Connect with us

Info General

Recarga de camiones: El canto de las sirenas

Dicen las historias de otros tiempos que las sirenas, hermosas criaturas mitad mujer, mitad pez, habitaban en las aguas profundas e inquietas de los mares, y seducían a desaprensivos marinos que se dejaban encantar con las melodías emitidas por éstas. Una vez cumplido el ritual presuntamente romántico, la inmensidad marina se llevaba a hombres y sirenas al mismo tiempo. La trampa se había cerrado pues en torno a los rudos marineros, ávidos de aventuras pero carentes a la vez, de afecto femenino. Por Mario Delgado.

Expresan en tanto, mis amigos, las crónicas actuales que hoy las míticas sirenas pueden bien haber sido reemplazadas por la impúdica y vil maniobra de la sobrecarga de camiones. Cual canción al viento, los equipos de transportes, en muchos casos recién comprados, han copado la escena, atrayendo cual red, cual telaraña ineludible, a señores empresarios que, de tal modo, coquetean con diversos delitos.
Claro que a diferencia de lo ocurrido en la antigüedad, la relación amorosa parece culminar en éxito y beneficio importante en dinero fresco que se posa sutil sobre las manos de quienes, insistimos, no ven más allá de sus propios y mezquinos intereses.

Hombres y máquinas unidos en una conjunción de alto impacto. Todo un andamiaje, un procedimiento que tiende a replicarse, a expandirse en, al menos un triángulo de acción perverso y que ubica a Tandil, Azul y a Olavarría en el foco de la tormenta.

El predio de la Ruta Néstor Kirchner, altura Kilómetro 17, es cosa del pasado. Sin embargo la metodología de recargar los pesados camiones con acoplado, no cesa. Ni cesará tampoco, habida cuenta de una cadena exponencial, extendida cual si nada, y sin tijeras dispuestas a cortarla.
En tal sentido, lectores míos, personas allende a una molienda que se sitúa en la Ruta Provincial 51, entre Formisano y la rotonda de acceso a Sierras Bayas, han descubierto con ojos de buen cubero, un curioso detallecito de implicancia: estos buenos vecinos han tenido la ocasión de visualizar a camioneros con palas anchas, subidos a su unidad y emparejando el correspondiente bulto de arena, antes de colocarle la verde lona.
Las sospechas son evidentes, pues. ¿Por qué un trabajador del volante ha de tomarse la específica tarea de “alisar” la carga que minutos más tarde, partirá rauda por las “Rutas Argentinas”? La explicación lógica surge con inmediatez de perito: porque se está infringiendo la Ley 24.449 que subraya la cantidad real de peso que debe soportar cada camión.
Y, oh casualidad, el modus operandi es calcado de aquél sitio que ya se dispersó: el vehículo entra, descarga, sale y retorna luego para la eventual sobrecarga. Y así infinitas veces, con continuidad, con aceitada precisión. Y con tranquilidad llamativa por cierto, comprendiendo que se trata de un “trabajo sucio”.
La seducción del vil metal. Coimas y voluntades adquiridas a precio convenido. Al unísono, las rutas se hunden y se rompen, dejando un saldo preocupante, puesto que numerosos accidentes se podrían producir por culpa y cargo de los excesivos pesos a los que son sometidos los transportes de piedras y arena. Un círculo vicioso con más acusaciones que resoluciones. Y con depósitos que son removidos de acuerdo a las circunstancias.
En la vecina y tribunalicia Azul desgajaron las autoridades un supuesto corralón que mantenía la fachada pero que adentro, era otro el fin. Aún empero hay otro, en pleno centro. Y, no contentos con esto, se sabe de un pretendido inocente criadero de cerdos, sita en la Ruta 3 Kilómetro 294, que según investigaciones de colegas periodistas de Diario “El Tiempo”, es un predio útil a la consabida sobrecarga.

Aquí incluso se plantean dos interrogantes de fuste: 1. ¿Por qué no hace nada la Dirección de Seguridad Vial de la Policía de la Provincia de Buenos Aires, emplazada a 1 kilómetro de allí? Y 2. Siguiendo esta línea, ¿por qué tampoco opera la Agencia Nacional de Seguridad Vial, hallable a 1.200 metros del criadero?

Por más que se recurra a excusas o a negaciones, la puesta en escena es tan consistente que solamente un necio o un corrupto, no vería lo que acaece. El cantar tentador de las sirenas, se lleva muchas almas que en el fondo de su obscuridad, cuentan billetes mal habidos.

Por Mario Delgado.-

 Farmacias de turno en Olavarría Facultad de Derecho