Opinión
El drama de feriar
Es toda una odisea feriar en estos tiempos.
Al menos, eso es lo que se desprende como resultado luego de la reunión de ayer en el despacho del interbloque “De Todos”, con los ediles de ese espacio Mercedes Landívar, Inés Creimer, Guillermo Santellán y Ubaldo García y diferentes personas de organizaciones de feriantes y grupos sociales que propician las ferias.
Los reclamos, la situación puntual fue expuesta ante los legisladores que oyeron tomando nota y prometiendo elaborar un Proyecto de Comunicación y hacer visible la cuestión de cara a mejorar este complicado momento de los manualistas y emprendedores.
Claro que los concejales aclararon “no somos mayoría”, lo que significa que, en la práctica, habrá que trabajar desde todos los ángulos posibles, en pos de una unidad de criterios entre la Comuna y los trabajadores ambulantes que de por tierra con dilemas y malos entendidos.
Se mencionó como tópico saliente incluso, un par de Ordenanzas que ya cuentan con algunos años, que puso sobre la mesa Enrique Holh de “Economía Popular”, y que versan sobre la venta en ferias, las cuales estarían hoy “obsoletas y desactualizadas”, según entiende el dirigente social, quien sugirió junto con sus compañeros, a los ediles “la redacción de una nueva Ordenanza que nuclee la tarea y permita feriar cualquier día del año y en cualquier lugar público donde circule mucha gente y estar presente además, en espectáculos masivos”.
Otro asunto urticante pasa por las “habilitaciones, porque ahora son dadas por la Municipalidad a través del doctor Diego Robbiani de palabra, o sea no hay nada escrito y ante determinadas fechas. Nos perjudica por ejemplo que se nos autorice estar en la plaza Central los fines de mes, donde anda poca gente”, aseguraron. Esta candente brasa fue el detonante del quiebre producido el fin de semana largo reciente. La impresión que queda es que no se solicitó la petición puntual para feriar y luego se interpretó que tal autorización, ya estaba expresada con antelación.
“Quisiéramos una forma más segura. Una autorización escrita”, coincidieron. Ante esta circunstancia, salió a relucir el problema anexo de falta de trabajo y cómo feriando “se para la olla” aunque sea unos días.
En tal sentido, Norma López de “Juntemos las Manos”, exhibió una voluminosa carpeta con “109 familias que son asistidas por nosotros gracias a los feriantes que colaboran y son a su vez, solidarios con los compañeros que por ahí no venden”, remarcó.
Tal gesto fue avalado por los otros grupos y por la concurrencia en general, sosteniendo todos la necesidad de “trabajar con tranquilidad y sin dramas”.
Otro problema surge del “tendido de la luz y el baño químico que tenemos que abonar nosotros. El cableado colocado no sería muy seguro y preferirían los feriantes “alguna conexión más segura”.
Se comentó en un recuadro aparte la negatividad demostrada por los funcionarios comunales a dejar llevar a las ferias “artistas callejeros que a nosotros nos ayudan, convocando concurrentes. Y de paso, le damos cabida a los músicos locales y le otorgamos vida a la plaza”, dijeron. Sin embargo “no nos dejan”, remacharon dolidos.
Claro que, entre las pálidas, hubo tiempo y lugar para la estética de los stands. Fue Patricia Bahl de “La Minga” quien dijo al respecto: “Se nos ha pedido desde el municipio que le demos cierta uniformidad a los puestos, con gazebos prolijos y manteles. Consideramos que eso está bien, pero el problema se da en aquellos artesanos o feriantes que a gatas llegan a colocar su mercadería allí y que no poseen dinero para hermosear su lugar”.
Los concejales tomaron debida nota además de que “existen diversos grupos de laburantes, dándole vida a emprendedores, manualistas y escasos puestos con ciertas reventas. Empero tales revendedores son muy contados y en algún caso, se permite tal cosa porque se ayuda a personas con discapacidad o enfermas”.
Se subrayó, en otro orden, una notoria divergencia con “los artesanos de Cultura que pueden feriar cualquier fecha. Hace poco, en una feria de fin de semana, no nos dejaban usar su baño químico”, afirmaron.
Se citó al final una reunión que tendrían en breve algunos referentes con Diego Robbiani como para avanzar en la idea de allanar el camino y, a la que los ediles prometieron asistir “si ustedes consideran menester”.
Por Mario Delgado.-
Opinión
Lo bueno de tener prioridades
Tener prioridades es realmente óptimo: sugiere, entre otras cosas, que el individuo o los gobiernos de los tres niveles, poseen un criterio juicioso, y cuentan, además, con un proyecto de vida de largo alcance.
Marcar las cuestiones a realizar o resolver con premura, habla bien y nos habilita a creer que hay una contemplación completa de la realidad, y, en base a tal visión, se planea un estricto núcleo de objetivos a cumplimentar.
Marchar por la senda sin rumbo, sin norte ni guía, es mala o necia, al menos, señal. Por tal motivo se interpela siempre a cada quien, contar con una agenda al alcance de la diestra. Y activar los hilos en consecuencia, desde luego.
A propósito, este pequeño marco introductorio pretende depositarnos, mis amigos, en un ítem crucial para la concreción individual y colectiva como ciudadanos plenos. Y, conviene por cierto mencionar, la imposibilidad de seguir guitarreando en esta temática que ofreceremos, y desprenderla lo antes posible, de fanatismos partidistas. Me refiero en concreto a la Educación nuestra, en esta nación gloriosa.
Se ha difundido hace horas atrás un informe contundente por parte de la señora Ministra de Educación de CABA que sentencia con supina espontaneidad, los vericuetos de la niñez y adolescencia que no transitan por un camino elogiable en materia de aprendizaje, llegando a terminar la Primaria o estar en Tercer Año de la Secundaria y no saber leer y escribir sin yerros y tampoco poder comprender y explicar con palabras propias, un texto cualquiera.
Tamaña deficiencia se ata, en cierta manera, al tiempo de parálisis escolar impreso por la pandemia y la sucesión de cuarentenas. Podríamos asimilar tal contingencia en mayor o menor talante; sin embargo las deducciones del informe van más allá del proceso frontal del Covid 19 y sus medidas aleatorias. El problema a aceptar sin disimulos ni excusas mantiene firme la idea de que, en rigor de verdad, hay un drama previo, un dilema estructural que se agudizó con el virus chino, pero no es solamente esta reciente etapa dispar, entre la virtualidad y la ausencia en las aulas.
Aún se agrega otro condimento no menor: se ha hecho un relevamiento entre una determinada cantidad de chicos, de entre 12 y 16 años, para averiguar si logran captar los subtítulos de las películas habladas en inglés u otro idioma, en cines o dispositivos hogareños. El análisis resulta desalentador, puesto que la gran mayoría, expresa no alcanzar a leer en tiempo real los zócalos correspondientes, no por interferencias en la visión, sino por no saber leer de corrido.
El temido abandono del noble hábito de la cotidiana lectura, es una incómoda piedra puntiaguda en el calzado. Y no se notan visos de mejoría.
Como daño colateral, por otra parte, del virus coronado, se ha comprobado que alrededor de 600.000 alumnos en el territorio nacional y 200.000 en la Provincia de Buenos Aires, no retornaron a sus establecimientos educativos al abrirse la famosa y tardía presencialidad.
Un escándalo, sin objeciones de ninguna naturaleza. ¿Y ahora, quién carga con semejante cruz social? Porque, ¿alguien puede aseverarnos que tales pibas y pibes, volverán raudos a sus obligaciones escolares, al ser visitados por un docente o asistente social?
Una auténtica lástima que redobla la apuesta a constatar en qué sitio hemos colocado a la educación. Obvio, que ha descendido varios peldaños de cómo supo hallarse situada otrora.
Por Mario Delgado.-
Opinión
Te acostumbrás
Un amigo, un poco mayor que yo, me graficaba ayer que, en rigor de verdad, los argentinos nos vamos acomodando, nos adaptamos, con suma ductilidad, aunque refunfuñemos, a ciertas cuestiones demenciales que debieran sacarnos de quicio y movilizarnos de otra manera.
“Te acostumbrás”, me pontificó, despejando incluso con tal frase, cualquier sombra de duda que pudiera subsistir aún. No hay pena ni atropello que no se nos haya puesto de manifiesto, y, sin embargo, continuamos erguidos como sociedad y metidos cada quien en lo suyo.
La escasa atención que le brindamos a los sucesos del entorno, tal vez tenga mucho que ver con las instancias personales de cada sujeto. Las ocupaciones son cada vez más en base a que el dinero rinde menos.
Se naturaliza la opción del mayor esfuerzo y la gente dispuesta, sale en pos de ganarse el cada día más caro, pan vital. Una pequeña gran gragea, un botoncito de muestra que nos revuelve la panza, pero, reitero, no todavía como la contingencia requiere de un pueblo auténticamente agobiado y harto.
Los niveles de corrupción piramidal se elevan a la enésima potencia, revolean bolsos con dinero mal habido en conventos o cuentan plata afanada en sendos videos virales, y todo gira sin más que algún comentario atrevido, desafiando a la ya incorporada manía de soportar y sobrellevar el drama, las culpas de otros.
No se hace ni siquiera un necesario gasoducto y luego llegan los “verseros” de siempre, con excusas y mensajes altisonantes. Y los robadores de vacunas contra el Covid se pasean orondos, dando cátedras seguro, de cómo fomentar el buen turismo ahora que todo mundo acató órdenes salvadoras. Hipócritas impíos, exonerados por el poder, como un tal Firmenich o un viscoso Verbitsky. Falsedades convertidas en relatos presumiblemente verídicos, para entretener a la platea boquiabierta, que no despierta.
En tal contexto de locura y terror, no escasean los heridores del campo, los que nada saben del trabajo aguerrido de los productores chicos o medianos, y demonizan al sector, olvidando que de ahí emana el 65 % de lo que consume el argentino.
Y nos quedaría chico el espacio para ir citando con mayúsculas, si lo desean, los yerros y las tropelías de los poderosos que se apoltronan en sus sillones, bebiendo en copas de oro, el sudor de los humildes.
Ya probaron el sabor de dominar a una población encerrada y muerta de miedo e incertidumbre y van a ir por más perversidades. Porque no les importa subsanar las necesidades básicas, ni mejorar la calidad de vida del ser humano; sólo ansían llenar sus propias arcas, permanecer y ampliar la red de mantenidos por el Estado, que son los votantes cautivos, los temerosos que no se irán del redil por no perder sus planes sociales.
Mientras la inflación consume las billeteras y separa a familias enteras, ahorcadas y sin solución, al tiempo que la inseguridad y la droga incrementa su paso fuerte y mortal, se encienden los doble discursos, las linternitas de los jetones de ocasión, charlatanes de bar, sin programas efectivos para mutar tanta mugre.
Te acostumbrás, es cierto y penoso, a convivir con la putrefacción y contemplar sin esperanzas el panorama difuso del país que amás.
Por Mario Delgado.-