Connect with us

Opinión

Caída a pique

Published

on

Peldaños varios hemos descendido en esto de la convivencia cívica. Son los nostálgicos los que emulan, en una reunión familiar, aquellos hermosos viejos tiempos de las puertas abiertas en las casas y las bicis en las veredas sin atar. Añoranzas muy trémulas y dignas, por qué no de repasar, pero evidenciando eso sí, mis lectores del alma, una salvedad preponderante: la sustanciación de la cotidianeidad actual, ha virado 180 grados. Por Mario Delgado.

Los pliegues del vestido urbano han sido remozados. Nos podríamos jactar, sin pasar por arrogantes e ilusos, de formar parte de una camada generacional que vive de otra manera, en otro contexto. Las pruebas a las cuales remitirnos son variadas y consistentes, por supuesto.
Sin embargo y no obstante, un viento recio de negativismo ha ido impregnando, ha barnizado las mentes de cientos y cientos de seres humanos, vecinos nuestros por cierto, en esta comarca del centro provincial. Como una espasmódica y burlona contradicción del destino.
Se pone la primera y se arranca en determinados asuntos; pero, en sintonía temporal con tales loables y comprometidas acciones, algunos individuos se dedican a mover sombrías palancas que invitan al estancamiento o a una marginación demoníaca, aún imperceptible para ciertas personas.
El contrapeso más impactante que debe tener el mal, en sus multiplicadas facetas, llámense delincuencia, drogas ilícitas, violencia sin límites, abusos, violaciones y otras tropelías, es la inteligencia al servicio de lo honesto, de lo potable, en actitud firme y férrea de colisión con lo corruptible.
Un sujeto predispuesto desde su psiquis a comprender su situación social e individual, sabrá ubicarse y proceder en consecuencia, en cada instante de su devenir. Sus pasos no necesitarán ningún seguimiento de agentes externos, como por ejemplo, la policía, por la sencilla razón que no desliza su senda hacia ámbitos turbios.
Una mujer o un hombre con capacidad intelectual, no será en teoría hoja frágil arrasada por cualquier ideario subvertidor de esenciales valores. La caída a pique de la sociedad contemporánea, tiene que ver con tal ítem: cuanto menos sabe alguien, cuando menos se educa, más factible es que ingrese con docilidad a los campos del desastre. (Dejaremos para otro día, el estudio de los llamados “ladrones de guantes blancos” o “sinvergüenzas de traje”. También los hay; no olvidarse de esos inmundos renacuajos. Pero aquí nos centramos en esta nota en los otros bacilos).
Tal aseveración no es nueva y hay varias aristas para analizar de este tan valorable concepto. Para citar una punta sola del iceberg filosófico, recordemos al pensador Anaxágoras, que vivió entre los años 500 y 428 antes de Cristo. Era de Clazómenas, hoy Turquía, y se fue a Atenas donde desarrolló su tarea didáctica.
Este buen señor, introdujo la “semilla” en sus discípulos, de la preponderancia del pensamiento como un condimento básico en la vida de ellos, en la vida de cada quien. Porque pensar es discernir. Es la puerta que abre absolutamente todo, divorciando lo conveniente de lo inconveniente.
El hábitat que nos toca, procederá a brillar armónico y en orden, si la inteligencia es el parámetro a observar en la vecindad. Y la cifrada inteligencia nos llevará de la mano hacia una educación y un proyecto de superación personal permanente.
Cuando este cable de unión se pela o se corta, los chispazos se advierten. Hete aquí, mis amigos, un datito conmovedor: una gran mayoría de los presos que pueblan las cárceles bonaerenses, no han completado ni siquiera sus estudios primarios.
Parias de libros y de enseñanzas sublimes, se desvían miles de adolescentes, cual árboles sin sarmiento. Y Olavarría no es la excepción. Sólo basta ver lo que ya es una enfrascada batalla de “pandilleros” barriales, para mirarnos un tanto hacia adentro y solicitar correcciones en un plazo no demasiado prolongado.
Los futuros indeseables se nutren de bajos instintos, sin aulas ni padres protectores. Claro que es menester tomar cartas rápido. Porque, si en una escuela dilapidada, sin baños en condiciones, sin salones espaciosos, sin un comedor con salida de emergencia, sin arreglos en los techos, se dictan las horas de clase como se puede, casi estoicamente, desafiando cada jornada un novel tropiezo, ¿qué se ha de aguardar, al fin del curso lectivo?
Los docentes pondrán lo mejor de su vocación. Y tratarán con los auxiliares de llevar a buen puerto la enseñanza. Aunque un número estadístico contradiga, irrespetuoso, lo que se haga todo el año. Y el plus en el cuaderno de frías realidades explica que, de cada 50 alumnos que entran a estudiar, al cabo de los almanaques, egresarán la ínfima cantidad de 6 o 7. Alarmante semáforo que nos debiera hacer detener a meditar.
Por algo estamos como estamos: enrejados hasta los tuétanos y con temor. Las balas surcan los cielos con asiduidad en varios ángulos de esta entrañable ciudad. Los pibes se tirotean por dirimir territorialidades. Una cosa de locos, inimaginable por nuestros abuelos.
Se naturalizan los conflictos entre barrios, se tolera la pendencia, se la sufre en carne viva. Algunos tipos regresan de su laburo y han de darle dinero a vagos borrachines que se acodan en las esquinas a beber y a saciar su sed de vacío cósmico, sin nada por ofrecer a la existencia, sin un mero sentido.
Y están. Y son cada minuto más. Auténticas rémoras. Lacras. Producto, desde luego, de una carencia de inteligencia y educación. Son la clara sintomatología de la caída a pique. El símbolo del fracaso del Estado, de las familias, de decenas de artículos y versículos no respaldados. Desidia e hipocresía que fue calando la muralla social.
No es esquivando el bulto, como se salta del barro a tierra firme. No es sin inteligencia que se quita de en medio lo molesto.
Por Mario Delgado.-

Opinión

Lo bueno de tener prioridades

Tener prioridades es realmente óptimo: sugiere, entre otras cosas, que el individuo o los gobiernos de los tres niveles, poseen un criterio juicioso, y cuentan, además, con un proyecto de vida de largo alcance.

Published

on

Marcar las cuestiones a realizar o resolver con premura, habla bien y nos habilita a creer que hay una contemplación completa de la realidad, y, en base a tal visión, se planea un estricto núcleo de objetivos a cumplimentar. 

Marchar por la senda sin rumbo, sin norte ni guía, es mala o necia, al menos, señal. Por tal motivo se interpela siempre a cada quien, contar con una agenda al alcance de la diestra. Y activar los hilos en consecuencia, desde luego. 

A propósito, este pequeño marco introductorio pretende depositarnos, mis amigos, en un ítem crucial para la concreción individual y colectiva como ciudadanos plenos. Y, conviene por cierto mencionar, la imposibilidad de seguir guitarreando en esta temática que ofreceremos, y desprenderla lo antes posible, de fanatismos partidistas. Me refiero en concreto a la Educación nuestra, en esta nación gloriosa. 

Se ha difundido hace horas atrás un informe contundente por parte de la señora Ministra de Educación de CABA que sentencia con supina espontaneidad, los vericuetos de la niñez y adolescencia que no transitan por un camino elogiable en materia de aprendizaje, llegando a terminar la Primaria o estar en Tercer Año de la Secundaria y no saber leer y escribir sin yerros y tampoco poder comprender y explicar con palabras propias, un texto cualquiera. 

Tamaña deficiencia se ata, en cierta manera, al tiempo de parálisis escolar impreso por la pandemia y la sucesión de cuarentenas. Podríamos asimilar tal contingencia en mayor o menor talante; sin embargo las deducciones del informe van más allá del proceso frontal del Covid 19 y sus medidas aleatorias. El problema a aceptar sin disimulos ni excusas mantiene firme la idea de que, en rigor de verdad, hay un drama previo, un dilema estructural que se agudizó con el virus chino, pero no es solamente esta reciente etapa dispar, entre la virtualidad y la ausencia en las aulas. 

Aún se agrega otro condimento no menor: se ha hecho un relevamiento entre una determinada cantidad de chicos, de entre 12 y 16 años, para averiguar si logran captar los subtítulos de las películas habladas en inglés u otro idioma, en cines o dispositivos hogareños. El análisis resulta desalentador, puesto que la gran mayoría, expresa no alcanzar a leer en tiempo real los zócalos correspondientes, no por interferencias en la visión, sino por no saber leer de corrido. 

El temido abandono del noble hábito de la cotidiana lectura, es una incómoda piedra puntiaguda en el calzado. Y no se notan visos de mejoría. 

Como daño colateral, por otra parte, del virus coronado, se ha comprobado que alrededor de 600.000 alumnos en el territorio nacional y 200.000 en la Provincia de Buenos Aires, no retornaron a sus establecimientos educativos al abrirse la famosa y tardía presencialidad. 

Un escándalo, sin objeciones de ninguna naturaleza. ¿Y ahora, quién carga con semejante cruz social? Porque, ¿alguien puede aseverarnos que tales pibas y pibes, volverán raudos a sus obligaciones escolares, al ser visitados por un docente o asistente social?

Una auténtica lástima que redobla la apuesta a constatar en qué sitio hemos colocado a la educación. Obvio, que ha descendido varios peldaños de cómo supo hallarse situada otrora. 

Por Mario Delgado.-  

Continue Reading

Opinión

Te acostumbrás 

Un amigo, un poco mayor que yo, me graficaba ayer que, en rigor de verdad, los argentinos nos vamos acomodando, nos adaptamos, con suma ductilidad, aunque refunfuñemos, a ciertas cuestiones demenciales que debieran sacarnos de quicio y movilizarnos de otra manera. 

Published

on

“Te acostumbrás”, me pontificó, despejando incluso con tal frase, cualquier sombra de duda que pudiera subsistir aún. No hay pena ni atropello que no se nos haya puesto de manifiesto, y, sin embargo, continuamos erguidos como sociedad y metidos cada quien en lo suyo. 

La escasa atención que le brindamos a los sucesos del entorno, tal vez tenga mucho que ver con las instancias personales de cada sujeto. Las ocupaciones son cada vez más en base a que el dinero rinde menos. 

Se naturaliza la opción del mayor esfuerzo y la gente dispuesta, sale en pos de ganarse el cada día más caro, pan vital. Una pequeña gran gragea, un botoncito de muestra que nos revuelve la panza, pero, reitero, no todavía como la contingencia requiere de un pueblo auténticamente agobiado y harto. 

Los niveles de corrupción piramidal se elevan a la enésima potencia, revolean bolsos con dinero mal habido en conventos o cuentan plata afanada en sendos videos virales, y todo gira sin más que algún comentario atrevido, desafiando a la ya incorporada manía de soportar y sobrellevar el drama, las culpas de otros. 

No se hace ni siquiera un necesario gasoducto y luego llegan los “verseros” de siempre, con excusas y mensajes altisonantes. Y los robadores de vacunas contra el Covid se pasean orondos, dando cátedras seguro, de cómo fomentar el buen turismo ahora que todo mundo acató órdenes salvadoras. Hipócritas impíos, exonerados por el poder, como un tal Firmenich o un viscoso Verbitsky. Falsedades convertidas en relatos presumiblemente verídicos, para entretener a la platea boquiabierta, que no despierta.

En tal contexto de locura y terror, no escasean los heridores del campo, los que nada saben del trabajo aguerrido de los productores chicos o medianos, y demonizan al sector, olvidando que de ahí emana el 65 % de lo que consume el argentino. 

Y nos quedaría chico el espacio para ir citando con mayúsculas, si lo desean, los yerros y las tropelías de los poderosos que se apoltronan en sus sillones, bebiendo en copas de oro, el sudor de los humildes. 

Ya probaron el sabor de dominar a una población encerrada y muerta de miedo e incertidumbre y van a ir por más perversidades. Porque no les importa subsanar las necesidades básicas, ni mejorar la calidad de vida del ser humano; sólo ansían llenar sus propias arcas, permanecer y ampliar la red de mantenidos por el Estado, que son los votantes cautivos, los temerosos que no se irán del redil por no perder sus planes sociales. 

Mientras la inflación consume las billeteras y separa a familias enteras, ahorcadas y sin solución, al tiempo que la inseguridad y la droga incrementa su paso fuerte y mortal, se encienden los doble discursos, las linternitas de los jetones de ocasión, charlatanes de bar, sin programas efectivos para mutar tanta mugre. 

Te acostumbrás, es cierto y penoso, a convivir con la putrefacción y contemplar sin esperanzas el panorama difuso del país que amás. 

Por Mario Delgado.-   

  

Continue Reading
 Farmacias de turno en Olavarría Facultad de Derecho