Opinión
La casa de Uma
Todos conocemos y acompañamos el proceso de curación de este angelito llamado Uma. Su mamà Mariela Bravo nos refirió días atrás que estaban parando en un hotel de Rivadavia y Fal, hasta que trabajadores puestos por la Municipalidad, del área de Desarrollo Social, culminasen tareas de refacción en la vivienda familiar de Calle 102 Nùmero 686 del barrio Trabajadores.
Hete aquí mis amigos que tales trabajos quedaron a medias, hechos con suma desprolijidad, sin haber sido supervisados incluso por quien la Comuna ha colocado para tal misión.
Sobre todo la parte eléctrica era “un autèntico desastre” según propias palabras de un dirigente fomentista.
El viernes 28 de agosto hubo una interesante reunión por Zoom de la que participaron el señor Secretario de Gobierno Hilario Galli, la señora Directora de Relaciones con la Comunidad Laura Sequeira y luego se sumò el señor Intendente Ezequiel Galli. La conversación virtual versò sobre la situación de apoyo y asistencia en los distintos sectores de la ciudad y localidades, teniendo como marco de referencia la pandemia imperante por estos meses.
Una recorrida por lo actuado ya y una apuesta de proyectos hacia adelante eran referidos con fluidez y sinceridad. Pero al mismo tiempo, el señor Oscar Lòpez de la Junta Vecinal 4 de Octubre, se dirigió a la casa de Uma para llevarle una garrafa y se topò con “un panorama desolador”.
Chocò frontalmente contra su espíritu lo que advirtió: “Cables sueltos, pelados o mal encintados era una cosa común”, referiría enseguida el fomentista.
El estado general de los trabajos efectuados lo alarma y enfurece, generando un desparramo verbal sin precedentes. La visión era por demás tétrica y demostraba una cuestión clara: falta de conciencia y ningún control o revisión de las labores cumplimentadas, tendientes por cierto, en la teoría, a mejorar la calidad de vida de la pequeña que necesita cuando menos buena aireación y comodidad en su habitación y por supuesto, en la propiedad en general.
Pero eso no era todo, no solamente cables sin rumbo. “Humedad. Sin vidrio en la ventana del baño. Pieza sin calefacción. No tenìan comida para Uma. Totalmente a oscuras. La nena estaba envuelta en una frazada, sentadita en una silla, esperando que se secara un colchòn que se hallaba muy húmedo”, sintetizarà Lòpez a este cronista.
El sábado y a raíz del lìo, otros fomentistas van al lugar. Uno de ellos, Javier Frìas de Los Robles, oficia de mediador para calmar los ànimos e intercede ante la Comuna para que se arregle el mal trabajo. Mas las aguas ya rompen los diques. Varios dirigentes barriales se retiran abruptamente del Grupo de WhatsApp que poseen para sus comunicaciones internas.
Cabe acotar que tales fomentistas pertenecen al tándem opositor a la actual conducción federativa que encabeza don Jorge Videla.
Estos están adheridos al núcleo de unas treinta entidades que postularon a Frìas y Andrea Coronel para comandar la entidad madre del fomentismo local. Llamados por nosotros los “titanes”.
Esta tremenda circunstancia trae consigo diversidad de apreciaciones de los por què en principio y de lo que vendrà, luego.
Primero, es obvio que no se presentò nadie a verificar la obra y su ausencia provocò el hecho de entregar la casa asì nomàs, “a la que te criaste”. Falta de sentido común y respeto. Y es, entonces, a través de una visita fortuita que se descubre la irracionalidad obrada.
¿Acaso se quiso adrede forzar la tormenta, debido tal vez a un percance intestino, dentro del área correspondiente? ¿Alguien se hizo el distraído para conseguir perjudicar al doctor Diego Robbiani y parte de su equipo?
Es evidente que don Robbiani ha quedado expuesto. Sin embargo una pregunta flota en el aire sin ser aùn evacuada: ¿Còmo puede ser que los albañiles o electricistas dejasen tal barullo, si hasta el “màs chambòn” sabe como mínimo que los cables, por ejemplo, no deben quedar sueltos?
MUY LLAMATIVO. Al igual que las distracciones que se dan ahora. Algùn referente se fue del ámbito de la oposición fomentista muy desconcertado y desilusionado. Otro pasa la factura de no haber sido atendido como debiese. Y no falta quien se puso al servicio de un pretendido precandidato, en la vereda de enfrente del oficialismo vernáculo.
Celos internos en Desarrollo Social, insisto, también es probable que alimentaron la no supervisión de la obra. Falta de tacto, en resumen, porque estas cosas no deben suceder en un gobierno con la antigüedad del que tenemos acà. Mortal descuido que bien hubiese sido enmendado a tiempo si la mano del control respectivo se hubiera presentado. Aunque también podríamos averiguar si realmente se le avisò a ese funcionario o èl directamente no fue.
Vericuetos varios.
Por Mario Delgado.-
Opinión
Lo bueno de tener prioridades
Tener prioridades es realmente óptimo: sugiere, entre otras cosas, que el individuo o los gobiernos de los tres niveles, poseen un criterio juicioso, y cuentan, además, con un proyecto de vida de largo alcance.
Marcar las cuestiones a realizar o resolver con premura, habla bien y nos habilita a creer que hay una contemplación completa de la realidad, y, en base a tal visión, se planea un estricto núcleo de objetivos a cumplimentar.
Marchar por la senda sin rumbo, sin norte ni guía, es mala o necia, al menos, señal. Por tal motivo se interpela siempre a cada quien, contar con una agenda al alcance de la diestra. Y activar los hilos en consecuencia, desde luego.
A propósito, este pequeño marco introductorio pretende depositarnos, mis amigos, en un ítem crucial para la concreción individual y colectiva como ciudadanos plenos. Y, conviene por cierto mencionar, la imposibilidad de seguir guitarreando en esta temática que ofreceremos, y desprenderla lo antes posible, de fanatismos partidistas. Me refiero en concreto a la Educación nuestra, en esta nación gloriosa.
Se ha difundido hace horas atrás un informe contundente por parte de la señora Ministra de Educación de CABA que sentencia con supina espontaneidad, los vericuetos de la niñez y adolescencia que no transitan por un camino elogiable en materia de aprendizaje, llegando a terminar la Primaria o estar en Tercer Año de la Secundaria y no saber leer y escribir sin yerros y tampoco poder comprender y explicar con palabras propias, un texto cualquiera.
Tamaña deficiencia se ata, en cierta manera, al tiempo de parálisis escolar impreso por la pandemia y la sucesión de cuarentenas. Podríamos asimilar tal contingencia en mayor o menor talante; sin embargo las deducciones del informe van más allá del proceso frontal del Covid 19 y sus medidas aleatorias. El problema a aceptar sin disimulos ni excusas mantiene firme la idea de que, en rigor de verdad, hay un drama previo, un dilema estructural que se agudizó con el virus chino, pero no es solamente esta reciente etapa dispar, entre la virtualidad y la ausencia en las aulas.
Aún se agrega otro condimento no menor: se ha hecho un relevamiento entre una determinada cantidad de chicos, de entre 12 y 16 años, para averiguar si logran captar los subtítulos de las películas habladas en inglés u otro idioma, en cines o dispositivos hogareños. El análisis resulta desalentador, puesto que la gran mayoría, expresa no alcanzar a leer en tiempo real los zócalos correspondientes, no por interferencias en la visión, sino por no saber leer de corrido.
El temido abandono del noble hábito de la cotidiana lectura, es una incómoda piedra puntiaguda en el calzado. Y no se notan visos de mejoría.
Como daño colateral, por otra parte, del virus coronado, se ha comprobado que alrededor de 600.000 alumnos en el territorio nacional y 200.000 en la Provincia de Buenos Aires, no retornaron a sus establecimientos educativos al abrirse la famosa y tardía presencialidad.
Un escándalo, sin objeciones de ninguna naturaleza. ¿Y ahora, quién carga con semejante cruz social? Porque, ¿alguien puede aseverarnos que tales pibas y pibes, volverán raudos a sus obligaciones escolares, al ser visitados por un docente o asistente social?
Una auténtica lástima que redobla la apuesta a constatar en qué sitio hemos colocado a la educación. Obvio, que ha descendido varios peldaños de cómo supo hallarse situada otrora.
Por Mario Delgado.-
Opinión
Te acostumbrás
Un amigo, un poco mayor que yo, me graficaba ayer que, en rigor de verdad, los argentinos nos vamos acomodando, nos adaptamos, con suma ductilidad, aunque refunfuñemos, a ciertas cuestiones demenciales que debieran sacarnos de quicio y movilizarnos de otra manera.
“Te acostumbrás”, me pontificó, despejando incluso con tal frase, cualquier sombra de duda que pudiera subsistir aún. No hay pena ni atropello que no se nos haya puesto de manifiesto, y, sin embargo, continuamos erguidos como sociedad y metidos cada quien en lo suyo.
La escasa atención que le brindamos a los sucesos del entorno, tal vez tenga mucho que ver con las instancias personales de cada sujeto. Las ocupaciones son cada vez más en base a que el dinero rinde menos.
Se naturaliza la opción del mayor esfuerzo y la gente dispuesta, sale en pos de ganarse el cada día más caro, pan vital. Una pequeña gran gragea, un botoncito de muestra que nos revuelve la panza, pero, reitero, no todavía como la contingencia requiere de un pueblo auténticamente agobiado y harto.
Los niveles de corrupción piramidal se elevan a la enésima potencia, revolean bolsos con dinero mal habido en conventos o cuentan plata afanada en sendos videos virales, y todo gira sin más que algún comentario atrevido, desafiando a la ya incorporada manía de soportar y sobrellevar el drama, las culpas de otros.
No se hace ni siquiera un necesario gasoducto y luego llegan los “verseros” de siempre, con excusas y mensajes altisonantes. Y los robadores de vacunas contra el Covid se pasean orondos, dando cátedras seguro, de cómo fomentar el buen turismo ahora que todo mundo acató órdenes salvadoras. Hipócritas impíos, exonerados por el poder, como un tal Firmenich o un viscoso Verbitsky. Falsedades convertidas en relatos presumiblemente verídicos, para entretener a la platea boquiabierta, que no despierta.
En tal contexto de locura y terror, no escasean los heridores del campo, los que nada saben del trabajo aguerrido de los productores chicos o medianos, y demonizan al sector, olvidando que de ahí emana el 65 % de lo que consume el argentino.
Y nos quedaría chico el espacio para ir citando con mayúsculas, si lo desean, los yerros y las tropelías de los poderosos que se apoltronan en sus sillones, bebiendo en copas de oro, el sudor de los humildes.
Ya probaron el sabor de dominar a una población encerrada y muerta de miedo e incertidumbre y van a ir por más perversidades. Porque no les importa subsanar las necesidades básicas, ni mejorar la calidad de vida del ser humano; sólo ansían llenar sus propias arcas, permanecer y ampliar la red de mantenidos por el Estado, que son los votantes cautivos, los temerosos que no se irán del redil por no perder sus planes sociales.
Mientras la inflación consume las billeteras y separa a familias enteras, ahorcadas y sin solución, al tiempo que la inseguridad y la droga incrementa su paso fuerte y mortal, se encienden los doble discursos, las linternitas de los jetones de ocasión, charlatanes de bar, sin programas efectivos para mutar tanta mugre.
Te acostumbrás, es cierto y penoso, a convivir con la putrefacción y contemplar sin esperanzas el panorama difuso del país que amás.
Por Mario Delgado.-