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Desmantelando evidencias
El nerviosismo cundió. La operatoria tranquila y displicente, tuvo que llegar a su fin. Al menos claro, en ese lugar elegido y promisorio. Los equipos de transporte se despidieron con rapidez de ese depósito que a diario, los fue albergando y los introducía sin pudores en una vorágine delictual apenas perceptible por muchos y no atacada con prontitud por quienes debieran velar por los auténticos intereses de la comunidad.
El perímetro de la planta de la Ruta Néstor Kirchner, altura Kilómetro 17, ya no es lo que otrora; hoy la tranquera se abre sin vigilancia alguna, ya no está la alta antena de comunicaciones, ni la casilla y la caseta de la empresa de seguridad, ni los montículos infernales de arena y piedra, y por supuesto en esa retirada rauda, tampoco quedó la pala mecánica.
La soledad es reina hoy de un imperio previo de soberbia y burla de las buenas costumbres sociales. Parece mentira que ayer nomás allí mismo, descaradamente cuando menos tres camiones con acoplado por cada hora, saliesen orondos hacia la ruta, con sus vientres repletos de carga. Sobrecargados. Omitiendo elementales normas fiscales y de tránsito.
Una red de complicidades cuasi perfecta. De acuerdo a lo que hemos podido averiguar, mis amigos, se trataría de 8.000 pesos mensuales que los “jefes” han de distribuir convenientemente en diversas áreas, para obrar con supina inmoralidad, sin ser “detectados” ni molestados por nadie.
8.000 pesos por camión de “coimas”, versus el dineral que ganan con el exceso de carga. Negocio redondo que se replica en otras ciudades como Tandil y Azul. Incluso en la vecina localidad tribunalicia, el colmo del desamparo y la desidia estatal, es tan cruenta que un depósito de recarga, figura cual un corralón de materiales de construcción, en pleno centro de la comarca.
¿Y los entes de control? Bien, gracias. Payasescas incursiones hechas de vez en cuando. ¿Cómo es factible, lectores míos, que el playón del Kilómetro 17, por ejemplo, no fue ni siquiera clausurado, sino que se le permitió sacar todo, literalmente desmembrar cada componente de esta crucial “trapisonda”? ¿Una multa se les cobró? Habrá que ver, las percepciones apuntan con diligencia a otro ángulo.
Vacío impresionante. Un yermo páramo. Da que pensar, ¿o no? La cantera que obraba aquí, en este reducto, era y es de Sierras Bayas. Que nadie se equivoque o nos anhele vender espejitos de colores. El que diga lo contrario, o defiende a los empresarios o desconoce el modus operandi.
Por Mario Delgado.-

