Opinión
Entre las casas y las chicanas
Si Presidencia no hubiese considerado agotado el debate, dándole un corte luego de buen tiempo de discusiones, quizá todavía estaríamos en el HCD. Porque la temática era y es álgida, sin dudas, e interesante, puesto que la cuestión de la escasez de casas en el distrito, resulta harto sabida.
Una docena de familias del sector fideero precisamente, son las que están involucradas en la cuestión particular que se analizó anoche, en la Sexta Sesión del Período Ordinario del Deliberativo vernáculo.
Los lotes de esta gente, cuentan al día de hoy, mis amigos lectores, con una tenencia precaria que lógicamente les da a los futuros propietarios un poco de tranquilidad. Sin embargo, un compromiso asumido hace poco por el señor Sub Administrador del Instituto de la Vivienda de la Provincia, doctor José González Hueso, de que su área se haría cargo de manejar las tramitaciones inherentes, puso el barco en movimiento y gestó en la tarde del miércoles 8, un encendido choque de posturas, con caracteres político – partidarios en primera plana e hizo ver que las elecciones se avecinan a PASO agigantado.
El quid básico de los enfrentamientos discursivos de la víspera, resulta algo ambiguo, no obstante. Los terrenos fueron solicitados en el 2012 por 12 familias fideeras. Yendo al grano, el oficialismo habló ayer usando la voz de Einar Iguerategui. Dijo que es primordial intención de su espacio que el organismo bonaerense de viviendas, done los lotes al gremio fideero y que allí se construyan las propiedades.
Mencionó reuniones con los adjudicatarios e incluso una pequeña merma en el número original de postulantes. Y dejó flotar en el aire del salón céntrico un extraño tufillo, al deslizar como al descuido que aún no ha acudido a la cita con los ediles el ex precandidato a intendente González Hueso.
Los murmullos se empezaron a notar y Einar, captando tal actitud, lanzó un misil: pidió el regreso a Comisión del expediente. Mientras, todos esperarían ansiosos al Sub Administrador en la sede legislativa de Alsina y San Martín.
Inmerso en un espíritu protector del funcionario provincial, Guillermo Santellán, PJ, requirió de sus pares, la aprobación sin más dilaciones de la propuesta. Atento claro a que González Hueso vendrá, tal cual lo anunciara.
Saúl Bajamón, FpV, terció en el ya caliente hierro, proponiendo una especie de “tercera pata”, o sea ganar un intervalo para dialogar nuevamente con los vecinos constructores. Se proyectó una nueva sombra sobre el lugar. Hubo sillones incómodos balanceándose.
El arquitecto Ernesto Cladera, UCR, expresó que los terrenos en rigor de verdad, ya poseían su dueño, así que no veía con malos ojos la vuelta a Comisión del ítem tan controversial. Hete aquí que Santellán volvió a la carga, sentenciando que había un plazo de obra de seis meses dispuesto, por lo cual lo urgente era dar el “sí” y no detenerse en menudencias. Y subrayó: “Si no se cumplen los plazos, veremos qué pasa”.
Acto seguido, blandió el micrófono Iguerategui otra vez y en esta ocasión acusó a su colega Santellán de no concurrir a reuniones de Comisión. Las burbujas hervían en la tarde. El profesor Julio Pibuel, del PJ, contestó aclarando que era él y no Santellán quien debía acudir a determinada Comisión interna del Cuerpo. Dejó caer además una bomba: a su criterio, ya se había decidido en Labor Parlamentaria, dar el tinte aprobatorio, independientemente de la llegada o no de don Gervasio.
Otra chicana más que se observó. Juan Sánchez, pejotista, se enojó con Einar y luego también con Gerardo Ripoll, del vértice eseverrista. Las ramas chamuscadas por el fuego ardían pero Eduardo Rodríguez, Presidente del HCD, dio por tierra con las firmes ganas de ponerle más calor al sitio con las idas y vueltas de un asunto que mostró con creces, insistimos, los tiempos electivos próximos.
“Fin” dijo don Eduardo y a votar, mis niños. La mayoría optó porque el expediente volviese a la Comisión de Legislación y hasta en el detalle de las manos en alto, se divisó ciertas divergencias intestinas. Por citar un ejemplo mínimo, el concejal Federico Aguilera, compañero de bloque de Bajamón, no votó idénticamente que su “cumpa”.
Por Mario Delgado.-
Opinión
Lo bueno de tener prioridades
Tener prioridades es realmente óptimo: sugiere, entre otras cosas, que el individuo o los gobiernos de los tres niveles, poseen un criterio juicioso, y cuentan, además, con un proyecto de vida de largo alcance.
Marcar las cuestiones a realizar o resolver con premura, habla bien y nos habilita a creer que hay una contemplación completa de la realidad, y, en base a tal visión, se planea un estricto núcleo de objetivos a cumplimentar.
Marchar por la senda sin rumbo, sin norte ni guía, es mala o necia, al menos, señal. Por tal motivo se interpela siempre a cada quien, contar con una agenda al alcance de la diestra. Y activar los hilos en consecuencia, desde luego.
A propósito, este pequeño marco introductorio pretende depositarnos, mis amigos, en un ítem crucial para la concreción individual y colectiva como ciudadanos plenos. Y, conviene por cierto mencionar, la imposibilidad de seguir guitarreando en esta temática que ofreceremos, y desprenderla lo antes posible, de fanatismos partidistas. Me refiero en concreto a la Educación nuestra, en esta nación gloriosa.
Se ha difundido hace horas atrás un informe contundente por parte de la señora Ministra de Educación de CABA que sentencia con supina espontaneidad, los vericuetos de la niñez y adolescencia que no transitan por un camino elogiable en materia de aprendizaje, llegando a terminar la Primaria o estar en Tercer Año de la Secundaria y no saber leer y escribir sin yerros y tampoco poder comprender y explicar con palabras propias, un texto cualquiera.
Tamaña deficiencia se ata, en cierta manera, al tiempo de parálisis escolar impreso por la pandemia y la sucesión de cuarentenas. Podríamos asimilar tal contingencia en mayor o menor talante; sin embargo las deducciones del informe van más allá del proceso frontal del Covid 19 y sus medidas aleatorias. El problema a aceptar sin disimulos ni excusas mantiene firme la idea de que, en rigor de verdad, hay un drama previo, un dilema estructural que se agudizó con el virus chino, pero no es solamente esta reciente etapa dispar, entre la virtualidad y la ausencia en las aulas.
Aún se agrega otro condimento no menor: se ha hecho un relevamiento entre una determinada cantidad de chicos, de entre 12 y 16 años, para averiguar si logran captar los subtítulos de las películas habladas en inglés u otro idioma, en cines o dispositivos hogareños. El análisis resulta desalentador, puesto que la gran mayoría, expresa no alcanzar a leer en tiempo real los zócalos correspondientes, no por interferencias en la visión, sino por no saber leer de corrido.
El temido abandono del noble hábito de la cotidiana lectura, es una incómoda piedra puntiaguda en el calzado. Y no se notan visos de mejoría.
Como daño colateral, por otra parte, del virus coronado, se ha comprobado que alrededor de 600.000 alumnos en el territorio nacional y 200.000 en la Provincia de Buenos Aires, no retornaron a sus establecimientos educativos al abrirse la famosa y tardía presencialidad.
Un escándalo, sin objeciones de ninguna naturaleza. ¿Y ahora, quién carga con semejante cruz social? Porque, ¿alguien puede aseverarnos que tales pibas y pibes, volverán raudos a sus obligaciones escolares, al ser visitados por un docente o asistente social?
Una auténtica lástima que redobla la apuesta a constatar en qué sitio hemos colocado a la educación. Obvio, que ha descendido varios peldaños de cómo supo hallarse situada otrora.
Por Mario Delgado.-
Opinión
Te acostumbrás
Un amigo, un poco mayor que yo, me graficaba ayer que, en rigor de verdad, los argentinos nos vamos acomodando, nos adaptamos, con suma ductilidad, aunque refunfuñemos, a ciertas cuestiones demenciales que debieran sacarnos de quicio y movilizarnos de otra manera.
“Te acostumbrás”, me pontificó, despejando incluso con tal frase, cualquier sombra de duda que pudiera subsistir aún. No hay pena ni atropello que no se nos haya puesto de manifiesto, y, sin embargo, continuamos erguidos como sociedad y metidos cada quien en lo suyo.
La escasa atención que le brindamos a los sucesos del entorno, tal vez tenga mucho que ver con las instancias personales de cada sujeto. Las ocupaciones son cada vez más en base a que el dinero rinde menos.
Se naturaliza la opción del mayor esfuerzo y la gente dispuesta, sale en pos de ganarse el cada día más caro, pan vital. Una pequeña gran gragea, un botoncito de muestra que nos revuelve la panza, pero, reitero, no todavía como la contingencia requiere de un pueblo auténticamente agobiado y harto.
Los niveles de corrupción piramidal se elevan a la enésima potencia, revolean bolsos con dinero mal habido en conventos o cuentan plata afanada en sendos videos virales, y todo gira sin más que algún comentario atrevido, desafiando a la ya incorporada manía de soportar y sobrellevar el drama, las culpas de otros.
No se hace ni siquiera un necesario gasoducto y luego llegan los “verseros” de siempre, con excusas y mensajes altisonantes. Y los robadores de vacunas contra el Covid se pasean orondos, dando cátedras seguro, de cómo fomentar el buen turismo ahora que todo mundo acató órdenes salvadoras. Hipócritas impíos, exonerados por el poder, como un tal Firmenich o un viscoso Verbitsky. Falsedades convertidas en relatos presumiblemente verídicos, para entretener a la platea boquiabierta, que no despierta.
En tal contexto de locura y terror, no escasean los heridores del campo, los que nada saben del trabajo aguerrido de los productores chicos o medianos, y demonizan al sector, olvidando que de ahí emana el 65 % de lo que consume el argentino.
Y nos quedaría chico el espacio para ir citando con mayúsculas, si lo desean, los yerros y las tropelías de los poderosos que se apoltronan en sus sillones, bebiendo en copas de oro, el sudor de los humildes.
Ya probaron el sabor de dominar a una población encerrada y muerta de miedo e incertidumbre y van a ir por más perversidades. Porque no les importa subsanar las necesidades básicas, ni mejorar la calidad de vida del ser humano; sólo ansían llenar sus propias arcas, permanecer y ampliar la red de mantenidos por el Estado, que son los votantes cautivos, los temerosos que no se irán del redil por no perder sus planes sociales.
Mientras la inflación consume las billeteras y separa a familias enteras, ahorcadas y sin solución, al tiempo que la inseguridad y la droga incrementa su paso fuerte y mortal, se encienden los doble discursos, las linternitas de los jetones de ocasión, charlatanes de bar, sin programas efectivos para mutar tanta mugre.
Te acostumbrás, es cierto y penoso, a convivir con la putrefacción y contemplar sin esperanzas el panorama difuso del país que amás.
Por Mario Delgado.-