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Opinión

Opinión: Un sillón para cuatro

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Faltan prácticamente diez días mis amigos, para el cierre publicitario, para ingresar en la veda que nos invita a la reflexión, horas antes de ir a votar.
A nivel del distrito Olavarría, bien ya saben ustedes que solamente cuatro postulantes se presentan, aspirando con sus “armas de seducción”, al sillón de don Amparo Castro.

Este año y, primordialmente luego de las lluviosas PASO, de aquel casi invernal 9 de agosto último, hubo un movimiento interesante en las huestes políticas vernáculas. Una somnolencia de varios almanaques, se vio despabilada de pronto y tal actitud le ha inyectado un plus atrapante a este marco proselitista intenso y variopinto.
Por el lado del eseverrismo, o sea del actual oficialismo, la contundencia del mensaje fue captado, fue leído a tiempo. Entonces se emprendió una titánica tarea consistente en prestar los oídos al pueblo, ampliar el espectro de obras, e instaurar un novel ritmo de conducir la comarca, con un alcalde presto y cercano a su población.
El timón tenía, no obstante, otra opción: seguir en idéntica tesitura. Sin embargo, los artífices del Palacio San Martín, notaron el impacto de las arremolinadas aguas y decidieron contener el escape pertinente.
El punto a considerar ahora es éste: percatarse de si la gente acepta y avala el giro, o si lo llega a sentir como un elemento condicionado por las circunstancias.

Porque, mis amigos, el tema es sencillo y elocuente a la vez: si el doctor José María reincide en un triunfo electivo el 25, ¿mantendrá el “modus operandi” de esta temporada post-PASO, tan particular, tan multifacético, o retornará a su antigua forma más silenciosa de gobernar?

Hay cambios que se harán, sin dudas. Otro ímpetu ha de tener su equipo de colaboradores. Otra óptica de cara a los barrios y a las localidades. Y, fundamentalmente, de frente a la gente a la que no es conveniente maltratar.
Por el búnquer de “Cambiemos”, las expectativas son, cada jornada, mayores. Aunque existen dudas también por qué no, en relación a lo que harán los componentes del “peronismo dolido”, por ejemplo, hacía que boleta apuntarán sus diestras.
Quizá, y a diferencia de José María, aquí sea importante la performance nacional del ingeniero Mauricio Macri. ¿Se atará lo local a la polarización de arriba?

Ezequiel Galli ha traído un aire inquietante a la ciudad. A impreso la idea de que al oficialismo arraigado, se lo puede vencer. Capitalizó en veinticuatro meses y fracción de recorridas, un montón de necesidades y pensamientos que la comunidad llevaba en sus alforjas. Cortó, al menos en teoría, con el mito de la derrota en continuado de los opositores.
El gran dilema es, de acá al sufragio, si tal atracción permanece intacta, si además se acrecienta y lo primordial: si canaliza la sorpresa del primer momento con la postura más compleja y delicada al sumo, de dirigir los destinos de Olavarría.
Porque, claro está, una cosa son las Primarias y otra la verdad expuesta en las generales del 25 de octubre. Da la impresión que el hombre no se opaca ni se amilana. No le hacen mella las críticas de la supuesta – o real – falta de experiencia. Camina confiado. En algo ya ganó, de hecho, como decíamos más arriba: despertó noveles ingredientes, antes irreales. Claro que con solo eso, no se maneja el vehículo en evolución sin pausa, llamado Olavarría.
Yendo al Frente UNA, o más conocido como Renovador, la diputada Liliana Schwindt, también sustenta una filosofía basada en el optimismo y en la percepción de una buena elección.

Su candidato Sergio Massa, tercia en la porfía. ¿Tracciona el tigrense o depende ella de sus tácticas localistas? El criterio de aglutinar sufragantes pasaría por la labor desempeñada en los rincones más humildes, sitios en donde la legisladora, entra sin dilaciones y posee para tales gentes un discurso creíble y práctico.
Y vamos arribando a las líneas finales, con una mención como corresponde al señor de la izquierda y a su tropa. O sea, Carlos Gil y el FIT. Estiman, anhelan, se la juegan por meter esta ocasión un edil Antí Cortés, hija del fundador del PO aquí, en nuestras tierras.

Los porcentajes no miden sentimientos, ni corazonadas. No, señores míos; evalúan votos válidos. De modo tal que ¿podrá la voz del “paño rojo”, abrirse una senda entre la maraña zigzagueante de sus pares? Difícil empresa, mas no imposible. Pero muy dificultosa, por cierto. Tendrían que vencer escollos a montones en estos días aciagos.
Todo está por descubrirse. Por verse. Se prevé un porvenir sin mayorías descollantes, sin “héroes” salvadores. Seguro que los cuatro “paladines” pondrán lo mejor de sí para arrimar el bochín y captar la mano extendida a su favor del votante.
A priori se divisa en el horizonte una aseveración: ganare quien ganare, ya Olavarría inauguró un distinto período de su historia.

Por Mario Delgado.-

 

Opinión

Lo bueno de tener prioridades

Tener prioridades es realmente óptimo: sugiere, entre otras cosas, que el individuo o los gobiernos de los tres niveles, poseen un criterio juicioso, y cuentan, además, con un proyecto de vida de largo alcance.

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Marcar las cuestiones a realizar o resolver con premura, habla bien y nos habilita a creer que hay una contemplación completa de la realidad, y, en base a tal visión, se planea un estricto núcleo de objetivos a cumplimentar. 

Marchar por la senda sin rumbo, sin norte ni guía, es mala o necia, al menos, señal. Por tal motivo se interpela siempre a cada quien, contar con una agenda al alcance de la diestra. Y activar los hilos en consecuencia, desde luego. 

A propósito, este pequeño marco introductorio pretende depositarnos, mis amigos, en un ítem crucial para la concreción individual y colectiva como ciudadanos plenos. Y, conviene por cierto mencionar, la imposibilidad de seguir guitarreando en esta temática que ofreceremos, y desprenderla lo antes posible, de fanatismos partidistas. Me refiero en concreto a la Educación nuestra, en esta nación gloriosa. 

Se ha difundido hace horas atrás un informe contundente por parte de la señora Ministra de Educación de CABA que sentencia con supina espontaneidad, los vericuetos de la niñez y adolescencia que no transitan por un camino elogiable en materia de aprendizaje, llegando a terminar la Primaria o estar en Tercer Año de la Secundaria y no saber leer y escribir sin yerros y tampoco poder comprender y explicar con palabras propias, un texto cualquiera. 

Tamaña deficiencia se ata, en cierta manera, al tiempo de parálisis escolar impreso por la pandemia y la sucesión de cuarentenas. Podríamos asimilar tal contingencia en mayor o menor talante; sin embargo las deducciones del informe van más allá del proceso frontal del Covid 19 y sus medidas aleatorias. El problema a aceptar sin disimulos ni excusas mantiene firme la idea de que, en rigor de verdad, hay un drama previo, un dilema estructural que se agudizó con el virus chino, pero no es solamente esta reciente etapa dispar, entre la virtualidad y la ausencia en las aulas. 

Aún se agrega otro condimento no menor: se ha hecho un relevamiento entre una determinada cantidad de chicos, de entre 12 y 16 años, para averiguar si logran captar los subtítulos de las películas habladas en inglés u otro idioma, en cines o dispositivos hogareños. El análisis resulta desalentador, puesto que la gran mayoría, expresa no alcanzar a leer en tiempo real los zócalos correspondientes, no por interferencias en la visión, sino por no saber leer de corrido. 

El temido abandono del noble hábito de la cotidiana lectura, es una incómoda piedra puntiaguda en el calzado. Y no se notan visos de mejoría. 

Como daño colateral, por otra parte, del virus coronado, se ha comprobado que alrededor de 600.000 alumnos en el territorio nacional y 200.000 en la Provincia de Buenos Aires, no retornaron a sus establecimientos educativos al abrirse la famosa y tardía presencialidad. 

Un escándalo, sin objeciones de ninguna naturaleza. ¿Y ahora, quién carga con semejante cruz social? Porque, ¿alguien puede aseverarnos que tales pibas y pibes, volverán raudos a sus obligaciones escolares, al ser visitados por un docente o asistente social?

Una auténtica lástima que redobla la apuesta a constatar en qué sitio hemos colocado a la educación. Obvio, que ha descendido varios peldaños de cómo supo hallarse situada otrora. 

Por Mario Delgado.-  

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Opinión

Te acostumbrás 

Un amigo, un poco mayor que yo, me graficaba ayer que, en rigor de verdad, los argentinos nos vamos acomodando, nos adaptamos, con suma ductilidad, aunque refunfuñemos, a ciertas cuestiones demenciales que debieran sacarnos de quicio y movilizarnos de otra manera. 

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“Te acostumbrás”, me pontificó, despejando incluso con tal frase, cualquier sombra de duda que pudiera subsistir aún. No hay pena ni atropello que no se nos haya puesto de manifiesto, y, sin embargo, continuamos erguidos como sociedad y metidos cada quien en lo suyo. 

La escasa atención que le brindamos a los sucesos del entorno, tal vez tenga mucho que ver con las instancias personales de cada sujeto. Las ocupaciones son cada vez más en base a que el dinero rinde menos. 

Se naturaliza la opción del mayor esfuerzo y la gente dispuesta, sale en pos de ganarse el cada día más caro, pan vital. Una pequeña gran gragea, un botoncito de muestra que nos revuelve la panza, pero, reitero, no todavía como la contingencia requiere de un pueblo auténticamente agobiado y harto. 

Los niveles de corrupción piramidal se elevan a la enésima potencia, revolean bolsos con dinero mal habido en conventos o cuentan plata afanada en sendos videos virales, y todo gira sin más que algún comentario atrevido, desafiando a la ya incorporada manía de soportar y sobrellevar el drama, las culpas de otros. 

No se hace ni siquiera un necesario gasoducto y luego llegan los “verseros” de siempre, con excusas y mensajes altisonantes. Y los robadores de vacunas contra el Covid se pasean orondos, dando cátedras seguro, de cómo fomentar el buen turismo ahora que todo mundo acató órdenes salvadoras. Hipócritas impíos, exonerados por el poder, como un tal Firmenich o un viscoso Verbitsky. Falsedades convertidas en relatos presumiblemente verídicos, para entretener a la platea boquiabierta, que no despierta.

En tal contexto de locura y terror, no escasean los heridores del campo, los que nada saben del trabajo aguerrido de los productores chicos o medianos, y demonizan al sector, olvidando que de ahí emana el 65 % de lo que consume el argentino. 

Y nos quedaría chico el espacio para ir citando con mayúsculas, si lo desean, los yerros y las tropelías de los poderosos que se apoltronan en sus sillones, bebiendo en copas de oro, el sudor de los humildes. 

Ya probaron el sabor de dominar a una población encerrada y muerta de miedo e incertidumbre y van a ir por más perversidades. Porque no les importa subsanar las necesidades básicas, ni mejorar la calidad de vida del ser humano; sólo ansían llenar sus propias arcas, permanecer y ampliar la red de mantenidos por el Estado, que son los votantes cautivos, los temerosos que no se irán del redil por no perder sus planes sociales. 

Mientras la inflación consume las billeteras y separa a familias enteras, ahorcadas y sin solución, al tiempo que la inseguridad y la droga incrementa su paso fuerte y mortal, se encienden los doble discursos, las linternitas de los jetones de ocasión, charlatanes de bar, sin programas efectivos para mutar tanta mugre. 

Te acostumbrás, es cierto y penoso, a convivir con la putrefacción y contemplar sin esperanzas el panorama difuso del país que amás. 

Por Mario Delgado.-   

  

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 Farmacias de turno en Olavarría Facultad de Derecho