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Opinión

Pueblada sierrabayense: dos mil almas dijeron “¡Basta de inseguridad!”

Hirvió la Plaza Central de la localidad de Sierras Bayas, confirmando una presunción que ya flotaba en el denso aire: la gente se va asqueando de tanta desprotección e injusticias varias. Por Mario Delgado.

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Hirvió la Plaza Central de la localidad de Sierras Bayas, confirmando una presunción que ya flotaba en el denso aire, mis amigos,: la gente se va asqueando de tanta desprotección e injusticias varias, que, oh casualidad, generalmente replican cual campanadas del infierno, en los más débiles, en los más vulnerables.
Luego de un día muy distinto a cualquier otro, por el amplio despliegue de personal uniformado, el Jefe de la Distrital, Comisario Mario Busto, brindó ayer martes una rueda de prensa en la que no creó demasiadas expectativas en torno a la resolución del suceso caótico del lunes 9 en Villa Arrieta que, como es de conocimiento público, terminó llevándose la vida de una señora de 64 años, una muy apreciada vecina por otro lado, Nené Vignau viuda de Luca.
Al poco rato de ese encuentro, los pobladores se fueron adueñando de su Plaza céntrica, no dejando espacios libres, copando cada ángulo de la misma, desde niños pequeños, hasta adultos mayores, hombres y mujeres dispuestos a hacer oír su verdad, su versión de los hechos que los acucian y aprisionan, estrujándoles el espíritu.
No estuvo presente en tamaña circunstancia la señora Delegada de la localidad. No se ubicó a ningún edil o legislador provincial o nacional. ¿Habría algún dirigente fomentista? Solamente logramos divisar la figura de la señora Secretaria del HCD de Olavarría, la doctora Telma Cazot.
Y asomó al ruedo la anatomía cansada y preocupada del Comisario Mario Busto que, en un gesto subrayado por varios asistentes, fue y le puso estoico “el pecho a las balas” verbales de una multitud enardecida y deseosa de saber cosas, acerca de la investigación de los casos de Carlos Miguel Leal y de la viuda ultimada cobardemente el pasado lunes.
“Yo vengo a hablar de la investigación en curso, exclamó el servidor del orden, no vengo a hacer política”.
Los caldeados ánimos vecinales mis amigos lectores, se iban encendiendo de a poquito, y comenzó entonces una batería de preguntas, a micrófono abierto, al hombre de azul que dejó caer algunas perlitas: 1) Se han recogido datos que permiten avanzar en la causa de la muerte de Nené, aunque se mostró parco en ahondar sobre el particular; 2) Instó a la concurrencia a dirigirse a la dependencia policial para concretar las denuncias, ante cualquier tipo de ilícito; 3) Aseguró que existen pocos efectivos en actividad porque han sido destinados muchos al tradicional “Operativo Sol” en Mar del Plata; 4) Advirtió, interrumpido en sendas ocasiones, que no están habilitados los calabozos en la Sub Comisaría local; y 5) Tiró la piedra del escándalo al grueso de los protestantes: “Si quieren más móviles y efectivos, reclámenselos a quien corresponde”. “¿O sea a Galli?”, inquirió una vecina de blusa amarilla. Y el Comisario, quien dijo ser nativo de Sierras Bayas, asintió con un peculiar gesto.
Los reclamos se iban multiplicando, tornándose cada minuto más denso el clima. Salieron a relucir problemáticas que tienen a menores de edad como centro de “actividades non santas”. Se afirmó sin eufemismos que “acá todos sabemos quiénes son los que venden alcohol y drogas a los menores” y se hicieron serias acusaciones, ya que pintaba el momento, contra los policías que “en vez de cuidarnos, hacen de noche el novio, cerca del cementerio”.
La mirada llorosa de familiares de Nené, penetraba hasta los tuétanos. No era sitio adecuado para indiferentes. Familiares de don Leal, a su vez, también enarbolaron comentarios muy aplaudidos.
El tiempo se desdoblaba, diluyéndose tras las sierras. Y la decisión se fue colando entre las mentes y los corazones de los manifestantes que resolvieron por unanimidad: “Que la Delegada haga de nexo con el Intendente y que éste venga a vernos y a darnos explicaciones inherentes a estas cuestiones tan urgentes”, gritó alguien que ofició de vocero del doble millar de personas que catapultaron un pedido: “Que volvamos a tener paz”.
Por Mario Delgado.-

Opinión

Lo bueno de tener prioridades

Tener prioridades es realmente óptimo: sugiere, entre otras cosas, que el individuo o los gobiernos de los tres niveles, poseen un criterio juicioso, y cuentan, además, con un proyecto de vida de largo alcance.

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Marcar las cuestiones a realizar o resolver con premura, habla bien y nos habilita a creer que hay una contemplación completa de la realidad, y, en base a tal visión, se planea un estricto núcleo de objetivos a cumplimentar. 

Marchar por la senda sin rumbo, sin norte ni guía, es mala o necia, al menos, señal. Por tal motivo se interpela siempre a cada quien, contar con una agenda al alcance de la diestra. Y activar los hilos en consecuencia, desde luego. 

A propósito, este pequeño marco introductorio pretende depositarnos, mis amigos, en un ítem crucial para la concreción individual y colectiva como ciudadanos plenos. Y, conviene por cierto mencionar, la imposibilidad de seguir guitarreando en esta temática que ofreceremos, y desprenderla lo antes posible, de fanatismos partidistas. Me refiero en concreto a la Educación nuestra, en esta nación gloriosa. 

Se ha difundido hace horas atrás un informe contundente por parte de la señora Ministra de Educación de CABA que sentencia con supina espontaneidad, los vericuetos de la niñez y adolescencia que no transitan por un camino elogiable en materia de aprendizaje, llegando a terminar la Primaria o estar en Tercer Año de la Secundaria y no saber leer y escribir sin yerros y tampoco poder comprender y explicar con palabras propias, un texto cualquiera. 

Tamaña deficiencia se ata, en cierta manera, al tiempo de parálisis escolar impreso por la pandemia y la sucesión de cuarentenas. Podríamos asimilar tal contingencia en mayor o menor talante; sin embargo las deducciones del informe van más allá del proceso frontal del Covid 19 y sus medidas aleatorias. El problema a aceptar sin disimulos ni excusas mantiene firme la idea de que, en rigor de verdad, hay un drama previo, un dilema estructural que se agudizó con el virus chino, pero no es solamente esta reciente etapa dispar, entre la virtualidad y la ausencia en las aulas. 

Aún se agrega otro condimento no menor: se ha hecho un relevamiento entre una determinada cantidad de chicos, de entre 12 y 16 años, para averiguar si logran captar los subtítulos de las películas habladas en inglés u otro idioma, en cines o dispositivos hogareños. El análisis resulta desalentador, puesto que la gran mayoría, expresa no alcanzar a leer en tiempo real los zócalos correspondientes, no por interferencias en la visión, sino por no saber leer de corrido. 

El temido abandono del noble hábito de la cotidiana lectura, es una incómoda piedra puntiaguda en el calzado. Y no se notan visos de mejoría. 

Como daño colateral, por otra parte, del virus coronado, se ha comprobado que alrededor de 600.000 alumnos en el territorio nacional y 200.000 en la Provincia de Buenos Aires, no retornaron a sus establecimientos educativos al abrirse la famosa y tardía presencialidad. 

Un escándalo, sin objeciones de ninguna naturaleza. ¿Y ahora, quién carga con semejante cruz social? Porque, ¿alguien puede aseverarnos que tales pibas y pibes, volverán raudos a sus obligaciones escolares, al ser visitados por un docente o asistente social?

Una auténtica lástima que redobla la apuesta a constatar en qué sitio hemos colocado a la educación. Obvio, que ha descendido varios peldaños de cómo supo hallarse situada otrora. 

Por Mario Delgado.-  

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Opinión

Te acostumbrás 

Un amigo, un poco mayor que yo, me graficaba ayer que, en rigor de verdad, los argentinos nos vamos acomodando, nos adaptamos, con suma ductilidad, aunque refunfuñemos, a ciertas cuestiones demenciales que debieran sacarnos de quicio y movilizarnos de otra manera. 

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“Te acostumbrás”, me pontificó, despejando incluso con tal frase, cualquier sombra de duda que pudiera subsistir aún. No hay pena ni atropello que no se nos haya puesto de manifiesto, y, sin embargo, continuamos erguidos como sociedad y metidos cada quien en lo suyo. 

La escasa atención que le brindamos a los sucesos del entorno, tal vez tenga mucho que ver con las instancias personales de cada sujeto. Las ocupaciones son cada vez más en base a que el dinero rinde menos. 

Se naturaliza la opción del mayor esfuerzo y la gente dispuesta, sale en pos de ganarse el cada día más caro, pan vital. Una pequeña gran gragea, un botoncito de muestra que nos revuelve la panza, pero, reitero, no todavía como la contingencia requiere de un pueblo auténticamente agobiado y harto. 

Los niveles de corrupción piramidal se elevan a la enésima potencia, revolean bolsos con dinero mal habido en conventos o cuentan plata afanada en sendos videos virales, y todo gira sin más que algún comentario atrevido, desafiando a la ya incorporada manía de soportar y sobrellevar el drama, las culpas de otros. 

No se hace ni siquiera un necesario gasoducto y luego llegan los “verseros” de siempre, con excusas y mensajes altisonantes. Y los robadores de vacunas contra el Covid se pasean orondos, dando cátedras seguro, de cómo fomentar el buen turismo ahora que todo mundo acató órdenes salvadoras. Hipócritas impíos, exonerados por el poder, como un tal Firmenich o un viscoso Verbitsky. Falsedades convertidas en relatos presumiblemente verídicos, para entretener a la platea boquiabierta, que no despierta.

En tal contexto de locura y terror, no escasean los heridores del campo, los que nada saben del trabajo aguerrido de los productores chicos o medianos, y demonizan al sector, olvidando que de ahí emana el 65 % de lo que consume el argentino. 

Y nos quedaría chico el espacio para ir citando con mayúsculas, si lo desean, los yerros y las tropelías de los poderosos que se apoltronan en sus sillones, bebiendo en copas de oro, el sudor de los humildes. 

Ya probaron el sabor de dominar a una población encerrada y muerta de miedo e incertidumbre y van a ir por más perversidades. Porque no les importa subsanar las necesidades básicas, ni mejorar la calidad de vida del ser humano; sólo ansían llenar sus propias arcas, permanecer y ampliar la red de mantenidos por el Estado, que son los votantes cautivos, los temerosos que no se irán del redil por no perder sus planes sociales. 

Mientras la inflación consume las billeteras y separa a familias enteras, ahorcadas y sin solución, al tiempo que la inseguridad y la droga incrementa su paso fuerte y mortal, se encienden los doble discursos, las linternitas de los jetones de ocasión, charlatanes de bar, sin programas efectivos para mutar tanta mugre. 

Te acostumbrás, es cierto y penoso, a convivir con la putrefacción y contemplar sin esperanzas el panorama difuso del país que amás. 

Por Mario Delgado.-   

  

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 Farmacias de turno en Olavarría Facultad de Derecho