Opinión
Agarrar la brasa caliente
Una brasa encendida, caliente, quemante, eso es el resultado advertible, mis lectores amigos, de los casos de abuso sexual en esta querida ciudad. Y en la segunda marcha vivida en la tarde del viernes 7, varios sentimientos se yuxtapusieron, se entrelazaron desde lo humano y solidario, hasta lo vil e indiferente. Por Mario Delgado.
La brasa, a su turno, no encuentra destinatario que se haga cargo.
Las pancartas, banderas, carteles y folletos, mostraban a quien quisiese ver con los ojos del alma, un desgarro, un tejido lesionado, un antes y un después, una plena convicción pese a lo adverso y perverso. El sujeto humano está “construido” para elevarse por sobre las dificultades y los tormentos. Y quedó claro en cada batir de palmas, en cada gesto, en cada anhelo sincero de salir a flote.
Mariana, Mayra y Loana, no estaban solas, internadas en un laberinto siniestro sin escape. Por el contrario, un montón de personas, comprendiendo la crueldad de la situación, dejo de lado otros compromisos y se “puso la camiseta” del reclamo de justicia para los condenados con arresto domiciliario.
Celeste Sibiglia es la mamá de las protagonistas de esta “hazaña” de replicar el drama para concientizar y obtener respuestas acordes. “Hemos comprobado que este hecho resuena y mucho. Aparecen gracias a no quedarnos calladas, similares casos que no se conocían. Y con la misma graduación de abandono que el nuestro. La sociedad sí se hace eco. Lo que no encontramos es un eco de parte de la Justicia, de parte de los gobiernos. Todos miran para otro lado y se hacen los que acá no pasa nada”, reflexiona la mujer.
En la primera movida, Eduardo Rodríguez, Presidente del HCD, dialogó con ella. ¿Lo ha imitado alguien más? “Fue la única persona que forma parte del Municipio que se acercó. El Frente para la Victoria prometió asesoramiento a las chicas. El resto, no vino nunca”.
En cuanto a la realidad de los dos imputados Guillermo y Osvaldo Sosa, Celeste comentó: “El señor juez Duba decidió que queden con la prisión morigerada, porque considera que no han infringido la ley. Yo pregunto: ¿el derecho de mis hijas, no cuenta?”.
En una reciente audiencia las víctimas se “toparon” en Azul con los victimarios. Éstos niegan las acusaciones y “se habla de los derechos que tienen ellos pero no se nos cuida a nosotras”, asegura compungida Loana.
En sintonía, Roberto Sosa cuenta su cuita: “Estamos acompañando a las chicas y bregando ante la Justicia por el caso nuestro que involucra a Walter Portal que violó a mi hija Mercedes el 28 de julio de 2006. En junio de este año, Portal fue condenado a siete años de cárcel. Sin embargo está libre. El individuo es tío de mi hija”.
Sobre llovido mojado, amigos, puesto que “Walter es remisero y estaba dando vueltas por acá recién, por lo que llamamos a la Policía. Él asume actitudes intimidatorias hacia la familia muy seguido”, confirma Roberto Sosa.
Este imprevisto molestó a cada concurrente a la convocatoria que definió su repudio a tal acto: “ Es una locura que haga esta provocación delante de tantas personas que, pacíficamente, solicitan el oído de la Justicia”, sentenció un joven presente.
También vinieron desde la localidad de Rauch, de una ONG “Derechos para todos”: “Nos ocupamos del tema de la violencia doméstica y ahora tratamos el caso de abuso a un chico de seis años, ocurrido en 2006. Me estoy dando cuenta – dice la entrevistada – que se toman mucho tiempo en la Cámara de Apelaciones, porque da la impresión de que todos los violadores están sueltos. Eso es inadmisible porque siguen produciendo el daño por el cual han sido juzgados”.
Además de la causa penal, “se tramita la civil, donde se menciona la revinculación del niño con el padre, lo cual es un disparate, ya que el hombre es su victimario. Hemos agotado las instancias, sin contestación propicia. Así que luego del 25, planeamos con Rocío Girat y Mariana Sosa, una movida en Rauch”, concluye la señora Delfina Pasediyic.
Hubo un par de discursos alusivos y a recorrer las calles, señores. Por Rivadavia hasta Colón y volver luego por Vicente López al centro neurálgico de las manifestaciones públicas, el Paseo Jesús Mendía. Mientras los adherentes caminaban, con Suteba, La Chispa, el PO, CTA, Juntemos las Manos, Graciela Alderete, Marina González, y tantas otras entidades y personas a la par, el aplauso o el silencio de los vecinos, marcaba el ritmo del fastidio o de la solidaridad. Todavía hay quienes piensan que a ellos, nada los rozará.
Ya de vuelta, la música copó el ámbito, como queriendo disipar, al menos por un rato, tanta angustia masticada con impotencia y desazón. Abrazos y lágrimas confirmaron que nada aún está cerrado.
Por Mario Delgado.-
Opinión
Lo bueno de tener prioridades
Tener prioridades es realmente óptimo: sugiere, entre otras cosas, que el individuo o los gobiernos de los tres niveles, poseen un criterio juicioso, y cuentan, además, con un proyecto de vida de largo alcance.
Marcar las cuestiones a realizar o resolver con premura, habla bien y nos habilita a creer que hay una contemplación completa de la realidad, y, en base a tal visión, se planea un estricto núcleo de objetivos a cumplimentar.
Marchar por la senda sin rumbo, sin norte ni guía, es mala o necia, al menos, señal. Por tal motivo se interpela siempre a cada quien, contar con una agenda al alcance de la diestra. Y activar los hilos en consecuencia, desde luego.
A propósito, este pequeño marco introductorio pretende depositarnos, mis amigos, en un ítem crucial para la concreción individual y colectiva como ciudadanos plenos. Y, conviene por cierto mencionar, la imposibilidad de seguir guitarreando en esta temática que ofreceremos, y desprenderla lo antes posible, de fanatismos partidistas. Me refiero en concreto a la Educación nuestra, en esta nación gloriosa.
Se ha difundido hace horas atrás un informe contundente por parte de la señora Ministra de Educación de CABA que sentencia con supina espontaneidad, los vericuetos de la niñez y adolescencia que no transitan por un camino elogiable en materia de aprendizaje, llegando a terminar la Primaria o estar en Tercer Año de la Secundaria y no saber leer y escribir sin yerros y tampoco poder comprender y explicar con palabras propias, un texto cualquiera.
Tamaña deficiencia se ata, en cierta manera, al tiempo de parálisis escolar impreso por la pandemia y la sucesión de cuarentenas. Podríamos asimilar tal contingencia en mayor o menor talante; sin embargo las deducciones del informe van más allá del proceso frontal del Covid 19 y sus medidas aleatorias. El problema a aceptar sin disimulos ni excusas mantiene firme la idea de que, en rigor de verdad, hay un drama previo, un dilema estructural que se agudizó con el virus chino, pero no es solamente esta reciente etapa dispar, entre la virtualidad y la ausencia en las aulas.
Aún se agrega otro condimento no menor: se ha hecho un relevamiento entre una determinada cantidad de chicos, de entre 12 y 16 años, para averiguar si logran captar los subtítulos de las películas habladas en inglés u otro idioma, en cines o dispositivos hogareños. El análisis resulta desalentador, puesto que la gran mayoría, expresa no alcanzar a leer en tiempo real los zócalos correspondientes, no por interferencias en la visión, sino por no saber leer de corrido.
El temido abandono del noble hábito de la cotidiana lectura, es una incómoda piedra puntiaguda en el calzado. Y no se notan visos de mejoría.
Como daño colateral, por otra parte, del virus coronado, se ha comprobado que alrededor de 600.000 alumnos en el territorio nacional y 200.000 en la Provincia de Buenos Aires, no retornaron a sus establecimientos educativos al abrirse la famosa y tardía presencialidad.
Un escándalo, sin objeciones de ninguna naturaleza. ¿Y ahora, quién carga con semejante cruz social? Porque, ¿alguien puede aseverarnos que tales pibas y pibes, volverán raudos a sus obligaciones escolares, al ser visitados por un docente o asistente social?
Una auténtica lástima que redobla la apuesta a constatar en qué sitio hemos colocado a la educación. Obvio, que ha descendido varios peldaños de cómo supo hallarse situada otrora.
Por Mario Delgado.-
Opinión
Te acostumbrás
Un amigo, un poco mayor que yo, me graficaba ayer que, en rigor de verdad, los argentinos nos vamos acomodando, nos adaptamos, con suma ductilidad, aunque refunfuñemos, a ciertas cuestiones demenciales que debieran sacarnos de quicio y movilizarnos de otra manera.
“Te acostumbrás”, me pontificó, despejando incluso con tal frase, cualquier sombra de duda que pudiera subsistir aún. No hay pena ni atropello que no se nos haya puesto de manifiesto, y, sin embargo, continuamos erguidos como sociedad y metidos cada quien en lo suyo.
La escasa atención que le brindamos a los sucesos del entorno, tal vez tenga mucho que ver con las instancias personales de cada sujeto. Las ocupaciones son cada vez más en base a que el dinero rinde menos.
Se naturaliza la opción del mayor esfuerzo y la gente dispuesta, sale en pos de ganarse el cada día más caro, pan vital. Una pequeña gran gragea, un botoncito de muestra que nos revuelve la panza, pero, reitero, no todavía como la contingencia requiere de un pueblo auténticamente agobiado y harto.
Los niveles de corrupción piramidal se elevan a la enésima potencia, revolean bolsos con dinero mal habido en conventos o cuentan plata afanada en sendos videos virales, y todo gira sin más que algún comentario atrevido, desafiando a la ya incorporada manía de soportar y sobrellevar el drama, las culpas de otros.
No se hace ni siquiera un necesario gasoducto y luego llegan los “verseros” de siempre, con excusas y mensajes altisonantes. Y los robadores de vacunas contra el Covid se pasean orondos, dando cátedras seguro, de cómo fomentar el buen turismo ahora que todo mundo acató órdenes salvadoras. Hipócritas impíos, exonerados por el poder, como un tal Firmenich o un viscoso Verbitsky. Falsedades convertidas en relatos presumiblemente verídicos, para entretener a la platea boquiabierta, que no despierta.
En tal contexto de locura y terror, no escasean los heridores del campo, los que nada saben del trabajo aguerrido de los productores chicos o medianos, y demonizan al sector, olvidando que de ahí emana el 65 % de lo que consume el argentino.
Y nos quedaría chico el espacio para ir citando con mayúsculas, si lo desean, los yerros y las tropelías de los poderosos que se apoltronan en sus sillones, bebiendo en copas de oro, el sudor de los humildes.
Ya probaron el sabor de dominar a una población encerrada y muerta de miedo e incertidumbre y van a ir por más perversidades. Porque no les importa subsanar las necesidades básicas, ni mejorar la calidad de vida del ser humano; sólo ansían llenar sus propias arcas, permanecer y ampliar la red de mantenidos por el Estado, que son los votantes cautivos, los temerosos que no se irán del redil por no perder sus planes sociales.
Mientras la inflación consume las billeteras y separa a familias enteras, ahorcadas y sin solución, al tiempo que la inseguridad y la droga incrementa su paso fuerte y mortal, se encienden los doble discursos, las linternitas de los jetones de ocasión, charlatanes de bar, sin programas efectivos para mutar tanta mugre.
Te acostumbrás, es cierto y penoso, a convivir con la putrefacción y contemplar sin esperanzas el panorama difuso del país que amás.
Por Mario Delgado.-