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Opinión

Opinión: Entre la fe y la certeza

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Mientras los acordes musicales resuenan en los oídos prestos, otra voz monocorde también se hace escuchar por los altoparlantes de las circunstancias prácticas. Establecen entonces, mis lectores, al menos dos disímiles cosmovisiones del ambiente fomentista local.

Hete aquí que un claro ejemplo de defensas bajas lo presenta el barrio Mataderos, puesto que allí el 29 de octubre caducó el mandato del señor Ríos al frente de la entidad vecinal.

Tal situación no debiera ser traumática en condiciones normales. Sin embargo, se produce un triste golpe de efecto que sacude los cimientos del circuito: ante los plazos determinados, no se hizo eco ninguna nómina de postulantes, por lo tanto, y de no mediar algún ponderable, la Comisión Directiva quedará lamentablemente, sin cabeza visible, o sea quedará acéfala.

El gong retumba siniestro en la mente y el corazón de quienes llevan impresa en su espíritu, la impronta “fomenteril” de servicio al otro, de pasión por el barrio en que uno habita.

Dicotomía febril y frontal también, por qué no, entre la fe y la certeza helada. Por un lado, marcha la idea añeja de ser el fomentista de turno un importante nexo con el Municipio y tratar de resolver dilemas de vecindad. Y al mismo instante, amigos, se observa la pertinente convicción que ven sobre todo los más jóvenes, de que la realidad ha ido mutando y por tal motivo, las pautas han virado unos grados, haciendo girar la rueda en distinto sentido al tradicional.

¿Cómo es factible que absolutamente nadie se quiera hacer cargo de proferir buenas cosas en la institución del Mataderos? Se entreveían algunos nombres para reemplazar a don Ríos. Pero la bomba de estruendo duró muy poquito en el aire norteño de la ciudad del cemento. Más ruido que nueces, es evidente.

Y llegaremos al viernes 4 y los actuales dirigentes le darán a la señora Consuelo Muratore, encargada del Palacio San Martín de éste área, los correspondientes documentos y papeles y como dicen en las pelis yanquis “the end” y a otra cosa mariposa.

Claro que no se arriba a momento tan drástico, de balde; no mis amigos: causas abundan, lo difícil es leer e interpretar las señales a tiempo.

Los nuevos retoños familiares que se hacen hombrecitos, prefieren ingresar a la militancia política partidaria en vez de anclar sus naves en el universo complicado y sin glorias extremas del fomentismo a pulmón. Es un tópico inexorable que se contrapone, que se yuxtapone con la vieja usanza de “defensa” barrial a través de meterse de plano en la entidad del barrio y “pelear” contra viento y marea en aras de sueños y anhelos del prójimo y propios.

Un segundo tramo que hace descarrilar las vías de otrora, lo insumen las orondas señoras “Territoriales”. Muy ingenuo y desinformado ha de encontrase aquél pobre sujeto que no sienta en su piel el influjo de las Mesas de Gestión y cómo ellas han ido absorbiendo el “jugo” de los deberes y derechos de los fomentistas.

¿O acaso alguien desconoce que hay gente que se encolumna detrás de los funcionarios de Rivadavia 2801, cada día que éstos atienden en las Mesas, en detrimento ostensible de los referentes vecinales?

Porque las referidas Mesas actúan a veces con mayor practicidad y contemplan la solución con rapidez, llegando antes que el protocolo fomentista de la nota en mesa de entradas y los pasos subsiguientes.

Y un tercer elemento interesante lo exhibe hoy el próximo traspaso de Gobierno olavarriense. Seamos sinceros de toda sinceridad. Existen dudas y supinas esperanzas. Así las cosas, se ha creado una especie de clima de alerta, con un dato anexo: no falta en tal contexto, aquél posible o actual fomentista, que se reserva su opinión y su trabajo incluso, hasta luego del 10D.

Caldo de cultivo es cada condimento citado de un tiempo nuevo y sin precedentes. Donde la fe confronta, consciente o inconscientemente, con lo tangible y la prudencia recomienda no salirse de los cánones. Al menos por ahora.

Por Mario Delgado.-  

Opinión

Lo bueno de tener prioridades

Tener prioridades es realmente óptimo: sugiere, entre otras cosas, que el individuo o los gobiernos de los tres niveles, poseen un criterio juicioso, y cuentan, además, con un proyecto de vida de largo alcance.

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Marcar las cuestiones a realizar o resolver con premura, habla bien y nos habilita a creer que hay una contemplación completa de la realidad, y, en base a tal visión, se planea un estricto núcleo de objetivos a cumplimentar. 

Marchar por la senda sin rumbo, sin norte ni guía, es mala o necia, al menos, señal. Por tal motivo se interpela siempre a cada quien, contar con una agenda al alcance de la diestra. Y activar los hilos en consecuencia, desde luego. 

A propósito, este pequeño marco introductorio pretende depositarnos, mis amigos, en un ítem crucial para la concreción individual y colectiva como ciudadanos plenos. Y, conviene por cierto mencionar, la imposibilidad de seguir guitarreando en esta temática que ofreceremos, y desprenderla lo antes posible, de fanatismos partidistas. Me refiero en concreto a la Educación nuestra, en esta nación gloriosa. 

Se ha difundido hace horas atrás un informe contundente por parte de la señora Ministra de Educación de CABA que sentencia con supina espontaneidad, los vericuetos de la niñez y adolescencia que no transitan por un camino elogiable en materia de aprendizaje, llegando a terminar la Primaria o estar en Tercer Año de la Secundaria y no saber leer y escribir sin yerros y tampoco poder comprender y explicar con palabras propias, un texto cualquiera. 

Tamaña deficiencia se ata, en cierta manera, al tiempo de parálisis escolar impreso por la pandemia y la sucesión de cuarentenas. Podríamos asimilar tal contingencia en mayor o menor talante; sin embargo las deducciones del informe van más allá del proceso frontal del Covid 19 y sus medidas aleatorias. El problema a aceptar sin disimulos ni excusas mantiene firme la idea de que, en rigor de verdad, hay un drama previo, un dilema estructural que se agudizó con el virus chino, pero no es solamente esta reciente etapa dispar, entre la virtualidad y la ausencia en las aulas. 

Aún se agrega otro condimento no menor: se ha hecho un relevamiento entre una determinada cantidad de chicos, de entre 12 y 16 años, para averiguar si logran captar los subtítulos de las películas habladas en inglés u otro idioma, en cines o dispositivos hogareños. El análisis resulta desalentador, puesto que la gran mayoría, expresa no alcanzar a leer en tiempo real los zócalos correspondientes, no por interferencias en la visión, sino por no saber leer de corrido. 

El temido abandono del noble hábito de la cotidiana lectura, es una incómoda piedra puntiaguda en el calzado. Y no se notan visos de mejoría. 

Como daño colateral, por otra parte, del virus coronado, se ha comprobado que alrededor de 600.000 alumnos en el territorio nacional y 200.000 en la Provincia de Buenos Aires, no retornaron a sus establecimientos educativos al abrirse la famosa y tardía presencialidad. 

Un escándalo, sin objeciones de ninguna naturaleza. ¿Y ahora, quién carga con semejante cruz social? Porque, ¿alguien puede aseverarnos que tales pibas y pibes, volverán raudos a sus obligaciones escolares, al ser visitados por un docente o asistente social?

Una auténtica lástima que redobla la apuesta a constatar en qué sitio hemos colocado a la educación. Obvio, que ha descendido varios peldaños de cómo supo hallarse situada otrora. 

Por Mario Delgado.-  

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Opinión

Te acostumbrás 

Un amigo, un poco mayor que yo, me graficaba ayer que, en rigor de verdad, los argentinos nos vamos acomodando, nos adaptamos, con suma ductilidad, aunque refunfuñemos, a ciertas cuestiones demenciales que debieran sacarnos de quicio y movilizarnos de otra manera. 

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“Te acostumbrás”, me pontificó, despejando incluso con tal frase, cualquier sombra de duda que pudiera subsistir aún. No hay pena ni atropello que no se nos haya puesto de manifiesto, y, sin embargo, continuamos erguidos como sociedad y metidos cada quien en lo suyo. 

La escasa atención que le brindamos a los sucesos del entorno, tal vez tenga mucho que ver con las instancias personales de cada sujeto. Las ocupaciones son cada vez más en base a que el dinero rinde menos. 

Se naturaliza la opción del mayor esfuerzo y la gente dispuesta, sale en pos de ganarse el cada día más caro, pan vital. Una pequeña gran gragea, un botoncito de muestra que nos revuelve la panza, pero, reitero, no todavía como la contingencia requiere de un pueblo auténticamente agobiado y harto. 

Los niveles de corrupción piramidal se elevan a la enésima potencia, revolean bolsos con dinero mal habido en conventos o cuentan plata afanada en sendos videos virales, y todo gira sin más que algún comentario atrevido, desafiando a la ya incorporada manía de soportar y sobrellevar el drama, las culpas de otros. 

No se hace ni siquiera un necesario gasoducto y luego llegan los “verseros” de siempre, con excusas y mensajes altisonantes. Y los robadores de vacunas contra el Covid se pasean orondos, dando cátedras seguro, de cómo fomentar el buen turismo ahora que todo mundo acató órdenes salvadoras. Hipócritas impíos, exonerados por el poder, como un tal Firmenich o un viscoso Verbitsky. Falsedades convertidas en relatos presumiblemente verídicos, para entretener a la platea boquiabierta, que no despierta.

En tal contexto de locura y terror, no escasean los heridores del campo, los que nada saben del trabajo aguerrido de los productores chicos o medianos, y demonizan al sector, olvidando que de ahí emana el 65 % de lo que consume el argentino. 

Y nos quedaría chico el espacio para ir citando con mayúsculas, si lo desean, los yerros y las tropelías de los poderosos que se apoltronan en sus sillones, bebiendo en copas de oro, el sudor de los humildes. 

Ya probaron el sabor de dominar a una población encerrada y muerta de miedo e incertidumbre y van a ir por más perversidades. Porque no les importa subsanar las necesidades básicas, ni mejorar la calidad de vida del ser humano; sólo ansían llenar sus propias arcas, permanecer y ampliar la red de mantenidos por el Estado, que son los votantes cautivos, los temerosos que no se irán del redil por no perder sus planes sociales. 

Mientras la inflación consume las billeteras y separa a familias enteras, ahorcadas y sin solución, al tiempo que la inseguridad y la droga incrementa su paso fuerte y mortal, se encienden los doble discursos, las linternitas de los jetones de ocasión, charlatanes de bar, sin programas efectivos para mutar tanta mugre. 

Te acostumbrás, es cierto y penoso, a convivir con la putrefacción y contemplar sin esperanzas el panorama difuso del país que amás. 

Por Mario Delgado.-   

  

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 Farmacias de turno en Olavarría Facultad de Derecho