Opinión
Pisando firme
BUENOS AIRES.- Para nuestro sistema presidencialista la fortaleza de quien comanda los hilos en Casa Rosada es fundamental. Fíjense ustedes, amigos lectores, la iracundia del retorno de Cristina Fernández luego de su consabido reposo.
En lugar de llamar desde el púlpito a un pacto social, a la unidad de los argentinos, a caminar una transición lo más ordenada posible, a tomar en cuenta una prioritaria agenda de urticantes temas, en vez de citar a los partidos con representación parlamentaria, se despachó la ex senadora con una incesante caterva de improperios y de aseveraciones en detrimento de todo aquél o todo aquello que el Gobierno estima una piedra en el zapato.
Hemos señalado ya nuestra visión de que el oficialismo kirchnerista no ha sido, ni tenderá jamás a ser conciliador. Pero estábamos dispuestos a reconocer nuestra equivocación si, en tal caso, se producía un cierto viraje en el férreo timón de Balcarce 50.
Sin embargo la voz de la Primera Dama resonó y resuena con firmeza, sin dilaciones y convencida de que hay que continuar por ese derrotero unipersonal y sin observar los condimentos alternativos que ofrece la cotidianeidad a lo largo y ancho de la geografía patria.
Todos entendemos, propios y extraños, que el fin del ciclo está cada vez más cerca en el tiempo y en la distancia. Y se van advirtiendo diversas tesituras al respecto. Pero la intransigencia a ultranza de la ex esposa de Néstor Kirchner, es tremenda.
Y, cual gladiadora medieval, ensayó mandobles para los “fondos buitre”, para los banqueros, para los jueces que no se postran ante la autoridad “divina” de ella, y por supuesto para los cascoteados periodistas independientes, o que al menos, intentan no ceder al peso de la tentación de pasar a las largas filas de empleados a sueldo del poder.
Olivos no admite juicios de valor en su contra. Sí empezará a tener juicios reales de varios magistrados y causas en breve nomás. Tanta intolerancia no reviste comentarios analíticos atenuantes: es un estilo soberbio y punto. Lo otro es subjetivo: o estás de acuerdo o no.
Y la caravana se traslada también a lo farandulesco y grotesco. Como quien enciende una mecha diabólica, la señora líder del cristinismo, pontifica el deambular feroz e impotente de los siniestros saqueos que se presentarían sin invitación previa, en los ajetreados días de diciembre, justo para las fiestas tradicionales.
En un país donde la violencia copa todos los ámbitos, ir en pos de esas insinuaciones, no suma, no beneficia. ¿Qué de la inteligencia del Estado? Se evidencia entonces un malévolo accionar discursivo, con un objetivo preciso: sembrar temor y discordia.
No sabemos si la máxima dirigente política de la nación, es consciente de que se va el 10 de diciembre de 2015. Su megalomanía a lo mejor le esté haciendo intuir otra cosa. Aunque los adulones suyos miran ya de reojo en derredor y se preocupan por ir perfilando un novel “dios” a quien tributar los honores. Antes que encalle la nave, deben tener en claro de qué lado estar.
OLAVARRÍA.- Tal sistema, como expresábamos al inicio de la columna, es ancestral y se replica en los municipios con el plus de la indefinida reelección de los señores alcaldes. En las ciudades y pueblos la situación es muy particular y se enmarca dentro de un cuadro de vivencias propias de cada lugar.
Olavarría ha adquirido caracteres peculiares desde el retorno democrático de 1983. Salvo la excepción del período 1987 – 1991, hemos sido gobernados por sólo dos intendentes. Y quien ahora tiene las riendas, el doctor José Eseverri, está confiado en ir cumplimentando pautas que acrediten el respaldo popular de un sector mayoritario de la ciudadanía vernácula.
Salvando odiosas y negativas comparaciones, da la impresión que éste también es un Ejecutivo no muy proclive a recibir incisivas críticas. A Rivadavia 2801 no le caen en gracia las teas prendidas en la obscuridad del pensamiento uniforme.
El tema a dilucidar es, no obstante, como se maneja un porcentual de adhesión vecinal impactante. La tendencia va por el lado de la no confrontación demasiado abierta. Se busca poner paños fríos en la fiebre y calmar dolores con obras altamente necesitadas por vecinos de diversos barrios.
Que la brújula esté a mano, eso sí, para que nada se bifurque o evite el control municipal. Y, de vez en cuando, el Primer Mandatario local abre la boca en vivo y en directo para preservar la noción de que es él y no otro referente, quien ordena la disposición de los logros que se exhiben en marquesinas.
Lo que aún resta colisiona con lo ya cristalizado, cual un aire frío contra uno caliente. La nómina de las supuestas prioridades enfrenta las diatribas de la oposición, que dicho sea de paso, ha tenido en las últimas semanas, un atrayente arsenal a su alcance.
El intendente toma mate con la gente en una jornada multitudinaria a pleno sol. Y cree, deduce y estima de tal manera, que su misión al frente del Municipio no ha finalizado. Que queda más en el haber por construir. Las circunstancias soplan a favor con plata en las arcas y con una vereda de enfrente dividida y sin hallar el auténtico rumbo.
En una comarca conservadora como esta, José puede aspirar a cuatro años más porque sentó las bases del edificio y, pese a los ítems “flojos” de su gestión, los conatos disidentes son apocados y las ideas opositoras no canalizan todavía en la población de modo suficiente.
Por lo demás, no resulta sencillo crear un candidato, posicionarlo y verlo triunfante así de rápido, como en un santiamén. Si en la tropa eseverrista, no sobran los nombres de un factible reemplazo, imaginemos el resto del arco político.
Esto no debe traducirse como un Eseverri eterno. Debe leerse como un desafío imperativo para quienes aspiran al sillón de Amparo Castro.
Por Mario Delgado.-

