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Despu\u00e9s de 37 a\u00f1os de lucha, los sobrevivientes del centro clandestino que funcion\u00f3 en Olavarr\u00eda celebraron un d\u00eda de victoria: tres represores fueron condenados a prisi\u00f3n perpetua, y otro a ocho a\u00f1os de prisi\u00f3n. A Ignacio An\u00edbal Verdura, el mandam\u00e1s de la zona, se le revoc\u00f3 el arresto domiciliario y ser\u00e1 trasladado al hospital de Ezeiza.<\/p>\n<\/blockquote>\n

Desde la primera fila de la sala de audiencias, Araceli Guti\u00e9rrez -la \u00fanica mujer que estuvo secuestrada en el centro clandestino Monte Peloni- escuch\u00f3 la lectura sentencia tomada de la mano de la viuda de Alfredo Maccarini. En la otra sosten\u00eda un retrato en blanco y negro de Laura Carlotto, y cada tanto usaba la imagen para abanicarse. A la una y media de la tarde, el calor en la sala era agobiante, pero a nadie le importaba. Puntual, tras el cuarto intermedio, el presidente del tribunal, Roberto Falcone, se tom\u00f3 unos minutos para explicar algunos puntos claves de la sentencia que ley\u00f3 despu\u00e9s. Ignacio An\u00edbal Verdura, jefe del \u00c1rea Militar 124 y mandam\u00e1s de la zona; Walter Jorge “El Vikingo” Grosse, oficial de Inteligencia de la Plana Mayor (S2) del Regimiento de Caballer\u00eda de Tanques 2 \u201cLanceros General Paz\u201d, y Omar “P\u00e1jaro” Ferreyra, integrante del Grupo Operaciones del Escuadr\u00f3n Comando, fueron condenados a prisi\u00f3n perpetua. Al ex teniente primero Horacio Rub\u00e9n Leites, jefe del Escuadr\u00f3n \u201cA\u201d, del mismo regimiento, en cambio, le dieron 8 a\u00f1os de prisi\u00f3n, muy lejos de los 25 que hab\u00eda pedido la fiscal\u00eda. Los fundamentos se conocer\u00e1n el 25 de febrero.<\/p>\n

Lo importante para Araceli, para Silvia -la viuda de Maccarini (desaparecido)-, para Pura -la madre de Rub\u00e9n Villeres- que lleg\u00f3 con el pa\u00f1uelo blanco y caminando muy despacio del brazo de su nieto Juan Pablo -hu\u00e9rfanos desde los seis a\u00f1os-; para los sobrevivientes Carmelo Vinci y Carlos Fern\u00e1ndez, para su hermana la Tata, y para las decenas de familiares y sobrevivientes que llenaron la sala de la Universidad Nacional del Centro, era que por fin, despu\u00e9s de 37 a\u00f1os, el Tribunal Oral Federal 1 de Mar del Plata condenaba a los cuatro acusados por los cr\u00edmenes cometidos en el centro clandestino de detenci\u00f3n Monte Peloni.<\/p>\n

Verdura, Grosse, Ferreyra y Leites escucharon las penas cabizbajos, uno al lado del otro y fuertemente custodiados por polic\u00edas con escudos antidisturbios. Segu\u00edan con los mismos trajes impecables con los que acudieron a cada audiencia, pero ya no quedaba en ellos el gesto erguido y desafiante con que se sentaron el primer d\u00eda del juicio, cuatro meses atr\u00e1s.<\/p>\n

Hoy por la ma\u00f1ana Ferreyra hab\u00eda pedido no presenciar la lectura de la sentencia alegando que necesitaba regresar al Hospital de Olavarr\u00eda por su condici\u00f3n de salud. Pero el tribunal no le concedi\u00f3 ese privilegio: \u201cMirala a Pura, con m\u00e1s de 90 a\u00f1os, pesa 34 kilos, est\u00e1 enferma y vino a escuchar la sentencia\u201d, dec\u00eda la hija de Araceli. En cambio Araceli -la \u201cguardiana de la memoria\u201d, como le llaman por vivir dentro del mismo predio donde la torturaron y la mantuvieron secuestrada- cre\u00eda que hubiera sido mejor que Ferreyra se fuera al hospital.<\/p>\n

\u201cLlev\u00f3 a\u00f1os pero lleg\u00f3. La primera vez que declar\u00e9 fue en el Juicio a las Juntas. Hoy siento que por fin se hizo Justicia, y que se reconoci\u00f3 que a los compa\u00f1eros que est\u00e1n desaparecidos, los mataron\u201d, dijo Araceli, entre l\u00e1grimas y abrazos largos. Fue un juicio at\u00edpico: muchos de los sobrevivientes son amigos entre s\u00ed. Han pasado estos 37 a\u00f1os reuni\u00e9ndose para lograr justicia y tambi\u00e9n, cruz\u00e1ndose en la panader\u00eda y en la carnicer\u00eda con sus secuestradores.<\/p>\n

Algunos de sus compa\u00f1eros no llegaron vivos a escuchar la sentencia. \u201cHoy faltan varios compa\u00f1eros que estuvieron con nosotros luchando, como Mario M\u00e9ndez (autor del valioso Informe de la Memoria de Olavarr\u00eda)\u00a0 o Cassano. Pero todos ellos est\u00e1n hoy ac\u00e1. Llev\u00f3 37 a\u00f1os, hoy es un d\u00eda de justicia. La justicia no lleg\u00f3 tarde, lleg\u00f3. Los que cometieron estos delitos hoy est\u00e1n presos\u201d, dijo a Infojus Noticias<\/strong> <\/strong>Carlos Genson, sobreviviente.<\/p>\n

La Tata Fern\u00e1ndez y su hermano Osvaldo Roberto Cacho Fern\u00e1ndez se abrazaban bajo las 35 mil flores que cubr\u00edan las paredes de la facultad. Estaban hechas de papeles de colores y hab\u00edan llegado desde todo el pa\u00eds para recordar a las v\u00edctimas de la dictadura. \u201cEs mucho el dolor, la condena no basta, hay muchos que todav\u00eda falta juzgar. Pero creo que mi hermano Oscarcito debe andar contento all\u00ed donde est\u00e9\u201d, dec\u00eda la Tata.<\/p>\n

Adem\u00e1s de las perpetuas, otra l\u00ednea de la sentencia infund\u00eda alegr\u00eda entre los presentes: el tribunal hab\u00eda decidido revocar la prisi\u00f3n domiciliaria de Verdura y ordenar su \u201cinmediato traslado\u201d al hospital de Ezeiza. Lo hizo por entender que estaba amenazando el proceso y la continuidad del siguiente tramo del juicio, Monte Peloni 2. Consider\u00f3 que \u201clas amenazas que se han vertido en este juicio han tenido como objetivo intimidar a testigos y colaboradores\u201d. A todos los imputados, adem\u00e1s, la sentencia les quit\u00f3 las jubilaciones y pensiones.<\/p>\n

\u201cVerdura va adonde ten\u00eda que estar desde el primer momento\u201d, dijo C\u00e9sar Sivo, abogado querellante que representa a m\u00e1s de 20 v\u00edctimas en Monte Peloni.\u00a0 \u201cArgentina es el \u00fanico pa\u00eds del mundo donde los condenados por delitos de lesa humanidad tienen arresto domiciliario. Llega a juicio a los 82 a\u00f1os porque durante mucho tiempo se demoraron estos procesos judiciales. Lo importante no es la edad que tiene, sino lo que hizo\u201d.<\/p>\n

Respecto de la condena de Leites, la m\u00e1s baja, entendi\u00f3 que \u201cparece que deja un sabor agridulce, pero en la segunda parte del juicio, donde est\u00e1 imputado en un homicidio, seguramente le corresponder\u00e1 una condena m\u00e1s intensa. Los procesos avanzan espasm\u00f3dicamente. Hemos logrado mucho\u201d.<\/p>\n

\u201cNo \u200bpido clemencia\u201d<\/strong><\/p>\n

La jornada hab\u00eda empezado a las once y veinte de la ma\u00f1ana, en medio del calor agobiante y con la sala repleta. Hac\u00eda tiempo que no se ve\u00eda a los cuatro acusados presentes. Consultado sobre si iba a hacer uso de las \u00faltimas palabras, el exmilitar que en democracia supo ser funcionario municipal de Olavarr\u00eda dijo que s\u00ed, iba a decir algo. Pas\u00f3 al frente y ley\u00f3 un papel escrito a m\u00e1quina.<\/p>\n

\u201cNo voy a pedir clemencia, porque es lo que piden los culpables. Pido verdad y justicia\u201d, fue la primera frase que dijo el P\u00e1jaro, con voz temblorosa, ni bien se sent\u00f3 frente al tribunal. Vestido de traje y corbata, con anteojos para ver de cerca, ley\u00f3 su descargo y pregon\u00f3 su inocencia. \u201cEstoy ilegalmente privado de mi libertad en una causa basada en falsos testimonios\u201d. Adem\u00e1s, Ferreyra dijo: \u201cEl \u00fanico remedio para sanar la triste herida de un triste y lejano pasado es la verdad\u201d. Y apelando a sus creencias, pidi\u00f3 a Dios \u201cque ilumine el camino a la hora de hacer justicia\u201d.<\/p>\n

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Olavarr\u00eda despierta<\/strong><\/p>\n

Despu\u00e9s del veredicto, cientos de personas celebraron al aire libre. En un rinc\u00f3n, 116 mu\u00f1ecas de papel mach\u00e9, con pa\u00f1uelos de colores y flores en las manos, recordaban a los nietos restituidos. De ellas colgaban textos y poemas: \u201cDe una punta a la otra de la verdad, voy a levantar tu nombre como si fuera mi brazo derecho\u201d, dec\u00eda una que recordaba las l\u00edneas de Paco Urondo en una instalaci\u00f3n del grupo Parapet\u00f3n.<\/p>\n

En el parque de la Universidad Nacional del Centro, donde transcurri\u00f3 el juicio, se hab\u00eda montado un escenario. Los sobrevivientes subieron, levantaron los brazos y fueron ovacionados. En cambio Silvia, la viuda de Maccarini, se qued\u00f3 sentada en un banco, fumando un cigarrillo. Ten\u00eda la mirada perdida en el infinito, la mano apretada en la foto de su marido -un penitenciario que sigue desaparecido-, y murmuraba: \u201cNo tengo su cuerpo, pero tengo la constancia de que lo mataron. El primer d\u00eda del a\u00f1o nuevo, voy a levantar mi copa con Justicia, por primera vez\u201d.\u200b<\/p>\n

Fuente:\u00a0http:\/\/infojusnoticias.gov.ar\/<\/p>\n","protected":false},"excerpt":{"rendered":"

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