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¿Conocías el valor creativo del enojo?

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El enojo se encuentra dentro de la categoría de emociones que llamamos “incómodas”, como la envidia o el odio, las cuales usualmente pretendemos evitar, negar, apagar, casi siempre en vano. ¿Pero por qué hacemos esto? Dicho de una forma simple, la razón es que juzgamos que son “malas” y siguiendo esta lógica nuestra mente nos dice que al sentirlas nos convertimos en malas personas.

Sin embargo, todas las emociones son manifestaciones legítimas de nuestro Ser y tanto las que nos gustan como las que no, nos cuentan qué vinculo estamos teniendo con respecto a eso que deseamos. Si logramos aceptarlas como tal podemos usarlas de forma creativa a favor de nuestra realización.

El enojo puede funcionar como un faro de nuestros principios, y en una época en la cuál el juicio generalizado es que se perdieron los valores esto no es poca cosa.

Para que puedas tener un ejemplo vivencial de esto te invito a que pruebes el siguiente ejercicio:

Cuándo alguien o algo te enoje buscá  tomar conciencia de lo que está pasando y pará, frená el impulso de la ira… Para eso cerrá los ojos, hacé una inspiración profunda y luego exhalá. Mientras seguís concentrado en bajar el ritmo de tu respiración tomate un tiempo para reflexionar:

¿Qué es lo que está sucediendo? En este punto, describí al detalle la situación que está generando tu enfado. Por ejemplo: “Estoy en mi casa muy tranquilo mirando un capítulo estreno de mi serie favorita en la tele y justo me llama un amigo para contarme un problema, que casi siempre es el mismo, sus peleas con su novia. Esto hace que me pierda el programa por atenderlo.”

Una vez formulada la escena irritante, aparece el desafío de “saltar” la pregunta automática que sería “¿Y porqué me enoja esto?”

En está situación la vamos a evitar, no porque sea incorrecta, sino por dos razones: Primero, esta pregunta nos lleva a dar una explicación, un cuento que lo único que hará es enroscarte aún más en tu emoción. Segundo, con esa explicación de alguna manera estarás justificando tu enfado.

Ya escapando a las trampa de nuestro automático veamos… ¿Qué suceso dentro de esta situación me provocaría la emoción contraria?

Ejemplo: “Me gustaría no recibir ningún llamado, ni tener ninguna distracción por la próximas dos horas para poder disfrutar plenamente de mi serie favorita”.

En este punto  te darás cuenta de que lo que te irrita no es el hecho de que tu amigo llame por teléfono en el medio de la serie sino como esto impacta en tus expectativas. Tu mente de dicta quelo que debería ocurrir dado lo que tenías programado es que nada te interrumpa, pero eso no esta sucediendo y el juicio automático que aparece es que esto arruina la oportunidad de alcanzar/vivir lo que deseabas.

En resumen, el mecanismo que dispara tu enojo es el “debería” que actúa como un guardián de tus anhelos y detrás de un anhelo, se esconde un valor!!!

Entonces ahora preguntate: ¿Qué experiencia lográs el mirar tu serie favorita? ¿Qué emociones te genera esto?

Es probable que el valor no aparezca de una pero seguís indagando con la segunda pregunta formulada arriba y profundizás en tus respuestas vas a contactar con algo parecido a: libertad, disfrute, placer, paz, tranquilidad, entusiasmo.

Estas experiencias, son emociones y al mismo tiempo son valores, son principios importantes para vos dentro de los cuales enmarcás tus acciones y formas de hacer. Para verlo de forma más práctica, pensá en qué condiciones no pueden faltar en un proyecto/relación/contexto para que te involucres y pongas todo tu compromiso y energía?

Una vez que hayas identificado el valor que tu enojo “busca cuidar” podrás pararte en un lugar de proactividad creativa para diseñar modelos en los que este principio sirva para mejorar, modificar, realzar situaciones en las cuales se requiere lo mejor de vos.

Martín Daulerio
www.clickenelcoco.com

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¿Es posible la creatividad en la Justicia?

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¿Puede la Justicia ser creativa? Sin nos basamos en los resultados obtenidos por estos  jueces podríamos decir que sí.

Michael Cicconetti es un juez de Ohio, Estados Unidos, conocido por poner en práctica una batería de sentencias que él mismo llama justicia creativa.

Su método funciona así: los condenados tienen la opción de no ir a la cárcel a cambio de cumplir con una sentencia que tiene como objetivo situar al victimario en una situación relacionada a la vivida por su víctima.

Así por ejemplo, una mujer tuvo que a pasar una noche en un bosque por abandonar a 35 gatitos en ese mismo lugar, en pleno invierno.

En otra ocasión, le ordenó a unos vecinos “ruidosos” a pasar un día en completo silencio, y escuchar música clásica en vez de rock.

Cicconetti explica su mirada de esta manera:

“Cuando logramos comprometer a las personas y reconocer sus buenas conductas, fortalecemos su autoestima. Mi filosofía judicial no es muy diferente a la de los padres, tengo cinco hijos… Podés motivarlos y castigarlos. La mayoría de la gente quiere hacer las cosas bien pero no lo logra por pequeños obstáculos o hábitos. Necesitamos cambiar esos hábitos y eliminar esos obstáculos. Ese es nuestro trabajo”.

Este tipo de sentencias se han vuelto cada vez más populares en los Estados Unidos, y Cicconetti, que en 2005 ganó la presidencia de la American Judges Association, ha sido una referencia en todos esos casos.

Otras sentencias:

  • Un hombre acusado de posesión ilegal de arma de fuego fue enviado a la morgue a observar cadáveres.
  • Un hombre que mató a un perro de un disparo fue sentenciado a donar 20 kgs de alimento canino todos los veranos al Refugio de Animales de Lake County.
  • Un grupo de adolescentes fue sentenciado a organizar un picnic para alumnos del primario por pinchar los neumáticos del colectivo que los iba a llevar originalmente.
  • Una mujer culpable de asaltar a un hombre usando gas pimienta fue condenada a trabajos de servicio en la cárcel durante 30 días, o a 3 días de tareas comunitarias y además dispararse a si misma con el spray. Luego de elegir esta última y  auto rociarse descubrió que el aerosol sólo contenía agua.

Emilio Calatayud Pérez (Ciudad Real, 22 de diciembre de 1955) es un abogado, escritor y magistrado español, juez de menores de Granada conocido por sus sentencias ejemplares. Su objetivo es generar una experiencia de aprendizaje vivencial para los implicados en crímenes menores y no llevarlos a la cárcel, dónde según él, sólo se profundizar el camino del delito.

Algunos de sus sentencias:

  • Impartir 1000 horas de clases de informática a estudiantes a un joven que había crackeado varias empresas granadinas provocando daños por 3000 dólares.
  • 100 horas de servicio a la comunidad patrullando junto a un policía local por haber conducido temerariamente y sin licencia.
  • 50 horas dibujando un cómic de 15 páginas, en el que cuenta la causa por la que le condenaban.
  • Para un joven que circulaba borracho, visitar durante un día entero a parapléjicos, hablar con ellos y sus familias para elaborar más tarde una redacción.
  • Trabajar en un centro de rehabilitación por haber acosado a una anciana.
  • 200 horas en una tienda de juguetes por haber robado ropa.

El concepto de justicia creativa se sintetiza en una especie de “ojo por ojo” pero virtuoso, no movido por la venganza o la revancha sino por el compromiso de generar una experiencia superadora para el sentenciado.

¿Podrías aplicar este tipo de sentencias a las personas que normalmente “castigás”? ¿Podrías aplicarlo a tus propias “sentencias”?

 

Martín Daulerio
www.clickenelcoco.com

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Descubrí cómo elegimos hasta eso que no queremos

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Este video me pareció muy gracioso, pero además creo que demuestra de manera práctica como funcionan los valores en nuestro día a día.

Aunque reina la creencia que dicta que los valores se perdieron, que ya todo da lo mismo, existe una interpretación más alentadora e inspiradora de lo que ocurre, y es que estos principios están intactos, lo que perdimos en todo caso es la conexión directa con ellos debido al protagonismo de lo que podríamos llamar “intermediarios”.

Todos los días, en cada cada pequeña acción, estamos eligiendo entre valores, o lo que creemos que nos lleva a experimentar esos valores. Por ejemplo, puedo desear fervientemente hacer un viaje (intermediario) porque creo que por medio de ese objetivo puedo llegar a sentir paz, libertad, disfrute, aprendizaje, etc (valores).

Estos intermediarios no son ni “malos” ni “buenos”, ni positivos ni negativos. Son simplemente mecanismos para vivir las experiencias que deseamos: por ejemplo, algunas personas sienten libertad corriendo, otras, navegando, otras, trabajando en lo que les gusta.

Los conflictos se inician cuando comenzamos a creer que dichos intermediarios no son el medio sino el fin en sí mismos, es decir, cuando nos comprometemos con la forma y olvidamos el propósito, el “para qué”. Esto es fácilmente observable en los debates políticos: todo se basa en defender razones, maneras de hacer, métodos; mientras se crea un contexto adverso para coordinar acciones en pos del bien común (valor).

Volviendo al scketch, una paciente llega al consultorio de un psicoterapeuta –muuuyyy particular- para resolver su problema: Miedo a ser enterrada viva. El profesional logra en 5 minutos crear un juego de “balanzas de valores” hasta que sitúa a su paciente ante una elección tan clara como poderosa.

Te propongo que mires el video y luego contestes las preguntas formuladas más abajo.

Aparte de reirte, ¿De qué te diste cuenta en esta historia?

¿Ante qué situaciones, juicios o afecciones de tu vida declararías “Detenga Eso!!!”?

¿Qué observaste que hace el terapeuta con las explicaciones de la paciente? ¿Podrías aplicar esto a tus propias “historias”? ¿De qué forma?

¿Cuáles crees que son los valores ocultos que estás defendiendo con tu inacción o tu postergación?

¿Que sería posible para vos si pudieras poner en un plato de la balanza eso que querés y, en el otro, eso que te ayuda a evitar lo que no querés que te pase? ¿Cuál sería tu elección entonces?

¿Todavía seguís creyendo que los valores se perdieron?

 

Martín Daulerio
www.clickenelcoco.com

 

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 Farmacias de turno en Olavarría Facultad de Derecho