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Opinión

Opinión: Con los ojos del alma

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1.- Son personas jóvenes, con sueños recién inventados, con aspiraciones, con la idea fija de permanecer en el terruño que los vio nacer. Quieren quedarse, no partir en busca de otros horizontes. Sólo requieren, para sellar su meta, la obtención de un techo. El techo propio en las regiones sierrabayenses.

La plaza central de la localidad que aman, los recibió el lunes 12 para hacer más visible aún, mis amigos, su entrañable propósito de conseguir un lote para la futura concreción de la casita familiar.

Tal vez no hayan estado todos los que debían. Empero tales ausencias, no son un móvil válido para desanimar a luchadores, porque además es bien sabido que movilizar almas por estas latitudes, es una auténtica odisea.

Pero la cita se dio. Con los que acarician a priori el trofeo. Los organizadores del movimiento, los vecinos, el concejal Federico Aguilera y un rato después también se sumó el legislador provincial César Valicenti para dar el ¡Presente! de rigor. Y la esperanza fundiéndose en cada quien, latiendo a flor de piel.

Desde el 27 de septiembre de 2.015 que Leonardo Araya, Bárbara Rocasalva y un grupo más de personas, la viene remando, abriendo surcos en medio de la espesura, para tratar de optimizar recursos constructivos.

Hasta que llegó la bendición de la donación de tres manzanas por parte de la empresa ETA. Luego los diálogos, la tensión, los nervios y la probabilidad de tocar el cielo con las manos.

Depende ahora de las acciones del Municipio, para allanar el camino y darle cause a los corazones impactados de los vecinos. Los trámites legales, la subdivisión y otras instancias sucesivas.

La voluntad de los interesados es sustentable. Quieren aclarar que su vértice es amplio, que no se pretenden cerrar o poner en contra de nadie; por el contrario “precisamos de todos”, repetían varias veces, ayer por la tarde.

Y es así, mis lectores. De todos se puede recibir una diestra extendida: del Ejecutivo, de los opositores y, fundamentalmente, lo que no debieran perder es el concepto original, la necesidad vital que los ha aunado. Sobre todo, por si es menester esperar. La paciencia es una virtud que los ha de mantener juntos, pese a las demoras que habrán de sortear.

Los labios expresan datos e invitaciones a continuar en la brecha. Y a sostenerse mutuamente. “Alquilar es ya imposible, acá”, refleja un asistente. “Entre cuatro y cinco mil pesos por mes, pagamos aquí. Y una propiedad hoy vale, o te la quieren cobrar, un millón y medio, como si nada”, le sigue la corriente una señora de short azul.

2.- En el transcurso de minutos, la comitiva toca suelo propicio. Los lotes quedan expuestos, a la vista del conjunto. A espaldas de la compañía ETA, sobre la calle Martín Fierro, enfrente mismo de Villa Arrieta, allí saluda el silencioso y solitario predio elegido.

Entonces algunas comisuras de los labios, se resecan de golpe. Y ya no se observa el panorama con la óptica natural; el espacio es copado por el espíritu, por la percepción extra sensorial.

Eso da como resultado que un joven operario de fábrica, abrace a su mujer, y en un solo ánimo, imaginen el hogar. “Tendremos un hermoso jardín”, dice ella, entre dientes, conmocionada.

Es un lugar plano, repleto de yuyos. Hay que abrir las calles, acercar los servicios. Sin embargo, la mamá contempla a su pequeña hija y ve a la distancia el pórtico de su casa, ve a su niña jugando en el living, ve “plus ultra”.

Alguien pregunta algo. Otra persona solicita otra aclaración. Mas la sensación que aglutina el contexto es única, indivisible: que en un lapso prudencial, los laburos de los albañiles sean el elemento primordial del paisaje.

Por Mario Delgado.-

 

Opinión

Lo bueno de tener prioridades

Tener prioridades es realmente óptimo: sugiere, entre otras cosas, que el individuo o los gobiernos de los tres niveles, poseen un criterio juicioso, y cuentan, además, con un proyecto de vida de largo alcance.

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Marcar las cuestiones a realizar o resolver con premura, habla bien y nos habilita a creer que hay una contemplación completa de la realidad, y, en base a tal visión, se planea un estricto núcleo de objetivos a cumplimentar. 

Marchar por la senda sin rumbo, sin norte ni guía, es mala o necia, al menos, señal. Por tal motivo se interpela siempre a cada quien, contar con una agenda al alcance de la diestra. Y activar los hilos en consecuencia, desde luego. 

A propósito, este pequeño marco introductorio pretende depositarnos, mis amigos, en un ítem crucial para la concreción individual y colectiva como ciudadanos plenos. Y, conviene por cierto mencionar, la imposibilidad de seguir guitarreando en esta temática que ofreceremos, y desprenderla lo antes posible, de fanatismos partidistas. Me refiero en concreto a la Educación nuestra, en esta nación gloriosa. 

Se ha difundido hace horas atrás un informe contundente por parte de la señora Ministra de Educación de CABA que sentencia con supina espontaneidad, los vericuetos de la niñez y adolescencia que no transitan por un camino elogiable en materia de aprendizaje, llegando a terminar la Primaria o estar en Tercer Año de la Secundaria y no saber leer y escribir sin yerros y tampoco poder comprender y explicar con palabras propias, un texto cualquiera. 

Tamaña deficiencia se ata, en cierta manera, al tiempo de parálisis escolar impreso por la pandemia y la sucesión de cuarentenas. Podríamos asimilar tal contingencia en mayor o menor talante; sin embargo las deducciones del informe van más allá del proceso frontal del Covid 19 y sus medidas aleatorias. El problema a aceptar sin disimulos ni excusas mantiene firme la idea de que, en rigor de verdad, hay un drama previo, un dilema estructural que se agudizó con el virus chino, pero no es solamente esta reciente etapa dispar, entre la virtualidad y la ausencia en las aulas. 

Aún se agrega otro condimento no menor: se ha hecho un relevamiento entre una determinada cantidad de chicos, de entre 12 y 16 años, para averiguar si logran captar los subtítulos de las películas habladas en inglés u otro idioma, en cines o dispositivos hogareños. El análisis resulta desalentador, puesto que la gran mayoría, expresa no alcanzar a leer en tiempo real los zócalos correspondientes, no por interferencias en la visión, sino por no saber leer de corrido. 

El temido abandono del noble hábito de la cotidiana lectura, es una incómoda piedra puntiaguda en el calzado. Y no se notan visos de mejoría. 

Como daño colateral, por otra parte, del virus coronado, se ha comprobado que alrededor de 600.000 alumnos en el territorio nacional y 200.000 en la Provincia de Buenos Aires, no retornaron a sus establecimientos educativos al abrirse la famosa y tardía presencialidad. 

Un escándalo, sin objeciones de ninguna naturaleza. ¿Y ahora, quién carga con semejante cruz social? Porque, ¿alguien puede aseverarnos que tales pibas y pibes, volverán raudos a sus obligaciones escolares, al ser visitados por un docente o asistente social?

Una auténtica lástima que redobla la apuesta a constatar en qué sitio hemos colocado a la educación. Obvio, que ha descendido varios peldaños de cómo supo hallarse situada otrora. 

Por Mario Delgado.-  

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Opinión

Te acostumbrás 

Un amigo, un poco mayor que yo, me graficaba ayer que, en rigor de verdad, los argentinos nos vamos acomodando, nos adaptamos, con suma ductilidad, aunque refunfuñemos, a ciertas cuestiones demenciales que debieran sacarnos de quicio y movilizarnos de otra manera. 

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“Te acostumbrás”, me pontificó, despejando incluso con tal frase, cualquier sombra de duda que pudiera subsistir aún. No hay pena ni atropello que no se nos haya puesto de manifiesto, y, sin embargo, continuamos erguidos como sociedad y metidos cada quien en lo suyo. 

La escasa atención que le brindamos a los sucesos del entorno, tal vez tenga mucho que ver con las instancias personales de cada sujeto. Las ocupaciones son cada vez más en base a que el dinero rinde menos. 

Se naturaliza la opción del mayor esfuerzo y la gente dispuesta, sale en pos de ganarse el cada día más caro, pan vital. Una pequeña gran gragea, un botoncito de muestra que nos revuelve la panza, pero, reitero, no todavía como la contingencia requiere de un pueblo auténticamente agobiado y harto. 

Los niveles de corrupción piramidal se elevan a la enésima potencia, revolean bolsos con dinero mal habido en conventos o cuentan plata afanada en sendos videos virales, y todo gira sin más que algún comentario atrevido, desafiando a la ya incorporada manía de soportar y sobrellevar el drama, las culpas de otros. 

No se hace ni siquiera un necesario gasoducto y luego llegan los “verseros” de siempre, con excusas y mensajes altisonantes. Y los robadores de vacunas contra el Covid se pasean orondos, dando cátedras seguro, de cómo fomentar el buen turismo ahora que todo mundo acató órdenes salvadoras. Hipócritas impíos, exonerados por el poder, como un tal Firmenich o un viscoso Verbitsky. Falsedades convertidas en relatos presumiblemente verídicos, para entretener a la platea boquiabierta, que no despierta.

En tal contexto de locura y terror, no escasean los heridores del campo, los que nada saben del trabajo aguerrido de los productores chicos o medianos, y demonizan al sector, olvidando que de ahí emana el 65 % de lo que consume el argentino. 

Y nos quedaría chico el espacio para ir citando con mayúsculas, si lo desean, los yerros y las tropelías de los poderosos que se apoltronan en sus sillones, bebiendo en copas de oro, el sudor de los humildes. 

Ya probaron el sabor de dominar a una población encerrada y muerta de miedo e incertidumbre y van a ir por más perversidades. Porque no les importa subsanar las necesidades básicas, ni mejorar la calidad de vida del ser humano; sólo ansían llenar sus propias arcas, permanecer y ampliar la red de mantenidos por el Estado, que son los votantes cautivos, los temerosos que no se irán del redil por no perder sus planes sociales. 

Mientras la inflación consume las billeteras y separa a familias enteras, ahorcadas y sin solución, al tiempo que la inseguridad y la droga incrementa su paso fuerte y mortal, se encienden los doble discursos, las linternitas de los jetones de ocasión, charlatanes de bar, sin programas efectivos para mutar tanta mugre. 

Te acostumbrás, es cierto y penoso, a convivir con la putrefacción y contemplar sin esperanzas el panorama difuso del país que amás. 

Por Mario Delgado.-   

  

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 Farmacias de turno en Olavarría Facultad de Derecho