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Cultura

Ana María Shua: “Dime lo que lees y te diré lo que escribes”

Para la escritora Ana María Shua, el popular refrán podría definir a un escritor. Porque, claro, ella está convencida de que no se es escritor sin haber leído. Sus definiciones en una charla en el Centro Cultural Borges de Buenos Aires.

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La consagrada escritora argentina Ana María Shua abrió este miércoles un ciclo de charlas del área de Letras y Pensamientos del Centro Cultural Borges.

“Aprender a escribir. Técnica y misterio” fue el título-excusa para que Ana María, a sus 73 años, se sentara frente a un auditorio variopinto, desconocido para ella, a desgranar con buen tono y ritmo su historia personal con la lectoescritura, aclarando desde el vamos que no iba a revelar sus secretos.

“No se es escritor sin haber leído”. Antes se es lector. Un lector apasionado. Y Ana María leía desde niña, apasionadamente.  En la escuela primaria, empezó a escribir poesía, motivada por una maestra. “Escribía poesía porque la narrativa requiere madurez”, dijo y confesó que su primer bloqueo creativo fue a los 11 años.
El peso de la vanidad personal y el peso de la mirada del otro estuvieron desde entonces, porque siempre hay dudas al escribir.
Sin embargo, a sus 14 años una profesora particular de teatro a sus 14 años la instó a retomar la escritura. “Me hizo entrar a la poesía del siglo XX, de verso libre” y solo pasaron dos años para que Ana María publicara su primer libro, de poesías, El sol y yo. Allí tuvo por primera vez la tarea de seleccionar los poemas a publicar. “Siempre hay que escribir más de lo que se publica, porque no todo lo que se escribe es bueno”. 

Cuando se escribe es necesaria la autocrítica, pero sin dejar que sea paralizante. Ni sobrevaluarse, ni subestimarse.

Con la comercialización de su primer libro, Shua constató los dichos de un editor: la poesía no vende.  Y que un escritor no vive de sus libros únicamente. Fue así que, a su mayoría de edad, comenzó a ganarse la vida como periodista al tiempo que cursaba Letras en la UBA. Eran además tiempos donde en las redacciones no había mujeres y las “revistas de mujeres” eran una salida laboral. Ana María ya escribía cuentos y estaba en la instancia nada fácil de aprender a narrar. Así pasó por Nocturno, la revista de fotonovela, y por Vosotras, otra revista que incluía en su índice cuentos cortos y novelas por entregas.
Cuando empezó a narrar, Ana María se dio cuenta de que el escritor no inventa todo, que no hay que imaginar todo. “Creía que tenía limitaciones de imaginación”. No, la imaginación es un arte combinatorio de elementos que conocimos de otra forma o que surgen de la realidad. Y la realidad es confusa, infinita. La imaginación es “como los sueños” dice, que tiene elementos de lo que nos pasa. Por entonces llegó su primer libro de cuentos, Los días de pesca y también su nuevo lugar en el mundo laboral: las agencias de publicidad.
Las agencias de publicidad en este tiempo fueron casi un lugar de trinchera para muchos escritores contemporáneos y amigos, como Guillermo Sacomano.
Fueron 15 años de trabajo en varias agencias, entre ellas la de David Ratto, donde empezó a escribir sus textos a máquina (había aprendido en la Academia Pitman) y cuyos aprendizajes le valieron también para el oficio de narrar y la composición de sus personajes. 

Así llegó su primera novela Soy paciente, que ficciona las desventuras de un amigo que debió ser internado. Una seguidilla de producción literaria la llevó al lugar de reconocimiento de lectores, editoriales y colegas.

Se podría decir que ya en su madurez, Ana María abrazó el microrrelato, género en el que ha obtenido el máximo reconocimiento internacional, también con una generosa producción.

“Hay mil definiciones más o menos poéticas de microrrelato”, nos dice Ana María. “Se lo ha comparado con un rayo, con un estallido, con un relámpago, como con un carácter lírico, de finales sorprendentes. Pero un microrrelato es un texto narrativo que tiene alrededor de trescientas palabras” resume para escapar.

“Tengo facilidad para escribir: escribo porque me sale bien y vale la pena hacerlo”, dice al tiempo que reconoce ser una persona sin musicalidad.

“También digo que no se puede escribir de todo. Hay temas que son recurrentes. A veces uno intenta ir por otros caminos pero termina en aquellas temáticas que pretendió evadir”.

Y en el final de su charla, Ana María reconoce: “escribo para darle sentido a la vida, que no lo tiene, y en definitiva también porque uno siempre está tratando de escribir el libro que le gustaría leer”.

Cultura

Dos artistas olavarrienses en “Mínima”, una muestra de arte contemporáneo en Buenos Aires

Se trata de Soledad Rolleri y Nacho Cardiello. Los olavarrienses participaron de la inauguración realizada el viernes en la ciudad de Buenos Aires y compartieron su alegría formar parte de esta iniciativa en su primera edición.

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El viernes se realizó la apertura de “MÍNIMA Pequeño Formato”, se trata de una muestra colectiva inclusiva que reúne a más de 600 artistas consagrados, contemporáneos y emergentes exponiendo todos en un mismo espacio.

La inauguración fue en el Paseo de las Artes Avda. Pedro de Mendoza 650, barrio de La Boca, con entrada libre y gratuita.

 

 

Durante un periodo de tiempo se desarrolló la convocatoria abierta: Donde la grandeza no se mide por el tamaño, sino por la intensidad de la expresión. A través de esta muestra colectiva de pequeño formato, buscamos destacar cómo la pequeña escala no compromete la capacidad del arte para comunicar emociones complejas. Cada obra, al ocupar un espacio reducido, democratiza el acceso al arte e invita a una observación cercana y personal, creando una conexión íntima entre el espectador y la obra.

El Paseo de las Artes es un espacio destinado a actividades artísticas y de esparcimiento.Ubicado en el barrio de La Boca, Distrito de las Artes, sobre la Av Pedro de Mendoza, La muestra tendrá un plazo de duración de dos meses. Fecha de cierre 15 junio del 2024.

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Cultura

Bici Tours Club de Olavarría celebra el Día de la Bicicleta

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El Día de la Bicicleta se celebra cada 19 de abril con el fin de rendir homenaje a este vehículo de dos ruedas que revolucionó la manera de trasladarse en el mundo.

Por esa razón, el sábado 20 de abril, el Bici Tours Club de Olavarría que lidera Matías “Bachi” Castañares  va a celebrar el día de la Bicicleta y el Día del Ciclista, que da lugar los dos festejos esta semana.
Con la consigna ¡¡¡VAMOS TODOS A PEDALEAR!!!, hicieron público el Link de inscripción
https://forms.gle/RJuoYLLekD6Z1ybX9

Matías “Bachi” Castañares, Técnico Superior en Turismo y Guía de Turismo Rural, lleva adelante desde hace años y con gran acompañamiento social un proyecto de salidas cicloturísticas recreativas que ya son parte de las actividades de fin de semana de Olavarría.

Día de la Bicicleta
Cuenta con diferentes versiones, que sufrieron grandes modificaciones de su versión original, con el objetivo de mejorar la experiencia, comodidad y seguridad de sus conductores.
Si bien esta fecha se conmemora de manera oficial cada 3 de junio, el 19 de abril recuerda un particular acontecimiento que tuvo a este medio de transporte como protagonista. Esto se debe a que durante la Segunda Guerra Mundial, un 19 de abril de 1943, el científico Albert Hofmann realizó una investigación en la cual experimentó accidentalmente con LSD. El químico suizo ingirió una dosis que consideraba pequeña, sin saber los efectos que tendría en su cuerpo. A los 40 minutos, comenzó a percibir diferentes sensaciones como mareos, distorsiones visuales y ansias de reír.
Ante tales síntomas, decidió volver a su casa en bicicleta, lo que se convirtió en un viaje inolvidable en el cual sintió una transformación en la manera de ver el mundo. Gracias a este recuerdo, se celebra este medio de transporte que le ayudó a regresar a su hogar de manera segura.
La historia de la Bicicleta
Fue en 1817 cuando el alemán Karl Christian Ludwig Drais von Sauerbronn, creó lo que se considera como el primer vehículo de dos ruedas de la historia. Decidió llamarlo laufmaschine, lo que se traduce como máquina andante. Esta invención es la precursora de la bicicleta como se la conoce en la actualidad.
Se trataba de un carrito de madera con dos ruedas que se encontraban unidas al centro de comando. Para trasladarse, el conductor debía sentarse en la montura y propulsarse a través de los pies, alternando el izquierdo y el derecho hacia adelante, movimiento que luego fue replicado por el pedal que conocemos en la actualidad. Una vara de madera conectaba con las ruedas, con el objetivo de aplicar una dirección deseada.

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 Farmacias de turno en Olavarría Facultad de Derecho