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Opinión

Una etapa cumplida

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Cálida. Especial estuvo la noche en la localidad rural de Espigas este viernes 12. Y la fiesta de colación de grados se cumplió con total entusiasmo en las instalaciones del CEPT Número 8, con los nuevos egresados de séptimo año que abandonan las aulas para iniciar un novel desafío en sus vidas.

Espigas se ubica a 81 kilómetros de nuestra ciudad y a 55 de Bolívar. Pertenece al partido de Olavarría y fue fundada un 10 de octubre de 1910. Según el último censo de 2010, contaba en ese momento con 492 habitantes.

Espigas tuvo su tiempo de esplendor con la presencia del ferrocarril. En la década del 90 se dio curso a la instalación del CEPT. Proposición interesante con varios objetivos, entre ellos dar impulso a las actividades del campo y su formación profesional y por otro lado, intentar que no se produzca la desvinculación de los jóvenes con la ruralidad, una forma de poner freno al desarraigo.

En el acto de fin de ciclo lectivo, se dieron cita trescientas personas, entre docentes, padres y alumnos. También estuvo la señora Delegada Municipal y el señor concejal Ricardo Nasello. Se proyectó un video, recordando escenas y anécdotas estudiantiles, los profesores despidieron a sus educandos y la Directora esbozó palabras sentidas y cargadas de afecto. También hablaron componentes del Consejo de Administración del establecimiento.

Gustavo Irurbeta es justamente quien encabeza dicho ente y en diálogo exclusivo con este portal, trató de ilustrar lo que es trabajar aquí. “Esto es una cosa que se lleva muy dentro, – expresó con convicción – es la escuela secundaria para nuestros hijos, y un enorme beneficio para quienes vivimos en la zona rural. Podemos de esta forma tener a nuestros hijos con nosotros y nos facilita el inconveniente que representa mandarlos a la ciudad”.

El sacrificio se advierte durante el año. Hay que luchar a veces contra las lluvias y los caminos en mal estado, pero “es un orgullo a su vez porque este tipo de escuelas de alternancia se da sólo en la Provincia de Buenos Aires. (Los chicos pasan una semana en el CEPT y dos en sus casas) Hay 35 entidades como ésta y se forma parte de la Escuela Agraria bonaerense”, destaca Irurbeta.

En lo económico se mantienen con el aporte de “la Provincia, del Municipio y lo demás se va haciendo entre los padres. Cada chico paga 200 pesos la permanencia”. En cuanto al plantel de alumnos, rescata nuestro entrevistado que “hay de Espigas lógicamente, pero se anotan también de la región. Por ejemplo de Tapalqué, Alvear y Bolívar”.

Para la Delegada Arrens, la “satisfacción es inmensa. Observar la alegría de los que egresan y sus familias, nos llena el alma. Es interesante para todos que puedan capacitarse acá y que estén cómodos, controlados y contenidos. Son como una gran familia, una comunidad donde se respetan y valoran tal cual es cada uno. Hay una interrelación profunda, que logra pervivir aun con el transcurso del tiempo”.

Uno de los felices egresados, Nicolás Carrizo, dejó traslucir su ánimo: “Estoy contento de haber culminado la secundaria en una escuela como esta. Los profesores siempre acompañan a los alumnos, durante cada jornada, nos tratan bien, nos llevamos bien”.

Nicolás se recibió de Bachiller Agrario y “continuaré estudiando y trabajando. Me llevo conmigo inmensa cantidad de recuerdos bellos y la imagen imborrable de mi escuela tan querida durante mis últimos siete años”. El abrazo con sus seres queridos lo separa de este cronista que va en busca de la señora Directora del CEPT.

Agustina Esquiroz comanda con entereza y dedicación el lugar y nos anuncia que “esta es la colación número 14. Nacimos en 1992. Los que se van son hijos de empleados rurales, agricultores, toda gente de trabajo. Nuestra vocación es permanente: educar y estar con ellos”.

El CEPT “ayuda al desarrollo local de Espigas, asegura la docente, quien anexa “estudiar acá significa una experiencia digna de mencionar, los chicos generalmente se quedan luego dentro del circuito rural. Es una demostración práctica de que si les otorgamos las herramientas necesarias, no abandonarán su hábitat, su entorno”.

Hoy existe una planta de “18 profesores, 5 auxiliares, un administrador en red y en 2014 recibimos 82 alumnos. Para el venidero aguardamos una matrícula para primer año de 25 chicos. Para los papás es ya una alternativa enviar a sus hijos a esta escuela”, resume Agustina.

Ante la inquietud de ¿cómo es el día a día?, la Directora señala: “Hay respeto, compromiso. Los padres traen a sus pibes los lunes, los viernes los retiran. No se detectan casos de violencia, ni discusiones absurdas. Llueve o truene, los alumnos vienen. Y es sumamente loable el apoyo y aporte incondicional de la comunidad espiguense, que nos avala y respalda sin concesiones”, concluyó Esquiroz.

La charla amena, los flashes de las fotos, las bromas circunstanciales y alguna lágrima disimulada apenas. El orgullo de las mamás y los carraspeos de los papás, que se refugian en la excusa de comer algo rico paro no reconocer en público que se les cae el corazón de emoción. Mucha lucha detrás, mucho madrugar, mucho enfrentar los avatares cotidianos para darles a sus descendientes las oportunidades que ellos no tuvieron quizá.

Hermosa la velada en Espigas. Y el brindis. Y la torta. Y un cierre de clases que es en realidad, una puerta abierta al futuro.

Por Mario Delgado.-

Opinión

Lo bueno de tener prioridades

Tener prioridades es realmente óptimo: sugiere, entre otras cosas, que el individuo o los gobiernos de los tres niveles, poseen un criterio juicioso, y cuentan, además, con un proyecto de vida de largo alcance.

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Marcar las cuestiones a realizar o resolver con premura, habla bien y nos habilita a creer que hay una contemplación completa de la realidad, y, en base a tal visión, se planea un estricto núcleo de objetivos a cumplimentar. 

Marchar por la senda sin rumbo, sin norte ni guía, es mala o necia, al menos, señal. Por tal motivo se interpela siempre a cada quien, contar con una agenda al alcance de la diestra. Y activar los hilos en consecuencia, desde luego. 

A propósito, este pequeño marco introductorio pretende depositarnos, mis amigos, en un ítem crucial para la concreción individual y colectiva como ciudadanos plenos. Y, conviene por cierto mencionar, la imposibilidad de seguir guitarreando en esta temática que ofreceremos, y desprenderla lo antes posible, de fanatismos partidistas. Me refiero en concreto a la Educación nuestra, en esta nación gloriosa. 

Se ha difundido hace horas atrás un informe contundente por parte de la señora Ministra de Educación de CABA que sentencia con supina espontaneidad, los vericuetos de la niñez y adolescencia que no transitan por un camino elogiable en materia de aprendizaje, llegando a terminar la Primaria o estar en Tercer Año de la Secundaria y no saber leer y escribir sin yerros y tampoco poder comprender y explicar con palabras propias, un texto cualquiera. 

Tamaña deficiencia se ata, en cierta manera, al tiempo de parálisis escolar impreso por la pandemia y la sucesión de cuarentenas. Podríamos asimilar tal contingencia en mayor o menor talante; sin embargo las deducciones del informe van más allá del proceso frontal del Covid 19 y sus medidas aleatorias. El problema a aceptar sin disimulos ni excusas mantiene firme la idea de que, en rigor de verdad, hay un drama previo, un dilema estructural que se agudizó con el virus chino, pero no es solamente esta reciente etapa dispar, entre la virtualidad y la ausencia en las aulas. 

Aún se agrega otro condimento no menor: se ha hecho un relevamiento entre una determinada cantidad de chicos, de entre 12 y 16 años, para averiguar si logran captar los subtítulos de las películas habladas en inglés u otro idioma, en cines o dispositivos hogareños. El análisis resulta desalentador, puesto que la gran mayoría, expresa no alcanzar a leer en tiempo real los zócalos correspondientes, no por interferencias en la visión, sino por no saber leer de corrido. 

El temido abandono del noble hábito de la cotidiana lectura, es una incómoda piedra puntiaguda en el calzado. Y no se notan visos de mejoría. 

Como daño colateral, por otra parte, del virus coronado, se ha comprobado que alrededor de 600.000 alumnos en el territorio nacional y 200.000 en la Provincia de Buenos Aires, no retornaron a sus establecimientos educativos al abrirse la famosa y tardía presencialidad. 

Un escándalo, sin objeciones de ninguna naturaleza. ¿Y ahora, quién carga con semejante cruz social? Porque, ¿alguien puede aseverarnos que tales pibas y pibes, volverán raudos a sus obligaciones escolares, al ser visitados por un docente o asistente social?

Una auténtica lástima que redobla la apuesta a constatar en qué sitio hemos colocado a la educación. Obvio, que ha descendido varios peldaños de cómo supo hallarse situada otrora. 

Por Mario Delgado.-  

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Opinión

Te acostumbrás 

Un amigo, un poco mayor que yo, me graficaba ayer que, en rigor de verdad, los argentinos nos vamos acomodando, nos adaptamos, con suma ductilidad, aunque refunfuñemos, a ciertas cuestiones demenciales que debieran sacarnos de quicio y movilizarnos de otra manera. 

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“Te acostumbrás”, me pontificó, despejando incluso con tal frase, cualquier sombra de duda que pudiera subsistir aún. No hay pena ni atropello que no se nos haya puesto de manifiesto, y, sin embargo, continuamos erguidos como sociedad y metidos cada quien en lo suyo. 

La escasa atención que le brindamos a los sucesos del entorno, tal vez tenga mucho que ver con las instancias personales de cada sujeto. Las ocupaciones son cada vez más en base a que el dinero rinde menos. 

Se naturaliza la opción del mayor esfuerzo y la gente dispuesta, sale en pos de ganarse el cada día más caro, pan vital. Una pequeña gran gragea, un botoncito de muestra que nos revuelve la panza, pero, reitero, no todavía como la contingencia requiere de un pueblo auténticamente agobiado y harto. 

Los niveles de corrupción piramidal se elevan a la enésima potencia, revolean bolsos con dinero mal habido en conventos o cuentan plata afanada en sendos videos virales, y todo gira sin más que algún comentario atrevido, desafiando a la ya incorporada manía de soportar y sobrellevar el drama, las culpas de otros. 

No se hace ni siquiera un necesario gasoducto y luego llegan los “verseros” de siempre, con excusas y mensajes altisonantes. Y los robadores de vacunas contra el Covid se pasean orondos, dando cátedras seguro, de cómo fomentar el buen turismo ahora que todo mundo acató órdenes salvadoras. Hipócritas impíos, exonerados por el poder, como un tal Firmenich o un viscoso Verbitsky. Falsedades convertidas en relatos presumiblemente verídicos, para entretener a la platea boquiabierta, que no despierta.

En tal contexto de locura y terror, no escasean los heridores del campo, los que nada saben del trabajo aguerrido de los productores chicos o medianos, y demonizan al sector, olvidando que de ahí emana el 65 % de lo que consume el argentino. 

Y nos quedaría chico el espacio para ir citando con mayúsculas, si lo desean, los yerros y las tropelías de los poderosos que se apoltronan en sus sillones, bebiendo en copas de oro, el sudor de los humildes. 

Ya probaron el sabor de dominar a una población encerrada y muerta de miedo e incertidumbre y van a ir por más perversidades. Porque no les importa subsanar las necesidades básicas, ni mejorar la calidad de vida del ser humano; sólo ansían llenar sus propias arcas, permanecer y ampliar la red de mantenidos por el Estado, que son los votantes cautivos, los temerosos que no se irán del redil por no perder sus planes sociales. 

Mientras la inflación consume las billeteras y separa a familias enteras, ahorcadas y sin solución, al tiempo que la inseguridad y la droga incrementa su paso fuerte y mortal, se encienden los doble discursos, las linternitas de los jetones de ocasión, charlatanes de bar, sin programas efectivos para mutar tanta mugre. 

Te acostumbrás, es cierto y penoso, a convivir con la putrefacción y contemplar sin esperanzas el panorama difuso del país que amás. 

Por Mario Delgado.-   

  

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 Farmacias de turno en Olavarría Facultad de Derecho