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Opinión

Por las cámaras

De no haber sido por la divulgación de las imágenes de video de las cámaras de seguridad, es muy probable que hubiese quedado un crimen más impune en la República Argentina. Nos referimos al caso particular del asesinato absurdo, inescrutable de la chica de nacionalidad chilena que  estudiaba periodismo en la UBA, Nicole Sessarego Borquez.

La joven provenía de la “Universidad Playa Ancha” del país trasandino y, por medio de un intercambio cultural, obtuvo la posibilidad de completar su carrera en una nación foránea. Luego de meditar, eligió nuestro territorio.

Desgraciadamente la muerte cobarde y vil, la sorprendió casi al ingresar al edificio donde vivía, en calle Don Bosco 4109 del barrio de Almagro, el día 15 de julio del corriente año. Un sujeto la violentó y apuñaló once veces, cegando así la existencia de la mujer.

Las idas y venidas investigativas surgieron, introduciendo hipotéticos autores materiales del aberrante homicidio. Sin embargo, el correr frenético e inevitable de las semanas, no arrojaban evidencias claras sobre la auténtica identidad del homicida en cuestión. E inclusive algunos sospechosos que sonaron fuerte, quedaron desestimados por su probada inocencia y desvinculación con el acto demencial.

Ante esta circunstancia inquietante, la Justicia decide propalar a principios de noviembre, por los medios de comunicación (entre paréntesis, cada vez más convertidos en importantes e imprescindibles auxiliares de la mencionada justicia) el seguimiento referido por las cámaras, en el cual se divisa a la chiquita Nicole y a un individuo que camina, a ojos vista, detrás de ella.

Con movimientos estudiados al parecer, con un propósito ya definido en su psiquis, éste hombre joven también, la vigila de cerca y la termina ultimando como esbozábamos antes en el hall del edificio donde la chica permanecía hospedada con otros jóvenes estudiantes más.

No pasó un lapso prolongado de tiempo hasta que el asunto tomase un cariz increíble. Un señor y una joven llevan ante las puertas mismas de una Comisaría al presunto hacedor del horror. Ese hombre y esa jovencita son nada más y nada menos que el padre y una de las hermanas del matador de Nicole.

La pertinente observación de las imágenes expuestas por televisión, despejaron todo cono de duda. La niña primero y el progenitor después, cayeron en la cuenta de lo tremendo del caso. Hubo una resolución familiar, un coloquio desesperado y una idea única y concisa: entregar ante la ley a Lucas Azcona.

Los porqués no han sido revelados aún por el muchacho de 22 años de edad. Dicen las crónicas familiares que “Mili”, la hermana y Lucas, lloraron desconsoladamente cuando el homicida le confesó a ésta que fue él en verdad, el matador. Dicen además que Roberto, el papá, era muy apegado a sus hijos y que el mismísimo Lucas, lo quería y lo quiere con el alma.

Una cruz difícil de llevar. Un camino con dos vías de escape: o mandar urgente al pibe a la Provincia de Chaco con su madre, o entregarlo para que sea juzgado como corresponde por la falta gravísima presumiblemente cometida aquélla jornada invernal.

Esta especie de Asamblea familiar, con sumo dolor y resignación, votó por unanimidad por lo segundo. Y así procedieron. Bajó don Roberto y habló con los uniformados. “Mili” y su hermano, quedaron en el auto. Cuando el joven entendió fehacientemente el accionar y el motivo de su presencia allí, en la vereda de la Comisaría, exclamó: “Papá está haciendo lo correcto”.

Dos familias destruidas por completo y para siempre. Una chica con proyectos, con ansias de progresar que ya no regresará viva a Chile y un chico muerto en vida. Y sus afectos sin alcanzar a comprender por qué jaló ese maldito bisturí tantas veces.

Por donde viene el mal, es materia de análisis hoy de psicólogos y psiquiatras expertos. Qué se torció en el cerebro de este Lucas Azcona, para matar sin contemplación alguna. Más allá de toda la trama que conlleva aparejada esta incursión bestial, queda flotando en el aire una imponente impresión inobjetable: de no haber sido por la difusión del video, mis lectores amigos, todavía se hablaría de un crimen impune.

Por Mario Delgado.-

 Farmacias de turno en Olavarría Facultad de Derecho