Opinión
Peligrosas e insinuantes verdades a medias
Los desvarìos bergoglianos son bien conocidos y dan, por ende, dolores de cabeza a los auténticos católicos que ya comprendieron desde hace tiempo, los designios del Papa argentino y hacia dònde apunta su ideario cada jornada menos disimulado. Su apego marxista y su perspicacia para difundir verdades a medias, con astucia y espíritu confrontador con los parámetros ya establecidos, dan tela para cortar.
Ni debiese entonces el ciudadano precavido y entendedor de sus ardides, sorprenderse. Aunque sì disgustarse y manifestar su rechazo sin dilaciones. Es que el líder de la Iglesia de Roma, va cada hora màs lejos y conlleva confusión.
En tal marco de difusión de contrapropuestas religiosas y sociales, hemos de citar que hace apenas días se llevò a cabo un encuentro virtual denominado “Evento Intercontinental de Juezas y Jueces”, bajo el lema “Construcciòn de la Nueva Justicia Social”. Allì se palpò de cerca el anhelo de Jorge Bergoglio de acarrear agua para su molino y sostener, aùn abonando costos, su proyecto de carácter izquierdista. Desoyendo incluso consejos de purpurados y teólogos que consideran imprudente torcer caminos y tergiversar doctrinas preexistentes.
“Solidaridad es también luchar contra las causas extremas de la pobreza, la desigualdad, la falta de trabajo y de vivienda”, sostiene Francisco en su encíclica “Fratelli Tutti”.
Abriò, pues el Sumo Pontìfice el coloquio con frases como èstas y otras afines a su propósito. Quedò luego el turno para el señor Juez porteño Roberto Andrès Gallardo, el cual preside un grupo formado en junio de 2019, el “Comitè Panamericano de Juezas y Jueces por los Derechos Sociales y la Doctrina Franciscana”. Casi nada. Una pinturita, una caricia al alma de Marx y Engels.
Cualquier vecino sabe de la estrecha unión, establecida hace años, entre tal Juez en lo Contencioso y el Jefe de la grey católica. Y sus acercamientos lógicamente, se inscriben también dentro de una real coincidencia de postulados del paño rojo.
Pero lo màs llamativo podría ser, en este recorrido de oradores del encuentro, toparnos asì de una, con don Eugenio Zaffaroni quien dio su mensaje como una oveja màs del redil, en aras de mejorar la calidad humanitaria, en los sectores necesitados, y sus condiciones precarias.
Todo un coctel de voces al borde de instalar un acuerdo tàcito con el fantasma de Lenìn. Y, como se presume, el ex Arzobispo de Buenos Aires, aprovechò para meter la cuchara sobre el medular ítem de la propiedad privada, en un contexto muy delicado de usurpaciones y tensión territorial expuestas ante los argentinos por los medios nacionales y provinciales.
En tal sentido, mis amigos, para el Papa: “El derecho de propiedad privada es un derecho natural secundario derivado del derecho que tenemos todos, nacido del derecho universal de los bienes creados. No hay justicia social que pueda cimentarse en la inequidad, que supone la concentración de la riqueza”.
Y subrayò además: “La tradición cristiana nunca reconoció como absoluto e intocable el derecho a la propiedad privada”.
La puesta en vigencia de este discurso papal, da por tierra con otros dichos ya expresados por sus antecesores y rompe diques de contención para facilitar el armado de un pensamiento proclive a la toma de tierras. Interpretar que en diversas usurpaciones de lotes, està la cara de Francisco en carteles y proclamas, y se exhiben frases suyas inherentes a la cuestión, absuelve del derecho a dudar.
Bergoglio olvida, no es difícil estimar que adrede, un texto titulado “Oggi” de Pìo XII, de septiembre de 1944, donde no se ahorran crìticas al imperialismo y se adentra su autor en la inequívoca defensa de la propiedad privada.
Por Mario Delgado.-
Opinión
Lo bueno de tener prioridades
Tener prioridades es realmente óptimo: sugiere, entre otras cosas, que el individuo o los gobiernos de los tres niveles, poseen un criterio juicioso, y cuentan, además, con un proyecto de vida de largo alcance.
Marcar las cuestiones a realizar o resolver con premura, habla bien y nos habilita a creer que hay una contemplación completa de la realidad, y, en base a tal visión, se planea un estricto núcleo de objetivos a cumplimentar.
Marchar por la senda sin rumbo, sin norte ni guía, es mala o necia, al menos, señal. Por tal motivo se interpela siempre a cada quien, contar con una agenda al alcance de la diestra. Y activar los hilos en consecuencia, desde luego.
A propósito, este pequeño marco introductorio pretende depositarnos, mis amigos, en un ítem crucial para la concreción individual y colectiva como ciudadanos plenos. Y, conviene por cierto mencionar, la imposibilidad de seguir guitarreando en esta temática que ofreceremos, y desprenderla lo antes posible, de fanatismos partidistas. Me refiero en concreto a la Educación nuestra, en esta nación gloriosa.
Se ha difundido hace horas atrás un informe contundente por parte de la señora Ministra de Educación de CABA que sentencia con supina espontaneidad, los vericuetos de la niñez y adolescencia que no transitan por un camino elogiable en materia de aprendizaje, llegando a terminar la Primaria o estar en Tercer Año de la Secundaria y no saber leer y escribir sin yerros y tampoco poder comprender y explicar con palabras propias, un texto cualquiera.
Tamaña deficiencia se ata, en cierta manera, al tiempo de parálisis escolar impreso por la pandemia y la sucesión de cuarentenas. Podríamos asimilar tal contingencia en mayor o menor talante; sin embargo las deducciones del informe van más allá del proceso frontal del Covid 19 y sus medidas aleatorias. El problema a aceptar sin disimulos ni excusas mantiene firme la idea de que, en rigor de verdad, hay un drama previo, un dilema estructural que se agudizó con el virus chino, pero no es solamente esta reciente etapa dispar, entre la virtualidad y la ausencia en las aulas.
Aún se agrega otro condimento no menor: se ha hecho un relevamiento entre una determinada cantidad de chicos, de entre 12 y 16 años, para averiguar si logran captar los subtítulos de las películas habladas en inglés u otro idioma, en cines o dispositivos hogareños. El análisis resulta desalentador, puesto que la gran mayoría, expresa no alcanzar a leer en tiempo real los zócalos correspondientes, no por interferencias en la visión, sino por no saber leer de corrido.
El temido abandono del noble hábito de la cotidiana lectura, es una incómoda piedra puntiaguda en el calzado. Y no se notan visos de mejoría.
Como daño colateral, por otra parte, del virus coronado, se ha comprobado que alrededor de 600.000 alumnos en el territorio nacional y 200.000 en la Provincia de Buenos Aires, no retornaron a sus establecimientos educativos al abrirse la famosa y tardía presencialidad.
Un escándalo, sin objeciones de ninguna naturaleza. ¿Y ahora, quién carga con semejante cruz social? Porque, ¿alguien puede aseverarnos que tales pibas y pibes, volverán raudos a sus obligaciones escolares, al ser visitados por un docente o asistente social?
Una auténtica lástima que redobla la apuesta a constatar en qué sitio hemos colocado a la educación. Obvio, que ha descendido varios peldaños de cómo supo hallarse situada otrora.
Por Mario Delgado.-
Opinión
Te acostumbrás
Un amigo, un poco mayor que yo, me graficaba ayer que, en rigor de verdad, los argentinos nos vamos acomodando, nos adaptamos, con suma ductilidad, aunque refunfuñemos, a ciertas cuestiones demenciales que debieran sacarnos de quicio y movilizarnos de otra manera.
“Te acostumbrás”, me pontificó, despejando incluso con tal frase, cualquier sombra de duda que pudiera subsistir aún. No hay pena ni atropello que no se nos haya puesto de manifiesto, y, sin embargo, continuamos erguidos como sociedad y metidos cada quien en lo suyo.
La escasa atención que le brindamos a los sucesos del entorno, tal vez tenga mucho que ver con las instancias personales de cada sujeto. Las ocupaciones son cada vez más en base a que el dinero rinde menos.
Se naturaliza la opción del mayor esfuerzo y la gente dispuesta, sale en pos de ganarse el cada día más caro, pan vital. Una pequeña gran gragea, un botoncito de muestra que nos revuelve la panza, pero, reitero, no todavía como la contingencia requiere de un pueblo auténticamente agobiado y harto.
Los niveles de corrupción piramidal se elevan a la enésima potencia, revolean bolsos con dinero mal habido en conventos o cuentan plata afanada en sendos videos virales, y todo gira sin más que algún comentario atrevido, desafiando a la ya incorporada manía de soportar y sobrellevar el drama, las culpas de otros.
No se hace ni siquiera un necesario gasoducto y luego llegan los “verseros” de siempre, con excusas y mensajes altisonantes. Y los robadores de vacunas contra el Covid se pasean orondos, dando cátedras seguro, de cómo fomentar el buen turismo ahora que todo mundo acató órdenes salvadoras. Hipócritas impíos, exonerados por el poder, como un tal Firmenich o un viscoso Verbitsky. Falsedades convertidas en relatos presumiblemente verídicos, para entretener a la platea boquiabierta, que no despierta.
En tal contexto de locura y terror, no escasean los heridores del campo, los que nada saben del trabajo aguerrido de los productores chicos o medianos, y demonizan al sector, olvidando que de ahí emana el 65 % de lo que consume el argentino.
Y nos quedaría chico el espacio para ir citando con mayúsculas, si lo desean, los yerros y las tropelías de los poderosos que se apoltronan en sus sillones, bebiendo en copas de oro, el sudor de los humildes.
Ya probaron el sabor de dominar a una población encerrada y muerta de miedo e incertidumbre y van a ir por más perversidades. Porque no les importa subsanar las necesidades básicas, ni mejorar la calidad de vida del ser humano; sólo ansían llenar sus propias arcas, permanecer y ampliar la red de mantenidos por el Estado, que son los votantes cautivos, los temerosos que no se irán del redil por no perder sus planes sociales.
Mientras la inflación consume las billeteras y separa a familias enteras, ahorcadas y sin solución, al tiempo que la inseguridad y la droga incrementa su paso fuerte y mortal, se encienden los doble discursos, las linternitas de los jetones de ocasión, charlatanes de bar, sin programas efectivos para mutar tanta mugre.
Te acostumbrás, es cierto y penoso, a convivir con la putrefacción y contemplar sin esperanzas el panorama difuso del país que amás.
Por Mario Delgado.-