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Opinión

Sansón y Alberto

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1.- SANSÓN.-

La historia del Juez de Israel de la antigüedad, llamado Sansòn, es muy bien conocida, màs allà incluso de poseer o no, cada quien, una idea religiosa. Su misión como autoridad política de su pueblo y sus hazañas, tienen un hondo contenido de aventuras dignas de ser ponderadas.

Sansòn nació alrededor del 1.200 antes de Cristo en Zorah, Israel y era hijo de Manoa. Juzgò a Israel por veinte años y fue el último Juez de su patria.

Sin embargo, su gran poder físico , su fuerza incontenible, provenìa solamente de su òptima relación personal con su Dios, el cual le proveìa a diario su valentía.

La manifestación cotidiana de esa conexión sobrenatural, se establecía en algo visible para todos: su cabello nunca había sido, ni debía ser siquiera cortado. Era el símbolo de ese pacto establecido con la divinidad.

Sus hazañas entretienen y hacen asombrar a chicos y adultos, siendo siempre un ejemplo de gran hombría y valor. Aunque el héroe hebreo tenía una debilidad muy marcada y común: le atraía hasta el delirio una mujer muy bonita de otra naciòn, archi enemiga de Israel, ya que la hermosa dama llamada Dalila, era filistea.

Con el aval de su gente, la chica comenzó su tarea de seducción en el fortachón. Lo atrajo con sus encantos femeninos a tal punto que la valentía de Sansòn quedó a merced de la mujer. En los arrumaco de la intimidad que compartìan, ella fue paciente y fue talando con habilidad la puerta del secreto de la soberbia fuerza de su vìctima enamorada.

Un dìa determinado, medio cansado el israelita de tanta insistencia por advertir cuàl era su secreto, le explicó a su amor la cuestión: “Si me cortas el cabello, pierdo mi capacidad”, sintetizò abrazàndola rendido a ella sin condiciones.

Y allì cayò en el abismo màs profundo y vergonzante. Aprovecharon los filisteos cuando dormía y le sacaron sus ojos y lo llevaron para ser un hazme reír a Filistea. Pero el autèntico drama espiritual del individuo en cuestión, y que le acarreò consecuencias físicas, fue no haberse dado cuenta a tiempo que Dios no estaba màs con èl.

La entrañable unidad con su Creador se extinguió por su iniquidad. Y cuando quiso reaccionar, ya era tarde. A último momento se arrepintió y fue oído, muriendo luego con un montòn de enemigos filisteos que lo habían puesto para burlarse de èl entre dos columnas de un edificio.

  1. ALBERTO.-

Alberto Fernàndez, del Frente de Todos, fue elegido por la gran mayoría de argentinos en 2019. El 27 de octubre del año citado, lo votaron 12.942.183 personas, dando esa cifra un 48,24 %. Mauricio Macri, de Juntos por el Cambio, se quedó con el 40,28 %, siendo apoyado en las urnas por 10.805.634 votantes.

Comenzò su gestión con un alto nivel en las encuestas. No ocurre de tal forma por estos complejos instantes, después de 150 dìas de cuarentena obligatoria.

Hoy los números son claros y claves: su aceptación popular desciende. Es muy sencillo reconocer la motivación del desencanto: en mayor cantidad se anotan cada jornada quienes se definen sin tapujos ya como hartos de este aislacionismo impuesto desde Balcarce 50.

El mundo mira absorto nuestro proceso y no lo interpreta. Si la mismísima cuna del Coronavirus, Wuhan en China, pasò solamente por una fèrrea cuarentena de 76 dìas. ¿Còmo? Sì, asì tal cual lo leen: 76 dìas.

La enorme caída del PBI, los miles de negocios cerrados, (30.000 nomàs en CABA) los despidos encubiertos, las enfermedades desatendidas, los niños con traumas y una larga mecha de etcéteras podríamos escribir en el Muro de los Lamentos de este territorio sureño.

Pero baste con decir las incertidumbres y negligencias de los presuntos ¿expertos? reunidos por don Alberto a su alrededor. Desde marzo le vienen errando a la fecha del posible “pico de contagios”. Una lamentable iniciativa esta de encriptar a todos en aras de una reconversión sanitaria que, es real, no se nota para nada en la zona caliente del Conurbano, tan replegada por décadas.

En el medio, un Congreso semi paralizado, una Justicia de feria y mandatarios provinciales y comunales que fueron pisoteados, sin ningún rasgo coherente de federalismo.

Se promociona la defensa de la salud por sobre otra temática. Pero ya pocos, muy contados y con sueldos del Estado gran parte de ese núcleo, le creen a Casa Rosada, que se bambolea cual junco por el viento, en su propia lucha intestina.

Alberto no es zonzo. Ve por la ventana de su despacho que su razón de poder, el pueblo y su mentora Cristina, ya lo miran con desdèn.

Por Mario Delgado.-

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Opinión

Lo bueno de tener prioridades

Tener prioridades es realmente óptimo: sugiere, entre otras cosas, que el individuo o los gobiernos de los tres niveles, poseen un criterio juicioso, y cuentan, además, con un proyecto de vida de largo alcance.

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Marcar las cuestiones a realizar o resolver con premura, habla bien y nos habilita a creer que hay una contemplación completa de la realidad, y, en base a tal visión, se planea un estricto núcleo de objetivos a cumplimentar. 

Marchar por la senda sin rumbo, sin norte ni guía, es mala o necia, al menos, señal. Por tal motivo se interpela siempre a cada quien, contar con una agenda al alcance de la diestra. Y activar los hilos en consecuencia, desde luego. 

A propósito, este pequeño marco introductorio pretende depositarnos, mis amigos, en un ítem crucial para la concreción individual y colectiva como ciudadanos plenos. Y, conviene por cierto mencionar, la imposibilidad de seguir guitarreando en esta temática que ofreceremos, y desprenderla lo antes posible, de fanatismos partidistas. Me refiero en concreto a la Educación nuestra, en esta nación gloriosa. 

Se ha difundido hace horas atrás un informe contundente por parte de la señora Ministra de Educación de CABA que sentencia con supina espontaneidad, los vericuetos de la niñez y adolescencia que no transitan por un camino elogiable en materia de aprendizaje, llegando a terminar la Primaria o estar en Tercer Año de la Secundaria y no saber leer y escribir sin yerros y tampoco poder comprender y explicar con palabras propias, un texto cualquiera. 

Tamaña deficiencia se ata, en cierta manera, al tiempo de parálisis escolar impreso por la pandemia y la sucesión de cuarentenas. Podríamos asimilar tal contingencia en mayor o menor talante; sin embargo las deducciones del informe van más allá del proceso frontal del Covid 19 y sus medidas aleatorias. El problema a aceptar sin disimulos ni excusas mantiene firme la idea de que, en rigor de verdad, hay un drama previo, un dilema estructural que se agudizó con el virus chino, pero no es solamente esta reciente etapa dispar, entre la virtualidad y la ausencia en las aulas. 

Aún se agrega otro condimento no menor: se ha hecho un relevamiento entre una determinada cantidad de chicos, de entre 12 y 16 años, para averiguar si logran captar los subtítulos de las películas habladas en inglés u otro idioma, en cines o dispositivos hogareños. El análisis resulta desalentador, puesto que la gran mayoría, expresa no alcanzar a leer en tiempo real los zócalos correspondientes, no por interferencias en la visión, sino por no saber leer de corrido. 

El temido abandono del noble hábito de la cotidiana lectura, es una incómoda piedra puntiaguda en el calzado. Y no se notan visos de mejoría. 

Como daño colateral, por otra parte, del virus coronado, se ha comprobado que alrededor de 600.000 alumnos en el territorio nacional y 200.000 en la Provincia de Buenos Aires, no retornaron a sus establecimientos educativos al abrirse la famosa y tardía presencialidad. 

Un escándalo, sin objeciones de ninguna naturaleza. ¿Y ahora, quién carga con semejante cruz social? Porque, ¿alguien puede aseverarnos que tales pibas y pibes, volverán raudos a sus obligaciones escolares, al ser visitados por un docente o asistente social?

Una auténtica lástima que redobla la apuesta a constatar en qué sitio hemos colocado a la educación. Obvio, que ha descendido varios peldaños de cómo supo hallarse situada otrora. 

Por Mario Delgado.-  

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Opinión

Te acostumbrás 

Un amigo, un poco mayor que yo, me graficaba ayer que, en rigor de verdad, los argentinos nos vamos acomodando, nos adaptamos, con suma ductilidad, aunque refunfuñemos, a ciertas cuestiones demenciales que debieran sacarnos de quicio y movilizarnos de otra manera. 

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“Te acostumbrás”, me pontificó, despejando incluso con tal frase, cualquier sombra de duda que pudiera subsistir aún. No hay pena ni atropello que no se nos haya puesto de manifiesto, y, sin embargo, continuamos erguidos como sociedad y metidos cada quien en lo suyo. 

La escasa atención que le brindamos a los sucesos del entorno, tal vez tenga mucho que ver con las instancias personales de cada sujeto. Las ocupaciones son cada vez más en base a que el dinero rinde menos. 

Se naturaliza la opción del mayor esfuerzo y la gente dispuesta, sale en pos de ganarse el cada día más caro, pan vital. Una pequeña gran gragea, un botoncito de muestra que nos revuelve la panza, pero, reitero, no todavía como la contingencia requiere de un pueblo auténticamente agobiado y harto. 

Los niveles de corrupción piramidal se elevan a la enésima potencia, revolean bolsos con dinero mal habido en conventos o cuentan plata afanada en sendos videos virales, y todo gira sin más que algún comentario atrevido, desafiando a la ya incorporada manía de soportar y sobrellevar el drama, las culpas de otros. 

No se hace ni siquiera un necesario gasoducto y luego llegan los “verseros” de siempre, con excusas y mensajes altisonantes. Y los robadores de vacunas contra el Covid se pasean orondos, dando cátedras seguro, de cómo fomentar el buen turismo ahora que todo mundo acató órdenes salvadoras. Hipócritas impíos, exonerados por el poder, como un tal Firmenich o un viscoso Verbitsky. Falsedades convertidas en relatos presumiblemente verídicos, para entretener a la platea boquiabierta, que no despierta.

En tal contexto de locura y terror, no escasean los heridores del campo, los que nada saben del trabajo aguerrido de los productores chicos o medianos, y demonizan al sector, olvidando que de ahí emana el 65 % de lo que consume el argentino. 

Y nos quedaría chico el espacio para ir citando con mayúsculas, si lo desean, los yerros y las tropelías de los poderosos que se apoltronan en sus sillones, bebiendo en copas de oro, el sudor de los humildes. 

Ya probaron el sabor de dominar a una población encerrada y muerta de miedo e incertidumbre y van a ir por más perversidades. Porque no les importa subsanar las necesidades básicas, ni mejorar la calidad de vida del ser humano; sólo ansían llenar sus propias arcas, permanecer y ampliar la red de mantenidos por el Estado, que son los votantes cautivos, los temerosos que no se irán del redil por no perder sus planes sociales. 

Mientras la inflación consume las billeteras y separa a familias enteras, ahorcadas y sin solución, al tiempo que la inseguridad y la droga incrementa su paso fuerte y mortal, se encienden los doble discursos, las linternitas de los jetones de ocasión, charlatanes de bar, sin programas efectivos para mutar tanta mugre. 

Te acostumbrás, es cierto y penoso, a convivir con la putrefacción y contemplar sin esperanzas el panorama difuso del país que amás. 

Por Mario Delgado.-   

  

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 Farmacias de turno en Olavarría Facultad de Derecho