Connect with us

Opinión

Reconocer fracasos

Published

on

Tal vez el marcado autoritarismo de Cristina Fernández de Kirchner, sea en definitiva el símbolo más advertible de su gestión de gobierno. Hablarle al pueblo desde un pedestal, dejando visualizar que es ella el único “ser supremo”, frente a un cúmulo de humanos mortales, no solamente hay que reconocerlo como un estilo; es una ya incorporada esencia de potestad y supremacía sobre el otro.
En ningún momento el discurso cristinista ha impulsado el consenso, el diálogo. Jamás ha ido en pos de un pacto de gobernabilidad o de propiciar un cambio en el humor social. Su impronta ha sido de choque, de confrontación, de pelea constante.
Dispuesto todo el entorno para que así sea, por supuesto. Con serviles acérrimos y adulones de salón que nada objetan y que digieren haciendo “pucheros” cualquier trago amargo. Retos y burlas son comunes en esos largos mitines modernos, inventados por el oficialismo de turno.
Con mohines y sesgos de emperatriz, lanza la señora Jefa de Estado, una catapulta tras otra. Y en ese espíritu guerrero envuelve a quienes no son adeptos a ella, a los periodistas no militantes, a los bancos, a los jueces probos, a los fiscales que se atreven a investigar al poder, a los fondos buitre, a la oposición política e inclusive, ataca mordaz a su propia tropa, con ciertas indirectas a algunos de sus pretendidos sucesores.
Es un Gobierno Central sin paz. Sin diplomacia. Sin la mínima capacidad de conciliar y hacer de la discusión provechosa un método plausible. A la Primera Dama, es evidente a esta altura, no le agrada ceder un ápice ni mucho menos, prestar debida atención a los yerros y posibles fracasos de Casa Rosada. Ni por asomo hará un “mea culpa” en público. Posee un cinismo brutal y despótico.
Tal es el grado de megalomanía, que no se notan visos de comprensión de que se tiene que retirar de Olivos el año entrante. Quiere continuar jugando sin recambios, al parecer. Inserta la imagen de no decaer y de permanecer al pie del cañón.
Pero alguien ha de explicarle al oído, aunque más no sea, dos cositas pequeñas, comparadas con ella desde luego. Primero, cuéntenle que ha cometido errores groseros y segundo, díganle por favor, que el período cierra en diciembre del 2015 y que no cuenta con re reelección, como algún día se esbozó en aras de una “Cristina eterna”.
Más allá de la enorme dosis de corrupción que navega hoy por las aguas del oficialismo “K”, nunca antes observada en la historia reciente, el “gran bonete” de Balcarce 50 es el señor licenciado Amado Boudou. Este individuo es, a todas luces, el peor error cristinista.
Sumido en once causas judiciales, el sonriente ex Director de Anses, no para de caer en tropelías. Los verborrágicos esfuerzos primarios para apartarlo de la compra de Ciccone, y todo el andamiaje que se fue conociendo después, ya no son tan frontales, con defensores de fuste. Por el contrario, da la impresión que le van quedando pocos amigos leales al ex ministro de Economía de la Nación.
Es una responsabilidad presidencial extrema porque ella, y sólo ella, lo eligió aún pese a los rostros adustos que esta decisión provocó. Los consejos recibidos no sirvieron y el río se desbordó con la complacencia oficial.
La mano de la líder lo sostiene con premura. ¿Hasta cuándo? No se sabe a ciencia cabal. Sin embargo los indicios son varios y preocupantes. En un país previsible, serio, acorde a las circunstancias, este señor ya no formaría parte del ámbito oficial. No obstante, en nuestra patria todavía hay cabida para sujetos de tal ralea que se ufanan de la Justicia y de la sociedad en general. Un “trucho” impresentable devenido en Vicepresidente por obra y gracia de una mandataria que también ahorita mismo, está en la lente de la investigación judicial por los famosos hoteles del sur. ¿Coincidencias? ¿Casualidades?
Una auténtica calamidad que empaña la voz del Ejecutivo. Lógicamente, se opaca todo condimento desagradable detrás de un manto de improperios: “gorilas”, “golpistas”, “vende patria”, y demás adjetivos calificativos que se proclaman con liviandad e inconsistencia. Y cero de proclamación de culpa.
La fantasmagórica irrupción de la corruptela reinante, es indisimulable. Claro que los cristinistas a ultranza se rompen el coco cada jornada con una titánica consigna: evitar que la ex senadora se diluya en la maraña de pecados imperdonables.
La máquina de hacer cortinas de humo funciona con horas extras. El asunto es desviar las miradas hacia otras latitudes. Que la gente se ocupe de temas diversos y lejanos a éstos, no sea cosa que las personas se aviven.
Tarde piaste, porque la podredumbre ya cubre las calles y salvo escasas excepciones compuestas por despistados y dormidos, las mentes abiertas y pensantes, no comen vidrio y entienden quién es quién en esta novela. El relato se precipita sin gloria por el abismo del final de ciclo.
Cristina Fernández no se quita su reloj de veinte mil dólares para sermonear a los emocionados adeptos. Ni se muestra contrariada por el abultado saldo a favor en su arca personal: a razón de 26.000 pesos por día creció el patrimonio de quien todavía nos gobierna.
Defiende a la Procuradora Gils Carbó, al mismo tiempo que deplora al juez Claudio Bonadío. No hay conducta ni cordura. Es un círculo vicioso y vidrioso. De ahora en adelante, se adjuntarán medidas y reformas con el objetivo irrestricto de ganar inmunidad para el porvenir. Porque para el ideario de la Presidente todo lo que ella haga, ha de valorarse y aceptarse sin dilaciones. Aún los desaguisados más notables, los “bluppers” más sarcásticos.
Lo triste e indignante pasa por comprender que sus fallas tremebundas, nos cuestan a todos.
Por Mario Delgado.-

Opinión

Lo bueno de tener prioridades

Tener prioridades es realmente óptimo: sugiere, entre otras cosas, que el individuo o los gobiernos de los tres niveles, poseen un criterio juicioso, y cuentan, además, con un proyecto de vida de largo alcance.

Published

on

Marcar las cuestiones a realizar o resolver con premura, habla bien y nos habilita a creer que hay una contemplación completa de la realidad, y, en base a tal visión, se planea un estricto núcleo de objetivos a cumplimentar. 

Marchar por la senda sin rumbo, sin norte ni guía, es mala o necia, al menos, señal. Por tal motivo se interpela siempre a cada quien, contar con una agenda al alcance de la diestra. Y activar los hilos en consecuencia, desde luego. 

A propósito, este pequeño marco introductorio pretende depositarnos, mis amigos, en un ítem crucial para la concreción individual y colectiva como ciudadanos plenos. Y, conviene por cierto mencionar, la imposibilidad de seguir guitarreando en esta temática que ofreceremos, y desprenderla lo antes posible, de fanatismos partidistas. Me refiero en concreto a la Educación nuestra, en esta nación gloriosa. 

Se ha difundido hace horas atrás un informe contundente por parte de la señora Ministra de Educación de CABA que sentencia con supina espontaneidad, los vericuetos de la niñez y adolescencia que no transitan por un camino elogiable en materia de aprendizaje, llegando a terminar la Primaria o estar en Tercer Año de la Secundaria y no saber leer y escribir sin yerros y tampoco poder comprender y explicar con palabras propias, un texto cualquiera. 

Tamaña deficiencia se ata, en cierta manera, al tiempo de parálisis escolar impreso por la pandemia y la sucesión de cuarentenas. Podríamos asimilar tal contingencia en mayor o menor talante; sin embargo las deducciones del informe van más allá del proceso frontal del Covid 19 y sus medidas aleatorias. El problema a aceptar sin disimulos ni excusas mantiene firme la idea de que, en rigor de verdad, hay un drama previo, un dilema estructural que se agudizó con el virus chino, pero no es solamente esta reciente etapa dispar, entre la virtualidad y la ausencia en las aulas. 

Aún se agrega otro condimento no menor: se ha hecho un relevamiento entre una determinada cantidad de chicos, de entre 12 y 16 años, para averiguar si logran captar los subtítulos de las películas habladas en inglés u otro idioma, en cines o dispositivos hogareños. El análisis resulta desalentador, puesto que la gran mayoría, expresa no alcanzar a leer en tiempo real los zócalos correspondientes, no por interferencias en la visión, sino por no saber leer de corrido. 

El temido abandono del noble hábito de la cotidiana lectura, es una incómoda piedra puntiaguda en el calzado. Y no se notan visos de mejoría. 

Como daño colateral, por otra parte, del virus coronado, se ha comprobado que alrededor de 600.000 alumnos en el territorio nacional y 200.000 en la Provincia de Buenos Aires, no retornaron a sus establecimientos educativos al abrirse la famosa y tardía presencialidad. 

Un escándalo, sin objeciones de ninguna naturaleza. ¿Y ahora, quién carga con semejante cruz social? Porque, ¿alguien puede aseverarnos que tales pibas y pibes, volverán raudos a sus obligaciones escolares, al ser visitados por un docente o asistente social?

Una auténtica lástima que redobla la apuesta a constatar en qué sitio hemos colocado a la educación. Obvio, que ha descendido varios peldaños de cómo supo hallarse situada otrora. 

Por Mario Delgado.-  

Continue Reading

Opinión

Te acostumbrás 

Un amigo, un poco mayor que yo, me graficaba ayer que, en rigor de verdad, los argentinos nos vamos acomodando, nos adaptamos, con suma ductilidad, aunque refunfuñemos, a ciertas cuestiones demenciales que debieran sacarnos de quicio y movilizarnos de otra manera. 

Published

on

“Te acostumbrás”, me pontificó, despejando incluso con tal frase, cualquier sombra de duda que pudiera subsistir aún. No hay pena ni atropello que no se nos haya puesto de manifiesto, y, sin embargo, continuamos erguidos como sociedad y metidos cada quien en lo suyo. 

La escasa atención que le brindamos a los sucesos del entorno, tal vez tenga mucho que ver con las instancias personales de cada sujeto. Las ocupaciones son cada vez más en base a que el dinero rinde menos. 

Se naturaliza la opción del mayor esfuerzo y la gente dispuesta, sale en pos de ganarse el cada día más caro, pan vital. Una pequeña gran gragea, un botoncito de muestra que nos revuelve la panza, pero, reitero, no todavía como la contingencia requiere de un pueblo auténticamente agobiado y harto. 

Los niveles de corrupción piramidal se elevan a la enésima potencia, revolean bolsos con dinero mal habido en conventos o cuentan plata afanada en sendos videos virales, y todo gira sin más que algún comentario atrevido, desafiando a la ya incorporada manía de soportar y sobrellevar el drama, las culpas de otros. 

No se hace ni siquiera un necesario gasoducto y luego llegan los “verseros” de siempre, con excusas y mensajes altisonantes. Y los robadores de vacunas contra el Covid se pasean orondos, dando cátedras seguro, de cómo fomentar el buen turismo ahora que todo mundo acató órdenes salvadoras. Hipócritas impíos, exonerados por el poder, como un tal Firmenich o un viscoso Verbitsky. Falsedades convertidas en relatos presumiblemente verídicos, para entretener a la platea boquiabierta, que no despierta.

En tal contexto de locura y terror, no escasean los heridores del campo, los que nada saben del trabajo aguerrido de los productores chicos o medianos, y demonizan al sector, olvidando que de ahí emana el 65 % de lo que consume el argentino. 

Y nos quedaría chico el espacio para ir citando con mayúsculas, si lo desean, los yerros y las tropelías de los poderosos que se apoltronan en sus sillones, bebiendo en copas de oro, el sudor de los humildes. 

Ya probaron el sabor de dominar a una población encerrada y muerta de miedo e incertidumbre y van a ir por más perversidades. Porque no les importa subsanar las necesidades básicas, ni mejorar la calidad de vida del ser humano; sólo ansían llenar sus propias arcas, permanecer y ampliar la red de mantenidos por el Estado, que son los votantes cautivos, los temerosos que no se irán del redil por no perder sus planes sociales. 

Mientras la inflación consume las billeteras y separa a familias enteras, ahorcadas y sin solución, al tiempo que la inseguridad y la droga incrementa su paso fuerte y mortal, se encienden los doble discursos, las linternitas de los jetones de ocasión, charlatanes de bar, sin programas efectivos para mutar tanta mugre. 

Te acostumbrás, es cierto y penoso, a convivir con la putrefacción y contemplar sin esperanzas el panorama difuso del país que amás. 

Por Mario Delgado.-   

  

Continue Reading
 Farmacias de turno en Olavarría Facultad de Derecho