El ulular constante y cada vez m\u00e1s cercano de la unidad bomberil, alert\u00f3 a varios vecinos, cuando casi daban la medianoche del 24 de octubre de 2010, en el barrio Norte de la ciudad. Algo grave se presagi\u00f3 en el aire. Algo inusual para el tranquilo sector, un golpe seco en medio de la quietud.<\/p>\n

Incitados por el alboroto, un tropel de curiosos se acerc\u00f3 a la enorme vivienda a medio construir, pr\u00e1cticamente una mansi\u00f3n, en la calle Juan XXIII esquina Espa\u00f1a. A todo esto, los voluntarios pararon y descendieron all\u00ed, con un revuelo de equipamiento y presteza.<\/p>\n

La original impresi\u00f3n del grupo reunido fue que se hallaban ante un voraz incendio consumidor de maderas y bolsas de cemento. Los servidores del orden tambi\u00e9n actuaron, ordenando un poco el ambiente, resguardando el sitio.<\/p>\n

Se iban multiplicando las siluetas en la noche primaveral. Los comentarios se deslizaban a baja o a media voz. Hasta que de pronto, un murmullo se dej\u00f3 o\u00edr en la casa de dos plantas. Y los experimentados bomberos y polic\u00edas, no pudieron escaparle al horror, al espanto m\u00e1s desgarrador. Algunos novatos se alejaron unos metros.<\/p>\n

Las campanas del infierno retumbaron. Y las sombras luciferinas lo cubrieron todo. Y ya no hubo lugar a dudas: no se trataba de un ocasional descuido, provocador de un fuego solamente, porque debajo de la le\u00f1a seca, yac\u00eda un cuerpo carbonizado.<\/p>\n

El reguero de la novedad, arrib\u00f3 ante los dominios de los presentes, que cuchicheaban detr\u00e1s de la l\u00ednea dispuesta por los uniformados y su cinta pl\u00e1stica. Hab\u00edan ubicado un cad\u00e1ver, nada menos . Al poco andar se supo que de una mujer joven. Aquella velada fue interminable.<\/p>\n

Mairel Mora, de ella se trataba, era una joven dominicana, que ten\u00eda tres hijos y una pareja all\u00e1 en la lejan\u00eda de su territorio caribe\u00f1o. Veinte d\u00edas atr\u00e1s hab\u00eda puesto sus pies en Olavarr\u00eda; vino en busca de oportunidades. Ac\u00e1 contaba con dos compatriotas m\u00e1s.<\/p>\n

Su figura morena se paseaba por ciertas calles. El pan que se necesita a diario, y una idea rom\u00e1ntica de un futuro mejor, suelen chocar de frente. Hablaba seguido con su familia. Les contaba de esta nueva etapa de su vida, pero dibujando historias y maquillando hechos y personajes.<\/p>\n

No obstante, ya lo expres\u00f3 El Maestro: \u201cQuien est\u00e9 libre de culpas, que arroje la primera piedra\u201d. Nadie se adelant\u00f3, dicen las cr\u00f3nicas b\u00edblicas, aqu\u00e9l momento en Palestina. \u00bfY, acaso alguien podr\u00eda atreverse hoy aqu\u00ed mismo?<\/p>\n

Ver como retiraron sus restos, impresion\u00f3 hasta al m\u00e1s avezado. En el umbral de la puerta de entrada, la sangre indicaba lucha y dolor. En sendas partes fueron descubriendo elementos que permitieron armar el rompecabezas mal\u00e9fico.<\/p>\n

El fiscal. Los testigos y un sentimiento de zozobra. La chica fue golpeada, hasta quedar inconsciente. Acto seguido, la comenzaron a quemar, disimulando su cuerpo con maderas y tirantes.<\/p>\n

Se barajaron diversas hip\u00f3tesis, se especul\u00f3 mucho. Hasta que un d\u00eda, una hiena cay\u00f3 en las redes de la ley. Al parecer, este sujeto apresado por otro crimen de id\u00e9nticas caracter\u00edsticas, perge\u00f1\u00f3 y ejecut\u00f3 su innoble tarea esa demencial noche de 2010.<\/p>\n

Tres chicos hu\u00e9rfanos, reclaman desde kil\u00f3metros de distancia, por justicia. Mientras tanto se instruyen las audiencias correspondientes en el TOC N\u00famero 1 de Azul. Las fauces de la hiena asesina, ya no debieran morder m\u00e1s. Nunca jam\u00e1s.<\/p>\n

Por Mario Delgado.-<\/p>\n","protected":false},"excerpt":{"rendered":"

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