Opinión
Hasta que la luz se apague
La obscuridad se hizo de golpe, copando cada ámbito de la ciudad. Y, entre los sitios afectados, hemos de contar el recinto deliberativo de Rivadavia 3038, donde precisamente se desenvolvía la 12° Sesión Ordinaria con un arduo y acalorado tema en danza.
La contingencia entonces, sirvió involuntaria, al cierre, al menos por el momento, del asunto en cuestión: un “Proyecto de Comunicación expresando rechazo por el Decreto Número 820/16 del Presidente de la Nación que modifica la Ley de Tierras, Número 26.737”.
Tan álgido era el punto a tratar que los oradores se sucedieron uno tras otro, motivándose ellos mismos a medida que transcurrían los frenéticos minutos.
Al parecer, la punta del ovillo se desenvolvió, dando perfecto pie a acusaciones, pases obligados de factura y elogios a tal o a cuál que duraban demasiado poco, ya que el concejal siguiente en el uso del inalámbrico, desdibujaba con nuevos parámetros, lo expuesto por su antecesor.
Se paseaba orondo un denso murmullo y un clima irresistible de tensión. Las puntas de las lanzas, cada vez lucían más afiladas.
Fue Germán Aramburu, de “Renovación Peronista”, el que marcó la cancha con una catarata de críticas al ingeniero que comanda Balcarce 50. Tuvo incluso un inesperado elogio a don Gioja, resaltando que las tierras han de preservarse para los argentinos y no ser vendidas cual prendas de vestir en una coqueta tienda a los señores extranjeros.
Mario Gregorini desde la bancada de “Cambiemos”, sentó la posición oficialista y entendió que “se tergiversan cosas” y dio un recorrido por el pasado histórico llegando a épocas de don Nicolás Avellaneda. Y, arrimando un bidoncito de combustible propicio, dejó picando un lindo temita: el veto kirchnerista a la famosa “Ley de Glaciares”.
Pero a Saúl Bajamón, FpV MILES, no le sorprendió la actitud de la voz oficial y agregó una piara más de leña al fuego que ardía: “16.000.000 de hectáreas están hoy en manos de extranjeros”, subrayó con fibrón rojo en el aire cargado de chicanas. Y, no conforme con ello, removió las brasas con el “Plan Belgrano” y la factibilidad de instalación de bases yanquis en territorio criollo.
La perfección suiza de los relojes, corría sin detenerse. Extenso ya pintaba el itinerario mono temático. Mas restaba aún un buen trecho.
El arquitecto Ernesto Cladera, también de “Cambiemos”, optó por esbozar un discurso potente y criticó, entre otros tópicos, a Gioja y su acción en favor de la minería foránea en la norteña San Juan.
Einar Iguerategui, “FOV”, direccionó los cañones hacia Casa Rosada y aportó un dato: “Esta Resolución ya ha sido aprobada por otros Concejos Deliberantes”.
El profesor Marcelo Latorre, “Frente UNA”, consideró que: “Es un tema de mucha pasión, porque hablamos aquí de soberanía”, y fue desgranando consideraciones para engordar un tópico evidentemente muy controversial. Poniendo también distancia y paralelos entre el agua y las tierras que son adquiridas por personas de otras latitudes, especialmente canadienses y norteamericanos.
La fogata echaba vapor. Las llamas iluminaban los rostros de los ediles que no veían para nada la hora. Alguien por ahí, por curiosidad nomás quizá atinó a preguntarse qué poder de decisión podría llegar a poseer esta Sesión en tanto y en cuanto a lo que ocurra con el Proyecto a nivel nacional.
Y saltó al ruedo la verborragia de Federico Aguilera del “FpV” y la emprendió sin frenos contra el bloque de “Cambiemos” y fue tajante y mordaz.
Y cuando se chocaba con la probabilidad de tomar nota de las votaciones, o seguir con la palabra pedida de don Cladera que se salía de la vaina, el insólito gong de la energía eléctrica apagándose rauda, le dijo “basta” a la noche legislativa.
La sangre quedó posadita en los ojos de varios. ¿Se retomará el venidero martes, desde las 18 horas, la posta?
Por Mario Delgado.-
Opinión
Lo bueno de tener prioridades
Tener prioridades es realmente óptimo: sugiere, entre otras cosas, que el individuo o los gobiernos de los tres niveles, poseen un criterio juicioso, y cuentan, además, con un proyecto de vida de largo alcance.
Marcar las cuestiones a realizar o resolver con premura, habla bien y nos habilita a creer que hay una contemplación completa de la realidad, y, en base a tal visión, se planea un estricto núcleo de objetivos a cumplimentar.
Marchar por la senda sin rumbo, sin norte ni guía, es mala o necia, al menos, señal. Por tal motivo se interpela siempre a cada quien, contar con una agenda al alcance de la diestra. Y activar los hilos en consecuencia, desde luego.
A propósito, este pequeño marco introductorio pretende depositarnos, mis amigos, en un ítem crucial para la concreción individual y colectiva como ciudadanos plenos. Y, conviene por cierto mencionar, la imposibilidad de seguir guitarreando en esta temática que ofreceremos, y desprenderla lo antes posible, de fanatismos partidistas. Me refiero en concreto a la Educación nuestra, en esta nación gloriosa.
Se ha difundido hace horas atrás un informe contundente por parte de la señora Ministra de Educación de CABA que sentencia con supina espontaneidad, los vericuetos de la niñez y adolescencia que no transitan por un camino elogiable en materia de aprendizaje, llegando a terminar la Primaria o estar en Tercer Año de la Secundaria y no saber leer y escribir sin yerros y tampoco poder comprender y explicar con palabras propias, un texto cualquiera.
Tamaña deficiencia se ata, en cierta manera, al tiempo de parálisis escolar impreso por la pandemia y la sucesión de cuarentenas. Podríamos asimilar tal contingencia en mayor o menor talante; sin embargo las deducciones del informe van más allá del proceso frontal del Covid 19 y sus medidas aleatorias. El problema a aceptar sin disimulos ni excusas mantiene firme la idea de que, en rigor de verdad, hay un drama previo, un dilema estructural que se agudizó con el virus chino, pero no es solamente esta reciente etapa dispar, entre la virtualidad y la ausencia en las aulas.
Aún se agrega otro condimento no menor: se ha hecho un relevamiento entre una determinada cantidad de chicos, de entre 12 y 16 años, para averiguar si logran captar los subtítulos de las películas habladas en inglés u otro idioma, en cines o dispositivos hogareños. El análisis resulta desalentador, puesto que la gran mayoría, expresa no alcanzar a leer en tiempo real los zócalos correspondientes, no por interferencias en la visión, sino por no saber leer de corrido.
El temido abandono del noble hábito de la cotidiana lectura, es una incómoda piedra puntiaguda en el calzado. Y no se notan visos de mejoría.
Como daño colateral, por otra parte, del virus coronado, se ha comprobado que alrededor de 600.000 alumnos en el territorio nacional y 200.000 en la Provincia de Buenos Aires, no retornaron a sus establecimientos educativos al abrirse la famosa y tardía presencialidad.
Un escándalo, sin objeciones de ninguna naturaleza. ¿Y ahora, quién carga con semejante cruz social? Porque, ¿alguien puede aseverarnos que tales pibas y pibes, volverán raudos a sus obligaciones escolares, al ser visitados por un docente o asistente social?
Una auténtica lástima que redobla la apuesta a constatar en qué sitio hemos colocado a la educación. Obvio, que ha descendido varios peldaños de cómo supo hallarse situada otrora.
Por Mario Delgado.-
Opinión
Te acostumbrás
Un amigo, un poco mayor que yo, me graficaba ayer que, en rigor de verdad, los argentinos nos vamos acomodando, nos adaptamos, con suma ductilidad, aunque refunfuñemos, a ciertas cuestiones demenciales que debieran sacarnos de quicio y movilizarnos de otra manera.
“Te acostumbrás”, me pontificó, despejando incluso con tal frase, cualquier sombra de duda que pudiera subsistir aún. No hay pena ni atropello que no se nos haya puesto de manifiesto, y, sin embargo, continuamos erguidos como sociedad y metidos cada quien en lo suyo.
La escasa atención que le brindamos a los sucesos del entorno, tal vez tenga mucho que ver con las instancias personales de cada sujeto. Las ocupaciones son cada vez más en base a que el dinero rinde menos.
Se naturaliza la opción del mayor esfuerzo y la gente dispuesta, sale en pos de ganarse el cada día más caro, pan vital. Una pequeña gran gragea, un botoncito de muestra que nos revuelve la panza, pero, reitero, no todavía como la contingencia requiere de un pueblo auténticamente agobiado y harto.
Los niveles de corrupción piramidal se elevan a la enésima potencia, revolean bolsos con dinero mal habido en conventos o cuentan plata afanada en sendos videos virales, y todo gira sin más que algún comentario atrevido, desafiando a la ya incorporada manía de soportar y sobrellevar el drama, las culpas de otros.
No se hace ni siquiera un necesario gasoducto y luego llegan los “verseros” de siempre, con excusas y mensajes altisonantes. Y los robadores de vacunas contra el Covid se pasean orondos, dando cátedras seguro, de cómo fomentar el buen turismo ahora que todo mundo acató órdenes salvadoras. Hipócritas impíos, exonerados por el poder, como un tal Firmenich o un viscoso Verbitsky. Falsedades convertidas en relatos presumiblemente verídicos, para entretener a la platea boquiabierta, que no despierta.
En tal contexto de locura y terror, no escasean los heridores del campo, los que nada saben del trabajo aguerrido de los productores chicos o medianos, y demonizan al sector, olvidando que de ahí emana el 65 % de lo que consume el argentino.
Y nos quedaría chico el espacio para ir citando con mayúsculas, si lo desean, los yerros y las tropelías de los poderosos que se apoltronan en sus sillones, bebiendo en copas de oro, el sudor de los humildes.
Ya probaron el sabor de dominar a una población encerrada y muerta de miedo e incertidumbre y van a ir por más perversidades. Porque no les importa subsanar las necesidades básicas, ni mejorar la calidad de vida del ser humano; sólo ansían llenar sus propias arcas, permanecer y ampliar la red de mantenidos por el Estado, que son los votantes cautivos, los temerosos que no se irán del redil por no perder sus planes sociales.
Mientras la inflación consume las billeteras y separa a familias enteras, ahorcadas y sin solución, al tiempo que la inseguridad y la droga incrementa su paso fuerte y mortal, se encienden los doble discursos, las linternitas de los jetones de ocasión, charlatanes de bar, sin programas efectivos para mutar tanta mugre.
Te acostumbrás, es cierto y penoso, a convivir con la putrefacción y contemplar sin esperanzas el panorama difuso del país que amás.
Por Mario Delgado.-