Opinión
Fomentismo federado: las horas previas a la Asamblea opositora
Son tiempos difíciles para la actividad. La saga de desencuentros comenzó hace rato y no posee visos de concluir.
Faltan apenas horas para un momento cumbre del fomentismo nativo: la llegada de una expresamente pedida Asamblea Extraordinaria para subrayar, ¿una vez más?, ciertos tópicos que la zona de oposición divisa y por ende, solicitar una nueva composición electoral, un rápido llamado a elecciones libres en la entidad cabecera. Y, también dejarán en claro los asambleístas que debiera expedirse la Justicia en los venideros días, a través de un recurso de amparo que pondrán en manos de quien corresponda.
Son tiempos difíciles para la actividad. La saga de desencuentros comenzó hace rato y no posee visos de concluir. Por el contrario, ejerce cada día mayor atracción. Inclusive en el ciudadano no vinculado con el tema.
El discordante asunto de recambio de autoridades en la entidad madre, vino a ensombrecer un ápice más, a un ya caldeado ámbito. Y las contraindicaciones son variadas. Pero lo concreto resulta evidente: hay por lo menos dos bloques diferentes, dos sectores divorciados entre sí, separados por un novel Muro de Berlín.
Y en el medio de la controversia, se yergue el Municipio. De buena fuente se nos informó que el Gobierno local no ha reconocido oficialmente la conformación de una Comisión Directiva instrumentada en la Sociedad de Fomento “Independencia”, con don Jorge Videla al frente de la misma. Por tal motivo, las especulaciones crecen minuto a minuto.
Para la Comuna, si tal cosa es así efectivamente, el señor Jorge Salías continúa siendo el líder de la Federación y deberá anunciar en breve un llamado a votar, con la construcción por supuesto, de una Junta Electoral imparcial.
Hete aquí se constata una inquietud crucial, si seguimos este razonamiento: ¿Cuáles serán las entidades en condiciones de sufragar? Aunque podría darse el escenario de que la Directiva federada actual no dé a lugar, interpretando que ellos son los referentes autorizados.
Empero, el ánimo de la respuesta no se tarda en arribar, desde el Palacio San Martín: “Todas las instituciones que reúnan las mínimas exigencias, a saber cuota al día y acta constitutiva”. Al parecer, hoy por hoy, habría un reducto de, como mínimo, tres entidades que no tienen la documentación presentada oportunamente en la oficina de Rivadavia y San Martín. Veremos que sucede de aquí en adelante. Mas las brasas del fuego queman y consumen.
Toda esta pintura se tamiza a su vez con visiones políticas de corto y largo alcance. Nada es casualidad y el río suena trayendo rumores. La politización del fomentismo es tan palpable como la luz solar. Negarlo sería ingenuo y hasta temerario. Entonces desde este portal, lanzamos la incógnita al aire sutil de la mañana: ¿No es acaso todo este asunto un buen caldo de cultivo como para ir intuyendo, si se quiere aún de lejos, una probable compulsa intestina en el Palacio San Martín, donde se baraje el apoyo o no a una conducción, a una forma de hacer fomentismo, a lo que representa el poder de los barrios?
2023 está distante. Pero no lo suficiente como para que no haya pretendientes al sillón de Amparo Castro que dejará el abogado Ezequiel Galli. Y amasar la fortuna de conciliar con los barrios y localidades, es de buen político.
Ante todo este cuadro descripto muy sintéticamente, los vericuetos se tornan más atrayentes todavía, mis amigos. Sin embargo, habrá que tener una pizca de paciencia para observar qué se dictamina este lunes 17 en Tacuarí 4268, en el lugar de la Extraordinaria. El libro de las crónicas fomenteriles continúa siendo redactado.
Por Mario Delgado.-
Opinión
Lo bueno de tener prioridades
Tener prioridades es realmente óptimo: sugiere, entre otras cosas, que el individuo o los gobiernos de los tres niveles, poseen un criterio juicioso, y cuentan, además, con un proyecto de vida de largo alcance.
Marcar las cuestiones a realizar o resolver con premura, habla bien y nos habilita a creer que hay una contemplación completa de la realidad, y, en base a tal visión, se planea un estricto núcleo de objetivos a cumplimentar.
Marchar por la senda sin rumbo, sin norte ni guía, es mala o necia, al menos, señal. Por tal motivo se interpela siempre a cada quien, contar con una agenda al alcance de la diestra. Y activar los hilos en consecuencia, desde luego.
A propósito, este pequeño marco introductorio pretende depositarnos, mis amigos, en un ítem crucial para la concreción individual y colectiva como ciudadanos plenos. Y, conviene por cierto mencionar, la imposibilidad de seguir guitarreando en esta temática que ofreceremos, y desprenderla lo antes posible, de fanatismos partidistas. Me refiero en concreto a la Educación nuestra, en esta nación gloriosa.
Se ha difundido hace horas atrás un informe contundente por parte de la señora Ministra de Educación de CABA que sentencia con supina espontaneidad, los vericuetos de la niñez y adolescencia que no transitan por un camino elogiable en materia de aprendizaje, llegando a terminar la Primaria o estar en Tercer Año de la Secundaria y no saber leer y escribir sin yerros y tampoco poder comprender y explicar con palabras propias, un texto cualquiera.
Tamaña deficiencia se ata, en cierta manera, al tiempo de parálisis escolar impreso por la pandemia y la sucesión de cuarentenas. Podríamos asimilar tal contingencia en mayor o menor talante; sin embargo las deducciones del informe van más allá del proceso frontal del Covid 19 y sus medidas aleatorias. El problema a aceptar sin disimulos ni excusas mantiene firme la idea de que, en rigor de verdad, hay un drama previo, un dilema estructural que se agudizó con el virus chino, pero no es solamente esta reciente etapa dispar, entre la virtualidad y la ausencia en las aulas.
Aún se agrega otro condimento no menor: se ha hecho un relevamiento entre una determinada cantidad de chicos, de entre 12 y 16 años, para averiguar si logran captar los subtítulos de las películas habladas en inglés u otro idioma, en cines o dispositivos hogareños. El análisis resulta desalentador, puesto que la gran mayoría, expresa no alcanzar a leer en tiempo real los zócalos correspondientes, no por interferencias en la visión, sino por no saber leer de corrido.
El temido abandono del noble hábito de la cotidiana lectura, es una incómoda piedra puntiaguda en el calzado. Y no se notan visos de mejoría.
Como daño colateral, por otra parte, del virus coronado, se ha comprobado que alrededor de 600.000 alumnos en el territorio nacional y 200.000 en la Provincia de Buenos Aires, no retornaron a sus establecimientos educativos al abrirse la famosa y tardía presencialidad.
Un escándalo, sin objeciones de ninguna naturaleza. ¿Y ahora, quién carga con semejante cruz social? Porque, ¿alguien puede aseverarnos que tales pibas y pibes, volverán raudos a sus obligaciones escolares, al ser visitados por un docente o asistente social?
Una auténtica lástima que redobla la apuesta a constatar en qué sitio hemos colocado a la educación. Obvio, que ha descendido varios peldaños de cómo supo hallarse situada otrora.
Por Mario Delgado.-
Opinión
Te acostumbrás
Un amigo, un poco mayor que yo, me graficaba ayer que, en rigor de verdad, los argentinos nos vamos acomodando, nos adaptamos, con suma ductilidad, aunque refunfuñemos, a ciertas cuestiones demenciales que debieran sacarnos de quicio y movilizarnos de otra manera.
“Te acostumbrás”, me pontificó, despejando incluso con tal frase, cualquier sombra de duda que pudiera subsistir aún. No hay pena ni atropello que no se nos haya puesto de manifiesto, y, sin embargo, continuamos erguidos como sociedad y metidos cada quien en lo suyo.
La escasa atención que le brindamos a los sucesos del entorno, tal vez tenga mucho que ver con las instancias personales de cada sujeto. Las ocupaciones son cada vez más en base a que el dinero rinde menos.
Se naturaliza la opción del mayor esfuerzo y la gente dispuesta, sale en pos de ganarse el cada día más caro, pan vital. Una pequeña gran gragea, un botoncito de muestra que nos revuelve la panza, pero, reitero, no todavía como la contingencia requiere de un pueblo auténticamente agobiado y harto.
Los niveles de corrupción piramidal se elevan a la enésima potencia, revolean bolsos con dinero mal habido en conventos o cuentan plata afanada en sendos videos virales, y todo gira sin más que algún comentario atrevido, desafiando a la ya incorporada manía de soportar y sobrellevar el drama, las culpas de otros.
No se hace ni siquiera un necesario gasoducto y luego llegan los “verseros” de siempre, con excusas y mensajes altisonantes. Y los robadores de vacunas contra el Covid se pasean orondos, dando cátedras seguro, de cómo fomentar el buen turismo ahora que todo mundo acató órdenes salvadoras. Hipócritas impíos, exonerados por el poder, como un tal Firmenich o un viscoso Verbitsky. Falsedades convertidas en relatos presumiblemente verídicos, para entretener a la platea boquiabierta, que no despierta.
En tal contexto de locura y terror, no escasean los heridores del campo, los que nada saben del trabajo aguerrido de los productores chicos o medianos, y demonizan al sector, olvidando que de ahí emana el 65 % de lo que consume el argentino.
Y nos quedaría chico el espacio para ir citando con mayúsculas, si lo desean, los yerros y las tropelías de los poderosos que se apoltronan en sus sillones, bebiendo en copas de oro, el sudor de los humildes.
Ya probaron el sabor de dominar a una población encerrada y muerta de miedo e incertidumbre y van a ir por más perversidades. Porque no les importa subsanar las necesidades básicas, ni mejorar la calidad de vida del ser humano; sólo ansían llenar sus propias arcas, permanecer y ampliar la red de mantenidos por el Estado, que son los votantes cautivos, los temerosos que no se irán del redil por no perder sus planes sociales.
Mientras la inflación consume las billeteras y separa a familias enteras, ahorcadas y sin solución, al tiempo que la inseguridad y la droga incrementa su paso fuerte y mortal, se encienden los doble discursos, las linternitas de los jetones de ocasión, charlatanes de bar, sin programas efectivos para mutar tanta mugre.
Te acostumbrás, es cierto y penoso, a convivir con la putrefacción y contemplar sin esperanzas el panorama difuso del país que amás.
Por Mario Delgado.-