\u00bfQu\u00e9 nos mueve a realizar, consumir y propagar videos \u00edntimos? \u00bfPor qu\u00e9 esta aparente necesidad de querer ver todo lo posible de ver? Estas y otras preguntas m\u00e1s podemos hacernos a partir del caso de los pilotos de TC y las repercusiones suscitadas por ello.<\/p>\n

Alguna vez nos hemos preguntado por qu\u00e9 existe tanto desarrollo y consumo de c\u00e1maras? Hoy por hoy ning\u00fan tel\u00e9fono celular puede ser considerado como \u00fatil o valioso si no porta al menos dos lentes a trav\u00e9s de las cuales poder captar, fotografiar y grabar lo que est\u00e1 sucediendo a nuestro alrededor. Se propagan los cursos de cine y fotograf\u00eda, de edici\u00f3n digital, se comercializan c\u00e1maras para usarse debajo del agua, en el aire, en deportes extremos, como elementos de seguridad o para observar dentro de nuestro propio cuerpo.<\/p>\n

Quiz\u00e1s la respuesta ante tanta efervescencia filmogr\u00e1fica tenga que ver con el creciente deseo de poder observarlo todo, deseo espoleado sin dudas por la ideolog\u00eda de la transparencia, esto es, por aquel pensamiento de que todo debe poder ser visto, que los l\u00edmites de lo \u00edntimo y lo p\u00fablico se han de difuminar inevitablemente, de que lo expl\u00edcito ya no es un derecho sino una obligaci\u00f3n.<\/p>\n

As\u00ed pues no es il\u00f3gico que proliferen todo tipo de videos que muestren con excesivo detalle un acontecimiento cualquiera: desde una broma, hasta un accidente automovil\u00edstico, desde un robo y asesinato hasta un acto sexual. “Quiero ver” parece ser el pedido de una sociedad entera que requiere con vehemencia la producci\u00f3n de un caudal enorme de contenido visual dispuesto a ser fagocitado.
\nSin embargo, pese a que este es su pedido m\u00e1s expreso, pareciera ser que la sociedad no termina de aceptar su deseo o, por el contrario, lo acepta pero lo esconde tras un velo de correcci\u00f3n pol\u00edtica por considerarlo de bajo valor moral. Centr\u00e9monos por ejemplo en el video sexual que filmaron los dos corredores de Turismo Carretera con una mujer; r\u00e1pidamente se viraliz\u00f3 motivado por el morbo que genera ver a personas p\u00fablicas realizando actos \u00edntimos, independientemente del contenido del video. Es decir, como sociedad nos impactamos por ver a personajes reconocidos en situaciones similares a cualquier otro ciudadano, lo que causa la doble moral de experimentar placer al ver lo que se ve pero rechazarlo por “indecoroso”.<\/p>\n

Claro que, en estos casos, quien se lleva la peor parte es la mujer, quien suele ser desmerecida, vista como un ser inferior por sus comportamientos, comportamientos que muchos desean o llevan a cabo pero sin que se hagan p\u00fablicos, poni\u00e9ndose as\u00ed en juego una hipocres\u00eda en donde la ley \u00e9tica no se respeta por su cumplimiento sino por no mostrar que se incumple. En resumidas cuentas, la sociedad le demanda a sus individuos que sean sujetos p\u00fablicos, que se sometan a la tiran\u00eda de la transparencia y de lo expl\u00edcito para luego condenarlos por actuar conforme a lo que se les exigi\u00f3. As\u00ed pues en esta l\u00f3gica perversa del esc\u00e1ndalo miramos para condenar a los otros en voz alta mientras los envidiamos en voz baja.<\/p>\n

Pero \u00bfqu\u00e9 sucede cuando dejamos de ser espectadores para pasar a ser productores de nuestro propio material? \u00bfQu\u00e9 mueve a las personas a filmarse? Hasta antes de la explosi\u00f3n de las redes sociales las personas p\u00fablicas, aquellas que ten\u00edan visibilidad eran “elegidos” que lograban su puesto en los medios sea por talento, esfuerzo, acomodo o dinero. No obstante con la emergencia de la idea de “reality show” apareci\u00f3 la noci\u00f3n de que “cualquiera” puede ser reconocido, considerarse estrella y ser visto por miles de televidentes. Ahora bien, con la irrupci\u00f3n de la web 2.0 esto fue llevado hasta al paroxismo: todos nos podemos viralizar, aunque para ello haya que correr los l\u00edmites de lo ya visto.
\nBajo esta concepci\u00f3n de que yo tambi\u00e9n puedo ser famoso o yo tambi\u00e9n puedo ser estrella de cine porno, lo f\u00edlmico se convirti\u00f3 en un proceso cotidiano: registramos nuestras acciones, lo que comemos, con qui\u00e9n estamos, d\u00f3nde vamos, qu\u00e9 leemos y, por supuesto, c\u00f3mo tenemos relaciones. Posiblemente el nivel de difusi\u00f3n buscado para cada uno de estos actos sea diferente, pero lo cierto es que una vez que pasa por el filtro de la c\u00e1mara ya comienza a ser elemento pasible de ser publicitado.<\/p>\n

En conclusi\u00f3n, vivimos en una \u00e9poca paradojal y da\u00f1ina porque se nos exige despojarnos de cualquier velo \u00edntimo para ser aceptados pero al mismo tiempo se nos condena por ello, debiendo entrar en una doble moral completamente hip\u00f3crita; preservar el derecho a la intimidad pareciera ser retr\u00f3grado y exponer al p\u00fablico toda nuestra vida resulta escandaloso. Entonces \u00bfqu\u00e9 hacer? Quiz\u00e1s si dejamos de querer ver todo, si empezamos a respetar el deseo del otro de no mostrar e incluso de ocultar podamos comenzar a revertir esta situaci\u00f3n, aunque eso implique luchar contra la tentaci\u00f3n de observar con lujo de detalle a\u00fan hasta los actos m\u00e1s privados.<\/p>\n","protected":false},"excerpt":{"rendered":"

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