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Opinión

No pensar, ni por casualidad

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El punto de origen de todo principio mediocre y arribista, tiende a poner trabas a la hermosa acción individual de pensar por sí mismo. Para evitar tal destreza y actitud tan desafiante, quienes ejercen el poder de turno generalmente, se convierten en agentes de distracción o fomentan ejercicios, programas y propuestas que favorezcan el apartamiento de la sociedad de toda línea de revisión filosófica crítica de la realidad. Por Mario Delgado.

El enorme gasto anual del Gobierno Central en su envío predilecto “Fútbol para Todos”, es una cabal demostración en la praxis de lo que esgrime el ideario kirchnerista. A todas luces conocedor del decidido apoyo popular de los argentinos en su mayoría al deporte del balompié, Balcarce 50 urdió un preciado coctel de amor y odio y se quedó con el “triunfo” de exhibir los cotejos sin, supuestamente, ninguna erogación para el público que ve desde su living el transcurrir de los matchs de sus escuadras favoritas.

La inflada catapulta de los “codificados” quedó desplazada pues, por una imagen de gratuidad impresionante. El salto de los aficionados llegó hasta el cielo. Aunque si hacemos un concienzudo repasito mínimo aunque más no sea, mis lectores queridos, por las cuentas del ciclo, nos toparemos con una demencial y exuberante cantidad de billetes que egresan de las arcas del Tesoro Nacional. Platita fresca que, en definitiva, por si alguien aún no lo entiende, es de usted y mía, humildes ciudadanos que madrugamos cada día e intentamos mantenernos sin deudas frente al fisco.

¿Se me ha comprendido? Nada es gratis. Y menos el fútbol en la Argentina. Los dormidos e ignorantes por elección, podrán creerse el “versito” oficialista. El resto de la población, no. Sin embargo, pese a las presunciones fallidas, a las inexistentes propagandas privadas y a un derroche enloquecido, el envío estatal continúa su curso sin pausa ni obstáculos. Alguna vez los opositores candidateados, han de señalar que hacer con este espacio tan singular.

Pero hay que entender el porqué de la obstinación de Olivos, amigos. Es preferible tener al hombre sentado  cómodo en su casa, tomando “birra” y comiendo papas fritas, y no intuyendo sesudamente, qué corno sucede con este bendito país que se cae a pedazos por varias aristas, por diversos ángulos.

No quiero ser rudo ni agredir una añeja costumbre pueblerina, pero convengamos que el deporte de los 22 jugadores, cumple, a sabiendas o no, un cometido interesante y preponderante, visto desde la psiquis de los gobernantes insistimos. A nadie se le debe escapar la liebre, por más que ame y goce observando o practicando fútbol.

¿Cuál es el quid de la cuestión? Muy simple y cruel, por cierto: la utilización del deporte más llamativo como elemento de desinformación y distracción permanente, que erradica de la mente de las personas, los problemas elementales y fundamentales de la Nación Argentina.

Por tal motivo los efectores de Casa Rosada no han desistido jamás con el envío. Por el contrario, lo han perfilado cual salvavidas de la humanidad, a sabiendas de los números en rojo sangre que arroja sobre la mesa.

El eje de la proposición es que los cerebros nuestros permanezcan a merced de las autoridades y lo más “callados” posible, sin detenerse a evaluar pros ni contras de absolutamente nada. Si el oficialismo lo instala y fogonea, ha de ser muy excelente, por lo que ha consumir tal producto, tal cosa, sin dilaciones, señores míos.

Sujeta parte impactante de la comunidad con el asunto del fútbol, entrevieron también otra puerta abierta al placer y al dominio de las masas, anhelantes lamentable es admitirlo, de ser dominadas cual ovejas mansas, y abrieron los grifos inconmensurables de los planes sociales.

Hechos en principio para paliar instancias cruciales y puntuales, durante este periplo kirchnerista, se multiplicaron por doquier, consiguiendo así “clientes” por cada rincón del territorio argentino. Almas que dependen de una dádiva para subsistir. Y, seres sencillos que no escriben memorias y que, a lo mejor, hasta se habitúan a que le den, y le den, y le den, por los siglos de los siglos, amén.

Mujeres y hombres que egresan de los bancos con un cigarrillo en la comisura de los labios, y un “chequecito” en las manos. Mes a mes palpan un subsidio del Estado que no los empuja a laburar en nada, sino que los cobija bajo el alero del paraguas clientelar.

El sabio griego Platón, siglos ha, ya sabía de qué lado estaba la verdad, y en su obra “La República”, expresa: “¿Dónde encontrará gentes fieles? Si paga bien, acudirán en gran número de todas partes”. ¿Hace falta anexar algo más?

¿Acaso no sabe la gente que ya mismo, agentes oficialistas recorren urgidos por las encuestas, distintos barrios vaticinando el caos, el infierno y lo que es peor, el epílogo insensato de los queridos planes, si accede a presidir alguien que no sea del “palo”, de la vertiente oficial?

El tipo distraído que festeja los goles, y el resto del pueblo, quizá no interpreten que el dinero de los sendos y prolongados planes gubernamentales, sale de la Anses, por ejemplo. Tampoco es gratis. Usted y yo, bancamos esos logros tan oportunistas de la Presidencia. Y son los amigos de la tercera edad, expresamente, quienes indirectamente bancan también a miles y millones de compatriotas.

Mientras el universo gira y no se detiene, los factores de poder, desean de todo corazón que cada quien no piense y se deje llevar. Los Caligaris lo cantan a viva voz: “Hagamo un asado/ tomemo un ferné”.

Por Mario Delgado.-

Opinión

Lo bueno de tener prioridades

Tener prioridades es realmente óptimo: sugiere, entre otras cosas, que el individuo o los gobiernos de los tres niveles, poseen un criterio juicioso, y cuentan, además, con un proyecto de vida de largo alcance.

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Marcar las cuestiones a realizar o resolver con premura, habla bien y nos habilita a creer que hay una contemplación completa de la realidad, y, en base a tal visión, se planea un estricto núcleo de objetivos a cumplimentar. 

Marchar por la senda sin rumbo, sin norte ni guía, es mala o necia, al menos, señal. Por tal motivo se interpela siempre a cada quien, contar con una agenda al alcance de la diestra. Y activar los hilos en consecuencia, desde luego. 

A propósito, este pequeño marco introductorio pretende depositarnos, mis amigos, en un ítem crucial para la concreción individual y colectiva como ciudadanos plenos. Y, conviene por cierto mencionar, la imposibilidad de seguir guitarreando en esta temática que ofreceremos, y desprenderla lo antes posible, de fanatismos partidistas. Me refiero en concreto a la Educación nuestra, en esta nación gloriosa. 

Se ha difundido hace horas atrás un informe contundente por parte de la señora Ministra de Educación de CABA que sentencia con supina espontaneidad, los vericuetos de la niñez y adolescencia que no transitan por un camino elogiable en materia de aprendizaje, llegando a terminar la Primaria o estar en Tercer Año de la Secundaria y no saber leer y escribir sin yerros y tampoco poder comprender y explicar con palabras propias, un texto cualquiera. 

Tamaña deficiencia se ata, en cierta manera, al tiempo de parálisis escolar impreso por la pandemia y la sucesión de cuarentenas. Podríamos asimilar tal contingencia en mayor o menor talante; sin embargo las deducciones del informe van más allá del proceso frontal del Covid 19 y sus medidas aleatorias. El problema a aceptar sin disimulos ni excusas mantiene firme la idea de que, en rigor de verdad, hay un drama previo, un dilema estructural que se agudizó con el virus chino, pero no es solamente esta reciente etapa dispar, entre la virtualidad y la ausencia en las aulas. 

Aún se agrega otro condimento no menor: se ha hecho un relevamiento entre una determinada cantidad de chicos, de entre 12 y 16 años, para averiguar si logran captar los subtítulos de las películas habladas en inglés u otro idioma, en cines o dispositivos hogareños. El análisis resulta desalentador, puesto que la gran mayoría, expresa no alcanzar a leer en tiempo real los zócalos correspondientes, no por interferencias en la visión, sino por no saber leer de corrido. 

El temido abandono del noble hábito de la cotidiana lectura, es una incómoda piedra puntiaguda en el calzado. Y no se notan visos de mejoría. 

Como daño colateral, por otra parte, del virus coronado, se ha comprobado que alrededor de 600.000 alumnos en el territorio nacional y 200.000 en la Provincia de Buenos Aires, no retornaron a sus establecimientos educativos al abrirse la famosa y tardía presencialidad. 

Un escándalo, sin objeciones de ninguna naturaleza. ¿Y ahora, quién carga con semejante cruz social? Porque, ¿alguien puede aseverarnos que tales pibas y pibes, volverán raudos a sus obligaciones escolares, al ser visitados por un docente o asistente social?

Una auténtica lástima que redobla la apuesta a constatar en qué sitio hemos colocado a la educación. Obvio, que ha descendido varios peldaños de cómo supo hallarse situada otrora. 

Por Mario Delgado.-  

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Opinión

Te acostumbrás 

Un amigo, un poco mayor que yo, me graficaba ayer que, en rigor de verdad, los argentinos nos vamos acomodando, nos adaptamos, con suma ductilidad, aunque refunfuñemos, a ciertas cuestiones demenciales que debieran sacarnos de quicio y movilizarnos de otra manera. 

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“Te acostumbrás”, me pontificó, despejando incluso con tal frase, cualquier sombra de duda que pudiera subsistir aún. No hay pena ni atropello que no se nos haya puesto de manifiesto, y, sin embargo, continuamos erguidos como sociedad y metidos cada quien en lo suyo. 

La escasa atención que le brindamos a los sucesos del entorno, tal vez tenga mucho que ver con las instancias personales de cada sujeto. Las ocupaciones son cada vez más en base a que el dinero rinde menos. 

Se naturaliza la opción del mayor esfuerzo y la gente dispuesta, sale en pos de ganarse el cada día más caro, pan vital. Una pequeña gran gragea, un botoncito de muestra que nos revuelve la panza, pero, reitero, no todavía como la contingencia requiere de un pueblo auténticamente agobiado y harto. 

Los niveles de corrupción piramidal se elevan a la enésima potencia, revolean bolsos con dinero mal habido en conventos o cuentan plata afanada en sendos videos virales, y todo gira sin más que algún comentario atrevido, desafiando a la ya incorporada manía de soportar y sobrellevar el drama, las culpas de otros. 

No se hace ni siquiera un necesario gasoducto y luego llegan los “verseros” de siempre, con excusas y mensajes altisonantes. Y los robadores de vacunas contra el Covid se pasean orondos, dando cátedras seguro, de cómo fomentar el buen turismo ahora que todo mundo acató órdenes salvadoras. Hipócritas impíos, exonerados por el poder, como un tal Firmenich o un viscoso Verbitsky. Falsedades convertidas en relatos presumiblemente verídicos, para entretener a la platea boquiabierta, que no despierta.

En tal contexto de locura y terror, no escasean los heridores del campo, los que nada saben del trabajo aguerrido de los productores chicos o medianos, y demonizan al sector, olvidando que de ahí emana el 65 % de lo que consume el argentino. 

Y nos quedaría chico el espacio para ir citando con mayúsculas, si lo desean, los yerros y las tropelías de los poderosos que se apoltronan en sus sillones, bebiendo en copas de oro, el sudor de los humildes. 

Ya probaron el sabor de dominar a una población encerrada y muerta de miedo e incertidumbre y van a ir por más perversidades. Porque no les importa subsanar las necesidades básicas, ni mejorar la calidad de vida del ser humano; sólo ansían llenar sus propias arcas, permanecer y ampliar la red de mantenidos por el Estado, que son los votantes cautivos, los temerosos que no se irán del redil por no perder sus planes sociales. 

Mientras la inflación consume las billeteras y separa a familias enteras, ahorcadas y sin solución, al tiempo que la inseguridad y la droga incrementa su paso fuerte y mortal, se encienden los doble discursos, las linternitas de los jetones de ocasión, charlatanes de bar, sin programas efectivos para mutar tanta mugre. 

Te acostumbrás, es cierto y penoso, a convivir con la putrefacción y contemplar sin esperanzas el panorama difuso del país que amás. 

Por Mario Delgado.-   

  

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 Farmacias de turno en Olavarría Facultad de Derecho