Opinión
Guiños
Los guiños se han de interpretar como señales. Señales que abren una perspectiva de análisis y dejan un halo, una estela de comentarios, con certezas y dudas en la balanza. Pero cuya existencia y demostración en la praxis, ya significan, ya representan de por sí, algo concreto.
Tomemos de cerca algunos de ellos.
1.- EL ASFALTO.- Se prendieron gomas, se manifestó la gente un viernes de intenso calor. El urticante reclamo de que la Comuna les construyese con rapidez la cinta asfáltica, parecía llegar al cielo. A los pocos días, una reunión en un despacho del Ejecutivo con el ingeniero Raúl Bachiarello y los vecinos que oyen la dialéctica que ya conocían de antemano: no se concederá por ahora el anhelo de sus corazones.
Sin embargo y, tal lo previsto también en anteriores contactos, las máquinas empiezan un recorrido por la zona en cuestión, por las calles de la efervescencia. Y entonces las aguas se dividen y los criterios de cómo seguir el asunto, se bifurcan.
2.- EN EL CÉNTRICO HOTEL.- El mismo día en que efectores de Coalición Cívica, toman la decisión de reinstalarse en la ciudad, en un clima distendido y cordial, en el hotel de la Vicente López, los abrazos se cuentan por símbolo de unidad entre los émulos de Macri y Ezequiel Galli y dos líneas internas del legendario partido de don Leandro Alem.
Un movimiento que llama a la reflexión y que es un tiro por elevación. ¿Jugada de anticipación a lo que vendrá en definitiva? ¿O un tic díscolo de quienes no triunfaron en las elecciones de la UCR de septiembre?
3.- SEMBRAR INQUIETUD.- Mientras los misiles de la oposición vernácula, se dirigen con furia hacia Rivadavia 2801 por el tema del sendero a L´amalí, y su costo nada frívolo, buscando la grieta en la pared, el oficialismo se despacha con una noticia que pretende contrarrestar los daños de las armas adversarias: la empresa pone ya “al toque” sobre la mesa 16 palitos.
Que el tembladeral perdura en cierto modo, es auténtica verdad. Mas la fuerza de los impactos, ya no es la de antes. A propósito, el Jefe del Palacio aún no se ha manifestado en público qué hará de su vida en el entrante año. Y tal actitud, tal incertidumbre, pone los nervios de punta a más de uno, en la “opo” aunque claro está, mis amigos, nadie le de importancia en las tribunas políticas a semejante juego del deshoje de la margarita.
4.- TRANSICIÓN.- A) EL PAPA: Por un lado, desde el Vaticano, el ex Arzobispo de Buenos Aires, ha consignado un punto clave para los argentinos: ha cerrado la agenda para no dar audiencias políticas hasta después de los comicios.
Y ahonda en un clamor que sale desde su espíritu: “lleguen en paz al término del mandato de Cristina Fernández”. Obviamente es un ingrediente discursivo que no puede caer en sacos rotos. Es un intrínseco mensaje de reconciliación entre hermanos, más allá de las diferencias y de las posturas frente a Casa Rosada. No al odio y los devaneos estériles. Sí a una novel etapa nacional.
- B) LA SEÑORA.- Sin muchos relevos frescos en el plantel, a esta altura del cotejo, la ex senadora, saca a todos a la cancha con un mandato único: ir por todo. Sin pausa en su accionar de sacudir la modorra de la tropa, instruye a sus discípulos a no aflojar las riendas, en sostener la conducción, ha como de lugar.
Contraposición inequívoca con la visión pontificia, desde luego. Porque no se avisa a nadie de una mesa de diálogo o de una concertación mínima, de cara a 2015. Todo al revés, se perfila una profundización de un estilo y de una clásica impronta, poco dispuesta a aceptar la ideología del otro.
Por Mario Delgado.-
Opinión
Lo bueno de tener prioridades
Tener prioridades es realmente óptimo: sugiere, entre otras cosas, que el individuo o los gobiernos de los tres niveles, poseen un criterio juicioso, y cuentan, además, con un proyecto de vida de largo alcance.
Marcar las cuestiones a realizar o resolver con premura, habla bien y nos habilita a creer que hay una contemplación completa de la realidad, y, en base a tal visión, se planea un estricto núcleo de objetivos a cumplimentar.
Marchar por la senda sin rumbo, sin norte ni guía, es mala o necia, al menos, señal. Por tal motivo se interpela siempre a cada quien, contar con una agenda al alcance de la diestra. Y activar los hilos en consecuencia, desde luego.
A propósito, este pequeño marco introductorio pretende depositarnos, mis amigos, en un ítem crucial para la concreción individual y colectiva como ciudadanos plenos. Y, conviene por cierto mencionar, la imposibilidad de seguir guitarreando en esta temática que ofreceremos, y desprenderla lo antes posible, de fanatismos partidistas. Me refiero en concreto a la Educación nuestra, en esta nación gloriosa.
Se ha difundido hace horas atrás un informe contundente por parte de la señora Ministra de Educación de CABA que sentencia con supina espontaneidad, los vericuetos de la niñez y adolescencia que no transitan por un camino elogiable en materia de aprendizaje, llegando a terminar la Primaria o estar en Tercer Año de la Secundaria y no saber leer y escribir sin yerros y tampoco poder comprender y explicar con palabras propias, un texto cualquiera.
Tamaña deficiencia se ata, en cierta manera, al tiempo de parálisis escolar impreso por la pandemia y la sucesión de cuarentenas. Podríamos asimilar tal contingencia en mayor o menor talante; sin embargo las deducciones del informe van más allá del proceso frontal del Covid 19 y sus medidas aleatorias. El problema a aceptar sin disimulos ni excusas mantiene firme la idea de que, en rigor de verdad, hay un drama previo, un dilema estructural que se agudizó con el virus chino, pero no es solamente esta reciente etapa dispar, entre la virtualidad y la ausencia en las aulas.
Aún se agrega otro condimento no menor: se ha hecho un relevamiento entre una determinada cantidad de chicos, de entre 12 y 16 años, para averiguar si logran captar los subtítulos de las películas habladas en inglés u otro idioma, en cines o dispositivos hogareños. El análisis resulta desalentador, puesto que la gran mayoría, expresa no alcanzar a leer en tiempo real los zócalos correspondientes, no por interferencias en la visión, sino por no saber leer de corrido.
El temido abandono del noble hábito de la cotidiana lectura, es una incómoda piedra puntiaguda en el calzado. Y no se notan visos de mejoría.
Como daño colateral, por otra parte, del virus coronado, se ha comprobado que alrededor de 600.000 alumnos en el territorio nacional y 200.000 en la Provincia de Buenos Aires, no retornaron a sus establecimientos educativos al abrirse la famosa y tardía presencialidad.
Un escándalo, sin objeciones de ninguna naturaleza. ¿Y ahora, quién carga con semejante cruz social? Porque, ¿alguien puede aseverarnos que tales pibas y pibes, volverán raudos a sus obligaciones escolares, al ser visitados por un docente o asistente social?
Una auténtica lástima que redobla la apuesta a constatar en qué sitio hemos colocado a la educación. Obvio, que ha descendido varios peldaños de cómo supo hallarse situada otrora.
Por Mario Delgado.-
Opinión
Te acostumbrás
Un amigo, un poco mayor que yo, me graficaba ayer que, en rigor de verdad, los argentinos nos vamos acomodando, nos adaptamos, con suma ductilidad, aunque refunfuñemos, a ciertas cuestiones demenciales que debieran sacarnos de quicio y movilizarnos de otra manera.
“Te acostumbrás”, me pontificó, despejando incluso con tal frase, cualquier sombra de duda que pudiera subsistir aún. No hay pena ni atropello que no se nos haya puesto de manifiesto, y, sin embargo, continuamos erguidos como sociedad y metidos cada quien en lo suyo.
La escasa atención que le brindamos a los sucesos del entorno, tal vez tenga mucho que ver con las instancias personales de cada sujeto. Las ocupaciones son cada vez más en base a que el dinero rinde menos.
Se naturaliza la opción del mayor esfuerzo y la gente dispuesta, sale en pos de ganarse el cada día más caro, pan vital. Una pequeña gran gragea, un botoncito de muestra que nos revuelve la panza, pero, reitero, no todavía como la contingencia requiere de un pueblo auténticamente agobiado y harto.
Los niveles de corrupción piramidal se elevan a la enésima potencia, revolean bolsos con dinero mal habido en conventos o cuentan plata afanada en sendos videos virales, y todo gira sin más que algún comentario atrevido, desafiando a la ya incorporada manía de soportar y sobrellevar el drama, las culpas de otros.
No se hace ni siquiera un necesario gasoducto y luego llegan los “verseros” de siempre, con excusas y mensajes altisonantes. Y los robadores de vacunas contra el Covid se pasean orondos, dando cátedras seguro, de cómo fomentar el buen turismo ahora que todo mundo acató órdenes salvadoras. Hipócritas impíos, exonerados por el poder, como un tal Firmenich o un viscoso Verbitsky. Falsedades convertidas en relatos presumiblemente verídicos, para entretener a la platea boquiabierta, que no despierta.
En tal contexto de locura y terror, no escasean los heridores del campo, los que nada saben del trabajo aguerrido de los productores chicos o medianos, y demonizan al sector, olvidando que de ahí emana el 65 % de lo que consume el argentino.
Y nos quedaría chico el espacio para ir citando con mayúsculas, si lo desean, los yerros y las tropelías de los poderosos que se apoltronan en sus sillones, bebiendo en copas de oro, el sudor de los humildes.
Ya probaron el sabor de dominar a una población encerrada y muerta de miedo e incertidumbre y van a ir por más perversidades. Porque no les importa subsanar las necesidades básicas, ni mejorar la calidad de vida del ser humano; sólo ansían llenar sus propias arcas, permanecer y ampliar la red de mantenidos por el Estado, que son los votantes cautivos, los temerosos que no se irán del redil por no perder sus planes sociales.
Mientras la inflación consume las billeteras y separa a familias enteras, ahorcadas y sin solución, al tiempo que la inseguridad y la droga incrementa su paso fuerte y mortal, se encienden los doble discursos, las linternitas de los jetones de ocasión, charlatanes de bar, sin programas efectivos para mutar tanta mugre.
Te acostumbrás, es cierto y penoso, a convivir con la putrefacción y contemplar sin esperanzas el panorama difuso del país que amás.
Por Mario Delgado.-