La Región
Investigan el homicidio de un productor de cine de Tandil, quien fue hallado muerto en su domicilio
El cuerpo de Bruno Vergagni fue encontrado ayer, por la tarde, en su departamento, situado en Alem 1259. Si bien el hecho está en plena investigación y aún no se conocen detalles de la incipiente pesquisa, en principio habría muerto tras ser impactado en la cabeza con un objeto contundente. En un gran operativo, peritos determinaron que el cadáver presentaba signos de violencia y que el domicilio estaba revuelto.
Ayer, en horas de la tarde, hallaron muerto en su departamento de Tandil al referente de cine Bruno Vergagni y se inició una investigación por homicidio. Es que el cuerpo presentaba signos de violencia y en principio, se presume que habría sido golpeado en la cabeza con un objeto contundente y esa habría sido la causa del deceso. Además, la vivienda presentaba un desorden generalizado, por lo que tampoco se descarta que el móvil haya sido un robo.
La macabra escena se descubrió poco antes de las 15 de ayer, cuando una amiga de la víctima llegó al complejo de departamentos donde residía el productor del área de Medios de la Unicen, en Alem 1259, y al tocar el timbre insistentemente no tuvo respuesta. Eso le pareció muy extraño, sobre todo teniendo en cuenta que la madre de Vergagni, quien no reside en la ciudad, le había comentado que durante la mañana había intentado comunicarse con su hijo y no había atendido el teléfono.
Tras insistir un rato y no tener respuestas, y tampoco lograr comunicarse de forma telefónica, se acercó al almacén que está situado en la entrada del complejo y le solicitó a la empleada si le podía abrir el portón, ya que ella conocía un lugar donde su amigo solía dejar un juego de llaves.
Así fue que tras ingresar al complejo, golpeó la puerta del departamento y al no obtener respuesta, decidió abrirla y se encontró con el cuerpo del joven tendido en el piso, en un charco de sangre.
Completamente perpleja, llamó a la Policía. Momentos después, se acercó al lugar el fiscal Damián Borean, quien está a cargo del caso, junto a personal de la DDI y de la comisaría Segunda.
Tiempo después, llegó gran cantidad de personal de Policía Científica, procedente de Azul, que realizó los peritajes correspondientes en el lugar que, al cierre de esta edición, continuaban, en busca de elementos tendientes a esclarecer el caso.
Conmoción en el barrio
Mientras tanto, fueron arribando al lugar del hecho algunos amigos y amigas del joven, a medida que iban tomando conocimiento de la noticia y se vivieron escenas de gran dolor ante la irreparable e inesperada pérdida.
Asimismo, la noticia produjo gran consternación en el ámbito de la Universidad Nacional del Centro y en el ambiente artístico, donde Bruno era muy conocido y tenía muchos amigos.
En tanto, el luctuoso hecho también provocó la conmoción de los vecinos de la cuadra, que se acercaron al ver el despliegue policial y quedaron azorados al conocer la noticia.
La investigación
Por otra parte, el fiscal le tomó declaración a vecinos, amigos y comerciantes de la cuadra, con el fin de reconstruir los últimos movimientos del joven y tratar de esclarecer las circunstancias en las cuales sucedió la muerte.
Si bien se manejó la información con mucha cautela, ancho se pudo confirmar que la principal hipótesis que se maneja es la de un homicidio, considerando que el cuerpo presentaba golpes importantes en la cabeza, que se habrían producido con un objeto contundente que no fue hallado en la escena del crimen.
A su vez, se pidieron las imágenes de las cámaras de video ubicadas en el almacén situado en el mismo complejo y se intentaba dar con más cámaras privadas de la cuadra, ya que en la zona no habría terminales de videovigilancia del Municipio.
Una de las vecinas aportó el dato de que el domingo, en horas de la noche, alrededor de las 20.30, vio a la víctima hablando por teléfono en su balcón, gritando, lo cual le llamó la atención porque parecía nervioso. En su relato, señaló que el joven de 35 años entraba y salía, de la habitación vociferando, aunque no alcanzó a escuchar qué lo había alterado.
La testigo también describió que en el living del departamento, que da a la calle, se observaba una enorme pantalla encendida, que emitía intensas y llamativas luces de colores.
En una noche de domingo de calles desiertas producto del Estadio Rojo de la cuarentena, la vecina podría haber sido la última persona que vio a Bruno Vergagni antes de que lo asesinaran.
Luego de varias horas de peritajes y de un movimiento inusitado de efectivos de la Policía Científica que ingresaban y salían con trajes de bioseguridad, maletines y anotadores, al caer la noche una unidad morguera de la bonaerense retiró el cuerpo del departamento. Hasta el cierre de esta edición no había precisiones sobre la fecha para la operación de autopsia que se realizará en Azul.
La Región
Abandonaron una camioneta con cuatro cadáveres electrocutados en el hospital de Bahía Blanca
Según las primeras investigaciones, se trata de los cuerpos de cuatro personas que intentaron robar cables de una línea de media tensión en cercanías de la ciudad, y recibieron una descarga de 33.000 voltios. Además de los muertos, había un herido, que sobrevivió.
A última hora de anoche, una camioneta sorprendió al personal del Hospital Municipal de Bahía Blanca. Porque en su interior había cuatro cadáveres y un herido, y el conductor trató de huir luego de dejar el vehículo estacionado, aunque fue detenido. Los fallecidos y el herido habían sufrido una descarga eléctrica mientras intentaban robar cables.
Las primeras informaciones, según La Nueva Provincia, aseguran que todos se hallaban robando cables en un campo del kilómetro 57 de la ruta nacional 33 -pasando el paraje García del Río- y sufrieron una descarga eléctrica de 33 mil voltios. El incidente ocurrió después de las 23 del lunes.
En esas circunstancias, las víctimas fueron trasladadas por un sexto hombre a bordo de una camioneta Volkswagen Amarok, patente NUD 310, que quedó estacionada en la puerta del centro asistencial.
“Una descarga descomunal”
Si bien el conductor se dio a la fuga, horas después fue capturado tras un allanamiento en una vivienda de La Pinta 377. El detenido fue identificado como Ángel Daniel Gallardo, de 66 años.
Los fallecidos, según la Policía, eran Facundo Uribe (32), Joaquín Acosta (18), Fernando Gallardo (25) y Federico Strick (28). También ingresó con quemaduras por descarga Emanuel Chamorro Sepúlveda (20), pero se encuentra consciente.
Los ladrones recibieron una “descarga eléctrica descomunal”, señalaron desde la empresa distribuidora EDES a La Brújula 24, en referencia a los cables de medita tensión que estaban manipulando.
En el vehículo ocupado por los cuatro fallecidos, a su vez, se secuestró un handy con la frecuencia policial, elemento que ahora está siendo sometido a una investigación.
Perseguida
Al filo de la medianoche, la llegada de la camioneta provocó un revuelo en el Hospital, donde arribaron de inmediato el superintendente de la ciudad, Gonzalo Bezos, el secretario de Seguridad de la Municipalidad, Federico Montero, y el jefe policial Gonzalo Sandoval.
Se supo que la Amarok venía siendo perseguida por un móvil policial de la Patrulla Rural, que había advertido su presencia sospechosa en un campo de aquel distrito, que ya había sido blanco de delitos similares.
Los policías, al parecer, habrían perdido el rastro de la Amarok al ingresar a Bahía, pero con la ayuda del Centro Único de Monitoreo (CEUM), se pudieron determinar su llegada a la guardia del Municipal.
Para este martes se harán peritajes con el personal de EDES en la zona, ubicada a unos 30 kilómetros de Bahía Blanca. (DIB) MM
La Región
Un poco más solos
Y entonces sabíamos que iba a pasar, que algún día esa suerte de ausencia larga a la que lo había llevado la vejez y el extravío de la enfermedad se iba a convertir en un hueco definitivo. Eso al fin hace la muerte: reduce el último vestigio de lo cognoscible. Pero -y aquí el adversativo funciona a favor- queda el resto, la intensa y perenne memoria de lo que hizo, de lo que dijo (hizo mucho más de lo que dijo), de lo que fue, desde que silenciosamente llegó a la ciudad que lo abrigó.
Ha devuelto largamente esa manta que lo contuvo cuando llegó a Tandil, allá por 1988, cuando empezó a cifrar su sello en la Parroquia de Begoña y el definitivo, en la Parroquia del Santísimo Sacramento, allí donde siempre -rompiendo una tradición católica de más de un siglo- había imperado una visión católica integrista, muy lejos -o en antítesis- al Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo, del que él participó, surgido en la década del 60.
Secuestrado por la Triple A en plena dictadura militar -estuvo detenido de 1976 a 1981 en La Plata, bajo la órbita del torturador Etchecolaz- un obispo literalmente lo rescató y le salvó la vida. Fue Emilio Bianchi di Cárcano, que le dio cobijo en Azul. Su próximo paso fue Tandil y de aquí no se fue más. Si hay algo tan inobjetable como su labor pastoral fue la intuición que tuvo Raúl Troncoso para entender la matriz idiosincrática de la sociedad lugareña, y vale aquí incorporar el oxímoron ideológico del conservadorismo que hace.
El sacerdote detectó enseguida cómo funcionaba nuestra comunidad y, sobre todo, el círculo de poder. Y actuó en consecuencia: fue el hombre que durante más de treinta años supo hilar con tacto e inteligencia una malla de contención entre los más pobres y los más ricos. Ese puente sólo pudo tenderlo Raúl y está hecho de gestos mínimos, de política, de guiños y sobreentendidos.
El estallido social de 2001 encontró en su figura una suerte de liderazgo ecuménico, silencioso y eficiente para evitar males mayores a la hora de aquellos saqueos que aquí no se produjeron.
Fue el cura que menos habló políticamente en sus sermones pero que más hizo por los que peor estaban. Esta opción -que seguramente le valió algunos reproches de quienes esperaban algo más desde el púlpito- fue el acto más pragmático de su vida: en el púlpito que había sido de Actis y de Mosse, el primero un cura popular visceralmente anticomunista y el segundo un sacerdote abiertamente cerrado y aristocrático- tomó por el atajo del bajo perfil, la apertura de la Iglesia y las obras como prioridad; también de la real politik (el teléfono de Troncoso fue un ícono del poder en los más altos niveles y sus charlas a solas eran memorables) para la construcción de su gran misión a través de la Iglesia, como la labor de Cáritas, las Casas de la Esperanza, y su compromiso con el patrimonio serrano y los derechos humanos.
Por eso mismo nunca dejó de estar donde debía y si hay una imagen que revela este compromiso, fue cuando a principios de los 90 lideró la desoladora marcha de un puñado de personas que pedía justicia por el asesinato de Gilda Mansilla, una doméstica cuyo crimen aún hoy permanece impune. O en lo que tal vez sea la marcha de silencio más dolorosa y terrible que recuerde la historia de Tandil, que sucedió tras la explosión de un horno en Metalúrgica Tandil y la muerte de tres jóvenes trabajadores.
La muerte de Raúl Troncoso, justamente en estos días tan difíciles, no sólo duele por el vacío que abruma, por su pérdida irremediable, y por el largo adiós que acaba de comenzar. Nos duele también, a muchos, porque sin duda hoy estamos un poco más solos que ayer.