Opinión
Mientras, la rueda gira
1.- En un clima de tensión, de miedo inoculado, de autocracia, de genuflexión, el Honorable Senado echò a los tres jueces que investigan a la viuda de Nèstor Kirchner por casos de corrupciòn. Leopoldo Bruglia, Pablo Bertuzzi y Germàn Castelli fueron “despedidos” mientras los senadores de Juntos por el Cambio no avalaban tal maniobra.
Se evidenciò, una vez màs, los propósitos de la señora Vicepresidente de la Naciòn. Las dudas se van despejando en un mar de fondo muy tumultuoso. Y la pandemia, por otro lado, les ha servido a sus criterios.
2.- Ya la Argentina arribò, pese al encierro déspota, a 12.116 fallecidos con la enfermedad conocida como Covid 19. Cabrìa, no obstante recordar la cifra del año 2019 de muertos por gripe: 32.000.
Resulta altamente increíble, empero, que luego de tantas penurias, no sepamos a ciencia cabal, cuàles son los síntomas y las características concretas de la incubación del problema. Se nos dicen datos sueltos, pero sin un registro testimonial unificado.
Eso se debe, podemos deducir, a que en rigor de ser precisos, no hay una vertiente única de contagio o de recepcionar el Coronavirus. Y, por ende, no a todos les “pega” de igual manera. El drama central estaría dado por las patologías de base que pudiese ya tener el infectado.
De ahì que la manera de sobrellevar la infección también difiera. Y llegar a la cura es una bendición del cielo. Pero, ¿còmo se garantiza una curación de un mal sin medicamentos ni vacuna al alcance aùn? ¿Quièn està capacitado para certificar el alta mèdica? Ahora se sabe de algunas personas que incluso han contraído dos veces el virus coronado. Vaya suerte para la desgracia.
3.- La contextualidad es desastrosa. Se veìa venir. La imposición aislacionista no redundò en frutos vàlidos y el flagelo se extiende sin pedir permiso.
Ni siquiera todavía queda claro còmo cornos se originò este drama tan severo. Dicen algunos que fue adrede en un laboratorio chino. ¿Allì se les habrìa ido la mano, tal vez?
Conjeturas hubo y habrá. Hasta las apocalípticas o fanatizadas con barniz religioso. Lo verificable es simple: de a poco, el mundo se adapta y pone de pie, con cuidados y recaudos màs que lógicos.
Todo lo contrario por estas tierras del sur. Màs restricciones, màs cuarentenas, màs impuestos. Porque de eso se trata: “Quedate en casa, servil, pero pagà al Estado ya”.
4.- El señor Intendente de nuestra ciudad ha recalado en descubrir la verdad de la milanesa, en medio de tanto embrollo. “Hay que convivir con el virus”, señaló el abogado Ezequiel Galli en una reciente entrevista. Interesante deducción.
Mas, ¿quièn la empieza a aplicar? Si la sociedad se quiebra, se debate entre el pánico escénico a vivir en paz y libertad y los pretendidos rebeldes sin causa.
Entonces se torna difícil centrar una posición conciliatoria. Porque el pueblo es dòcil y se adaptò a estar encriptado, a gastar sòlo para comer y a abonar servicios y tasas cual mansitas ovejas. Y millones de planes no permiten pensar con celeridad tampoco.
¿Acaso, si no se conquista una vacuna, la propuesta es seguir en cuarentena hasta el infinito? Convivimos con narcos, con violadores, con corruptos, con hampones, con basuras y ¿no nos animamos a saltar el foso aùn?
La destrucción de la salud, de la economía, de la libertad, y el pisoteo de los derechos constitucionales no tienen parangón. ¿Para cuàndo el despertar del gran pueblo argentino?
Por Mario Delgado.-
Opinión
Lo bueno de tener prioridades
Tener prioridades es realmente óptimo: sugiere, entre otras cosas, que el individuo o los gobiernos de los tres niveles, poseen un criterio juicioso, y cuentan, además, con un proyecto de vida de largo alcance.
Marcar las cuestiones a realizar o resolver con premura, habla bien y nos habilita a creer que hay una contemplación completa de la realidad, y, en base a tal visión, se planea un estricto núcleo de objetivos a cumplimentar.
Marchar por la senda sin rumbo, sin norte ni guía, es mala o necia, al menos, señal. Por tal motivo se interpela siempre a cada quien, contar con una agenda al alcance de la diestra. Y activar los hilos en consecuencia, desde luego.
A propósito, este pequeño marco introductorio pretende depositarnos, mis amigos, en un ítem crucial para la concreción individual y colectiva como ciudadanos plenos. Y, conviene por cierto mencionar, la imposibilidad de seguir guitarreando en esta temática que ofreceremos, y desprenderla lo antes posible, de fanatismos partidistas. Me refiero en concreto a la Educación nuestra, en esta nación gloriosa.
Se ha difundido hace horas atrás un informe contundente por parte de la señora Ministra de Educación de CABA que sentencia con supina espontaneidad, los vericuetos de la niñez y adolescencia que no transitan por un camino elogiable en materia de aprendizaje, llegando a terminar la Primaria o estar en Tercer Año de la Secundaria y no saber leer y escribir sin yerros y tampoco poder comprender y explicar con palabras propias, un texto cualquiera.
Tamaña deficiencia se ata, en cierta manera, al tiempo de parálisis escolar impreso por la pandemia y la sucesión de cuarentenas. Podríamos asimilar tal contingencia en mayor o menor talante; sin embargo las deducciones del informe van más allá del proceso frontal del Covid 19 y sus medidas aleatorias. El problema a aceptar sin disimulos ni excusas mantiene firme la idea de que, en rigor de verdad, hay un drama previo, un dilema estructural que se agudizó con el virus chino, pero no es solamente esta reciente etapa dispar, entre la virtualidad y la ausencia en las aulas.
Aún se agrega otro condimento no menor: se ha hecho un relevamiento entre una determinada cantidad de chicos, de entre 12 y 16 años, para averiguar si logran captar los subtítulos de las películas habladas en inglés u otro idioma, en cines o dispositivos hogareños. El análisis resulta desalentador, puesto que la gran mayoría, expresa no alcanzar a leer en tiempo real los zócalos correspondientes, no por interferencias en la visión, sino por no saber leer de corrido.
El temido abandono del noble hábito de la cotidiana lectura, es una incómoda piedra puntiaguda en el calzado. Y no se notan visos de mejoría.
Como daño colateral, por otra parte, del virus coronado, se ha comprobado que alrededor de 600.000 alumnos en el territorio nacional y 200.000 en la Provincia de Buenos Aires, no retornaron a sus establecimientos educativos al abrirse la famosa y tardía presencialidad.
Un escándalo, sin objeciones de ninguna naturaleza. ¿Y ahora, quién carga con semejante cruz social? Porque, ¿alguien puede aseverarnos que tales pibas y pibes, volverán raudos a sus obligaciones escolares, al ser visitados por un docente o asistente social?
Una auténtica lástima que redobla la apuesta a constatar en qué sitio hemos colocado a la educación. Obvio, que ha descendido varios peldaños de cómo supo hallarse situada otrora.
Por Mario Delgado.-
Opinión
Te acostumbrás
Un amigo, un poco mayor que yo, me graficaba ayer que, en rigor de verdad, los argentinos nos vamos acomodando, nos adaptamos, con suma ductilidad, aunque refunfuñemos, a ciertas cuestiones demenciales que debieran sacarnos de quicio y movilizarnos de otra manera.
“Te acostumbrás”, me pontificó, despejando incluso con tal frase, cualquier sombra de duda que pudiera subsistir aún. No hay pena ni atropello que no se nos haya puesto de manifiesto, y, sin embargo, continuamos erguidos como sociedad y metidos cada quien en lo suyo.
La escasa atención que le brindamos a los sucesos del entorno, tal vez tenga mucho que ver con las instancias personales de cada sujeto. Las ocupaciones son cada vez más en base a que el dinero rinde menos.
Se naturaliza la opción del mayor esfuerzo y la gente dispuesta, sale en pos de ganarse el cada día más caro, pan vital. Una pequeña gran gragea, un botoncito de muestra que nos revuelve la panza, pero, reitero, no todavía como la contingencia requiere de un pueblo auténticamente agobiado y harto.
Los niveles de corrupción piramidal se elevan a la enésima potencia, revolean bolsos con dinero mal habido en conventos o cuentan plata afanada en sendos videos virales, y todo gira sin más que algún comentario atrevido, desafiando a la ya incorporada manía de soportar y sobrellevar el drama, las culpas de otros.
No se hace ni siquiera un necesario gasoducto y luego llegan los “verseros” de siempre, con excusas y mensajes altisonantes. Y los robadores de vacunas contra el Covid se pasean orondos, dando cátedras seguro, de cómo fomentar el buen turismo ahora que todo mundo acató órdenes salvadoras. Hipócritas impíos, exonerados por el poder, como un tal Firmenich o un viscoso Verbitsky. Falsedades convertidas en relatos presumiblemente verídicos, para entretener a la platea boquiabierta, que no despierta.
En tal contexto de locura y terror, no escasean los heridores del campo, los que nada saben del trabajo aguerrido de los productores chicos o medianos, y demonizan al sector, olvidando que de ahí emana el 65 % de lo que consume el argentino.
Y nos quedaría chico el espacio para ir citando con mayúsculas, si lo desean, los yerros y las tropelías de los poderosos que se apoltronan en sus sillones, bebiendo en copas de oro, el sudor de los humildes.
Ya probaron el sabor de dominar a una población encerrada y muerta de miedo e incertidumbre y van a ir por más perversidades. Porque no les importa subsanar las necesidades básicas, ni mejorar la calidad de vida del ser humano; sólo ansían llenar sus propias arcas, permanecer y ampliar la red de mantenidos por el Estado, que son los votantes cautivos, los temerosos que no se irán del redil por no perder sus planes sociales.
Mientras la inflación consume las billeteras y separa a familias enteras, ahorcadas y sin solución, al tiempo que la inseguridad y la droga incrementa su paso fuerte y mortal, se encienden los doble discursos, las linternitas de los jetones de ocasión, charlatanes de bar, sin programas efectivos para mutar tanta mugre.
Te acostumbrás, es cierto y penoso, a convivir con la putrefacción y contemplar sin esperanzas el panorama difuso del país que amás.
Por Mario Delgado.-