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Opinión

La ingenuidad de creer en la inocencia hebrea

I.- El caso impactante del magnicidio del fiscal de la causa AMIA, doctor Alberto Nisman, ha ido despertando diversas cuestiones quizá dormidas, o tal vez un tanto ocultas o conocidas por un núcleo de gente muy selecto. Por Mario Delgado.

Las derivaciones exponenciales de la tragedia son variopintas, y no falta desde luego, mis amigos, la serie ininterrumpida de presunciones o desviaciones bien motivadas y expuestas desde las altas esferas del poder, sobre todo, y que repercuten en la pluma y las voces ondulantes de los medios ya coptados por Balcarce 50.

La intención es malévola e inequívoca a la vez: desviar la atención hacia parámetros inusuales y hacer que la sociedad interesada se interne en caminos enlodados. Entonces se coloca el bisturí en la vida privada del hombre muerto y no en su central trabajo y en su denuncia.

Y se lo ningunea, se lo bastardea y se lo ataca con vulgar cobardía, olvidando varios funcionarios, entre ellos la propia Presidente Cristina Fernández, que el hombre ya no puede defenderse por obvias y tristes razones. Mas, a éstos detractores no les preocupa tal situación y continúan con su arsenal de mendacidades disuasorias.

II: Ahora bien, amigos lectores, pensemos algo, dentro de la batería colateral de este peculiar e intrincado ítem. ¿Por qué un Gobierno kirchnerista, que ha demostrado con creces, ser un servil incondicional de los hebreos, ha virado tan sustancialmente su rumbo estratégico internacional?

Porque, natural y displicente, en más de una ocasión, los “K” se han arrodillado a los émulos del rey David, aceptando como real la visión y la versión de la cotidianeidad que adoptan los burdos sionistas.

Ya en sus albores del “modelo nacional y popular”, con don Néstor sentado en el sillón de primer magistrado, se empezaron a dar sobradas manifestaciones de apego a la causa judía. E intercambio de charlas con “popes” del país de los descendientes de Abraham.

Tal es la injerencia judía que ha pasado por lo filosófico y económico. Con total aptitud y aval de las autoridades nuestras. Aunque valdría considerar en algún instante genuino de reflexión, cual es la autenticidad o no de las bondades presuntas de Israel.

Por tal motivo, resulta oportuna la lectura de un volumen escrito por un israelí, lo cual le da verosimilitud incontrastable a lo que asienta en sus páginas. El libro se titula: “La mafia judía en la Argentina”, nada más y nada menos, y lo firma Fabián Spollonsky.

Nadie podría ni por asomo, alzar un dedo acusador de “antisemitismo” a este señor, que ha escudriñado las facetas de la intromisión sionista en estas áreas con paciente detenimiento, hurgando como topo, en las entrañas de negociados y corrupción que ostentan como protagonistas de fuste, a los supuestamente impolutos “Hijos de David”.

III.- En un estado de situaciones con ciertos cambios, se nos introduce luego de la llegada a Olivos de la ex senadora. De a poquito, ella fue mutando y dándole otra impronta a la cosa en sí. No obstante, y como lo ha hecho siempre, Israel se victimiza – lo hace muy bien – y soberbios en su andar, inscriben la imagen de que ellos son los santos del apocalipsis y el resto del mundo, los temerarios malvados que los anhelan aniquilar.

El plato está servido calentito. Para colmo, Irán no reconoce el archi famoso “Holocausto”. Y surge la ambivalencia oficial, como por arte de magia. La Argentina, Estado amigo, aliado de Israel, termina acordando un pacto con una nación diametralmente opuesta, o sea la República Islámica, la ex Persia.

Al cristinismo le ha de importar un bledo. Actúa por convicción de oportunismo, de pragmatismo de alta escuela. Vio la veta y se fue de frente contra todo y en aras de beneficiarse con un intercambio de petróleo por carnes y cereales. Con el aditamento de una unión de última hora con Rusia y China. Círculo que cierra de acuerdo, insistimos, a los planes del oficialismo argentino de turno.

Hete aquí la excusa propicia para generar cortinas de humo por doquier.  Mientras tanto, todavía no se adopta una tesitura clara de qué fue lo acaecido aquél 18 de enero en el edificio “Le Parc”. Al menos, no se divisa claridad por el lado de la voz oficial.

Por Mario Delgado.-

 Farmacias de turno en Olavarría Facultad de Derecho