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Opinión

Boletos, boletos, por favor

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Damos vueltas con relación a un tópico que, a raíz de tanta insistencia, se va convirtiendo en cuestión de agenda. Agenda política, estudiantil y de la población toda que, en sus casas o sitios de trabajo, va elaborando sus propias tesis.

El tema en sí, mis lectores fieles, no es nuevo; viene llegando desde lejos y se re inventa cada temporada, eso sí, con noveles aristas que le imprimen llamativas cuartillas o párrafos sugerentes.

La perspectiva tiene que ver esencialmente con el boleto del mundo estudiantino, aunque en rigor de verdad, el espectro es mucho más amplificador y debe someterse a un fino desmenuzamiento, todo el universo del transporte público local.

El debate por la gratuidad sobrevuela hoy el ambiente olavarriense. La “Coordinadora del Boleto”, justamente, amigos, ha suscripto un Proyecto ante el HCD para preservar la dinámica del viaje sin pagar, aunque salvando cualquier contratiempo con una denominación de Ordenanza.

La entidad citada ha reunido un cúmulo de 11 “Centros de Estudiantes” y, por otro lado, de aparatología social y partidista de izquierda. Tal actitud y constancia en su decisión de luchar por un objetivo preciso, colisiona de frente contra otros tantos “Centros” que no comparten la postura partidaria específica, no obstante quizá compartir sí la propuesta de la gratuidad del boleto.

Se generan entonces, a saber y por deducción lógica y muy simple, dos frentes de acción. Este viernes 6 habrá un evento interesante: una marcha provincial con repique en nuestra ciudad. Los cubiertos están dispuestos; habrá que ver como se dimensiona el asunto aquí. La “Coordinadora” por supuesto, ya ha expresado su adhesión al movimiento de pies sobre las calles céntricas.

Los ediles, rápidos de reflejos, dispusieron una Sesión Especial para el tratamiento éste lunes venidero y se supone, aprobación del grito en el cielo de los “coordinadores”. O sea, la sanción de un elemento que permita eternizar la cuestión, más allá del Intendente de turno.

Las personas que suben a diario a las unidades de “Nuevo” y “Ola Bus”, también tienen en su haber algo para esbozar. Entre quienes están de acuerdo con el sistema de gratuidad y los que son proclives a entender que los estudiantes de cada nivel, podría igual abonar, aunque sea un poco menos.

Eso por un rincón del pensamiento. Pero se menciona también la problemática de los coches llenos de alumnos y la certeza de que en ciertos horarios, se viaja súper incómodo.

Las empresas tironean y solicitan aumento de tarifa. Y colocan frente a frente, mirándose fiero, a los choferes y al pasaje, creando un clima nefasto. Aducen desde que el mundo es tal, que no reúnen suficiente dinero. Hoy es la TEO la excusa. Antes, era otra cosa. Nadie hizo jamás una excelsa auditoría ni salió a observar el crecimiento exponencial de por lo menos, un empresario del transporte subsidiado incluso.

El truco es el siguiente: dejar desprotegida la zona de entrada y salida de las escuelas, con un solo coche en funciones y subrayar que es culpabilidad de la TEO. No declaman los señores dueños que no habilitan más unidades por capricho, pese a tenerlas claro.

Mientras campos, camiones y propiedades se van multiplicando para un señor empresario muy avispado que, encima cuenta con la anuencia sindical que en lugar de jugarse por el empleado, se arremanga en aras de los concesionarios.

Idas y vueltas que contamos cada día en nuestro transporte. Que a lo mejor, por voluntad de Rivadavia 2801, termina aumentando unos pesitos más, por decreto, antes de la llegada triunfal de la señora Tarjeta SUBE.

Alguna ocasión los amigos inspectores municipales, si cuentan con tiempo, podrían revisar, entre otras instancias, que los conductores no tienen descanso, ni baño, ni calefacción, por narrar con perfil muy breve las peripecias de los obreros del volante.

El transporte público es más, elevadamente más que la gratuidad del boleto estudiantil. Y las vicisitudes del pasajero y del conductor, no se visibilizan como es menester, a excepción de nosotros en esta columna de opinión, que venimos diciendo la verdad desde hace varios años.

Por Mario Delgado.-

Opinión

Lo bueno de tener prioridades

Tener prioridades es realmente óptimo: sugiere, entre otras cosas, que el individuo o los gobiernos de los tres niveles, poseen un criterio juicioso, y cuentan, además, con un proyecto de vida de largo alcance.

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Marcar las cuestiones a realizar o resolver con premura, habla bien y nos habilita a creer que hay una contemplación completa de la realidad, y, en base a tal visión, se planea un estricto núcleo de objetivos a cumplimentar. 

Marchar por la senda sin rumbo, sin norte ni guía, es mala o necia, al menos, señal. Por tal motivo se interpela siempre a cada quien, contar con una agenda al alcance de la diestra. Y activar los hilos en consecuencia, desde luego. 

A propósito, este pequeño marco introductorio pretende depositarnos, mis amigos, en un ítem crucial para la concreción individual y colectiva como ciudadanos plenos. Y, conviene por cierto mencionar, la imposibilidad de seguir guitarreando en esta temática que ofreceremos, y desprenderla lo antes posible, de fanatismos partidistas. Me refiero en concreto a la Educación nuestra, en esta nación gloriosa. 

Se ha difundido hace horas atrás un informe contundente por parte de la señora Ministra de Educación de CABA que sentencia con supina espontaneidad, los vericuetos de la niñez y adolescencia que no transitan por un camino elogiable en materia de aprendizaje, llegando a terminar la Primaria o estar en Tercer Año de la Secundaria y no saber leer y escribir sin yerros y tampoco poder comprender y explicar con palabras propias, un texto cualquiera. 

Tamaña deficiencia se ata, en cierta manera, al tiempo de parálisis escolar impreso por la pandemia y la sucesión de cuarentenas. Podríamos asimilar tal contingencia en mayor o menor talante; sin embargo las deducciones del informe van más allá del proceso frontal del Covid 19 y sus medidas aleatorias. El problema a aceptar sin disimulos ni excusas mantiene firme la idea de que, en rigor de verdad, hay un drama previo, un dilema estructural que se agudizó con el virus chino, pero no es solamente esta reciente etapa dispar, entre la virtualidad y la ausencia en las aulas. 

Aún se agrega otro condimento no menor: se ha hecho un relevamiento entre una determinada cantidad de chicos, de entre 12 y 16 años, para averiguar si logran captar los subtítulos de las películas habladas en inglés u otro idioma, en cines o dispositivos hogareños. El análisis resulta desalentador, puesto que la gran mayoría, expresa no alcanzar a leer en tiempo real los zócalos correspondientes, no por interferencias en la visión, sino por no saber leer de corrido. 

El temido abandono del noble hábito de la cotidiana lectura, es una incómoda piedra puntiaguda en el calzado. Y no se notan visos de mejoría. 

Como daño colateral, por otra parte, del virus coronado, se ha comprobado que alrededor de 600.000 alumnos en el territorio nacional y 200.000 en la Provincia de Buenos Aires, no retornaron a sus establecimientos educativos al abrirse la famosa y tardía presencialidad. 

Un escándalo, sin objeciones de ninguna naturaleza. ¿Y ahora, quién carga con semejante cruz social? Porque, ¿alguien puede aseverarnos que tales pibas y pibes, volverán raudos a sus obligaciones escolares, al ser visitados por un docente o asistente social?

Una auténtica lástima que redobla la apuesta a constatar en qué sitio hemos colocado a la educación. Obvio, que ha descendido varios peldaños de cómo supo hallarse situada otrora. 

Por Mario Delgado.-  

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Opinión

Te acostumbrás 

Un amigo, un poco mayor que yo, me graficaba ayer que, en rigor de verdad, los argentinos nos vamos acomodando, nos adaptamos, con suma ductilidad, aunque refunfuñemos, a ciertas cuestiones demenciales que debieran sacarnos de quicio y movilizarnos de otra manera. 

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“Te acostumbrás”, me pontificó, despejando incluso con tal frase, cualquier sombra de duda que pudiera subsistir aún. No hay pena ni atropello que no se nos haya puesto de manifiesto, y, sin embargo, continuamos erguidos como sociedad y metidos cada quien en lo suyo. 

La escasa atención que le brindamos a los sucesos del entorno, tal vez tenga mucho que ver con las instancias personales de cada sujeto. Las ocupaciones son cada vez más en base a que el dinero rinde menos. 

Se naturaliza la opción del mayor esfuerzo y la gente dispuesta, sale en pos de ganarse el cada día más caro, pan vital. Una pequeña gran gragea, un botoncito de muestra que nos revuelve la panza, pero, reitero, no todavía como la contingencia requiere de un pueblo auténticamente agobiado y harto. 

Los niveles de corrupción piramidal se elevan a la enésima potencia, revolean bolsos con dinero mal habido en conventos o cuentan plata afanada en sendos videos virales, y todo gira sin más que algún comentario atrevido, desafiando a la ya incorporada manía de soportar y sobrellevar el drama, las culpas de otros. 

No se hace ni siquiera un necesario gasoducto y luego llegan los “verseros” de siempre, con excusas y mensajes altisonantes. Y los robadores de vacunas contra el Covid se pasean orondos, dando cátedras seguro, de cómo fomentar el buen turismo ahora que todo mundo acató órdenes salvadoras. Hipócritas impíos, exonerados por el poder, como un tal Firmenich o un viscoso Verbitsky. Falsedades convertidas en relatos presumiblemente verídicos, para entretener a la platea boquiabierta, que no despierta.

En tal contexto de locura y terror, no escasean los heridores del campo, los que nada saben del trabajo aguerrido de los productores chicos o medianos, y demonizan al sector, olvidando que de ahí emana el 65 % de lo que consume el argentino. 

Y nos quedaría chico el espacio para ir citando con mayúsculas, si lo desean, los yerros y las tropelías de los poderosos que se apoltronan en sus sillones, bebiendo en copas de oro, el sudor de los humildes. 

Ya probaron el sabor de dominar a una población encerrada y muerta de miedo e incertidumbre y van a ir por más perversidades. Porque no les importa subsanar las necesidades básicas, ni mejorar la calidad de vida del ser humano; sólo ansían llenar sus propias arcas, permanecer y ampliar la red de mantenidos por el Estado, que son los votantes cautivos, los temerosos que no se irán del redil por no perder sus planes sociales. 

Mientras la inflación consume las billeteras y separa a familias enteras, ahorcadas y sin solución, al tiempo que la inseguridad y la droga incrementa su paso fuerte y mortal, se encienden los doble discursos, las linternitas de los jetones de ocasión, charlatanes de bar, sin programas efectivos para mutar tanta mugre. 

Te acostumbrás, es cierto y penoso, a convivir con la putrefacción y contemplar sin esperanzas el panorama difuso del país que amás. 

Por Mario Delgado.-   

  

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 Farmacias de turno en Olavarría Facultad de Derecho