Opinión
Humo y caudal de votos
A un año exacto de las elecciones generales de 2015, Casa Rosada ensaya dos mecanismos propendiendo a mantener su cuota firme de poder. Pone a todo ritmo a funcionar la “máquina de humo”, elemento básico y primordial del Gobierno populista kirchnerista, encendiendo aún más cada jornada, mis amigos, la llama insidiosa del famoso “relato”. Y, al unísono desarrolla toda una estrategia poniendo énfasis en ese porcentaje de un tercio de la población que estaría, según las encuestas, a pie juntillas con el Gobierno de Cristina Fernández. Por Mario Delgado.
El procedimiento de cubrir lo más posible con denso humo, ustedes saben que no es novedad, sino por el contrario, un excelso brazo al que recurrir para disipar dudas y distraer la atención de la gente. El influjo persuasivo del humo es ponderable, por cierto.
Los objetivos de tal acción pueden ser varios, pero tal vez, y solo tal vez, la idea fuerza sea ir ganando suficiente tiempo como para dejar preparado el escenario futuro de impunidades a troche y moche.
A nadie se le escapa la cuestión vergonzante de la extrema corrupción en la que está sumido Olivos, con toda una linda sarta de aliados tan o más sinvergüenzas que ellos. Ante la perspectiva de un cambio, de una renovación gubernamental, es obvio que los preparativos apunten a intentar limpiar la mesa de restos de comida.
Evitar juzgamientos futuros incómodos, que rozarían a actuales “popes” y por qué no mis lectores, a la mismísima ex senadora. La cantidad de causas es bastante preocupante y por esa razón han salido a relucir a la superficie, los inmensos deseos presidenciales de reformar Códigos.
La garantía de no ser tocados, ni siquiera llamados a declarar en un porvenir no muy distante, lleva aparejada, cual rémora, otra compañera: la codicia que se mantendría incólume después de la entrega del bastón de mando.
La Ley de Hidrocarburos pone el dedo en la llaga. Solamente hay que mirar con los ojos de la imparcialidad un instante al menos. Los entendidos hablan loas de Vaca Muerta y lo que tal sitio representará en el campo energético para las décadas que se avecinan.
No es un dato para soslayar la implicancia de su explotación. Sobre todo si advertimos la posible injerencia de YPF y el sureño Lázaro Báez, quienes poseen el 49 % de las acciones. Por este predicamento, cualquier observador deducirá en breves secuencias de análisis, qué se procura con este paquete legislativo aprobado con urgencia increíble, o sea, mantener cerquita la “manija” que hoy se tiene desde Balcarce 50.
La Ley no es la panacea. En todo caso es un ingrediente sumado a los tantos del cristinismo puro. En un contexto de descalabro y siendo un país que ha virado el timón, pasando de exportar a importar energía, no podemos “tragarnos” el verso oficialista tan fácilmente. Para muestra, basta un botón.
15 mil millones de pesos al año salen del Tesoro Nacional para recibir energía de otras latitudes, por fuera de nuestras fronteras. Un auténtico despropósito que nadie hubiese imaginado 10 años atrás. Mas la realidad nos pega donde duele, es inevitable.
El humo ya nos molesta la visión y la Primera Dama, busca avales con sus mohines para dar rienda suelta a la mutación del Código Procesal Penal. Excelsa cortinita, por supuesto. Todo el universo comprende que es un tiro por elevación. Y que se irá deshilachando el ruedo antes de llegar a la fiesta.
Pero instala la controversia y hace que los expertos se expidan. De paso, deja Olivos algunos “cascotes” linderos al Grupo Clarín, así le continúan arrojando piedritas los militantes camporistas, y haciendo eje en un aspecto del “relato”: el diablo es pariente de Magnetto por ende hay que destruirlo.
¿Quién se acuerda que el matrimonio Kirchner, comió alguna ocasión con el “capo” clarinetista? Ya esa historia es vieja. La canción de Joan Serrat esboza: “Niño, deja de joder con la pelota”. Un kirchnerista a ultranza, diría: “Niño, deja de joder con eso de tener memoria”.
Otro golpe de manivela a la maquinita infernal de humo negro, y como un fantasma sin coherencia, surge de la espontaneidad, de la nada, la denominada “Argentina Digital”, un engendro deforme y maltrecho, que cuenta con un cimiento casi único: beneficiar a las telefónicas, más que nada a Telefónica de Argentina, que por la sanción de la “Ley de Medios”, no podía inscribirse como licenciataria de un canal, como Telefe por ejemplo.
El palo no pega a todos por igual, señores míos. Se embarra a “Clarín” pero no se contemplan las contradicciones en las que incurre este mamarracho de Ley Digital. Una demencia e incongruencia que revela el grado de asfixia que provoca el humo del Poder Ejecutivo, en ellos mismos, en los mentores; lamentable es reconocerlo.
“Clarín” había comenzado la adecuación y los bombos suenan ahora con la música de la Telefónica. ¿Qué tal te va?
En este cuadro de situación tan canallesco y payasesco, el cartero toca el timbre de la Casa de Gobierno con buenas nuevas: daría la impresión que un tercio de los argentinos, abraza la causa cristinista y no se prevé que la abandone todavía.
Atrayente cifra, sin dudas. Las cajas del Estado se han ido quedando con “chirolas” nomás, pero para planes y subsidios tendrá que haber o se arma el “bardo” antes de tiempo. El hilo conductor de las adhesiones al Gobierno, visualiza dos puntas: una, la gente que percibe un dinerillo estatal y tiembla con la factibilidad de un quiebre, tanto de los planes como de los militantes a sueldo; y dos, aquellos que con sinceridad adscriben al proyecto de la Presidente. Y están en todo su derecho, desde luego en hacerlo.
El miedo de Cristina Fernández a ver reducido su espacio de poder es tremendo. Por eso fogonea con nerviosa voz a quienes le cargan la dosis de humo a la máquina. Ésta trabaja exigida al sumo. Hasta hoy Cristina lidera las riendas. No obstante habrá que aguardar porque en poco tiempo, los vientos soplarán en favor de otro referente de fuste, y entonces la tropa se dispersará como si tal cosa. Sin saludar, sin prejuicios ni nociones de lealtad dejarán la barca. Se inclinarán raudos ante este novel baluarte y se rasgarán las vestiduras exclamando: “siempre estuvimos contigo”.
Cuando ese día se presente, hostil para Cristina, alguien en Balcarce 50, no sabrá que corno hacer con la máquina de humo que otrora prestara tantos servicios.
Por Mario Delgado.-
Opinión
Lo bueno de tener prioridades
Tener prioridades es realmente óptimo: sugiere, entre otras cosas, que el individuo o los gobiernos de los tres niveles, poseen un criterio juicioso, y cuentan, además, con un proyecto de vida de largo alcance.
Marcar las cuestiones a realizar o resolver con premura, habla bien y nos habilita a creer que hay una contemplación completa de la realidad, y, en base a tal visión, se planea un estricto núcleo de objetivos a cumplimentar.
Marchar por la senda sin rumbo, sin norte ni guía, es mala o necia, al menos, señal. Por tal motivo se interpela siempre a cada quien, contar con una agenda al alcance de la diestra. Y activar los hilos en consecuencia, desde luego.
A propósito, este pequeño marco introductorio pretende depositarnos, mis amigos, en un ítem crucial para la concreción individual y colectiva como ciudadanos plenos. Y, conviene por cierto mencionar, la imposibilidad de seguir guitarreando en esta temática que ofreceremos, y desprenderla lo antes posible, de fanatismos partidistas. Me refiero en concreto a la Educación nuestra, en esta nación gloriosa.
Se ha difundido hace horas atrás un informe contundente por parte de la señora Ministra de Educación de CABA que sentencia con supina espontaneidad, los vericuetos de la niñez y adolescencia que no transitan por un camino elogiable en materia de aprendizaje, llegando a terminar la Primaria o estar en Tercer Año de la Secundaria y no saber leer y escribir sin yerros y tampoco poder comprender y explicar con palabras propias, un texto cualquiera.
Tamaña deficiencia se ata, en cierta manera, al tiempo de parálisis escolar impreso por la pandemia y la sucesión de cuarentenas. Podríamos asimilar tal contingencia en mayor o menor talante; sin embargo las deducciones del informe van más allá del proceso frontal del Covid 19 y sus medidas aleatorias. El problema a aceptar sin disimulos ni excusas mantiene firme la idea de que, en rigor de verdad, hay un drama previo, un dilema estructural que se agudizó con el virus chino, pero no es solamente esta reciente etapa dispar, entre la virtualidad y la ausencia en las aulas.
Aún se agrega otro condimento no menor: se ha hecho un relevamiento entre una determinada cantidad de chicos, de entre 12 y 16 años, para averiguar si logran captar los subtítulos de las películas habladas en inglés u otro idioma, en cines o dispositivos hogareños. El análisis resulta desalentador, puesto que la gran mayoría, expresa no alcanzar a leer en tiempo real los zócalos correspondientes, no por interferencias en la visión, sino por no saber leer de corrido.
El temido abandono del noble hábito de la cotidiana lectura, es una incómoda piedra puntiaguda en el calzado. Y no se notan visos de mejoría.
Como daño colateral, por otra parte, del virus coronado, se ha comprobado que alrededor de 600.000 alumnos en el territorio nacional y 200.000 en la Provincia de Buenos Aires, no retornaron a sus establecimientos educativos al abrirse la famosa y tardía presencialidad.
Un escándalo, sin objeciones de ninguna naturaleza. ¿Y ahora, quién carga con semejante cruz social? Porque, ¿alguien puede aseverarnos que tales pibas y pibes, volverán raudos a sus obligaciones escolares, al ser visitados por un docente o asistente social?
Una auténtica lástima que redobla la apuesta a constatar en qué sitio hemos colocado a la educación. Obvio, que ha descendido varios peldaños de cómo supo hallarse situada otrora.
Por Mario Delgado.-
Opinión
Te acostumbrás
Un amigo, un poco mayor que yo, me graficaba ayer que, en rigor de verdad, los argentinos nos vamos acomodando, nos adaptamos, con suma ductilidad, aunque refunfuñemos, a ciertas cuestiones demenciales que debieran sacarnos de quicio y movilizarnos de otra manera.
“Te acostumbrás”, me pontificó, despejando incluso con tal frase, cualquier sombra de duda que pudiera subsistir aún. No hay pena ni atropello que no se nos haya puesto de manifiesto, y, sin embargo, continuamos erguidos como sociedad y metidos cada quien en lo suyo.
La escasa atención que le brindamos a los sucesos del entorno, tal vez tenga mucho que ver con las instancias personales de cada sujeto. Las ocupaciones son cada vez más en base a que el dinero rinde menos.
Se naturaliza la opción del mayor esfuerzo y la gente dispuesta, sale en pos de ganarse el cada día más caro, pan vital. Una pequeña gran gragea, un botoncito de muestra que nos revuelve la panza, pero, reitero, no todavía como la contingencia requiere de un pueblo auténticamente agobiado y harto.
Los niveles de corrupción piramidal se elevan a la enésima potencia, revolean bolsos con dinero mal habido en conventos o cuentan plata afanada en sendos videos virales, y todo gira sin más que algún comentario atrevido, desafiando a la ya incorporada manía de soportar y sobrellevar el drama, las culpas de otros.
No se hace ni siquiera un necesario gasoducto y luego llegan los “verseros” de siempre, con excusas y mensajes altisonantes. Y los robadores de vacunas contra el Covid se pasean orondos, dando cátedras seguro, de cómo fomentar el buen turismo ahora que todo mundo acató órdenes salvadoras. Hipócritas impíos, exonerados por el poder, como un tal Firmenich o un viscoso Verbitsky. Falsedades convertidas en relatos presumiblemente verídicos, para entretener a la platea boquiabierta, que no despierta.
En tal contexto de locura y terror, no escasean los heridores del campo, los que nada saben del trabajo aguerrido de los productores chicos o medianos, y demonizan al sector, olvidando que de ahí emana el 65 % de lo que consume el argentino.
Y nos quedaría chico el espacio para ir citando con mayúsculas, si lo desean, los yerros y las tropelías de los poderosos que se apoltronan en sus sillones, bebiendo en copas de oro, el sudor de los humildes.
Ya probaron el sabor de dominar a una población encerrada y muerta de miedo e incertidumbre y van a ir por más perversidades. Porque no les importa subsanar las necesidades básicas, ni mejorar la calidad de vida del ser humano; sólo ansían llenar sus propias arcas, permanecer y ampliar la red de mantenidos por el Estado, que son los votantes cautivos, los temerosos que no se irán del redil por no perder sus planes sociales.
Mientras la inflación consume las billeteras y separa a familias enteras, ahorcadas y sin solución, al tiempo que la inseguridad y la droga incrementa su paso fuerte y mortal, se encienden los doble discursos, las linternitas de los jetones de ocasión, charlatanes de bar, sin programas efectivos para mutar tanta mugre.
Te acostumbrás, es cierto y penoso, a convivir con la putrefacción y contemplar sin esperanzas el panorama difuso del país que amás.
Por Mario Delgado.-