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Opinión

Inseguridad en Sierras Bayas: Honrar la vida

Bien vale la consulta: ¿Cuándo empezó este desastre? Porque las evidencias apuntan a un brote inequívoco de violencia desatada en una localidad otrora de puertas abiertas y casas sin enrejar. Por Mario Delgado.

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Bien vale la consulta: ¿Cuándo empezó este desastre? Porque las evidencias apuntan a un brote inequívoco de violencia desatada en una localidad otrora de puertas abiertas y casas sin enrejar.
Sin embargo, amigos, desde hace un tiempo a esta parte, las cosas han virado para mal, convirtiendo la antigua paz, en un monstruo desbocado e impiadoso.
La irrupción de asaltos y robos, ha puesto sobre aviso a los vecinos. Aunque un par de casos muy tristes, muy lamentables y repudiables, que culminaron con las vidas de las víctimas, han rebalsado el vaso de la paciencia y el soportar estoicos de los sierrabayenses.
Dos casos funestos con idéntica metodología diabólica y un marcado, un total, desprecio por la existencia del otro, por parte del o de los malhechores que consumaron su objetivo tan tétrico.
Sin lugar a dudas, las hediondas ratas que han cometido estos abusos y han llegado a traspasar todo límite, en actitud tan increíble, han de tener la mente atrofiada y el corazón de piedra. ¿Qué persona en su juicio cabal, golpearía sin ningún viso de remordimiento, a seres ancianos, desprovistos de recursos defensivos?
Es evidente que tal plaga de Egipto, ha recalado en Sierras Bayas, haciéndose eco de un contexto general urbano demasiado proclive a la delincuencia y a atacar a potenciales víctimas.
En la horrible noche, cubierta de tormentas eléctricas y lluvias, del 25 de octubre de 2.016, en calle San Martín, en la entrada misma de la “Boca del Diablo”, un octogenario, don Carlos Miguel Leal, sufrió lo indecible, con quebradura expuesta de muñeca y contusiones varias, al menos seis, en la cabeza.
El 6 de noviembre, luego de unos días de agonía, y pese a los denodados esfuerzos de los facultativos por recomponer su estado de salud, la luz se extinguió dentro del organismo de un hombre que la peleó por largos 85 años, batallando contra toda contingencia.
No obstante, no pudo vencer el último ataque artero y cobarde de quien, o quienes, desprecian la vida. Y se ríen de los derechos humanos.
Y ahora, otra espina clavada en el sentimiento más puro: este lunes 9 una señora, NenéVignau de Luca, de 64 años de edad, es vilmente sorprendida y golpeada en su casa de Nobel y Hernández, en el barrio Villa Arrieta, también dentro del perímetro sierrabayense.
El colmo se hace presente. Ya no hay escapatoria. Cualquier ciudadano se ubica a merced de los presuntos asesinos que, se pasean por las arterias de la localidad, cual héroes de batallas épicas.
Y entonces vuelve la impotencia. Y la cuestión de los menores y los reparos legales. Y en un sitio donde la mayoría sabe quién es quién, sólo se solicita a gritos, que no queden en el olvido estos sucesos mortales, que se actúe con la debida celeridad para encontrar las pruebas que conduzcan a desentrañar la madeja putrefacta. Y que la Ley haga sentir su peso y su noción de Justicia, sin barreras leguleyas, porque hay miles de vecinos que hoy por hoy, anhelan continuar su camino de buena voluntad, con una indelegable tarea por delante: honrar la vida.
Por Mario Delgado.-

Opinión

Lo bueno de tener prioridades

Tener prioridades es realmente óptimo: sugiere, entre otras cosas, que el individuo o los gobiernos de los tres niveles, poseen un criterio juicioso, y cuentan, además, con un proyecto de vida de largo alcance.

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Marcar las cuestiones a realizar o resolver con premura, habla bien y nos habilita a creer que hay una contemplación completa de la realidad, y, en base a tal visión, se planea un estricto núcleo de objetivos a cumplimentar. 

Marchar por la senda sin rumbo, sin norte ni guía, es mala o necia, al menos, señal. Por tal motivo se interpela siempre a cada quien, contar con una agenda al alcance de la diestra. Y activar los hilos en consecuencia, desde luego. 

A propósito, este pequeño marco introductorio pretende depositarnos, mis amigos, en un ítem crucial para la concreción individual y colectiva como ciudadanos plenos. Y, conviene por cierto mencionar, la imposibilidad de seguir guitarreando en esta temática que ofreceremos, y desprenderla lo antes posible, de fanatismos partidistas. Me refiero en concreto a la Educación nuestra, en esta nación gloriosa. 

Se ha difundido hace horas atrás un informe contundente por parte de la señora Ministra de Educación de CABA que sentencia con supina espontaneidad, los vericuetos de la niñez y adolescencia que no transitan por un camino elogiable en materia de aprendizaje, llegando a terminar la Primaria o estar en Tercer Año de la Secundaria y no saber leer y escribir sin yerros y tampoco poder comprender y explicar con palabras propias, un texto cualquiera. 

Tamaña deficiencia se ata, en cierta manera, al tiempo de parálisis escolar impreso por la pandemia y la sucesión de cuarentenas. Podríamos asimilar tal contingencia en mayor o menor talante; sin embargo las deducciones del informe van más allá del proceso frontal del Covid 19 y sus medidas aleatorias. El problema a aceptar sin disimulos ni excusas mantiene firme la idea de que, en rigor de verdad, hay un drama previo, un dilema estructural que se agudizó con el virus chino, pero no es solamente esta reciente etapa dispar, entre la virtualidad y la ausencia en las aulas. 

Aún se agrega otro condimento no menor: se ha hecho un relevamiento entre una determinada cantidad de chicos, de entre 12 y 16 años, para averiguar si logran captar los subtítulos de las películas habladas en inglés u otro idioma, en cines o dispositivos hogareños. El análisis resulta desalentador, puesto que la gran mayoría, expresa no alcanzar a leer en tiempo real los zócalos correspondientes, no por interferencias en la visión, sino por no saber leer de corrido. 

El temido abandono del noble hábito de la cotidiana lectura, es una incómoda piedra puntiaguda en el calzado. Y no se notan visos de mejoría. 

Como daño colateral, por otra parte, del virus coronado, se ha comprobado que alrededor de 600.000 alumnos en el territorio nacional y 200.000 en la Provincia de Buenos Aires, no retornaron a sus establecimientos educativos al abrirse la famosa y tardía presencialidad. 

Un escándalo, sin objeciones de ninguna naturaleza. ¿Y ahora, quién carga con semejante cruz social? Porque, ¿alguien puede aseverarnos que tales pibas y pibes, volverán raudos a sus obligaciones escolares, al ser visitados por un docente o asistente social?

Una auténtica lástima que redobla la apuesta a constatar en qué sitio hemos colocado a la educación. Obvio, que ha descendido varios peldaños de cómo supo hallarse situada otrora. 

Por Mario Delgado.-  

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Opinión

Te acostumbrás 

Un amigo, un poco mayor que yo, me graficaba ayer que, en rigor de verdad, los argentinos nos vamos acomodando, nos adaptamos, con suma ductilidad, aunque refunfuñemos, a ciertas cuestiones demenciales que debieran sacarnos de quicio y movilizarnos de otra manera. 

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“Te acostumbrás”, me pontificó, despejando incluso con tal frase, cualquier sombra de duda que pudiera subsistir aún. No hay pena ni atropello que no se nos haya puesto de manifiesto, y, sin embargo, continuamos erguidos como sociedad y metidos cada quien en lo suyo. 

La escasa atención que le brindamos a los sucesos del entorno, tal vez tenga mucho que ver con las instancias personales de cada sujeto. Las ocupaciones son cada vez más en base a que el dinero rinde menos. 

Se naturaliza la opción del mayor esfuerzo y la gente dispuesta, sale en pos de ganarse el cada día más caro, pan vital. Una pequeña gran gragea, un botoncito de muestra que nos revuelve la panza, pero, reitero, no todavía como la contingencia requiere de un pueblo auténticamente agobiado y harto. 

Los niveles de corrupción piramidal se elevan a la enésima potencia, revolean bolsos con dinero mal habido en conventos o cuentan plata afanada en sendos videos virales, y todo gira sin más que algún comentario atrevido, desafiando a la ya incorporada manía de soportar y sobrellevar el drama, las culpas de otros. 

No se hace ni siquiera un necesario gasoducto y luego llegan los “verseros” de siempre, con excusas y mensajes altisonantes. Y los robadores de vacunas contra el Covid se pasean orondos, dando cátedras seguro, de cómo fomentar el buen turismo ahora que todo mundo acató órdenes salvadoras. Hipócritas impíos, exonerados por el poder, como un tal Firmenich o un viscoso Verbitsky. Falsedades convertidas en relatos presumiblemente verídicos, para entretener a la platea boquiabierta, que no despierta.

En tal contexto de locura y terror, no escasean los heridores del campo, los que nada saben del trabajo aguerrido de los productores chicos o medianos, y demonizan al sector, olvidando que de ahí emana el 65 % de lo que consume el argentino. 

Y nos quedaría chico el espacio para ir citando con mayúsculas, si lo desean, los yerros y las tropelías de los poderosos que se apoltronan en sus sillones, bebiendo en copas de oro, el sudor de los humildes. 

Ya probaron el sabor de dominar a una población encerrada y muerta de miedo e incertidumbre y van a ir por más perversidades. Porque no les importa subsanar las necesidades básicas, ni mejorar la calidad de vida del ser humano; sólo ansían llenar sus propias arcas, permanecer y ampliar la red de mantenidos por el Estado, que son los votantes cautivos, los temerosos que no se irán del redil por no perder sus planes sociales. 

Mientras la inflación consume las billeteras y separa a familias enteras, ahorcadas y sin solución, al tiempo que la inseguridad y la droga incrementa su paso fuerte y mortal, se encienden los doble discursos, las linternitas de los jetones de ocasión, charlatanes de bar, sin programas efectivos para mutar tanta mugre. 

Te acostumbrás, es cierto y penoso, a convivir con la putrefacción y contemplar sin esperanzas el panorama difuso del país que amás. 

Por Mario Delgado.-   

  

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 Farmacias de turno en Olavarría Facultad de Derecho