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Opinión

Mover los hilos

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El barrio 12 de Octubre abarca la franja compuesta por las arterias Colón, Alberdi, Rufino Fal y Calle 11 y se halla, a esta altura de las circunstancias, bastante convulsionado. Dicha ebullición correspondería, según hemos podido indagar, queridos lectores, a una instancia primordialmente política que, es evidente, ha entrado en un cono de oposición a la actual conducción de la Sociedad de Fomento del sector. Por Mario Delgado.

Gritar hasta desaforarse que no hay asfalto por esa zona, y que los años se suceden sin respuesta desde Rivadavia 2801, con relación a los pedidos puntuales al respecto, es una contundente verdad que se puede visualizar con solo recorrer un tanto la vecindad, sobre todo claro, los días de lluvia.

Los padecimientos de la gente son contundentes. Quien nunca ha vivido tales pesares, no tiene la menor idea de lo que significa tener que hacer malabares para entrar o salir de casa. Solamente la experiencia práctica da las correspondientes nociones para esbozar comentarios certeros. El conocimiento otorga autoridad para hablar y discernir.

Desde la sede fomentista se han acompañado varios petitorios en otras ocasiones. Hasta que en un instante dado, los dirigentes con basta actuación en las lides, entendieron que era menester esperar, aguardando los tiempos del Municipio.

Los líderes de la Comisión Directiva, o al menos un par de ellos, los más avezados quizá, se hallan al decir de las voces disidentes, muy al amparo de los cronogramas municipales, los cuales da la impresión, no cuentan entre sus prioridades de asfalto al 12 de 0ctubre.

Entonces la olla a presión hirvió. Porque colisionaron las dos formas de interpretar las cosas. La paciencia expuesta de algunos referentes, no fue aceptada con idéntica magnitud por un alud de vecinos que, impetuosos y hartos en apariencia, salen a la esquina de Calle 13 e Hipólito Yrigoyen a expresar con lujo de detalles su disconformidad a ultranza.

No son pocos los que miran con ojos de celos y envidia a sus pares de otros lares, quienes han observado o lo hacen actualmente, el desplazamiento continuo de los trabajadores y las máquinas que construyen la bendita cinta asfáltica, adorada como una deidad protectora y benéfica al sumo.

Y el cerebro se dispara a full. Y no faltará tampoco el “quema coco”, instigador de turno, que recorre las casas prorrumpiendo con ideas de punta de lanza. Y la ensalada se condimenta, mis amigos, con ingredientes naturales y válidos con los demás anexos que generan a la sazón un combo de proporciones aún desconocidas. El manso muta en brioso corcel.

La tristeza que en esta hora presente provoca no poseer un servicio esencial como el asfaltado de las calles, una hora de modernidad, de crecimiento, de obras que se promocionan y se pueden ubicar en el mapa, es casi productora de lágrimas, insistimos. Nadie debiera, desde ninguna esfera del Gobierno local, desdeñar esta necesidad de ingresar a una calidad de vida renovada.

Esto claro si se quiere pergeñar una Olavarría única, no diversificada, lejos de discriminaciones o de abandonos adrede. Una comarca en serio, donde no hayan dos clases de pobladores o más incluso. Una conjunción auténtica que cobije a todos y a cada uno de quienes cumplen con sus deberes, abonando las tasas y los impuestos.

Volviendo al 12 de Octubre, es probable que alguien percibiese que era imperativo atacar y no ceder a las dialécticas de los más curtidos. Las chispas encienden un profuso fuego. Y los latigazos se bifurcan, rozando a diestra y siniestra.

Hete aquí una concatenación por ordenar, sin prolijidad, de vociferaciones citadas en base a una decisión tomada por un sector barrial. Las ovejas suelen ser llevadas con mansedumbre a un destino obscuro. ¿Saben acaso todos los vecinos cuál es el puerto al que irán a encallar la barca, en medio de la tempestad?

En la montonera la confusión hace de las suyas y obnubila más de lo común. Porque el peso de la muchedumbre envalentona y afloran así, viejos y noveles proyectos y ambiciones. El drama es situarse en consciencia, con la cabeza fría y recoger el trigo, separándolo de la maleza.

Porque es una lástima que, en el ruido incesante, se divague en demasía y se eche tierra sobre quien vive todavía. Preferible que se abra el arcón y se muestre el contenido. Que los balances y los números helados e impávidos, digan sin intimidarse lo que saben a ciencia cabal.

La tromba arremete y llama urgente a una reunión cumbre para este viernes 14 a las 19 horas en el mismo reducto popular. No estamos ante una instancia de pedir tiempo muerto. No es lógico tirar la toalla. Es, por el contrario, una oportunidad de parar la pelota y poner blanco sobre negro.

Que la calma triunfe no obstante. Que los que tienen voz y voto, no cierren los grifos, sino que escuchen y hablen. Pero que la luz sea potente, aunque sin encandilar. Si hubo irregularidades, si hubo desidia, si no se actuó en concordancia con lo juramentado, en la institución fomentista, que se revea el círculo y se encarrile el tren nuevamente, con los efectores de la Federación y del Palacio San Martín que tengan intervención legal.

“Votan muy pocos socios”, sentencia la vereda de enfrente. Analizar las causas de por qué solamente 40 personas estén inscriptas en el Registro en la actualidad, no será labor ardua. Mas es un hecho que no merece seguir oculto.

¿Será porque la vecindad no anhela asociarse? ¿O no quieren quedar sumergidos en algo que no aman ni sienten cercano? ¿O la Comisión en ciernes, no hace nada en aras de sumar voluntades? Develar la incógnita, despejar “x”.

Y sentarse en un claro, a la sombra del raciocinio y barajar las cartas con imparcialidad. Las aristas de la pirámide son varias y variadas, como se aprecia. El tema es no tambalear, no ser timoratos. La cordura no va a saludar lo más campante. Habrá que invitarla a la asamblea. Los que presionan atarán los dos cabos: el pedido de renuncia a la señora Presidente de la Sociedad de Fomento, no hay que descartarlo, por un lado, como elemento primordial de reinvención del barrio, que pasaría de prosperar tal moción, a manos de gente que no comulga para nada con José María Eseverri. Y en el segundo round, se gesticulará sobre el asfalto y qué hacer de acá en adelante.

Aunque los artilugios leguleyos no le den la derecha tan prontamente a los opositores, cualquier dilación propinada en la conducción fomentista, se leerá cual epopéyica victoria y centrará el debate en ir por el endurecimiento de las solicitudes a la Comuna.

Por Mario Delgado.-

Opinión

Lo bueno de tener prioridades

Tener prioridades es realmente óptimo: sugiere, entre otras cosas, que el individuo o los gobiernos de los tres niveles, poseen un criterio juicioso, y cuentan, además, con un proyecto de vida de largo alcance.

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Marcar las cuestiones a realizar o resolver con premura, habla bien y nos habilita a creer que hay una contemplación completa de la realidad, y, en base a tal visión, se planea un estricto núcleo de objetivos a cumplimentar. 

Marchar por la senda sin rumbo, sin norte ni guía, es mala o necia, al menos, señal. Por tal motivo se interpela siempre a cada quien, contar con una agenda al alcance de la diestra. Y activar los hilos en consecuencia, desde luego. 

A propósito, este pequeño marco introductorio pretende depositarnos, mis amigos, en un ítem crucial para la concreción individual y colectiva como ciudadanos plenos. Y, conviene por cierto mencionar, la imposibilidad de seguir guitarreando en esta temática que ofreceremos, y desprenderla lo antes posible, de fanatismos partidistas. Me refiero en concreto a la Educación nuestra, en esta nación gloriosa. 

Se ha difundido hace horas atrás un informe contundente por parte de la señora Ministra de Educación de CABA que sentencia con supina espontaneidad, los vericuetos de la niñez y adolescencia que no transitan por un camino elogiable en materia de aprendizaje, llegando a terminar la Primaria o estar en Tercer Año de la Secundaria y no saber leer y escribir sin yerros y tampoco poder comprender y explicar con palabras propias, un texto cualquiera. 

Tamaña deficiencia se ata, en cierta manera, al tiempo de parálisis escolar impreso por la pandemia y la sucesión de cuarentenas. Podríamos asimilar tal contingencia en mayor o menor talante; sin embargo las deducciones del informe van más allá del proceso frontal del Covid 19 y sus medidas aleatorias. El problema a aceptar sin disimulos ni excusas mantiene firme la idea de que, en rigor de verdad, hay un drama previo, un dilema estructural que se agudizó con el virus chino, pero no es solamente esta reciente etapa dispar, entre la virtualidad y la ausencia en las aulas. 

Aún se agrega otro condimento no menor: se ha hecho un relevamiento entre una determinada cantidad de chicos, de entre 12 y 16 años, para averiguar si logran captar los subtítulos de las películas habladas en inglés u otro idioma, en cines o dispositivos hogareños. El análisis resulta desalentador, puesto que la gran mayoría, expresa no alcanzar a leer en tiempo real los zócalos correspondientes, no por interferencias en la visión, sino por no saber leer de corrido. 

El temido abandono del noble hábito de la cotidiana lectura, es una incómoda piedra puntiaguda en el calzado. Y no se notan visos de mejoría. 

Como daño colateral, por otra parte, del virus coronado, se ha comprobado que alrededor de 600.000 alumnos en el territorio nacional y 200.000 en la Provincia de Buenos Aires, no retornaron a sus establecimientos educativos al abrirse la famosa y tardía presencialidad. 

Un escándalo, sin objeciones de ninguna naturaleza. ¿Y ahora, quién carga con semejante cruz social? Porque, ¿alguien puede aseverarnos que tales pibas y pibes, volverán raudos a sus obligaciones escolares, al ser visitados por un docente o asistente social?

Una auténtica lástima que redobla la apuesta a constatar en qué sitio hemos colocado a la educación. Obvio, que ha descendido varios peldaños de cómo supo hallarse situada otrora. 

Por Mario Delgado.-  

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Opinión

Te acostumbrás 

Un amigo, un poco mayor que yo, me graficaba ayer que, en rigor de verdad, los argentinos nos vamos acomodando, nos adaptamos, con suma ductilidad, aunque refunfuñemos, a ciertas cuestiones demenciales que debieran sacarnos de quicio y movilizarnos de otra manera. 

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“Te acostumbrás”, me pontificó, despejando incluso con tal frase, cualquier sombra de duda que pudiera subsistir aún. No hay pena ni atropello que no se nos haya puesto de manifiesto, y, sin embargo, continuamos erguidos como sociedad y metidos cada quien en lo suyo. 

La escasa atención que le brindamos a los sucesos del entorno, tal vez tenga mucho que ver con las instancias personales de cada sujeto. Las ocupaciones son cada vez más en base a que el dinero rinde menos. 

Se naturaliza la opción del mayor esfuerzo y la gente dispuesta, sale en pos de ganarse el cada día más caro, pan vital. Una pequeña gran gragea, un botoncito de muestra que nos revuelve la panza, pero, reitero, no todavía como la contingencia requiere de un pueblo auténticamente agobiado y harto. 

Los niveles de corrupción piramidal se elevan a la enésima potencia, revolean bolsos con dinero mal habido en conventos o cuentan plata afanada en sendos videos virales, y todo gira sin más que algún comentario atrevido, desafiando a la ya incorporada manía de soportar y sobrellevar el drama, las culpas de otros. 

No se hace ni siquiera un necesario gasoducto y luego llegan los “verseros” de siempre, con excusas y mensajes altisonantes. Y los robadores de vacunas contra el Covid se pasean orondos, dando cátedras seguro, de cómo fomentar el buen turismo ahora que todo mundo acató órdenes salvadoras. Hipócritas impíos, exonerados por el poder, como un tal Firmenich o un viscoso Verbitsky. Falsedades convertidas en relatos presumiblemente verídicos, para entretener a la platea boquiabierta, que no despierta.

En tal contexto de locura y terror, no escasean los heridores del campo, los que nada saben del trabajo aguerrido de los productores chicos o medianos, y demonizan al sector, olvidando que de ahí emana el 65 % de lo que consume el argentino. 

Y nos quedaría chico el espacio para ir citando con mayúsculas, si lo desean, los yerros y las tropelías de los poderosos que se apoltronan en sus sillones, bebiendo en copas de oro, el sudor de los humildes. 

Ya probaron el sabor de dominar a una población encerrada y muerta de miedo e incertidumbre y van a ir por más perversidades. Porque no les importa subsanar las necesidades básicas, ni mejorar la calidad de vida del ser humano; sólo ansían llenar sus propias arcas, permanecer y ampliar la red de mantenidos por el Estado, que son los votantes cautivos, los temerosos que no se irán del redil por no perder sus planes sociales. 

Mientras la inflación consume las billeteras y separa a familias enteras, ahorcadas y sin solución, al tiempo que la inseguridad y la droga incrementa su paso fuerte y mortal, se encienden los doble discursos, las linternitas de los jetones de ocasión, charlatanes de bar, sin programas efectivos para mutar tanta mugre. 

Te acostumbrás, es cierto y penoso, a convivir con la putrefacción y contemplar sin esperanzas el panorama difuso del país que amás. 

Por Mario Delgado.-   

  

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 Farmacias de turno en Olavarría Facultad de Derecho