En un mar de avances cient\u00edficos y de oscilante globalizaci\u00f3n, el remolino provocado por el virus coronado, nos acerca a varios interrogantes, poniendo de manifiesto que no somos todav\u00eda, m\u00e1s que un c\u00famulo humano de dudas e incertidumbre.\u00a0<\/p>\n\n\n\n

Pero si ni el propio origen del Covid 19 est\u00e1 fehacientemente acreditado hacia el afuera. Y danzan varias teor\u00edas como ya he expuesto en columnas previas. Ahora se nos dice incluso que Taiw\u00e1n le mand\u00f3 un correo electr\u00f3nico a la Organizaci\u00f3n Mundial de la Salud all\u00e1 por principio de diciembre del 2019, mas como la OMS es aliada de China, no report\u00f3 tal mensaje tan cargado de datos preocupantes. <\/p>\n\n\n\n

Luego ya en enero de este a\u00f1o, todo se fue precipitando hasta el hoy tan angustiante y minucioso. Sin perjuicio de la existencia o no de ese E mail tan sugerente, es menester a su vez, colar en este coctel tan medular y especulativo, la teor\u00eda conspirativa de una novel Guerra Fr\u00eda, por estos tiempos entre Estados Unidos y aqu\u00e9l gigante dormido de otrora, o sea China. <\/p>\n\n\n\n

Y ah\u00ed vamos, nadando en tesituras coloridas y en dr\u00e1sticas mutaciones de familias de virus, con extrema experiencia para entrar al organismo y fortalecerse. En el inter\u00edn, miramos tele y nos arrojan a la cara cifras e im\u00e1genes de muertos como si fuese algo tan com\u00fan ver tal cosa almorzando o cenando. Incluso la actualizaci\u00f3n suele darse en vivo, con corresponsales atentos a los n\u00fameros de fallecidos. Cuanto m\u00e1s sean los que partan al m\u00e1s all\u00e1, m\u00e1s miedo se introduce en la sociedad ya muy alica\u00edda. <\/p>\n\n\n\n

Todo como ya sabemos, mis amigos, en medio de una imposici\u00f3n de aislamiento que roza bien de plano los constitucionales derechos del hombre y la mujer. Todo sea por salvar vidas. O por salvarnos de un desborde que demuestre, como ha sucedido en otras naciones, la fragilidad del sistema sanitario no preparado de antemano para contingencias atroces. <\/p>\n\n\n\n

Lo cierto es que, por este preciso instante, ni siquiera se sabe, o no se dice que no es lo mismo, cu\u00e1les son todas las v\u00edas posibles de contagio. Y entonces especulan con el sexo virtual, que ya ven\u00eda siendo utilizado y fue mencionado por este cronista en una nota previa. Nada nuevo bajo el a\u00fan radiante sol de abril. De este abril acotado, coartado y demostrativo de una par\u00e1lisis econ\u00f3mica sin precedentes. Peor lejos que a principios de estos incre\u00edbles a\u00f1os 2000. <\/p>\n\n\n\n

\u00a1Vaya, s\u00ed! Concatenaci\u00f3n de penurias al por mayor. Porque a todo este terremoto de locura y no saber qu\u00e9 corno hacer, se le agrega el menospreciado aspecto econ\u00f3mico. Y ya advertimos amigos o vecinos sin trabajo o, yendo a laburar pero sin percibir sueldo. No hay ventas, no hay ganancias, no hay salida. As\u00ed de simple. Falsa la disyuntiva planteada desde el vamos. Aunque es verdad que resulta harto dif\u00edcil, manejar este barco a la deriva. Rodeados de versiones y reitero hasta el hartazgo, de dudas. <\/p>\n\n\n\n

Claro que se agitan banderas y reuniones virtuales observando una cuota de futuro en ciernes. Diversos sectores como comerciantes, industriales, y otros se preparan para interpelar a la cotidianeidad que creemos, vendr\u00e1. Que apenas suponemos, vendr\u00e1. <\/p>\n\n\n\n

El contexto es p\u00e9simo. Poco optimismo veraz. M\u00e1s preguntas que certezas. Sin un interlocutor del todo v\u00e1lido, convengamos. Porque nadie sabe m\u00e1s que el otro. <\/p>\n\n\n\n

Frente a tal marco de referencia, los se\u00f1ores infectologos se pavonean por Casa Rosada promoviendo prolongaciones de cuarentena. Y el redil manso, sumiso, accede cabizbajo. Y la m\u00e1quina se traba en su aut\u00e9ntico derrotero. Y entonces emite la Casa de la Moneda sin dramas. Y pocos elegidos notan el descalabro en que se mueve un pa\u00eds que ya ven\u00eda golpeado. <\/p>\n\n\n\n

Es m\u00e1s factible tener al pueblo atado que exponiendo su clamor. Eso siempre fue igual. Ahora bien, \u00bfqu\u00e9 aprenderemos de este desastre? \u00bfSeremos luego, si hay un luego, personas m\u00e1s solidarias, mirando al colectivo por sobre lo individual? \u00bfO continuaremos siendo lo que hoy?<\/p>\n\n\n\n

Este acuartelamiento hogare\u00f1o conlleva tambi\u00e9n temor. Miedo al infectado. Rechazo al vulnerable enfermo. \u00bfSer\u00e1 esa la l\u00ednea de acci\u00f3n posterior, se\u00f1alar al d\u00e9bil y mandarlo a cuarteles de invierno o podremos sobreponernos y virar 180 grados hacia una notable espiritualidad?<\/p>\n\n\n\n

Yo tengo mis reservas. Aunque pensadores y dem\u00e1s sabios se animan a pontificar un universo mejor despu\u00e9s del Coronavirus. Lo concreto es que ya un fil\u00f3sofo, astr\u00f3nomo y poeta romano llamado Tito Lucrecio Caro (99 a 55 a C), pudo en su tiempo estudiar el cosmos y hacer que sus contempor\u00e1neos perdiesen un tanto el pavor a los dioses. No obstante, \u00e9l reconoc\u00eda que no pudo obtener que se apartaran del p\u00e1nico fundamental: el miedo a la muerte. <\/p>\n\n\n\n

Por Mario Delgado.- <\/p>\n","protected":false},"excerpt":{"rendered":"

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