Opinión
¿Desdoblar las elecciones?
La Academia y la Polìtica piensan hoy mismo en la posibilidad de desdoblar las elecciones, fundamentalmente en la Provincia de Buenos Aires.
Claro que disponen de distintos tiempos. Los señores académicos suelen tomarse las cosas con mayor paciencia; los amigos políticos no cuentan en su haber con tal virtud: están sometidos a mirar el reloj y el almanaque a diario.
Sabido es, o por lo menos, fácil de asimilar, que la puja democrática no solo requiere de los triunfos electorales. El asunto primordial transita por el carril sinuoso del còmo llegar, cada dos años, a ese tiempo de urnas.
En nuestro país existen 25 sistemas electivos: 24 son provinciales y el último, de carácter nacional. Cada veinticuatro meses, pues, se reafirman las preocupaciones de quienes hacen la política vernácula. O sea, usando sus propios conceptos, el “tiempo apremia” y cada dìa cuenta. Cada acción – o inacción – también los marca a fuego.
Comprobado se halla a esta altura, mis amigos, con tantas votaciones a cuestas, que motivos extra, ayudan para bien o, en su defecto, inciden para mal. Una tormenta económica o una crisis social no bien atendidas, pueden embarrar la cancha.
Pero hay un detalle impresionante que no debe dejarse de observar: si se divisa un horizonte promisorio en Casa Rosada, es probable intuir que no habrá dramas o sorpresas en los cuartos oscuros. Mas si asì no ocurre, pueden surgir los éxodos o diásporas de dirigentes hacia donde caliente la luz solar. Las lealtades, dicho como complemento de la frase, no son muy usuales en este ambiente.
Ante la perspectiva de un mal paso a nivel de Balcarce 50, los personeros del desdoble electoral, cobran una inusitada vigencia, emergiendo de las cenizas.
El uso y costumbres del sistema democrático actual, y la intención de librarse gobernadores del peso de plomo del presidencialismo argentino, es interesante. Sobre todo, recalquemos, cuando las encuestas albergan posibilidades negativas para los estamentos provinciales, o para algunos de ellos en particular, si siguen ligados al Gobierno Central.
De tal magnitud es el ítem que aparecen las conveniencias del instante para las provincias, que advierten los yerros o desatinos, y, por ende, el futuro incierto del poder nacional.
Hay que revisar un ejemplo emblemático acecido en el 2009. Las elecciones legislativas en la Provincia de Buenos Aires se concretaron anticipadamente, a raíz de una reforma por ley al Còdigo Nacional Electoral, impulsada aquella ocasión por Nèstor Kirchner, que hizo votar al pueblo bonaerense el domingo 28 de junio, en lugar del domingo 25 de octubre como hubo de estar previsto. El resultado fue desgraciado para el oficialismo de turno. El kirchnerismo adujo una contingencia mundial de tinte económico, pero tal excusa no tenía asidero científico, ya que en otras 25 naciones hubo elecciones ese año y no perdieron los gobernantes.
Volviendo al eje de la cuestión, aunque a la sociedad se le diga otra cosa, los políticos se ven preocupados por su porvenir. Por la próxima contienda del 2023, nada trivial.
Entonces se da un toque sutil a viejas recetas: se citan las loas de la Boleta Ùnica, o se reflota el mensaje del Voto Electrònico u otros encantos fabricados para seducir al elector anticipadamente. Y, entre esos ingredientes citados, se ubica variar la fecha de la elección a Gobernador. Esto es sencillo de entender, pues, aunque genere cierto escozor: mientras se respira inflación, desempleo y demás penas, la zona política, se pone en movimiento para concentrar las acciones pertinentes en aras de lograr su permanencia dentro del plato. No perderse en lontananza.
Sin embargo no será tarea fácil mutar las reglas de juego electivas. Hay dos provincias argentinas que, por su Constituciòn, no pueden sufragar la misma jornada que el resto. Ellas son Tierra del Fuego y para ejecutivas, Chaco. En Corrientes se da en forma indirecta, de acuerdo al cronograma. En el resto, quizá no habrìa dilemas. Apelando a la memoria recordemos lo sucedido en 2003. Desdoblaron aquella oportunidad 14 provincias.
Arribando de lleno a la Provincia que habitamos, la de Buenos Aires, cabe consignar que por aquí, nunca ha habido adelanto alguno de elecciones a Gobernador. El único antecedente, perdonen que sea incisivo, fueron las legislativas de 2009.
De modo tal que genera incertidumbre en quienes propician un viraje de fecha, puesto que la comunidad se halla habituada a concurrir un solo dìa a votar. Y aceitar engranajes de concientización, sería un esfuerzo titánico y sin horizonte positivo asegurado. Por otro lado, se recuerda a la ex mandataria provincial, Marìa Vidal, que anhelaba tal acto, previendo ya una derrota unida al ex Presidente Mauricio Macri, en 2019. Èste no permitió el traslado de fecha y finalmente, Vidal sucumbió.
La Provincia de Buenos Aires capta el 37 % del público elector nacional. La segunda Provincia viene muy distante: Còrdoba, con un 8,69 %. Por tal motivo, es intrigante todo el armado, toda la construcción de los estrategas del posible desdoble. Ya se elaboran trabajos al respecto. El barco que tienden a salvar es el de Axel Kicillof. Las dudas y desconciertos en lo nacional, son tòpicos a contemplar.
Nada garantiza a priori, por supuesto, que adelantar la votación vaya a ser un boom electoral, favorable claro al mando provincial. Por otro lado, y al unìsono, hay que oìr el tañido de las demás campanas provinciales y distinguir si ellas, a su vez, ansìan algo idéntico. El efecto de un “tropel” de territorios yendo a las urnas antes de tiempo, podría causar otro rasgo. Pero nada se subraya por ahora con certeza suprema.
Por último, afirman entendidos en la materia que, generalizar el cambio de fecha, podría verse cual refugio del presente oficialismo provincial bonaerense. Pasarìa a situarse como un sòlido argumento para apuntalar los deseos propios de continuidad, sin riesgos tan fuertes como si van pegados a las elecciones a Presidente.
Por Mario Delgado.-
Opinión
Lo bueno de tener prioridades
Tener prioridades es realmente óptimo: sugiere, entre otras cosas, que el individuo o los gobiernos de los tres niveles, poseen un criterio juicioso, y cuentan, además, con un proyecto de vida de largo alcance.
Marcar las cuestiones a realizar o resolver con premura, habla bien y nos habilita a creer que hay una contemplación completa de la realidad, y, en base a tal visión, se planea un estricto núcleo de objetivos a cumplimentar.
Marchar por la senda sin rumbo, sin norte ni guía, es mala o necia, al menos, señal. Por tal motivo se interpela siempre a cada quien, contar con una agenda al alcance de la diestra. Y activar los hilos en consecuencia, desde luego.
A propósito, este pequeño marco introductorio pretende depositarnos, mis amigos, en un ítem crucial para la concreción individual y colectiva como ciudadanos plenos. Y, conviene por cierto mencionar, la imposibilidad de seguir guitarreando en esta temática que ofreceremos, y desprenderla lo antes posible, de fanatismos partidistas. Me refiero en concreto a la Educación nuestra, en esta nación gloriosa.
Se ha difundido hace horas atrás un informe contundente por parte de la señora Ministra de Educación de CABA que sentencia con supina espontaneidad, los vericuetos de la niñez y adolescencia que no transitan por un camino elogiable en materia de aprendizaje, llegando a terminar la Primaria o estar en Tercer Año de la Secundaria y no saber leer y escribir sin yerros y tampoco poder comprender y explicar con palabras propias, un texto cualquiera.
Tamaña deficiencia se ata, en cierta manera, al tiempo de parálisis escolar impreso por la pandemia y la sucesión de cuarentenas. Podríamos asimilar tal contingencia en mayor o menor talante; sin embargo las deducciones del informe van más allá del proceso frontal del Covid 19 y sus medidas aleatorias. El problema a aceptar sin disimulos ni excusas mantiene firme la idea de que, en rigor de verdad, hay un drama previo, un dilema estructural que se agudizó con el virus chino, pero no es solamente esta reciente etapa dispar, entre la virtualidad y la ausencia en las aulas.
Aún se agrega otro condimento no menor: se ha hecho un relevamiento entre una determinada cantidad de chicos, de entre 12 y 16 años, para averiguar si logran captar los subtítulos de las películas habladas en inglés u otro idioma, en cines o dispositivos hogareños. El análisis resulta desalentador, puesto que la gran mayoría, expresa no alcanzar a leer en tiempo real los zócalos correspondientes, no por interferencias en la visión, sino por no saber leer de corrido.
El temido abandono del noble hábito de la cotidiana lectura, es una incómoda piedra puntiaguda en el calzado. Y no se notan visos de mejoría.
Como daño colateral, por otra parte, del virus coronado, se ha comprobado que alrededor de 600.000 alumnos en el territorio nacional y 200.000 en la Provincia de Buenos Aires, no retornaron a sus establecimientos educativos al abrirse la famosa y tardía presencialidad.
Un escándalo, sin objeciones de ninguna naturaleza. ¿Y ahora, quién carga con semejante cruz social? Porque, ¿alguien puede aseverarnos que tales pibas y pibes, volverán raudos a sus obligaciones escolares, al ser visitados por un docente o asistente social?
Una auténtica lástima que redobla la apuesta a constatar en qué sitio hemos colocado a la educación. Obvio, que ha descendido varios peldaños de cómo supo hallarse situada otrora.
Por Mario Delgado.-
Opinión
Te acostumbrás
Un amigo, un poco mayor que yo, me graficaba ayer que, en rigor de verdad, los argentinos nos vamos acomodando, nos adaptamos, con suma ductilidad, aunque refunfuñemos, a ciertas cuestiones demenciales que debieran sacarnos de quicio y movilizarnos de otra manera.
“Te acostumbrás”, me pontificó, despejando incluso con tal frase, cualquier sombra de duda que pudiera subsistir aún. No hay pena ni atropello que no se nos haya puesto de manifiesto, y, sin embargo, continuamos erguidos como sociedad y metidos cada quien en lo suyo.
La escasa atención que le brindamos a los sucesos del entorno, tal vez tenga mucho que ver con las instancias personales de cada sujeto. Las ocupaciones son cada vez más en base a que el dinero rinde menos.
Se naturaliza la opción del mayor esfuerzo y la gente dispuesta, sale en pos de ganarse el cada día más caro, pan vital. Una pequeña gran gragea, un botoncito de muestra que nos revuelve la panza, pero, reitero, no todavía como la contingencia requiere de un pueblo auténticamente agobiado y harto.
Los niveles de corrupción piramidal se elevan a la enésima potencia, revolean bolsos con dinero mal habido en conventos o cuentan plata afanada en sendos videos virales, y todo gira sin más que algún comentario atrevido, desafiando a la ya incorporada manía de soportar y sobrellevar el drama, las culpas de otros.
No se hace ni siquiera un necesario gasoducto y luego llegan los “verseros” de siempre, con excusas y mensajes altisonantes. Y los robadores de vacunas contra el Covid se pasean orondos, dando cátedras seguro, de cómo fomentar el buen turismo ahora que todo mundo acató órdenes salvadoras. Hipócritas impíos, exonerados por el poder, como un tal Firmenich o un viscoso Verbitsky. Falsedades convertidas en relatos presumiblemente verídicos, para entretener a la platea boquiabierta, que no despierta.
En tal contexto de locura y terror, no escasean los heridores del campo, los que nada saben del trabajo aguerrido de los productores chicos o medianos, y demonizan al sector, olvidando que de ahí emana el 65 % de lo que consume el argentino.
Y nos quedaría chico el espacio para ir citando con mayúsculas, si lo desean, los yerros y las tropelías de los poderosos que se apoltronan en sus sillones, bebiendo en copas de oro, el sudor de los humildes.
Ya probaron el sabor de dominar a una población encerrada y muerta de miedo e incertidumbre y van a ir por más perversidades. Porque no les importa subsanar las necesidades básicas, ni mejorar la calidad de vida del ser humano; sólo ansían llenar sus propias arcas, permanecer y ampliar la red de mantenidos por el Estado, que son los votantes cautivos, los temerosos que no se irán del redil por no perder sus planes sociales.
Mientras la inflación consume las billeteras y separa a familias enteras, ahorcadas y sin solución, al tiempo que la inseguridad y la droga incrementa su paso fuerte y mortal, se encienden los doble discursos, las linternitas de los jetones de ocasión, charlatanes de bar, sin programas efectivos para mutar tanta mugre.
Te acostumbrás, es cierto y penoso, a convivir con la putrefacción y contemplar sin esperanzas el panorama difuso del país que amás.
Por Mario Delgado.-