso con tal frase, cualquier sombra de duda que pudiera subsistir aún. No hay pena ni atropello que no se nos haya puesto de manifiesto, y, sin embargo, continuamos erguidos como sociedad y metidos cada quien en lo suyo.
La escasa atención que le brindamos a los sucesos del entorno, tal vez tenga mucho que ver con las instancias personales de cada sujeto. Las ocupaciones son cada vez más en base a que el dinero rinde menos.
Se naturaliza la opción del mayor esfuerzo y la gente dispuesta, sale en pos de ganarse el cada día más caro, pan vital. Una pequeña gran gragea, un botoncito de muestra que nos revuelve la panza, pero, reitero, no todavía como la contingencia requiere de un pueblo auténticamente agobiado y harto.
Los niveles de corrupción piramidal se elevan a la enésima potencia, revolean bolsos con dinero mal habido en conventos o cuentan plata afanada en sendos videos virales, y todo gira sin más que algún comentario atrevido, desafiando a la ya incorporada manía de soportar y sobrellevar el drama, las culpas de otros.
No se hace ni siquiera un necesario gasoducto y luego llegan los “verseros” de siempre, con excusas y mensajes altisonantes. Y los robadores de vacunas contra el Covid se pasean orondos, dando cátedras seguro, de cómo fomentar el buen turismo ahora que todo mundo acató órdenes salvadoras. Hipócritas impíos, exonerados por el poder, como un tal Firmenich o un viscoso Verbitsky. Falsedades convertidas en relatos presumiblemente verídicos, para entretener a la platea boquiabierta, que no despierta.
En tal contexto de locura y terror, no escasean los heridores del campo, los que nada saben del trabajo aguerrido de los productores chicos o medianos, y demonizan al sector, olvidando que de ahí emana el 65 % de lo que consume el argentino.
Y nos quedaría chico el espacio para ir citando con mayúsculas, si lo desean, los yerros y las tropelías de los poderosos que se apoltronan en sus sillones, bebiendo en copas de oro, el sudor de los humildes.
Ya probaron el sabor de dominar a una población encerrada y muerta de miedo e incertidumbre y van a ir por más perversidades. Porque no les importa subsanar las necesidades básicas, ni mejorar la calidad de vida del ser humano; sólo ansían llenar sus propias arcas, permanecer y ampliar la red de mantenidos por el Estado, que son los votantes cautivos, los temerosos que no se irán del redil por no perder sus planes sociales.
Mientras la inflación consume las billeteras y separa a familias enteras, ahorcadas y sin solución, al tiempo que la inseguridad y la droga incrementa su paso fuerte y mortal, se encienden los doble discursos, las linternitas de los jetones de ocasión, charlatanes de bar, sin programas efectivos para mutar tanta mugre.
Te acostumbrás, es cierto y penoso, a convivir con la putrefacción y contemplar sin esperanzas el panorama difuso del país que amás.
Por Mario Delgado.-