La Región
Graciela Pérez: “Ese señor –por Raúl Pérez Roldán- para mí, está muerto”
La historia que conmueve al mundo del tenis y en particular a la vecina ciudad de Tandil
El ex tenista Guillermo Pérez Roldán, número 13 del mundo en 1988, sacudió al deporte mundial, y en especial al tenis argentino, al confesar en mayo pasado en LA NACION, haber “sufrido maltrato físico y sido estafado” por su padre y ex entrenador, Raúl Pérez Roldán. El crudo relato, casi tres décadas después, generó muchas reacciones y nuevas voces de ex jugadores afectados por el estilo de la escuela que Pérez Roldán condujo en el Club Independiente de Tandil. Muy afectada, Graciela Pérez, la “primera víctima” de Raúl, no había podido dar su testimonio, pero en las últimas horas se refirió, sin dar detalles, a aquel padecimiento.
Graciela Pérez fue la primera tenista en destacarse de la escuela de Pérez Roldán en Independiente, representando a la Argentina en torneos sudamericanos y europeos, y siendo número 1 del ranking nacional de juveniles y juniors entre 1979 y 1983. “Fui la primera en padecerlo”, reconoció Graciela sobre Raúl Pérez Roldán, en el diario El Eco de Tandil. Y añadió: “Todo lo que se pueda contar es poco. Es como dijo Guillermo [Pérez Roldán], que ha contado el 10%, o el 1%, me animaría a decir”.
Graciela Pérez entiende que en la actualidad no podría recibir aquel maltrato. “Tal vez él [Raúl] no llegaría hoy a tanto, porque los chicos son distintos, porque las redes sociales hacen su gran aporte, los chicos y chicas no tienen miedo. Nosotros, no digo que fuimos educados con miedo…”, dijo la ex tenista, reconociendo que en aquel momento se vinculaba el “respeto” con el “miedo”.
¿Qué recuerdo tiene Graciela sobre su ex entrenador? “No existe ese señor para mí. Está muerto. No le deseo ningún mal, pero…”, confesó.
Consultada sobre por qué Guillermo Pérez Roldán tardó más de 25 años en contar lo que le había hecho su padre, Graciela expresó: “También tuvo miedo, respeto, esperó y dio oportunidades y siguió esperando que su padre y su madre reaccionaran, se dieran cuenta. Cuando fueron a su casamiento en Chile me contó que su padre -no sé su madre- le había pedido perdón, pero al poquito tiempo ya lo había vuelto a defraudar (…) No sé cómo, pero sí que lo había decepcionado nuevamente. Y que ahora había estado esperando, porque nació su tercer hijo. Les mandaba a los padres fotos de las ecografías y jamás tuvo una respuesta”.
Graciela Pérez dijo no haber ganado buen dinero con el tenis, ya que en esa época no tuvo sponsors y lo único que recibió fueron zapatillas, indumentaria y raquetas. Además, explicó que si bien tenía buena proyección como profesional, padeció un obstáculo extra tenístico. Así fue el diálogo entre ella y la periodista Ana Pérez Porcio, autora de la entrevista en El Eco.
-¿Su padres la apoyaban?
-Me dejaban.
-No estaban muy contentos, digamos.
-Creo que no. Nunca me lo dijeron.
-¿Ganó mucha plata con el tenis?
-Nada. Casi no teníamos sponsors. Te daban las zapatillas, la ropa, tal vez la raqueta pero plata nada y yo jugué casi todo de junior. Como profesional, al no tener plata no me podía bancar la carrera tampoco.
-Y por eso la dejó.
-Entre otras cosas.
-¿Se pueden conocer las otras cosas?
-Algunas voces dijeron que podría haber estado entre las primeras veinte mejores del mundo. Me enteré después de algunos años. En su momento era porque estaba “muy gorda”.
-¡Apa! ¿Cómo fue eso?
-Creo que por conveniencia porque en ese momento ya que empezaban a andar muy bien Guillermo y Mariana (Pérez Roldán), Franco y Patricia Tarabini y había que viajar con ellos y yo era una persona de confianza para manejar el monstruo que era la escuela de tenis del Independiente.
-¿Conveniencia del Club o de Pérez Roldán?
-De esa persona.
-No puede ni nombrarlo.
-… Es mi idea, es lo que pienso y también porque después con los años, viajando, hablando con periodistas y entrenadores supe que hubo posibilidades pero que nunca llegaron a mis oídos.
-¿Posibilidades?
-De entrenadores.
-¿Mano negra?
-A mí me sirvió lo que hice, hasta dónde hice. No fueron todos buenos momentos pero aprendí mucho, como por ejemplo lo que nunca iba a hacer con mis alumnos. Hasta hace unos años hacía competición, tuve muchos chicos y muy en claro lo que no quería para ellos. Me sirvió como jugadora, entrenadora y me sirve hoy para ganarme la vida (se sonríe).
La Región
Abandonaron una camioneta con cuatro cadáveres electrocutados en el hospital de Bahía Blanca
Según las primeras investigaciones, se trata de los cuerpos de cuatro personas que intentaron robar cables de una línea de media tensión en cercanías de la ciudad, y recibieron una descarga de 33.000 voltios. Además de los muertos, había un herido, que sobrevivió.
A última hora de anoche, una camioneta sorprendió al personal del Hospital Municipal de Bahía Blanca. Porque en su interior había cuatro cadáveres y un herido, y el conductor trató de huir luego de dejar el vehículo estacionado, aunque fue detenido. Los fallecidos y el herido habían sufrido una descarga eléctrica mientras intentaban robar cables.
Las primeras informaciones, según La Nueva Provincia, aseguran que todos se hallaban robando cables en un campo del kilómetro 57 de la ruta nacional 33 -pasando el paraje García del Río- y sufrieron una descarga eléctrica de 33 mil voltios. El incidente ocurrió después de las 23 del lunes.
En esas circunstancias, las víctimas fueron trasladadas por un sexto hombre a bordo de una camioneta Volkswagen Amarok, patente NUD 310, que quedó estacionada en la puerta del centro asistencial.
“Una descarga descomunal”
Si bien el conductor se dio a la fuga, horas después fue capturado tras un allanamiento en una vivienda de La Pinta 377. El detenido fue identificado como Ángel Daniel Gallardo, de 66 años.
Los fallecidos, según la Policía, eran Facundo Uribe (32), Joaquín Acosta (18), Fernando Gallardo (25) y Federico Strick (28). También ingresó con quemaduras por descarga Emanuel Chamorro Sepúlveda (20), pero se encuentra consciente.
Los ladrones recibieron una “descarga eléctrica descomunal”, señalaron desde la empresa distribuidora EDES a La Brújula 24, en referencia a los cables de medita tensión que estaban manipulando.
En el vehículo ocupado por los cuatro fallecidos, a su vez, se secuestró un handy con la frecuencia policial, elemento que ahora está siendo sometido a una investigación.
Perseguida
Al filo de la medianoche, la llegada de la camioneta provocó un revuelo en el Hospital, donde arribaron de inmediato el superintendente de la ciudad, Gonzalo Bezos, el secretario de Seguridad de la Municipalidad, Federico Montero, y el jefe policial Gonzalo Sandoval.
Se supo que la Amarok venía siendo perseguida por un móvil policial de la Patrulla Rural, que había advertido su presencia sospechosa en un campo de aquel distrito, que ya había sido blanco de delitos similares.
Los policías, al parecer, habrían perdido el rastro de la Amarok al ingresar a Bahía, pero con la ayuda del Centro Único de Monitoreo (CEUM), se pudieron determinar su llegada a la guardia del Municipal.
Para este martes se harán peritajes con el personal de EDES en la zona, ubicada a unos 30 kilómetros de Bahía Blanca. (DIB) MM
La Región
Un poco más solos
Y entonces sabíamos que iba a pasar, que algún día esa suerte de ausencia larga a la que lo había llevado la vejez y el extravío de la enfermedad se iba a convertir en un hueco definitivo. Eso al fin hace la muerte: reduce el último vestigio de lo cognoscible. Pero -y aquí el adversativo funciona a favor- queda el resto, la intensa y perenne memoria de lo que hizo, de lo que dijo (hizo mucho más de lo que dijo), de lo que fue, desde que silenciosamente llegó a la ciudad que lo abrigó.
Ha devuelto largamente esa manta que lo contuvo cuando llegó a Tandil, allá por 1988, cuando empezó a cifrar su sello en la Parroquia de Begoña y el definitivo, en la Parroquia del Santísimo Sacramento, allí donde siempre -rompiendo una tradición católica de más de un siglo- había imperado una visión católica integrista, muy lejos -o en antítesis- al Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo, del que él participó, surgido en la década del 60.
Secuestrado por la Triple A en plena dictadura militar -estuvo detenido de 1976 a 1981 en La Plata, bajo la órbita del torturador Etchecolaz- un obispo literalmente lo rescató y le salvó la vida. Fue Emilio Bianchi di Cárcano, que le dio cobijo en Azul. Su próximo paso fue Tandil y de aquí no se fue más. Si hay algo tan inobjetable como su labor pastoral fue la intuición que tuvo Raúl Troncoso para entender la matriz idiosincrática de la sociedad lugareña, y vale aquí incorporar el oxímoron ideológico del conservadorismo que hace.
El sacerdote detectó enseguida cómo funcionaba nuestra comunidad y, sobre todo, el círculo de poder. Y actuó en consecuencia: fue el hombre que durante más de treinta años supo hilar con tacto e inteligencia una malla de contención entre los más pobres y los más ricos. Ese puente sólo pudo tenderlo Raúl y está hecho de gestos mínimos, de política, de guiños y sobreentendidos.
El estallido social de 2001 encontró en su figura una suerte de liderazgo ecuménico, silencioso y eficiente para evitar males mayores a la hora de aquellos saqueos que aquí no se produjeron.
Fue el cura que menos habló políticamente en sus sermones pero que más hizo por los que peor estaban. Esta opción -que seguramente le valió algunos reproches de quienes esperaban algo más desde el púlpito- fue el acto más pragmático de su vida: en el púlpito que había sido de Actis y de Mosse, el primero un cura popular visceralmente anticomunista y el segundo un sacerdote abiertamente cerrado y aristocrático- tomó por el atajo del bajo perfil, la apertura de la Iglesia y las obras como prioridad; también de la real politik (el teléfono de Troncoso fue un ícono del poder en los más altos niveles y sus charlas a solas eran memorables) para la construcción de su gran misión a través de la Iglesia, como la labor de Cáritas, las Casas de la Esperanza, y su compromiso con el patrimonio serrano y los derechos humanos.
Por eso mismo nunca dejó de estar donde debía y si hay una imagen que revela este compromiso, fue cuando a principios de los 90 lideró la desoladora marcha de un puñado de personas que pedía justicia por el asesinato de Gilda Mansilla, una doméstica cuyo crimen aún hoy permanece impune. O en lo que tal vez sea la marcha de silencio más dolorosa y terrible que recuerde la historia de Tandil, que sucedió tras la explosión de un horno en Metalúrgica Tandil y la muerte de tres jóvenes trabajadores.
La muerte de Raúl Troncoso, justamente en estos días tan difíciles, no sólo duele por el vacío que abruma, por su pérdida irremediable, y por el largo adiós que acaba de comenzar. Nos duele también, a muchos, porque sin duda hoy estamos un poco más solos que ayer.