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Opinión

Opinión: Los que pretenden llegar

Les pregunté, en consonancia con una mini encuesta, a tres excelentes deportistas de distintas disciplinas: “¿Cuál era su anhelo final, su meta en esa actividad que tanto ama?” Y surgió, pese a que todos tienen diferencias en el método de entrenamiento, una respuesta unánime: “Ganar”.
Esa es, precisamente, mis amigos, la gran búsqueda, el supremo premio, el ícono, el trofeo que no puede faltar en la vitrina. Vencer a otros, posicionarse por sobre el resto, sobresalir. Cada quien en lo suyo, se preocupa por el valor, por el significado de la palabra “vencedor”. Resulta a todas luces, más que un mero o simple concepto del idioma: es una auténtica razón de vida, un mecanismo impulsor por el cual levantarse cada mañana.
Un claro y definido propósito en la arena deportiva. No obstante, lectores del alma, y casi como al descuido, los inquirí a estos tres mismos personajes, sobre una duda de ubicación. Hete aquí les dije: “Muchachos, en tal caso de no llegar primeros en sus vertientes, ¿qué tal un segundo escalón en el podio?”
Debo confesar que mis entrevistados fruncieron el ceño, en un gesto de descontento. “Nadie se acuerda del subcampeón”, explicó uno, dando en la tecla del sentimiento de los demás. Vale subrayar esto, cual neto axioma. Porque, más allá del logro momentáneo, ser el siguiente de quien se lleva los máximos laureles, no reviste tantas alegrías.

O sea, quedó expresamente claro para mí, que un puesto no es igual a cualquier otro. Sólo el “top ten” en el tablero, despierta la emoción y el entusiasmo pertinente. También por una cuestión práctica, el público es altamente probable, que culmine admirando y loando al campeón. El resto es anécdota olvidable.
En un rapto de tremenda rapidez mental y originalidad impecable, se me ocurrió transpolar tales aseveraciones al campo político local, nada menos. Metido entonces en tal embrollo, empecé atando cabos y anotando postulaciones y probabilidades.
Recordando charlas con dirigentes y militantes de varias fuerzas, concluí que los números, en principio y en teoría, parecen inclinar la pesada balanza, hacia el ángulo de don José María Eseverri. La calle habla y si la escuchas, te exclama: “Vuelve a colocarse la banda”.
Aunque aún la margarita no se ha deshojado del todo y no se conoce bien que hará el ex senador. Entre las versiones circulantes, tallaba en algún momento la de irse a la Provincia. Los rumores hoy resuenan más por el lado de quedarse y asumir el rol de una re reelección a la Comuna cementera.
Y ahí, con elementos de prueba a la vista y con apellidos en danza, desde los otros espacios, volví a sentir el frío de la vacilación cósmica. Si el abogado devenido a intendente, roza los cielos con su buena imagen y con una intención de votos que conmueve, hay que recurrir al arcón de las sugestiones y soltar al viento la frase célebre: “¿A qué juega el resto?”
Por supuesto que no todos están de acuerdo con el oficialismo vernáculo. Es cierto del mismo modo, que se pueden notificar falencias y tópicos “flacos” por donde abrir un camino de instancia opositora.

Que coexisten dos Olavarría, es un precepto difícilmente rebatible. La gestión de José María no es perfecta y las grietas se dejan visualizar ante los ojos del buen cubero. Pero la vuelta previa a la carrera, lo tiene con enormes ventajas. Y los de la vereda de enfrente lo saben.
Mas la sabiduría no solo transcurre por el carril de entender al adversario. Lo correcto sería que ellos, los opositores, o alguno al menos, supiera torcer el brazo de la mayoría teórica actual y arrimara agua a su molino. Debiera seducir abundante cantidad de ovejas, acercándolas al redil, a su redil. Un número interesante de adeptos, suficientes como para salir airoso de la disputa en agosto.
Da la impresión, o dicho en forma correcta, me da la impresión, cual modesto ciudadano que soy, que se presentan a la competencia algunos artífices que no poseen ese natural espíritu guerrero, ese gallardo impulso, esa osadía intrínseca de los que quieren a toda costa el primer peldaño.
O sea, es variopinta la grilla. Pero la sangre en ebullición, el pecho henchido de pasión, eso es lo que debiera observarse. Tipos que se la jueguen, que demuestren con creces que desean un cambio en la extensión. Quizá tengan excusas válidas para su modo de encarar la política; pero esta coyuntura no debiera aceptarlas.

Conducir la comarca nuestra no es poca cosa. Lamentable conclusión noto hoy, y ojalá se revierta o me equivoque; pero creo, insisto, que varios precandidatos van por la gloria divina, con lo más que tienen. Otros, en cambio, solamente van a ocupar un primer término…en las boletas electorales. Y no sufren por ello. Y eso es lo que me duele a mí como olavarriense.
¿Se me ha comprendido?

Por Mario Delgado.-

 Farmacias de turno en Olavarría Facultad de Derecho